11 de Junio
¡Tan sólo di la Palabra!
Por Riqui Ricón*
Y no les faltó cosa alguna, chica ni grande, así de hijos como de hijas,
del robo, y de todas las cosas que les habían tomado; todo lo recuperó David (1 Sm 30.19).
La Biblia, la Palabra de Dios que
no miente, hace alusión aquí a aquella ocasión cuando David y sus hombres
perdieron todo lo que tenían. No solamente perdieron sus propiedades y
posesiones sino también a sus familias (esposas e hijos).
Aunque la historia tiene un final
feliz, lo importante es escuchar lo que Dios te quiere enseñar. ¿Cómo obtuvo
David semejante restauración y restitución? ¡Escuchando la voz de Dios y
obedeciendo a Su Palabra!
Pudiera ser
que el día de hoy estés atravesando situaciones muy difíciles y quizá estés a
punto de tomar serias decisiones. Si este fuera tu caso, ¡qué bueno que estás
haciendo este devocional! Pon atención y mira a David quien es un prototipo de
Jesucristo.
Y David se angustió mucho,
porque el pueblo hablaba de apedrearlo, pues todo el pueblo estaba en amargura
de alma, cada uno por sus hijos y por sus hijas; mas David se fortaleció en
Jehová su Dios (1 S 30.6).
David era el
ungido del Señor y su vida para nada estuvo exenta de peligros y aflicciones.
Sin embargo, en los momentos más difíciles de su vida nunca se volvió contra
Dios, ni se deprimió, ni se compadeció de sí mismo, ni se desesperó de las
promesas de Dios, sino que se
fortaleció en Jehová su Dios. ¿Cómo podía David hacer esto?
Jesús te
enseña cómo:
Estas cosas os he hablado para
que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he
vencido al mundo (Jn 16.33).
Sin importar
cuáles sean tus circunstancias en este preciso momento de tu vida, Jesús te
enseña que puedes tener paz en medio de la aflicción si te atreves a creer; a
creerle a Él creyendo Su Palabra, la Biblia.
Pero, ¿cómo
puedes tú tener paz en medio de la aflicción? Sabiendo y CREYENDO que eres un(a) Hijo(a) Amado(a) de Dios. Sabiendo que Dios
no miente, ni se arrepiente, que todo lo que Él dice acerca de ti en Su
Palabra, Dios mismo lo va a cumplir; sabiendo que TODO lo que Dios ha hablado
acerca de ti en Su Palabra, Él mismo lo va a ejecutar.
Hijitos, vosotros sois de
Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que
está en el mundo (1 Jn 4.4).
Todo
problema o aflicción que el sistema de este mundo arroje contra ti ya ha sido
vencido con la sangre de Jesús y con Su victoria sobre el pecado y sobre la
muerte. Ahora Él vive en ti y contigo, por lo tanto tú has vencido con Él porque mayor es el que está en
ti, que el que está en el mundo.
¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre, que se nos llame hijos de Dios! ¡Y lo somos!
El mundo no nos conoce,
precisamente porque no lo conoció a él (1 Jn 3.1 NVI).
Tú eres
un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y de todo problema, angustia o
enfermedad has de salir más que vencedor(a) por medio de Aquel que te amó,
Cristo Jesús.
Porque de tal manera amó Dios
al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree,
no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su
Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn
3.16-17).
Este día tienes
que comprender y CREER que Dios te
ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo para pagar todos tus pecados y
así, con toda justicia, hacer de ti Su Hijo(a) Amado(a).
Ahora, la
Verdad te permite encarar cualquier situación sabiendo que vas a vencer. No que
tal vez obtengas la victoria después de una ardua lucha. ¡No! ¡Esto no es así!
Dios, el Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y
de lo invisible, ha hablado y decretado acerca de ti que Todo lo puedes en Cristo que
te fortalece (fil 4.13) y que, Antes,
en todas estas cosas eres más que vencedor(a) por medio de aquel que te amó (Ro 8.37).
Saber esto, mejor dicho, CREER esto te permite enfocar tu mirada
no en el problema sino en el autor y consumador de la fe, quién tiene todas las
respuestas y siempre te dirá cuál es el camino que debes tomar.
Y David consultó a Jehová,
diciendo: ¿Perseguiré a estos merodeadores? ¿Los podré alcanzar? Y él le dijo:
Síguelos, porque ciertamente los alcanzarás, y de cierto librarás a los
cautivos (1 S 30.8).
¿Te das cuenta? David no se
precipitó para salir corriendo detrás de sus enemigos, ni se enfrentó a sus
amigos que hablaban de apedrearlo. Él se fortaleció en el Señor su Dios.
Por lo demás, hermanos míos,
fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza (Efe 6.10).
¿Cuál es la fortaleza de Dios, tu
Padre? ¿Cuál es el poder de Su fuerza? ¿Sus músculos? ¿Su voz tronante? ¿Sus
ángeles? No, no y no. El poder de la fuerza de Dios, en el cual tú te debes
fortalecer antes de encarar cualquier circunstancia, es Su Palabra, la Biblia.
Entrando Jesús en Capernaum,
vino a él un centurión, rogándole, y diciendo: Señor, mi criado
está postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado. Y Jesús
le dijo: Yo iré y le sanaré. Respondió el centurión y dijo: Señor,
no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado
sanará. Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo
mis órdenes soldados; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi
siervo: Haz esto, y lo hace. Al oírlo Jesús, se maravilló, y dijo
a los que le seguían: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta
fe (Mat 8.5-10).
