17 de Febrero
¡Creyéndole a Dios!
Por Riqui Ricón*
Y Jehová dijo a Moisés: ¿Hasta cuándo no querréis guardar mis
mandamientos y mis leyes? (Ex 16.28).
Que hermoso es leer en la
Biblia del Amor de Dios, quien, como a un(a) Hijo(a), te pide que prestes
atención a Su Palabra, pues al fin y al cabo, la Palabra de Dios, La Biblia, fue
declarada por Él para tu conveniencia, para tu guía y dirección.
Pro 3:1-2 RV60 Hijo mío, no te olvides de mi ley, Y tu corazón guarde mis mandamientos; (2) Porque
largura de días y años de vida Y paz te
aumentarán.
La Biblia es la Palabra de
Dios y fue declarada por el Todopoderoso como tu Bendición.
Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos
disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre
de los espíritus, y viviremos? Y aquéllos, ciertamente
por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo
que nos es provechoso, para que participemos de su santidad (He 12.9-10).
La obediencia a Dios NO es
cuestión de disciplina, ni de carácter, sino que es un RESULTADO de la FE y del
Amor.
Permíteme mostrártelo:
Analicemos el origen de la
desobediencia. Jesús nos enseñó que Satanás habla mentiras porque él es
mentiroso y padre de mentira (Jn 8.44).
Pero la serpiente era astuta, más que
todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió a
la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol
que está en medio del huerto dijo
Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. Entonces
la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que
el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios,
sabiendo el bien y el mal (Gen 3.1-5).
Aquí tenemos al diablo
mintiendo y engañando, sin embargo, nota que la clave del pasaje está en que Dios
dijo una cosa y el diablo otra. Dios HABLA Su Palabra y el enemigo lo niega. Lo
importante a notar no es la desobediencia sino la causa de ésta.
¿Qué fue lo que causó que
Adán y Eva desobedecieran la Palabra de Dios? ¿El engaño del diablo?
Desde ese día hasta hoy, el
dilema del ser humano (y el tuyo), es el mismo: Dios dice una cosa en Su
Palabra y Satanás dice otra ya sea en tu mente o utilizando personas,
conocimiento o circunstancias.
¿Quién de los dos dirá la
Verdad? ¿A cuál de los dos le vas a creer?
El pecado original, el que
dio origen a todos nuestros problemas, no fue la desobediencia sino la
incredulidad a lo que Dios dijo, o sea, incredulidad a la Palabra de Dios.
Así, la incredulidad
engendró la desobediencia.
Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que
se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan (He 11.6).
La fe, que es creerle a
Dios, creyendo a Su Palabra, genera por sí misma, la obediencia, ya que estás
seguro(a), plenamente convencido(a), que Dios te ama, que ahora Él es tu Padre
y que todo lo que te diga en Su Palabra, es para tu bien y beneficio. ¿Cómo no
obedecer si, gracias al sacrificio de Jesús, ahora sabes quién es Él y quién
eres tú?
¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre, que se nos llame hijos de Dios! ¡Y lo somos!
El mundo no nos conoce,
precisamente porque no lo conoció a él (1 Jn 3.1 NVI).
No obedeces porque tienes
que hacerlo, en el sentido de obligación, sino que, ahora obedeces porque no
tienes otra opción, pues forma parte de tu Nueva Naturaleza como Hijo(a) de
Dios Nacido(a) de Nuevo o mejor dicho, no te cuesta absolutamente ningún
trabajo obedecer la Voz de tu Padre celestial.
Ahora bien, esto sólo lo
consigues CREYENDO que eres la persona que Dios DICE en Su Palabra que tú eres.
siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por
la palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23).
Sólo por Amor a ti, y por
medio de Su Hijo Jesús, Dios te ha hecho un(a) Hijo(a) Suyo(a), Nacido(a) de
Nuevo no de una simiente corruptible, sino de la incorruptible semilla que es
Su Eterna, Perfecta e Infalible Palabra.
El mundo y sus
circunstancias, sus problemas y enfermedades, siempre te dirán que esto no es
verdad; que no eres digno(a); que eres poca cosa; que eres un(a) hipócrita y
mentiroso(a) pecador(a); que no sanarás; que mereces todo tu sufrimiento y que
nunca saldrás de la pobreza y la miseria. ¿Recuerdas el dilema? ¿Quién de los
dos dirá la Verdad? ¿A cuál de los dos le vas a creer?
Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande
nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y
corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en
Jesús, el autor y consumador de la fe (He
12.1-2a).
Obedecer a Dios es creerle a
Él, es creer a Su Palabra. Así que, despójate
de todo peso y de la incredulidad que te asedia, y corre con paciencia, con
constancia y persistencia, la carrera que tienes por delante, puestos tus ojos en
Jesús, el autor y consumador de tu fe.
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, este
día, en total obediencia a Tu Palabra, y por lo que Tú Jesucristo hiciste por
Amor a mí, pagando mis pecados y dándome la Vida Eterna de un(a) Hijo(a) de Dios,
yo, ____________ (tu nombre aquí), vengo a declarar mi victoria sobre todo
problema y circunstancia. Tú has establecido, en Tu Palabra, que a los que te
amamos TODAS LAS COSAS nos ayudan a bien y yo lo creo. Por eso, declaro que
estos problemas, enfermedades o circunstancias que hoy estoy viviendo, tarde
que temprano, se volverán en un bien para mi vida. Gracias Señor, porque no hay
forma en que yo vaya a perder, pues esta es la victoria que ha vencido al mundo,
mi fe. Mi fe en Ti, Padre Eterno. Mi fe en Tu Palabra. Mi fe en Tu Amor. Gracias
Padre porque no me has dejado nunca, ni me dejarás, porque me has amado con tan
grande amor y me has hecho tu Hijo(a). Por lo que Tú hiciste en la cruz, Señor
Jesús, y por Tu Palabra, ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy más
que vencedor(a)! ¡Todo lo puedo en Cristo! Y, por la Sangre de Jesús, soy
dichoso(a) para vivir una vida plena y abundante. Muchas gracias, Señor Jesús.
Gracias por esta Nueva Vida en Plenitud que ahora tengo. Gracias por mi
sanidad. Gracias por mi salud. Gracias por mi prosperidad. Gracias por el Amor,
la paz y el gozo que ahora son mi derecho. Lo recibo para disfrutarlo. En el
nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Febrero
17 Heb 12 / Ex 16-17 / Pro 7.6-27
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