domingo, 20 de octubre de 2024

¡Cómo salir de las tinieblas y de la obscuridad!

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 20 Octubre
 

¡Cómo salir de las tinieblas y de la obscuridad!

 

¡Ya te ha amanecido!

Por Riqui Ricón*

¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido (Isa 8.20).

Cuando pregunto a los creyentes qué es la Biblia, la mayoría responde sin dudar, que la Biblia es la Palabra de Dios. Invariablemente, esta respuesta me lleva a cuestionar nuevamente: ¿Qué significa CREER que la Biblia es la Palabra de Dios? En este punto, casi todos mis interlocutores se me quedan mirando con expresión de asombro. Con esa expresión que se traduce como: ¡Eh! ¡Mmmh! ¿No te ofendes si te pido: Me repites la pregunta?

Decir que la Biblia es la Palabra de Dios es una gran responsabilidad pues implica, necesariamente, CREER que TODAS las palabras de la Biblia literalmente salieron de la boca de Dios y por lo tanto, SON LA VERDAD y TODAS, y cada una de ellas, se van a cumplir.

En una ocasión, el doctor Jerry Savelle, un gran predicador y hombre de fe, me puso en una situación incómoda durante una de sus conferencias cuando planteó las únicas dos razones posibles para que tú, como creyente, vivas con temor, dudas, enfermedad, pobreza, derrota y carente de poder alguno: estas dos razones, planteó él, son o que no conoces la Palabra de Dios o que no la CREES.

Piénsalo bien, ¿por qué habrías de vivir con temor y dudas sabiendo con toda certeza que Dios, el Todopoderoso, ha hablado y decretado Palabras de Amor y Victoria sobre tu vida. Palabras como: por mis heridas tú ya has sido sanado(a); en todas las cosas eres más que vencedor(a); eres mi Hijo(a) amado(a); mayor soy Yo, que vivo en ti, que el que está en el mundo; aunque tu padre y tu madre te dejaren, con todo, yo te recogeré; caerán a tu lado mil y diez mil a tu diestra mas a ti no llegará; etc., etc., etc?

Las únicas respuestas posibles a esta pregunta son: porque no sabes que todo esto lo ha decretado sobre tu vida, el único y verdadero Dios, o porque aunque sí lo sabes, no lo crees.

Lo interesante aquí es que después de esta reflexión ahora tú ya lo sabes y sólo te resta creer.

Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria, la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria (1 Co 2. 7-8).

Satanás conoce muy bien la Biblia pero NO LA CREE. Si la creyera ya se hubiese arrepentido. El muy ingenuo sigue pensando y creyendo que se va a salir con la suya y que va a ganar.

Así que, cuando estés enfrentando algún problema o circunstancia adversa en tu vida hazte siempre las siguientes dos preguntas:

1.     ¿Conozco alguna Promesa que Dios me haya hecho en Su Palabra tocante a mi necesidad?

2.     ¿Creo que Dios va a cumplirme la Promesa que me dio en Su Palabra tocante a esa necesidad?

Te puedo asegurar que no existe situación alguna a la que no puedas contestar afirmativamente a estas preguntas.

Si alguien les dice: "Consulten a las pitonisas y a los agoreros que susurran y musitan; ¿acaso no es deber de un pueblo consultar a sus dioses y a los muertos, en favor de los vivos?", yo les digo: "¡Aténganse a la ley y al testimonio!" Para quienes no se atengan a esto, no habrá un amanecer (Isa 8.19-20 NVI).

En el sistema de este mundo, continuamente encuentro gente que está más dispuesta y deseosa para creer en sueños y visiones, o en alguna palabra que le dé un profeta o iluminado, que en creerle a Dios, que CREERLE A SU PALABRA.

Y aunque esto es algo muy lamentable, la Buena Noticia es que tú NO eres de este mundo.

Les he dado tu palabra, y el mundo los odia, porque ellos no pertenecen al mundo, así como yo tampoco pertenezco al mundo. No te pido que los quites del mundo, sino que los protejas del maligno. Al igual que yo, ellos no pertenecen a este mundo (Jn 17.14.16 NTV).

Así lo afirma la Biblia en las Palabras del mismísimo Señor Jesús.

Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones; entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo (2 P 1.19-21).

Claramente, la Escritura te enseña que no existe palabra profética más segura que la Biblia.

Ese día en que el Señor entregó a los amorreos en manos de los israelitas,  Josué le dijo al Señor en presencia de todo el pueblo:   "Sol,  detente en Gabaón,  luna,  párate sobre Ayalón." El sol se detuvo y la luna se paró,  hasta que Israel se vengó de sus adversarios.  Esto está escrito en el libro de Jaser.  Y,  en efecto,  el sol se detuvo en el cenit y no se movió de allí por casi un día entero. Nunca antes ni después ha habido un día como aquél;  fue el día en que el Señor obedeció la orden de un ser humano.  ¡No cabe duda de que el Señor estaba peleando por Israel! (Jos 10.12-14 NVI).

En este episodio de la vida de Josué puedes ver cómo el conocer y creer lo que Dios había dicho, y prometido, lo habilitó para realizar uno de los milagros más asombrosos de los que se tengan registro. Él pudo detener, con su palabra, las poderosísimas fuerzas gravitacionales del sol, la tierra y la luna.

¿Cómo fue posible esto? Sólo recuerda que Dios previamente le había instruido:

Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien (Jos 1. 8).

Así que, ¡Ya lo sabes! Acude a la Biblia y ponla en tu boca, mente y corazón, pues si hablas, oras y declaras conforme a  lo que en ella está escrito, entonces, y sólo entonces, harás prosperar tu camino y TODO te saldrá bien.

Vivirás el ESPLENDOR de un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, pues en verdad, a ti ya te habrá amanecido.

Oremos en voz audible:

Bendito Padre celestial, ¿cómo no estar agradecido(a) por Tu Palabra, la Biblia, donde has decretado Palabras de Amor y Bendición sobre mi vida? Tú no mientes y Tu Palabra ha de cumplirse plena y cabalmente en mi vida. Gracias, Señor, por tanto y tan grande Amor, que estando yo muerto(a) en delitos y pecados, me diste Vida Eterna juntamente con Cristo. Es por tu Gracia y Amor que me has hecho heredero(a) de la salvación. Ahora lo sé y lo creo: aunque ande en valle de sombra y de muerte no voy a temer mal alguno porque Tú estás conmigo; Tú me libras del lazo del cazador y de la peste destructora; no me sobrevendrá mal ni plaga tocará mi morada; Tú suplirás todo lo que me falta conforme a tus riquezas en gloria; todo lo puedo en Cristo Jesús que me fortalece. Por lo tanto, resisto al espíritu de engaño, mentira y temor. Soy un(a) Hijo(a) amado(a) del Dios vivo y verdadero. Fui comprado(a) a precio de Sangre. ¡Nada ni nadie me pueden vencer! ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy un(a) Hijo(a) del Rey! Gracias, Señor Jesús. Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011

Tres Recomendaciones:

Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas recomendaciones:

1.     Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él. Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.

2.     Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla. ¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.

3.     En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2020

 

Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Octubre 20                             Apo 20 /  Isa 7-8/ Sal 110

 


Cápsula del día.





Puedes escuchar o descargar la lectura de la  Biblia en audio del día de hoy, la tenemos para ti en dos versiones: 


RV60 




NVI 



Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Octubre 20                             Apo 20 /  Isa 7-8/ Sal 110

 

Apocalipsis

Los mil años

20

1Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del abismo, y una gran cadena en la mano. 2Y prendió al dragón, la serpiente antigua,a que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años; 3y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso su sello sobre él, para que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años; y después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo.

4Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar;b y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años. 5Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección. 6Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años.

7Cuando los mil años se cumplan, Satanás será suelto de su prisión, 8y saldrá a engañar a las naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog y a Magog,c a fin de reunirlos para la batalla; el número de los cuales es como la arena del mar. 9Y subieron sobre la anchura de la tierra, y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada; y de Dios descendió fuego del cielo, y los consumió. 10Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos.