¿Te das cuenta que Jesús se
maravilló de la fe de un centurión romano? ¿Cómo obtuvo ese hombre semejante
fe? Él sabía que el poder para sanar a su criado sólo podía provenir de la
Palabra con autoridad.
La Palabra de Dios, la Biblia,
tiene toda autoridad para hacer que las cosas sucedan a tu favor.
Por la fe entendemos haber
sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se
ve fue hecho de lo que no se veía (He 11.3).
¡Con Su Palabra Dios creo todo lo
que existe!
siendo renacidos, no de
simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y
permanece para siempre (1 P 1.23).
Con Su Palabra, Dios te hizo
Nacer de Nuevo y ahora eres un(a) incorruptible Hijo(a) de Dios. Todas y cada
una de las Promesas que están en la Biblia, Dios las hizo para cumplirlas en ti
y para ti.
Porque en el evangelio la
justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo
por la fe vivirá (Ro 1.17).
Permíteme parafrasearlo de la
siguiente manera: Porque la buena noticia en el Nuevo Pacto en la
sangre de Jesús, es que la justicia de Dios se revela por creerle a Dios, al
creer Su Palabra, y para creerle a Dios, creyendo Su Palabra, como está
escrito: Mas el justo por creerle a Dios creyendo Su Palabra vivirá.
Así que, no des lugar al desánimo
ni a la depresión, pues es seguro que saldrás victorioso(a). Fortalécete en el
Señor y en el poder de Su Fuerza. Lee y medita la Palabra de Dios; escucha Su
Voz, pues la respuesta ya está a tu alcance.
Nunca se apartará de tu boca
este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que
guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces
harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien (Jos 1.8).
Al fin y al cabo,
si Dios lo Dice, entonces Él lo va a cumplir.
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, hoy recibo
de Ti la Sabiduría y el Poder que me has otorgado por medio de Tu Hijo
Jesucristo para hacer frente a cualquier problema, angustia o enfermedad que
venga a mi vida. Gracias, Señor Jesús, por lo que hiciste por mí y en mí puedo
ahora resistir al espíritu de temor y de mentira que quiere amedrentarme. En ti, Jesús,
me he refugiado; No seré yo avergonzado(a) jamás. Tú me socorres y me libras en
tu justicia; Inclina hoy tu oído y sálvame. Tú, Señor, eres para mí una roca de
refugio, adonde recurro yo continuamente. Tú has dado mandamiento en Tu Palabra
para salvarme, Porque tú eres mi roca y mi fortaleza. Dios mío, líbrame de la
mano del impío, De la mano del perverso y violento. Porque tú, oh Señor
Jehová, eres mi esperanza, Seguridad mía desde mi juventud. En ti he sido
sustentado desde el vientre; De las entrañas de mi madre tú fuiste el que me
sacó; De ti será siempre mi alabanza. Como prodigio he sido a muchos, Y tú mi
refugio fuerte. Sea llena mi boca de tu alabanza, De tu gloria todo el día. No
me deseches en el tiempo de la vejez; Cuando mi fuerza se acabare, no me
desampares. Porque mis enemigos hablan de mí, Y los que acechan mi alma
consultaron juntamente, Diciendo: Dios lo ha desamparado; Perseguidle y
tomadle, porque no hay quien le libre. Oh Dios, yo sé que Tú no te alejas de
mí; Dios mío, acude pronto en mi socorro. Sean avergonzados, perezcan los
adversarios de mi alma; Sean cubiertos de vergüenza y de confusión los que mi
mal buscan. Mas yo, en Ti esperaré siempre, Y te alabaré más y más. Mi boca
publicará tu justicia Y tus hechos de salvación todo el día, Aunque no sé su
número. Vendré a los hechos poderosos de Jehová el Señor; Haré memoria de tu
justicia, de la tuya sola. Oh Dios, me enseñaste desde mi juventud, Y hasta
ahora he manifestado tus maravillas. Aun en la vejez y las canas, oh Dios, no
me desampararás, Hasta que anuncie tu poder a la posteridad, Y tu potencia a
todos los que han de venir, Y tu justicia, oh Dios, hasta lo excelso. Tú has
hecho grandes cosas; Oh Dios, ¿quién como tú? Tú, que por causa de mis pecados
he visto muchas angustias y males, En Cristo Jesús, has vuelto a darme vida, Y
de nuevo me levantarás de los abismos de la tierra. Aumentarás mi grandeza, Y
volverás a consolarme. Asimismo yo te alabaré con instrumento de salterio, Oh
Dios mío; tu verdad cantaré a ti en el arpa, Oh Santo de Israel. Mis labios se
alegrarán cuando cante a ti, Y mi alma, la cual redimiste. Mi lengua hablará
también de tu justicia todo el día; Por cuanto han sido avergonzados, porque
han sido confundidos los que mi mal procuraban. Por lo tanto, Todo lo puedo en Cristo que me
fortalece, pues mayor es el que está en mí que el que está en el mundo y ese
eres Tú, Precioso Espíritu de Dios. No le daré lugar al diablo y a sus mentiras
en mi vida. ¡No voy a temer más! Echo fuera de mi vida toda ansiedad e
inquietud. ¡En todas las cosas soy más
que vencedor(a) por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús! ¡Ya he sido sanado(a)
por las heridas de Jesús! ¡He sido establecido(a) para reinar en esta vida por
la sangre de Jesús! No hay forma que pueda perder, pues Tú, mi Dios y Padre,
estás en mí y conmigo, y si Dios es conmigo, ¿quién contra mí? ¡Soy sano(a)!
¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios! En
el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Junio
11 Ro 15.14-33
/
1 Sam 29 31 / Sal 71
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