martes, 19 de julio de 2011

¿Qué puedes hacer contra el temor, la ansiedad y el estrés?

Lunes 18 de Julio de 2011.
¡Soy Hija(o) del Rey!
Por Riqui Ricón*
Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres (1 R 19.4).
No obstante las grandes victorias que hemos experimentado en nuestra vida con el Señor Jesús, es realmente curioso como muchas veces, al igual que Elías, nos dejamos atrapar por el desánimo y la depresión. ¿A qué se debe esto? Pues sencillamente a que, si tenemos poca fe o una fe débil, cuando vienen nuevos o mayores problemas nos olvidamos de mantener nuestra mirada y nuestra fe fijas en Jesús y en Su Palabra para dejarnos amedrentar por las apariencias de las dificultades.
Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? Y cuando ellos subieron en la barca, se calmó el viento. Entonces los que estaban en la barca vinieron y le adoraron, diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios (Mat 14.28-33).
Nota que Pedro ya caminaba sobre las aguas para ir a Jesús cuando puso su atención en las circunstancias y permitió que el espíritu de temor le robara la fe que manifestó al decir: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Jesús sólo dijo, ven y Pedro creyó. Sin embargo, no fue suficiente.
Muchos creyentes están demasiado acostumbrados andar por vista y no por fe de modo que cuando se presentan los problemas y vicisitudes de la vida se ven abrumados por la preocupación y el temor a tal grado que, efectivamente, pueden darle lugar al desánimo y a la depresión.
Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor (porque por fe andamos, no por vista); pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor. Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables (2 Co 5.6-9).
Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan (He 11.6).
Me llama la atención que en ese episodio de la vida de Elías Dios no lo consintió ni apapachó por sentirse como se sentía, sino que lo fortaleció en su espíritu (fue un ángel quien le tocó y le alimentó), y le dijo: anda, levántate y vuélvete por tu camino para hacer esto, esto y esto otro.
Casi siempre, nuestro adversario el diablo, que como león rugiente anda buscando a quien devorar, trata por todos los medios de anular nuestra fe con la condenación por causa de nuestras faltas y pecados con el propósito de que caigamos en el error de olvidarnos quienes somos: las Hijas e Hijos de Dios Nacidos de Nuevo.
¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios (1 Co 6.9-11).
Tu confianza, tu certeza, tu fe está en lo que Dios ha dicho en Su Palabra acerca de ti y no de cómo te ves a ti misma(o) o cómo te sientes contigo misma(o). De acuerdo a la Biblia, que es la Palabra de Dios y no miente, tu eres un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo no de una simiente corruptible sino de la incorruptible simiente que es la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23).
Esto no quiere decir que los Hijos de Dios podemos pecar y olvidarnos de la santidad (sin la cual NADIE vera a Dios). No, nada de eso, sino todo lo contrario, porque sabemos quiénes somos y lo que Dios dice acerca de nosotros, creemos, hablamos y actuamos para manifestar esa justicia, santidad y perfección que Él ya puso en nosotros. No tratamos de alcanzar algo que no tenemos (como el diablo pretende que hagamos), sino que creemos que tenemos lo que Dios dice en Su Palabra que somos: justos, santos y perfectos. Si Dios lo dice es la verdad y por lo tanto podemos vivir como justos, santos y perfectos.
En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad (Efe 4.22-24).
Amado Padre celestial, en Tu Palabra puedo notar el gran Amor con que me has amado, pues aún estando yo muerta(o) en delitos y pecados me diste vida juntamente con Cristo. Gracias Señor por esta Vida Nueva que me has dado. Me creaste de Nuevo en justicia y santidad de la verdad. Creo y recibo este gran Amor. Creo y recibo a Jesús como mi Señor y Salvador. En Ti, Jesús, tengo vida eterna, vida abundante. Me determino, con Tu ayuda, Espíritu Santo, a no dejar que las aflicciones del mundo me infundan temor pues yo no he recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor sino que he recibido el espíritu de adopción y te puedo decir a Ti, Dios, Abba, Padre. ¡Soy Hija(o) del Rey! Nada ni nadie me pueden derrotar pues en todas las cosas soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
                                                                                   
Julio    18                               1 Co 6  /  1 R 19  /  Am 3.1-4.3

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