viernes, 15 de julio de 2011

¿En cuánto valuarías tu propia vida?

Viernes 15 de Julio de 2011.
¡A precio de Sangre!
Por Riqui Ricón*
Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios (1 Co 3.9).
Cada vez que pienso cuánto valgo para Dios me quedo asombrado al darme cuenta que no existen tesoros en el universo que se puedan comparar a la más pequeña gota de la Sangre de Jesucristo y que el precio con que el Padre me compró fue toda, hasta la última gota, de la Sangre de Su propio y amado Hijo, Jesús.
Y aún más asombroso es leer en Su Palabra, la Biblia, que no miente, que has sido declarada(o) Hija(o) y colaborador(a) Suya(o). ¡Eres labranza de Dios y edificio de Él!
Así que, cuando el diablo venga a cuestionarte intentando poner duda en tu corazón con pensamientos como: ¿tú? Si no eres nadie. Has fracasado y seguirás fracasando, además eres un(a) hipócrita pues ni eres santa(o), ni justa(o), ni nada de eso. Eres un(a) vil pecador(a). Y además, bla, bla, bla. Entonces debes pararte firmemente en tu fe a la Palabra de Dios y declárale en su misma carota que tú eres un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo y no de simiente corruptible sino de la incorruptible semilla que es la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre. Hazle saber que tú has sido establecida(o) por el dueño y Señor del universo como colaborador(a) suya(o) para reinar en esta vida y sobre de esta tierra. Recuérdale en sus narices que la Sangre de Cristo Jesús es el precio con el cual fuiste comprada(o) y establecida(o) como Hija(o) del Reino.
Forjad espadas de vuestros azadones, lanzas de vuestras hoces;  diga el débil: Fuerte soy (Jo 3.10).
Pase lo que pase y suceda lo que suceda, toma la espada del Espíritu que es la Palabra de Dios y declárate a ti misma(o), fuerte en Cristo Jesús.
Amado Padre celestial, en este momento quiero honrarte aceptando y recibiendo esa preciosa identidad que me has dado como Hija(o) Tuya(o). Creo y por lo tanto declaro que soy la(lo) más valiosa(o) que tienes sobre la tierra. He conocido y creído el Amor que Tú, oh Dios, tienes por mí. No voy a permitir que el espíritu de temor y duda me haga soltar lo que con tanto Amor pagaste por mí en esa cruz: el saber y creer que en verdad soy un(a) Hija(o) del único Dios vivo y verdadero. Por tanto, nada ni nadie me puede vencer; nada ni nadie me puede separar de Tu Amor que es en Cristo Jesús mi Señor. Contigo ya he vencido al mundo. Gracias Jesús, te amo con todo mi corazón. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
                                                                                   
Julio    15                               1 Co 3  /  1 R 15.33-16.34  /  Jo 3

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