El juicio ante el gran trono blanco

11Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. 12Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras.d 13Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. 14Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda. 15Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego.[1]

 

 

Isaías

Mensaje de Isaías a Acaz

7

1Aconteció en los días de Acaz hijo de Jotam, hijo de Uzías, rey de Judá, que Rezín rey de Siria y Peka hijo de Remalías, rey de Israel, subieron contra Jerusalén para combatirla; pero no la pudieron tomar.a 2Y vino la nueva a la casa de David, diciendo: Siria se ha confederado con Efraín. Y se le estremeció el corazón, y el corazón de su pueblo, como se estremecen los árboles del monte a causa del viento.

3Entonces dijo Jehová a Isaías: Sal ahora al encuentro de Acaz, tú, y Sear-jasub1 tu hijo, al extremo del acueducto del estanque de arriba, en el camino de la heredad del Lavador, 4y dile: Guarda, y repósate; no temas, ni se turbe tu corazón a causa de estos dos cabos de tizón que humean, por el ardor de la ira de Rezín y de Siria, y del hijo de Remalías. 5Ha acordado maligno consejo contra ti el sirio, con Efraín y con el hijo de Remalías, diciendo: 6Vamos contra Judá y aterroricémosla, y repartámosla entre nosotros, y pongamos en medio de ella por rey al hijo de Tabeel. 7Por tanto, Jehová el Señor dice así: No subsistirá, ni será. 8Porque la cabeza de Siria es Damasco, y la cabeza de Damasco, Rezín; y dentro de sesenta y cinco años Efraín será quebrantado hasta dejar de ser pueblo. 9Y la cabeza de Efraín es Samaria, y la cabeza de Samaria el hijo de Remalías. Si vosotros no creyereis, de cierto no permaneceréis.

10Habló también Jehová a Acaz, diciendo: 11Pide para ti señal de Jehová tu Dios, demandándola ya sea de abajo en lo profundo, o de arriba en lo alto. 12Y respondió Acaz: No pediré, y no tentaré a Jehová. 13Dijo entonces Isaías: Oíd ahora, casa de David. ¿Os es poco el ser molestos a los hombres, sino que también lo seáis a mi Dios? 14Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo,b y llamará su nombre Emanuel.2 15Comerá mantequilla y miel, hasta que sepa desechar lo malo y escoger lo bueno. 16Porque antes que el niño sepa desechar lo malo y escoger lo bueno, la tierra de los dos reyes que tú temes será abandonada. 17Jehová hará venir sobre ti, sobre tu pueblo y sobre la casa de tu padre, días cuales nunca vinieron desde el día que Efraín se apartó de Judá, esto es, al rey de Asiria.

18Y acontecerá que aquel día silbará Jehová a la mosca que está en el fin de los ríos de Egipto, y a la abeja que está en la tierra de Asiria; 19y vendrán y acamparán todos en los valles desiertos, y en las cavernas de las piedras, y en todos los zarzales, y en todas las matas.

20En aquel día el Señor raerá con navaja alquilada, con los que habitan al otro lado del río, esto es, con el rey de Asiria, cabeza y pelo de los pies, y aun la barba también quitará. 21Acontecerá en aquel tiempo, que criará un hombre una vaca y dos ovejas; 22y a causa de la abundancia de leche que darán, comerá mantequilla; ciertamente mantequilla y miel comerá el que quede en medio de la tierra.

23Acontecerá también en aquel tiempo, que el lugar donde había mil vides que valían mil siclos de plata, será para espinos y cardos. 24Con saetas y arco irán allá, porque toda la tierra será espinos y cardos. 25Y a todos los montes que se cavaban con azada, no llegarán allá por el temor de los espinos y de los cardos, sino que serán para pasto de bueyes y para ser hollados de los ganados.

Sea Jehová vuestro temor

8

1Me dijo Jehová: Toma una tabla grande, y escribe en ella con caracteres legibles tocante a Maher-salal-hasbaz.3 2Y junté conmigo por testigos fieles al sacerdote Urías y a Zacarías hijo de Jeberequías. 3Y me llegué a la profetisa, la cual concibió, y dio a luz un hijo. Y me dijo Jehová: Ponle por nombre Maher-salal-hasbaz. 4Porque antes que el niño sepa decir: Padre mío, y Madre mía, será quitada la riqueza de Damasco y los despojos de Samaria delante del rey de Asiria. 5Otra vez volvió Jehová a hablarme, diciendo: 6Por cuanto desechó este pueblo las aguas de Siloé, que corren mansamente, y se regocijó con Rezín y con el hijo de Remalías; 7he aquí, por tanto, que el Señor hace subir sobre ellos aguas de ríos, impetuosas y muchas, esto es, al rey de Asiria con todo su poder; el cual subirá sobre todos sus ríos, y pasará sobre todas sus riberas; 8y pasando hasta Judá, inundará y pasará adelante, y llegará hasta la garganta; y extendiendo sus alas, llenará la anchura de tu tierra, oh Emanuel.

