5
de Octubre
¡Viviendo
con gozo!
Por
Riqui Ricón *
…y cantaban un nuevo cántico,
diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste
inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y
pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y
sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra (Apo 5.9-10).
La
Biblia, que es la Palabra de Dios y no miente, te enseña claramente que el
propósito de la muerte y resurrección de Jesucristo siempre ha sido que tú seas
establecido(a) como Su Hijo(a) de Dios para que ejerzas dominio sobre la
tierra.
Desde
el preciso momento en que aceptaste a Jesucristo como Señor y Salvador de tu
Vida, Naciste de Nuevo como un(a) Hijo(a) de Dios y, por Su Amor y Gracia, tú haz alcanzado, por la justicia de nuestro
Señor y Salvador Jesucristo, una posición de rey (reina) y sacerdote
(sacerdotisa).
Puedes
creerlo, pues está escrito; el propósito de Dios para tu vida es que reines en
esta tierra y en este tiempo.
con gozo dando gracias al Padre que
nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz (Col 1.12).
Y
aunque a tu entender el día de hoy no te sientas, ni te veas a ti mismo(a),
capaz de reinar o salir adelante de tus problemas, por Su Sangre derramada en
la cruz del calvario, has sido hecho(a) apto(a) para reinar sobre la muerte, sobre
toda tristeza, sobre toda enfermedad, sobre toda pobreza, sobre todo dolor, sobre
todo resentimiento, sobre todo pecado, sobre toda amargura, sobre toda soledad
y sobre TODO aquello que quiera robarte la paz y el gozo que Jesús YA te dio,
al haberte establecido en una Vida TOTALMENTE NUEVA y diferente a la que antes
vivías: ¡Una Vida de Victoria!
Cuando alguien se convierte a Cristo,
se transforma en una nueva criatura. Su existencia anterior queda atrás, y él
comienza a vivir una nueva vida, a ser parte de una nueva creación (2 Co 5.17 CST).
¡Tú
estás en Cristo, así que ahora tienes una Vida totalmente Nueva! ¡Las cosas
viejas ya pasaron! ¡Todo lo que está delante de tus pies es completamente
Nuevo!
Porque de tal manera amó Dios
al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree,
no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su
Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Sea
cual sea tu situación en este día, nunca olvides que Dios, el Todopoderoso, te
ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo, para pagar todas tus faltas,
errores y pecados, antes que perderte a ti.
¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el
Padre, que se nos llame hijos de
Dios! ¡Y lo somos! El mundo no nos conoce, precisamente porque no lo conoció a él (1 jn 3.1 NVI).
Sea
cual sea tu situación en este día, recuerda que Dios te ama tanto que ahora te
llama Su propio(a) Hijo(a).
Todo aquel que cree que Jesús
es el Cristo, es nacido de Dios (1 Jn 5.1a).
Por tu FE en Jesús, tú naciste de Nuevo; ¡Naciste de Dios!
siendo renacidos, no de
simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y
permanece para siempre (1 P 1.23).
Tú Naciste de Nuevo de la simiente incorruptible que es la Palabra de
Dios que vive y permanece para siempre.
¡Date
cuenta! De acuerdo a la Palabra de Dios, tú fuiste redimido(a), rescatado(a) y
comprado(a) al precio de la Sangre de Jesús para ser HECHO(A) NUEVO(A) y, así, siendo
una persona totalmente nueva y diferente a la que antes eras, por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la
renovación en el Espíritu Santo, ahora en Verdad eres un(a) Hijo(a) de Dios
Nacido(a) de Nuevo y puedes cumplir el propósito de tu existencia que es reinar
sobre la tierra, juntamente con Él.
¡Y
todo esto ES aquí y ahora! ¡En esta tierra y en esta vida!
Sed sobrios, y velad; porque
vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a
quien devorar; al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los
mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo (1 P 5.8-9).
La
razón por la que estás enfrentando serias dificultades y problemas no es porque
tengas que alcanzar tu FE, perfección o santificación; ni porque Dios pretenda
darte algún tipo de enseñanza. En ocasiones te encontrarás con que algunas
personas bien intencionadas, te animan o exhortan a sobrellevar y padecer “cristianamente”, de una forma “piadosa”, tus aflicciones y enfermedades,
pues piensan, y quieren que pienses, que Dios tiene un propósito para hacerte
pasar por tales aflicciones.
¡De
ninguna manera! Dios no está escaso de recursos para tener que utilizar a
Satanás y sus aflicciones como maestros de la Iglesia. ¡Los únicos maestros de
la Iglesia son la Palabra de Dios y el Espíritu Santo!
