viernes, 18 de octubre de 2024

¿Cómo terminará este año para ti?

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 18 Octubre 

¿Cómo terminará este año para ti?

 

¡Te ira bien!

Por Riqui Ricón*

Decid al justo que le irá bien, porque comerá de los frutos de sus manos (Isa 3. 10).

Leer y meditar la Palabra de Dios es la tarea diaria más importante en la vida de cualquier Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Recuerda que sin fe es imposible agradar a Dios, tu Padre, y la fe viene cuando se escucha con atención el mensaje que predicamos acerca de Jesucristo (Ro 10.17 CST).

¿Qué es la FE? ¿Por qué la FE ES por escuchar la Palabra de Dios?

Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve (He 11.1).

Pero, ¿cómo puedes estar seguro(a) de cosas que estás esperando pero que no ves, como por ejemplo, la restauración de tu salud cuando te sientes mal y además el diagnóstico médico ha sido confirmado como negativo; o cuando tienes cuentas por pagar y no tienes dinero? ¿Cómo puedes tener la certeza de lo que esperas y estar convencido(a) de aquello que todavía no ves? ¿Cómo tener FE?

¡Creyéndole a Dios, creyendo Su Palabra! Basta que encuentres en la Biblia una Promesa que Dios te haya hecho tocante a tu necesidad para que puedas estar plenamente seguro(a) y convencido(a) que si Dios lo dijo, entonces Él lo va a cumplir, si Dios lo habló, entonces Él lo va a ejecutar.

Dios no es un hombre, por lo tanto no miente. Él no es humano, por lo tanto no cambia de parecer. ¿Acaso alguna vez habló sin actuar? ¿Alguna vez prometió sin cumplir? Escucha, yo recibí la orden de bendecir; ¡Dios ha bendecido, y yo no puedo revertirlo! (Num 23.19-20 NTV).

La FE es la fuerza espiritual que te permite recibir y hacer realidad todo aquello que Dios tiene para ti. Pues lo que realmente agrada a tu Padre celestial es que tú vivas experimentando Su Amor, Su Provisión y Su Bendición en todas las áreas de tu Vida.

Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma (3 Jn 2).

Así que, al leer y meditar la Biblia, se produce en ti la fe que necesitas para vivir la vida que agrada a Dios. Además, la misma Escritura declara que el justo vivirá por fe.

Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá (Ro 1.17).

La Buena Noticia del Evangelio es que la justicia de Dios se revela por creerle a Dios, creyendo Su Palabra, pues como está escrito: Dios te hace justo(a) cuando crees a Su Palabra.

Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia (Gen 15.6).

Sólo la FE, que es creerle a Dios, creyendo Su Palabra, te hace justo(a) delante de Dios.

Pero ahora, tal como se prometió tiempo atrás en los escritos de Moisés y de los profetas, Dios nos ha mostrado cómo podemos ser justos ante él sin cumplir con las exigencias de la ley. Dios nos hace justos a sus ojos cuando ponemos nuestra fe en Jesucristo. Y eso es verdad para todo el que cree, sea quien fuere. Pues todos hemos pecado; nadie puede alcanzar la meta gloriosa establecida por Dios. Sin embargo, con una bondad que no merecemos, Dios nos declara justos por medio de Cristo Jesús, quien nos liberó del castigo de nuestros pecados. Pues Dios ofreció a Jesús como el sacrificio por el pecado. Las personas son declaradas justas a los ojos de Dios cuando creen que Jesús sacrificó su vida al derramar su sangre. Ese sacrificio muestra que Dios actuó con justicia cuando se contuvo y no castigó a los que pecaron en el pasado, porque miraba hacia el futuro y de ese modo los incluiría en lo que llevaría a cabo en el tiempo presente. Dios hizo todo eso para demostrar su justicia, porque él mismo es justo e imparcial, y declara a los pecadores justos a sus ojos cuando ellos creen en Jesús (Ro 3.21-26 NTV).

Así que, si Dios dice en Su Palabra que al justo le irá bien, que la bendición y la bienaventuranza en esta vida serán para aquel que es justo, entonces estas son promesas divinas que te pertenecen a ti.

A este respecto, la Biblia, que es la Palabra de Dios, que no miente, declara enfáticamente que:

Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él (2 Co 5. 21).