9Reuníos, pueblos, y seréis quebrantados; oíd, todos los que sois de lejanas tierras; ceñíos, y seréis quebrantados; disponeos, y seréis quebrantados. 10Tomad consejo, y será anulado; proferid palabra, y no será firme, porque Dios está con nosotros.

11Porque Jehová me dijo de esta manera con mano fuerte, y me enseñó que no caminase por el camino de este pueblo, diciendo: 12No llaméis conspiración a todas las cosas que este pueblo llama conspiración; ni temáis lo que ellos temen, ni tengáis miedo. 13A Jehová de los ejércitos, a él santificad;a sea él vuestro temor, y él sea vuestro miedo. 14Entonces él será por santuario; pero a las dos casas de Israel, por piedra para tropezar, y por tropezadero para caer, y por lazo y por red al morador de Jerusalén. 15Y muchos tropezarán entre ellos, y caerán, y serán quebrantados;b y se enredarán y serán apresados.

16Ata el testimonio, sella la ley entre mis discípulos. 17Esperaré, pues, a Jehová, el cual escondió su rostro de la casa de Jacob, y en él confiaré.c 18He aquí, yo y los hijos que me dio Jehovád somos por señales y presagios en Israel, de parte de Jehová de los ejércitos, que mora en el monte de Sion. 19Y si os dijeren: Preguntad a los encantadores y a los adivinos, que susurran hablando, responded: ¿No consultará el pueblo a su Dios? ¿Consultará a los muertos por los vivos? 20¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido. 21Y pasarán por la tierra fatigados y hambrientos, y acontecerá que teniendo hambre, se enojarán y maldecirán a su rey y a su Dios, levantando el rostro en alto. 22Y mirarán a la tierra, y he aquí tribulación y tinieblas, oscuridad y angustia; y serán sumidos en las tinieblas.[2]

 

SALMO 110

 

Jehová da dominio al rey

Salmo de David.

     1     Jehová dijo a mi Señor:

Siéntate a mi diestra,

Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.a

     2     Jehová enviará desde Sion la vara de tu poder;

Domina en medio de tus enemigos.

     3     Tu pueblo se te ofrecerá voluntariamente en el día de tu poder,

En la hermosura de la santidad.

Desde el seno de la aurora

Tienes tú el rocío de tu juventud.

     4     Juró Jehová, y no se arrepentirá:

Tú eres sacerdote para siempre

Según el orden de Melquisedec.b

     5     El Señor está a tu diestra;

Quebrantará a los reyes en el día de su ira.

     6     Juzgará entre las naciones,

Las llenará de cadáveres;

Quebrantará las cabezas en muchas tierras.

     7     Del arroyo beberá en el camino,

Por lo cual levantará la cabeza.[3]

 



a 20.2: Gn. 3.1.

b 20.4: Dn. 7.9, 22.

c 20.8: Ez. 38.1–16.

d 20.11–12: Dn. 7.9–10.

[1] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Ap 19.21-20.15

a 7.1: 2 R. 16.5; 2 Cr. 28.5–6.

Esto es, Un remanente volverá.

b 7.14: Mt. 1.23.

Esto es, Dios con nosotros.

Esto es, El despojo se apresura, la presa se precipita.

a 8.12–13: 1 P. 3.14–15.

b 8.14–15: 1 P. 2.8.

c 8.17: He. 2.13.

d 8.18: He. 2.13.

[2] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Is 6.13-8.22

a 110.1: Mt. 22.44; Mr. 12.36; Lc. 20.42–43; Hch. 2.34–35; 1 Co. 15.25; Ef. 1.20–22; Col. 3.1; He. 1.13; 8.1; 10.12–13.

b 110.4: He. 5.6; 6.20.

[3] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Sal 109.31-110.7


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