Les he dado tu palabra, y el mundo los
odia, porque ellos no pertenecen al mundo, así como yo tampoco pertenezco al
mundo. No te pido que los quites del mundo, sino que los protejas del maligno.
Al igual que yo, ellos no pertenecen a este mundo. Hazlos santos con tu verdad;
enséñales tu palabra, la cual es verdad. Así como tú me enviaste al mundo, yo
los envío al mundo (Jn 17.14-18 NTV).
Entonces,
si tú no eres de este mundo, este mundo te va a agredir y te va a atacar las 24
horas del día, los 60 minutos de cada hora y los 60 segundos de cada minuto. Es
por esto que Dios te anima a que estés preparado(a), que no te duermas y que
pelees la BUENA batalla de la fe, esto es, creyéndole a Dios, creyendo Su
Palabra.
Sed sobrios, y velad;
porque vuestro adversario el diablo,
como león rugiente, anda alrededor
buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van
cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo (1 P5.8-9).
Los
problemas, enfermedades y aflicciones que estás enfrentando el día de hoy sólo
son el resultado y la dinámica de un mundo caído, al cual tú no perteneces más,
y que además, ya ha sido vencido por tu Señor, Dios, Rey y Salvador: ¡Cristo
Jesús!
Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de
muchos testigos (1 Ti 6.12).
Así
que, la razón por la cual tienes que enfrentar las aflicciones es porque hay un
reino que reinar y tú ya fuiste habilitado(a) como rey (reina) y sacerdote
(sacerdotisa) PARA conquistarlo. Y esto sólo lo lograrás mediante tu FE, que es
creerle a Dios, creyendo Su Palabra.
Luego
les dijo: Id, comed grosuras, y bebed vino dulce, y enviad porciones a los que
no tienen nada preparado; porque día santo es a nuestro Señor; no os
entristezcáis, porque el gozo de Jehová es vuestra fuerza (Neh 8.10).
Cuando
el pueblo de Israel reconstruyó las murallas de Jerusalén (después de más de
setenta años de derrota y cautiverio), escucharon nuevamente la Palabra de Dios
y lloraban de tristeza y arrepentimiento; entonces Nehemías les hizo entender
que la victoria está con Dios y el gozo, la alegría, es la manifestación de su FE
[de creerle a Dios, creyendo Su Palabra]; ¡el gozo es la evidencia de que están
creyendo esa Victoria!
Porque la ley del Espíritu de
vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte (Ro 8.2).
Esa
Victoria es la Victoria de Jesucristo sobre el pecado y la muerte con la cual
te ha hecho totalmente libre para reinar como Hijo(a) del Rey.
fortalecidos con todo poder,
conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad; con
gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia
de los santos en luz; el cual nos ha librado de la potestad de las
tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien
tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados (Col 1.11-14).
Así
es, ha sido el Padre quien te hizo apto(a) para participar de esta herencia y
ahora has sido fortalecido(a), por la Palabra de Dios, con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia
y longanimidad; para vivir una Vida
Plena y abundante, llena de gozo. ¡El gozo de Su salvación!
Sea
lo que sea que estés enfrentando en estos días, lo puedes hacer con el gozo del
Señor pues TIENES la certeza en la Palabra de Dios de que vas a reinar sobre de
eso y a salir más que victorioso(a).
Antes, en todas estas cosas
somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó (Ro 8.37).
Así
que no permitas que nada ni nadie te convenza de lo contrario, toma tu
identidad como Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y comienza a reinar sobre tus
circunstancias con gozo.
¿Cómo
se hace eso? Primero, créele a Dios, créele a la Biblia, que es Su Palabra de
Honor. Luego, háblale a tus problemas, enfermedades o circunstancias. Escúchate
decir con FE que eres sano(a); que todo lo puedes en Cristo que te fortalece;
que mayor es el que está en ti que el que está en el mundo; que caerán a tu
lado mil y diez mil a tu diestra pero a ti no llegará, etc. Pon la Palabra de
Dios en tu mente, boca y corazón y utilízala.
Llama
las cosas que no son como si fueran y comienza a gozarte porque Dios, tu Padre,
Jamás ha dejado caer a tierra ninguna de Sus Palabras.
Cantad alegres a Dios,
habitantes de toda la tierra. Servid a Jehová con alegría; Venid ante su
presencia con regocijo. Reconoced que Jehová es Dios; El nos hizo, y no
nosotros a nosotros mismos; Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado. Entrad
por sus puertas con acción de gracias, Por sus atrios con alabanza; Alabadle,
bendecid su nombre. Porque Jehová es bueno; para siempre es su misericordia, Y
su verdad por todas las generaciones (Sal 100).