Lo que significa que en Cristo Jesús, tú ya fuiste hecho(a) justicia de Dios. Tú has sido hecho(a) justo(a) por medio de la Sangre de Jesús, quién pagó todos tus pecados al morir en esa cruz.

Así que, sin lugar a dudas, puedes declarar: ¡Soy justo y me irá bien en esta vida, pues, si Dios lo dice, entonces Él lo va a cumplir, si Dios lo habló, entonces Él lo va a ejecutar!

El problema con esto es que a veces la gente dice, por costumbre religiosa: “pues yo no me siento justo, tan sólo soy un pecador salvo por gracia”. Hacer esta afirmación es un absurdo disparate y un total desconocimiento de la Palabra de Dios, ya que, por Su Gracia has sido hecho(a) salvo(a) y por lo tanto, no puedes seguir siendo un(a) pecador(a).

Pero Dios nos ha mostrado ahora su justicia por un camino distinto de la ley, pero un camino acerca del cual la propia ley y los escritos de los profetas ya han dado testimonio: se trata de la justicia de Dios, que actúa para salvación por medio de la fe en Jesucristo, sin importar quiénes seamos nosotros ni cuál haya sido nuestra conducta en otro tiempo. Porque todos hemos pecado, "y nadie puede tener parte por sí mismo en la gloria de Dios; pero Dios, por pura gracia, nos declara justos merced a la obra redentora de Jesucristo. Porque Dios envió a Jesucristo para que sufriera el castigo que nosotros merecemos, y para que, por medio de la fe en su sangre derramada, obtuviéramos el perdón de nuestros pecados. De este modo, Dios ha puesto de manifiesto su justicia, absolviéndonos generosamente y pasando por alto en su paciencia los pecados anteriormente cometidos. Ahora, en el momento actual, revela también su justicia salvadora, por la cual, siendo Dios justo, absuelve sin embargo al transgresor, siempre que éste deposite su confianza en Jesús. ¿De qué podemos entonces jactarnos en lo que respecta a la salvación? ¡Absolutamente de nada! ¿Y por qué no? Pues porque el fundamento de nuestra salvación no consiste en cumplir cabalmente la ley de las buenas obras, sino en obedecer a la ley de la fe en Cristo. Con lo cual concluimos que Dios nos declara justos y nos salva mediante la fe en Cristo, sin que hayamos de alegar las obras realizadas de acuerdo con la ley (Ro 3. 21-28 CST).

Medita en esto, no es por lo que hagas o hayas hecho y por lo tanto, tampoco es por cómo te sientas o te veas a ti mismo(a) el día de hoy. Es por Su Amor y Gracia, los cuales ya recibiste al haber aceptado a Jesús como el Señor de tu vida.

Así que, de acuerdo a la Palabra de Dios, que no miente, cuando Cristo Jesús pagó con Su Sangre y Vida todos tus pecados, tú fuiste justificado(a). Ahora eres legalmente justo(a). El castigo de tu paz fue sobre Él. Tú ya no debes nada, Jesús lo pagó todo por Amor, y a ti te corresponde creerlo y recibirlo viviendo esa Vida Plena y Abundante que Él adquirió para ti.

El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10.10).

Si te preguntas por qué, la respuesta es sencilla, ¡porque te ama!

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.  Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).

¡Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti!

Si me preguntas cómo lo sé, la respuesta es igual de sencilla, ¡está escrito!

Amado(a), sin importar cuáles sean los problemas, enfermedades o aflicciones que estés enfrentando el día de hoy, prepárate, pues te va ir bien en esta vida. ¡Así lo dice el Señor!

Os he dicho todas estas cosas para que en mí encontréis vuestra paz. Siempre tendréis en el mundo pruebas que os afligirán, pero confiad en mí, porque yo he vencido al mundo (Jn 16.33 CST).

¡Animo! ¡Dios está contigo! Y si Dios está contigo, ¿quién contra ti?

