4 de Agosto
¡Con la luz que YA habita en tu corazón!
Por Riqui Ricón*
Ahora
tenemos esta luz que brilla en nuestro corazón, pero nosotros mismos somos como
frágiles vasijas de barro que contienen este gran tesoro.* Esto deja bien claro
que nuestro gran poder proviene de Dios, no de nosotros mismos (2 Co 4.7 NTV).
La Biblia enseña que fue Dios quien, cuando la tierra estaba desordenada y
vacía, y las tinieblas estaban sobre la
faz del abismo, mandó que de las tinieblas
resplandeciese la luz. ¡Es este mismo Dios Todopoderoso quien ahora resplandece
en tu corazón!
¿Cómo es posible esto? Esto es posible mediante el Nuevo Pacto en
la Sangre de Jesús y por el Amor que Dios siente por ti.
Pero
Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun
estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por
gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo
nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para
mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su
bondad para con nosotros en Cristo Jesús (Efe 2.4-7).
Gracias a que Jesús murió en esa cruz es que
fueron pagados todos tus pecados (pasados, presentes y futuros). Sin embargo,
es por Su resurrección que la Luz de Cristo ahora brilla en tu corazón. Tú has
Nacido de Nuevo, ahora eres un(a) Hijo(a) de Dios y estás sentado(a) con Cristo
Jesús en los lugares celestiales.
En él
estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las
tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella (Jn 1.4).
Cualesquiera que sean las tinieblas que
amenazan hoy tu vida, debes comprender y sobre todo creer, que es la mismísima
Vida de Cristo Jesús la que ahora resplandece en tu corazón y por lo tanto,
esas tinieblas no prevalecerán contra ti.
¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros,
¿quién contra nosotros? (Ro 8.31).
No es sólo la luz de Cristo Jesús alumbrando
tu corazón, sino que Dios mismo, el Espíritu Santo, habita en ti y contigo,
para garantizar tu victoria sobre cualquier enemigo.
De
modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron;
he aquí todas son hechas nuevas (2 Co 5.17).
Así que, por la Palabra de Dios, por Su Palabra
de Honor, tú no eres más un(a) mediocre y fracasado(a) pecador(a). Ése(a), el
(la) que antes tú eras, está muerto(a), crucificado(a) juntamente con Cristo.
¡No existe más!
Todo
aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama
al que engendró, ama también al que ha sido engendrado por él (1 Jn 5.1).
Sin importar cuan obscuras y profundas
parezcan las tinieblas que te acosan el día de hoy, tú eres un(a) Hijo(a) de
Dios y Cristo Jesús, el lucero de la mañana, está contigo para alumbrar tu
camino.
Porque
en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como
hijos de luz (porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y
verdad), comprobando lo que es agradable al Señor. Y no participéis en las
obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas; porque
vergonzoso es aun hablar de lo que ellos hacen en secreto. Mas todas las cosas,
cuando son puestas en evidencia por la luz, son hechas manifiestas; porque la
luz es lo que manifiesta todo. Por lo cual dice: Despiértate, tú
que duermes, Y levántate de los muertos, Y te alumbrará Cristo (Efe 5.8-14).
¡Ahora eres luz en Cristo Jesús, por lo tanto
tú puedes, sí, tú puedes andar, vivir, pensar, actuar y hablar como un(a)
Hijo(a) de Luz!
Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la
gloria de Jehová ha nacido sobre ti. Porque he aquí que tinieblas cubrirán la
tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti
será vista su gloria. Y andarán las naciones a tu luz, y los reyes al
resplandor de tu nacimiento (Isa 60.1-3).
Así que, en lugar de ocultarte o avergonzarte
por tus fracasos pasados, ¡Levántate y resplandece!
Que brille tu luz para que todos la vean. Pues la gloria
del SEÑOR se levanta para resplandecer sobre ti. Una oscuridad negra como la
noche cubre a todas las naciones de la tierra, pero la gloria del SEÑOR se
levanta y aparece sobre ti. Todas las naciones vendrán a tu luz; reyes
poderosos vendrán para ver tu resplandor (Isa 60.1-3 NTV).
¡Recuerda que este es el año de tu Esplendor!
Y si todavía piensas que no eres apto o capaz
para llevar una Vida de Esplendor, ¡no te preocupes! Esto
deja bien claro que [tu] nuestro gran poder
proviene de Dios, no de [ti] nosotros
mismos [para que nadie se gloríe].
Y si
todavía piensas que tus circunstancias no te permiten brillar con esa luz como tú
quisieras, ¡no te preocupes!