Oremos
en voz audible:
Amado
Padre celestial, yo sé bien que dichoso(a), mil veces feliz y pleno(a), es el
hombre o la mujer que puede confiar en Ti. Aquel o aquella que saben y creen
que Tu Palabra es la Verdad y, por lo tanto, deposita toda su confianza en lo
que Tú dices en la Biblia, puede realmente vivir en paz y libertad, lleno(a) de
gozo y en victoria. Gracias, Padre, porque esa persona soy yo, ____________ (tu
nombre aquí). Un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. He sido lavado(a) y comprado(a),
por Tu gran Amor con que me has amado, a precio de Sangre, pues preferiste
entregar a Tu propio Hijo, Jesús, antes que perderme a mí. Ahora, creo y recibo
mi identidad como Hijo(a) Tuyo(a) y resisto y hecho fuera de mi vida la
tristeza, depresión, amargura y temor. ¡Soy un(a) Hija(o) del rey! ¡Soy apto(a)
para reinar sobre la tierra! ¡El gozo del Señor será mi fortaleza! Así que, ¡Abba! ¡Padre! Yo soy
Tuyo(a), y en Cristo Jesús ya he vencido, pues mayor eres Tú, Espíritu Santo,
que vives en mí y conmigo, que el que está en el mundo. Padre, ¡Todas y cada
una de Tus Promesas son en mí, sí y amén! Me someto a Ti, mi Dios y Padre, me
someto a Tu Palabra, resisto a Satanás y éste tiene que huir de mi vida. No
recibo la duda, ni el temor, ni la enfermedad, ni la pobreza, ni la angustia,
ni la depresión. Por lo tanto, creo y declaro que, ¡todo lo puedo en Cristo que
me fortalece! ¡De todo problema, angustia o enfermedad yo, ____________ (tu nombre aquí), saldré más que
vencedor(a) por medio de Aquel que me ha amado, Cristo Jesús! ¡No voy a temer,
pues caerán a mi lado mil y diez mil a mi diestra mas a mi no llegará! ¡Soy
sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! En el nombre de Jesús.
Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo
C. Peredo Jaime © 2011
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un
año habrás leído toda la Biblia.
Octubre 5 Apo 5 /
Neh 7.5-8.12 / Sal 100
Apocalipsis
El rollo y el Cordero
5
1Y vi en la mano
derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por
fuera, sellado con siete sellos. 2Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a
gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos? 3Y
ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el
libro, ni aun mirarlo. 4Y lloraba yo mucho, porque no se había
hallado a ninguno digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo. 5Y
uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de
Judá,
la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus
siete sellos.
6Y miré, y vi que
en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos,
estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete
cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete
espíritus de Dios enviados por toda la tierra. 7Y vino, y tomó el
libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono. 8Y
cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro
ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro
llenas de incienso, que son las oraciones de los santos; 9y
cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir
sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para
Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; 10y nos has hecho
para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos
sobre la tierra. 11Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor
del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era
millones de millones, 12que decían a
gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas,
la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza. 13Y
a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la
tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que
está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y
el poder, por los siglos de los siglos. 14Los cuatro seres
vivientes decían: Amén; y los veinticuatro ancianos se postraron sobre sus
rostros y adoraron al que vive por los siglos de los siglos.
Nehemías
Los que volvieron con
Zorobabel
(Esd. 2.1–70)
5Entonces puso
Dios en mi corazón que reuniese a los nobles y oficiales y al pueblo, para que
fuesen empadronados según sus genealogías. Y hallé el libro de la genealogía de
los que habían subido antes, y encontré en él escrito así: 6Estos
son los hijos de la provincia que subieron del cautiverio, de los que llevó
cautivos Nabucodonosor rey de Babilonia, y que volvieron a Jerusalén y a Judá,
cada uno a su ciudad, 7los cuales vinieron con Zorobabel, Jesúa,
Nehemías, Azarías, Raamías, Nahamani, Mardoqueo, Bilsán, Misperet, Bigvai,
Nehum y Baana. El número de los varones del pueblo de Israel: 8Los
hijos de Paros, dos mil ciento setenta y dos. 9Los hijos de
Sefatías, trescientos setenta y dos. 10Los hijos de Ara,
seiscientos cincuenta y dos. 11Los hijos de Pahat-moab, de los
hijos de Jesúa y de Joab, dos mil ochocientos dieciocho. 12Los
hijos de Elam, mil doscientos cincuenta y cuatro. 13Los hijos de
Zatu, ochocientos cuarenta y cinco. 14Los hijos de Zacai,
setecientos sesenta. 15Los hijos de Binúi, seiscientos cuarenta y
ocho. 16Los hijos de Bebai, seiscientos veintiocho. 17Los
hijos de Azgad, dos mil seiscientos veintidós. 18Los hijos de
Adonicam, seiscientos sesenta y siete. 19Los hijos de Bigvai, dos
mil sesenta y siete. 20Los hijos de Adín, seiscientos cincuenta y
cinco. 21Los hijos de Ater, de Ezequías, noventa y ocho. 22Los
hijos de Hasum, trescientos veintiocho. 23Los hijos de Bezai,
trescientos veinticuatro. 24Los hijos de Harif, ciento doce.