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, muchas gracias. Te doy un millón de gracias por Tu gran Amor con que me has amado pues estando yo muerto(a) en delitos y pecados me diste Vida juntamente con Cristo, por Tu Gracia fui hecho justo(a), por Tu Gracia soy salvo(a) y juntamente con Cristo me hiciste Nacer de Nuevo pero ahora como un(a) Hijo(a) Tuyo(a). ¡Soy Nacido(a) de Nuevo de la semilla incorruptible que es Tu Palabra que vive y permanece para siempre! Amado Jesús, por lo que hiciste por mí, no recibo ninguna condenación pues yo no vivo conforme con mi carne sino conforme a Tu Espíritu. ¡Soy justo(a)! ¡Soy justicia de Dios! Así que reclamo el derecho divino que tengo para vivir una vida dichosa y plena. Resisto a la angustia, al temor, a la enfermedad, a la pobreza, a la amargura, a la soledad y a toda depresión. En el nombre Poderoso de Cristo Jesús, yo _________ (tu nombre aquí) le llamo al gozo, a la paz, a la salud, a la prosperidad, a la libertad para vivir una vida plena y abundante. Gracias, Señor Jesús, Tú lo hiciste todo por mí. ¡Lo creo y lo recibo! ¡Es mío! ¡Es mi derecho en toda justicia! No voy a dejar que nada ni nadie me robe lo que Tú compraste para mí a tan gran precio. Por lo tanto, acepto y recibo mi victoria sobre el pecado y sus consecuencias como la enfermedad, pobreza, depresión, temor y angustia. ¡Soy libre de todos ellos! ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo! Voy a terminar este año en victoria. Estaré arriba y no más abajo. Me va ir bien este año. En el nombre de Jesús. Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011

 

Tres Recomendaciones:

Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas recomendaciones:

1.     Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él. Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.

2.     Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla. ¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.

3.     En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2020

 

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Octubre 18                             Apo 18 /  Isa 3-4 / Sal 109. 1-19

 


Cápsula del día.




Puedes escuchar o descargar la lectura de la  Biblia en audio del día de hoy, la tenemos para ti en dos versiones: 


RV60 




NVI 




Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Octubre 18                             Apo 18 /  Isa 3-4 / Sal 109. 1-19

 

Apocalipsis

La caída de Babilonia

18

1Después de esto vi a otro ángel descender del cielo con gran poder; y la tierra fue alumbrada con su gloria. 2Y clamó con voz potente, diciendo: Ha caído, ha caído la gran Babilonia,a y se ha hecho habitación de demonios y guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de toda ave inmunda y aborrecible.b 3Porque todas las naciones han bebido del vino del furor de su fornicación;c y los reyes de la tierra han fornicado con ella, y los mercaderes de la tierra se han enriquecido de la potencia de sus deleites. 4Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío,d para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas; 5porque sus pecados han llegado hasta el cielo,e y Dios se ha acordado de sus maldades. 6Dadle a ella como ella os ha dado,f y pagadle doble según sus obras; en el cáliz en que ella preparó bebida, preparadle a ella el doble. 7Cuanto ella se ha glorificado y ha vivido en deleites, tanto dadle de tormento y llanto; porque dice en su corazón: Yo estoy sentada como reina, y no soy viuda, y no veré llanto; 8por lo cual en un solo día vendrán sus plagas;g muerte, llanto y hambre, y será quemada con fuego; porque poderoso es Dios el Señor, que la juzga.

9Y los reyes de la tierra que han fornicado con ella, y con ella han vivido en deleites, llorarán y harán lamentación sobre ella, cuando vean el humo de su incendio, 10parándose lejos por el temor de su tormento, diciendo: ¡Ay, ay, de la gran ciudad de Babilonia, la ciudad fuerte; porque en una hora vino tu juicio!h

11Y los mercaderes de la tierra lloran y hacen lamentación sobre ella, porque ninguno compra más sus mercaderías; 12mercadería de oro, de plata, de piedras preciosas, de perlas, de lino fino, de púrpura, de seda, de escarlata, de toda madera olorosa, de todo objeto de marfil, de todo objeto de madera preciosa, de cobre, de hierro y de mármol; 13y canela, especias aromáticas, incienso, mirra, olíbano, vino, aceite, flor de harina, trigo, bestias, ovejas, caballos y carros, y esclavos, almas de hombres. 14Los frutos codiciados por tu alma se apartaron de ti, y todas las cosas exquisitas y espléndidas te han faltado, y nunca más las hallarás.