Por todos lados nos presionan las dificultades, pero no
nos aplastan. Estamos perplejos pero no caemos en la desesperación. Somos
perseguidos pero nunca abandonados por Dios. Somos derribados, pero no destruidos
(2 Co 4.8-9 NTV).
¡Dios no miente! ¡Nunca lo ha hecho! Tu
adversario el diablo es el único mentiroso y como león rugiente anda buscando
que tú le creas y así convencerte de lo incapaz, fracasado(a), pecador(a) e
indigno(a) que eres delante de Dios. ¡Mentiras!
Vosotros, en cambio, sois un linaje escogido, un real
sacerdocio, una nación santa, un pueblo que Dios ha adquirido para que
anunciéis a otros las grandezas de aquel que, estando vosotros en tinieblas, os
llamó a participar de su luz maravillosa (1 P 2.9 CST).
¡Tú eres exactamente lo que Dios dice en Su
Palabra, la Biblia, que ahora eres!
Miren con cuánto amor nos ama nuestro Padre que nos llama
sus hijos, ¡y eso es lo que somos! Pero la gente de este mundo no reconoce que
somos hijos de Dios, porque no lo conocen a él (1 Jn 3.1 NTV).
Jamás le permitas al diablo que te haga
olvidar que tú eres un(a) Hijo(a) Amado(a) del Todopoderoso y participas de Su
Luz maravillosa.
Pero vosotros, hermanos, no estáis a oscuras para que la
llegada de ese día os sorprenda como un ladrón. Porque vosotros sois hijos de
la luz, hijos del día. Ninguno de nosotros pertenece a la noche ni a las
tinieblas (1 Tes 5.4-5
CST).
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, en este día quiero agradecerte una vez más
tu Gran Amor por mí. Gracias porque la luz de Cristo Jesús ahora brilla en mi
corazón. Gracias porque, a pesar de lo que ahora digan y griten las
circunstancias de mi vida, la Verdad es que yo soy la persona que Tú, Padre,
dices en Tu Palabra que soy: ¡Tu Hijo(a) Amado(a)! Señor Jesús, gracias porque
con Tu muerte y resurrección me justificaste y me diste esta Vida totalmente
Nueva. Gracias porque no es una Vida común y corriente. Por ti, Señor Jesús,
ahora puedo gozar la Vida Eterna de un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.
¡Tengo Vida de Reino! ¡Tengo Vida de Poder! Por Ti, mi amado Jesús, he Nacido
de Nuevo y ahora Dios, el Todopoderoso, es Abba, Padre, mi Papá. Gracias por ser
la Luz que ilumina mi Vida. Gracias por todas
y cada una de Tus Promesas que me has hecho. Leer de ellas en Tu Palabra, la
Biblia, me hace conocer la Verdad y la Verdad me hace libre. Lámpara es a mis
pies Tu Palabra y Luz en mi Camino. ¡Tengo entendimiento y resplandezco como el
resplandor del firmamento! Soy libre para recibir, por medio de la fe en Ti,
Jesucristo, esta Nueva Vida. Soy libre para recibir, por medio de la fe en Tu
Palabra, esta identidad de Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, siendo
renacido(a), no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra
de Dios que vive y permanece para siempre. Soy libre para recibir, por medio de
la fe en Tu Palabra, el cumplimiento en mi Vida de todas y cada una de Tus
Promesas. Por lo tanto, amado Padre celestial, todas y cada una de las Promesas
que están en Tu Palabra son mías y para mí. Hoy puedo orar a Ti con la certeza
de que me escuchas y me respondes. Tengo gozo y paz en mi corazón pues puedo
pedir y recibir. Por lo tanto, en el nombre poderoso de Cristo Jesús, declaró
que soy sano(a) y libre de toda enfermedad o dolencia; creo y recibo la
voluntad expresa de mi Padre, Dios Todopoderoso, para ser y vivir prosperado(a)
en todas las cosas. Echo fuera de mi vida todo pensamiento de temor y duda
resistiendo todo engaño y mentira acerca de mí. Yo soy lo que la Biblia dice
que soy. Un(a) Hijo(a) amado(a) de Dios; especial tesoro de mi Padre; todo lo
puedo en Cristo que me fortalece y en todas las cosas, absolutamente todas las
cosas, soy más que vencedor(a) por medio del Amor de Cristo Jesús, mi Rey,
Señor y Salvador. Señor Jesús, hoy me alegro en el gozo y la paz que brindan el
ser la persona que Tú dices que soy. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago
Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la
siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que
le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este
mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a)
pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu
sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última
gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero,
Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente
Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta
simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido
trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo!
¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré
solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Agosto
4 2 Co
4.1-5.10 / 2 R 17
/ Miq 6
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