25Los hijos de Gabaón, noventa y cinco. 26Los varones de
Belén y de Netofa, ciento ochenta y ocho. 27Los varones de Anatot,
ciento veintiocho. 28Los varones de Bet-azmavet, cuarenta y dos.
29Los varones de Quiriat-jearim, Cafira y Beerot, setecientos cuarenta y
tres. 30Los varones de Ramá y de Geba, seiscientos veintiuno.
31Los varones de Micmas, ciento veintidós. 32Los varones de
Bet-el y de Hai, ciento veintitrés. 33Los varones del otro Nebo,
cincuenta y dos. 34Los hijos del otro Elam, mil doscientos
cincuenta y cuatro. 35Los hijos de Harim, trescientos veinte.
36Los hijos de Jericó, trescientos cuarenta y cinco. 37Los
hijos de Lod, Hadid y Ono, setecientos veintiuno. 38Los hijos de
Senaa, tres mil novecientos treinta.
39Sacerdotes: los
hijos de Jedaías, de la casa de Jesúa, novecientos setenta y tres. 40Los
hijos de Imer, mil cincuenta y dos. 41Los hijos de Pasur, mil
doscientos cuarenta y siete. 42Los hijos de Harim, mil diecisiete.
43Levitas: los
hijos de Jesúa, de Cadmiel, de los hijos de Hodavías, setenta y cuatro.
44Cantores: los
hijos de Asaf, ciento cuarenta y ocho.
45Porteros: Los
hijos de Salum, los hijos de Ater, los hijos de Talmón, los hijos de Acub, los
hijos de Hatita y los hijos de Sobai, ciento treinta y ocho.
46Sirvientes del
templo: los hijos de Ziha, los hijos de Hasufa, los hijos de Tabaot, 47los
hijos de Queros, los hijos de Siaha, los hijos de Padón, 48los
hijos de Lebana, los hijos de Hagaba, los hijos de Salmai, 49los
hijos de Hanán, los hijos de Gidel, los hijos de Gahar, 50los
hijos de Reaía, los hijos de Rezín, los hijos de Necoda, 51los
hijos de Gazam, los hijos de Uza, los hijos de Paseah, 52los hijos
de Besai, los hijos de Mehunim, los hijos de Nefisesim, 53los
hijos de Bacbuc, los hijos de Hacufa, los hijos de Harhur, 54los
hijos de Bazlut, los hijos de Mehída, los hijos de Harsa, 55los
hijos de Barcos, los hijos de Sísara, los hijos de Tema, 56los
hijos de Nezía, y los hijos de Hatifa.
57Los hijos de
los siervos de Salomón: los hijos de Sotai, los hijos de Soferet, los hijos de
Perida, 58los hijos de Jaala, los hijos de Darcón, los hijos de
Gidel, 59los hijos de Sefatías, los hijos de Hatil, los hijos de
Poqueret-hazebaim, los hijos de Amón. 60Todos los sirvientes del
templo e hijos de los siervos de Salomón, trescientos noventa y dos. 61Y
estos son los que subieron de Tel-mela, Tel-harsa, Querub, Adón e Imer, los
cuales no pudieron mostrar la casa de sus padres, ni su genealogía, si eran de
Israel: 62los hijos de Delaía, los hijos de Tobías y los hijos de
Necoda, seiscientos cuarenta y dos.
63Y de los
sacerdotes: los hijos de Habaía, los hijos de Cos y los hijos de Barzilai, el
cual tomó mujer de las hijas de Barzilai galaadita, y se llamó del nombre de
ellas. 64Estos buscaron su registro de genealogías, y no se halló;
y fueron excluidos del sacerdocio, 65y les dijo el gobernador que
no comiesen de las cosas más santas, hasta que hubiese sacerdote con Urim y
Tumim.