15Los mercaderes de estas cosas, que se han enriquecido a costa de ella, se pararán lejos por el temor de su tormento, llorando y lamentando, 16y diciendo: ¡Ay, ay, de la gran ciudad, que estaba vestida de lino fino, de púrpura y de escarlata, y estaba adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas! 17Porque en una hora han sido consumidas tantas riquezas. Y todo piloto, y todos los que viajan en naves, y marineros, y todos los que trabajan en el mar, se pararon lejos; 18y viendo el humo de su incendio, dieron voces, diciendo: ¿Qué ciudad era semejante a esta gran ciudad? 19Y echaron polvo sobre sus cabezas, y dieron voces, llorando y lamentando, diciendo: ¡Ay, ay de la gran ciudad, en la cual todos los que tenían naves en el mar se habían enriquecido de sus riquezas; pues en una hora ha sido desolada!i 20Alégrate sobre ella, cielo,j y vosotros, santos, apóstoles y profetas; porque Dios os ha hecho justicia en ella.

21Y un ángel poderoso tomó una piedra, como una gran piedra de molino, y la arrojó en el mar, diciendo: Con el mismo ímpetu será derribada Babilonia,k la gran ciudad, y nunca más será hallada.l 22Y voz de arpistas, de músicos, de flautistas y de trompeteros no se oirá más en ti;m y ningún artífice de oficio alguno se hallará más en ti, ni ruido de molino se oirá más en ti. 23Luz de lámpara no alumbrará más en ti, ni voz de esposo y de esposa se oirá más en ti;n porque tus mercaderes eran los grandes de la tierra; pues por tus hechicerías fueron engañadas todas las naciones. 24Y en ella se halló la sangre de los profetas y de los santos, y de todos los que han sido muertos en la tierra.o[1]

 

 

Isaías

Juicio de Jehová contra Judá y Jerusalén

3

1Porque he aquí que el Señor Jehová de los ejércitos quita de Jerusalén y de Judá al sustentador y al fuerte, todo sustento de pan y todo socorro de agua; 2el valiente y el hombre de guerra, el juez y el profeta, el adivino y el anciano; 3el capitán de cincuenta y el hombre de respeto, el consejero, el artífice excelente y el hábil orador. 4Y les pondré jóvenes por príncipes, y muchachos serán sus señores. 5Y el pueblo se hará violencia unos a otros, cada cual contra su vecino; el joven se levantará contra el anciano, y el villano contra el noble.

6Cuando alguno tomare de la mano a su hermano, de la familia de su padre, y le dijere: Tú tienes vestido, tú serás nuestro príncipe, y toma en tus manos esta ruina; 7él jurará aquel día, diciendo: No tomaré ese cuidado; porque en mi casa ni hay pan, ni qué vestir; no me hagáis príncipe del pueblo. 8Pues arruinada está Jerusalén, y Judá ha caído; porque la lengua de ellos y sus obras han sido contra Jehová para irritar los ojos de su majestad.

9La apariencia de sus rostros testifica contra ellos; porque como Sodoma publican su pecado, no lo disimulan. ¡Ay del alma de ellos! porque amontonaron mal para sí. 10Decid al justo que le irá bien, porque comerá de los frutos de sus manos. 11¡Ay del impío! Mal le irá, porque según las obras de sus manos le será pagado. 12Los opresores de mi pueblo son muchachos, y mujeres se enseñorearon de él. Pueblo mío, los que te guían te engañan, y tuercen el curso de tus caminos.

13Jehová está en pie para litigar, y está para juzgar a los pueblos. 14Jehová vendrá a juicio contra los ancianos de su pueblo y contra sus príncipes; porque vosotros habéis devorado la viña, y el despojo del pobre está en vuestras casas. 15¿Qué pensáis vosotros que majáis mi pueblo y moléis las caras de los pobres? dice el Señor, Jehová de los ejércitos.

Juicio contra las hijas de Sion

16Asimismo dice Jehová: Por cuanto las hijas de Sion se ensoberbecen, y andan con cuello erguido y con ojos desvergonzados; cuando andan van danzando, y haciendo son con los pies; 17por tanto, el Señor raerá la cabeza de las hijas de Sion, y Jehová descubrirá sus vergüenzas.

18Aquel día quitará el Señor el atavío del calzado, las redecillas, las lunetas, 19los collares, los pendientes y los brazaletes, 20las cofias, los atavíos de las piernas, los partidores del pelo, los pomitos de olor y los zarcillos, 21los anillos, y los joyeles de las narices, 22las ropas de gala, los mantoncillos, los velos, las bolsas, 23los espejos, el lino fino, las gasas y los tocados. 24Y en lugar de los perfumes aromáticos vendrá hediondez; y cuerda en lugar de cinturón, y cabeza rapada en lugar de la compostura del cabello; en lugar de ropa de gala ceñimiento de cilicio, y quemadura en vez de hermosura. 25Tus varones caerán a espada, y tu fuerza en la guerra. 26Sus puertas se entristecerán y enlutarán, y ella, desamparada, se sentará en tierra.