66Toda la
congregación junta era de cuarenta y dos mil trescientos sesenta, 67sin
sus siervos y siervas, que eran siete mil trescientos treinta y siete; y entre
ellos había doscientos cuarenta y cinco cantores y cantoras. 68Sus
caballos, setecientos treinta y seis; sus mulos, doscientos cuarenta y cinco;
69camellos, cuatrocientos treinta y cinco; asnos, seis mil setecientos
veinte.
70Y algunos de
los cabezas de familias dieron ofrendas para la obra. El gobernador dio para el
tesoro mil dracmas de oro, cincuenta tazones, y quinientas treinta vestiduras
sacerdotales. 71Los cabezas de familias dieron para el tesoro de
la obra veinte mil dracmas de oro y dos mil doscientas libras de plata.
72Y el resto del pueblo dio veinte mil dracmas de oro, dos mil libras de
plata, y sesenta y siete vestiduras sacerdotales. 73Y habitaron
los sacerdotes, los levitas, los porteros, los cantores, los del pueblo, los
sirvientes del templo y todo Israel, en sus ciudades.
Esdras lee la ley al pueblo
Venido el mes séptimo, los hijos de Israel
estaban en sus ciudades;
8
1y se juntó todo
el pueblo como un solo hombre en la plaza que está delante de la puerta de las
Aguas, y dijeron a Esdras el escriba que trajese el libro de la ley de Moisés,
la cual Jehová había dado a Israel. 2Y el sacerdote Esdras trajo
la ley delante de la congregación, así de hombres como de mujeres y de todos
los que podían entender, el primer día del mes séptimo. 3Y leyó en
el libro delante de la plaza que está delante de la puerta de las Aguas, desde
el alba hasta el mediodía, en presencia de hombres y mujeres y de todos los que
podían entender; y los oídos de todo el pueblo estaban atentos al libro de la
ley. 4Y el escriba Esdras estaba sobre un púlpito de madera que
habían hecho para ello, y junto a él estaban Matatías, Sema, Anías, Urías, Hilcías
y Maasías a su mano derecha; y a su mano izquierda, Pedaías, Misael, Malquías,
Hasum, Hasbadana, Zacarías y Mesulam. 5Abrió, pues, Esdras el
libro a ojos de todo el pueblo, porque estaba más alto que todo el pueblo; y
cuando lo abrió, todo el pueblo estuvo atento. 6Bendijo entonces
Esdras a Jehová, Dios grande. Y todo el pueblo respondió: ¡Amén! ¡Amén! alzando
sus manos; y se humillaron y adoraron a Jehová inclinados a tierra. 7Y
los levitas Jesúa, Bani, Serebías, Jamín, Acub, Sabetai, Hodías, Maasías,
Kelita, Azarías, Jozabed, Hanán y Pelaía, hacían entender al pueblo la ley; y
el pueblo estaba atento en su lugar. 8Y leían en el libro de la
ley de Dios claramente, y ponían el sentido, de modo que entendiesen la
lectura.
9Y Nehemías el gobernador,
y el sacerdote Esdras, escriba, y los levitas que hacían entender al pueblo,
dijeron a todo el pueblo: Día santo es a Jehová nuestro Dios; no os
entristezcáis, ni lloréis; porque todo el pueblo lloraba oyendo las palabras de
la ley. 10Luego les dijo: Id, comed grosuras, y bebed vino dulce,
y enviad porciones a los que no tienen nada preparado; porque día santo es a
nuestro Señor; no os entristezcáis, porque el gozo de Jehová es vuestra
fuerza. 11Los levitas, pues, hacían callar a todo el pueblo,
diciendo: Callad, porque es día santo, y no os entristezcáis. 12Y
todo el pueblo se fue a comer y a beber, y a obsequiar porciones, y a gozar de
grande alegría, porque habían entendido las palabras que les habían enseñado.
SALMO 100
Exhortación a la gratitud
Salmo de alabanza.
1 Cantad
alegres a Dios, habitantes de toda la tierra.
2 Servid a
Jehová con alegría;
Venid ante su presencia con
regocijo.
3 Reconoced
que Jehová es Dios;
El nos hizo,
y no nosotros a nosotros mismos;
Pueblo suyo somos, y ovejas de
su prado.
4 Entrad por
sus puertas con acción de gracias,
Por sus
atrios con alabanza;
Alabadle,
bendecid su nombre.
5 Porque
Jehová es bueno; para siempre es su misericordia,
Y su verdad
por todas las generaciones.
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