4

1Echarán mano de un hombre siete mujeres en aquel tiempo, diciendo: Nosotras comeremos de nuestro pan, y nos vestiremos de nuestras ropas; solamente permítenos llevar tu nombre, quita nuestro oprobio.

Futuro glorioso de Jerusalén

2En aquel tiempo el renuevo de Jehová será para hermosura y gloria, y el fruto de la tierra para grandeza y honra, a los sobrevivientes de Israel. 3Y acontecerá que el que quedare en Sion, y el que fuere dejado en Jerusalén, será llamado santo; todos los que en Jerusalén estén registrados entre los vivientes, 4cuando el Señor lave las inmundicias de las hijas de Sion, y limpie la sangre de Jerusalén de en medio de ella, con espíritu de juicio y con espíritu de devastación. 5Y creará Jehová sobre toda la morada del monte de Sion, y sobre los lugares de sus convocaciones, nube y oscuridad de día, y de noche resplandor de fuego que eche llamas; porque sobre toda gloria habrá un dosel, 6y habrá un abrigo para sombra contra el calor del día, para refugio y escondedero contra el turbión y contra el aguacero.[2]

  

 

SALMO 109.1-19

 

Clamor de venganza

Al músico principal. Salmo de David.

     1     Oh Dios de mi alabanza, no calles;

     2     Porque boca de impío y boca de engañador se han abierto contra mí;

Han hablado de mí con lengua mentirosa;

     3     Con palabras de odio me han rodeado,

Y pelearon contra mí sin causa.

     4     En pago de mi amor me han sido adversarios;

Mas yo oraba.

     5     Me devuelven mal por bien,

Y odio por amor.

     6     Pon sobre él al impío,

Y Satanás esté a su diestra.

     7     Cuando fuere juzgado, salga culpable;

Y su oración sea para pecado.

     8     Sean sus días pocos;

Tome otro su oficio.a

     9     Sean sus hijos huérfanos,

Y su mujer viuda.

     10     Anden sus hijos vagabundos, y mendiguen;

Y procuren su pan lejos de sus desolados hogares.

     11     Que el acreedor se apodere de todo lo que tiene,

Y extraños saqueen su trabajo.

     12     No tenga quien le haga misericordia,

Ni haya quien tenga compasión de sus huérfanos.

     13     Su posteridad sea destruida;

En la segunda generación sea borrado su nombre.

     14     Venga en memoria ante Jehová la maldad de sus padres,

Y el pecado de su madre no sea borrado.

     15     Estén siempre delante de Jehová,

Y él corte de la tierra su memoria,

     16     Por cuanto no se acordó de hacer misericordia,

Y persiguió al hombre afligido y menesteroso,

Al quebrantado de corazón, para darle muerte.

     17     Amó la maldición, y ésta le sobrevino;

Y no quiso la bendición, y ella se alejó de él.

     18     Se vistió de maldición como de su vestido,

Y entró como agua en sus entrañas,

Y como aceite en sus huesos.

     19     Séale como vestido con que se cubra,

Y en lugar de cinto con que se ciña siempre.[3]

 



a 18.2: Is. 21.9.

b 18.2: Is. 13.21; Jer. 50.39.

c 18.3: Jer. 51.7.

d 18.4: Is. 48.20; Jer. 50.8.

e 18.5: Jer. 51.9.

f 18.6: Sal. 137.8; Jer. 50.29.

g 18.7–8: Is. 47.8–9.

h 18.9–10: Ez. 26.16–18.

i 18.11–19: Ez. 27.25–36.

j 18.20: Jer. 51.48.

k 18.21: Jer. 51.63–64.

l 18.21: Ez. 26.21.

m 18.22: Ez. 26.13.

n 18.22–23: Jer. 25.10.

o 18.24: Jer. 51.49.

[1] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Ap 17.18-18.24

[2] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Is 2.22-4.6

a 109.8: Hch. 1.20.

[3] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Sal 108.13-109.19


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