Jueves 5 de Septiembre
de 2013.
¡No morirás jamás!
Por Riqui Ricón*
--Yo
soy la resurrección y la vida. El que
cree en mí vivirá, aunque muera; y todo
el que vive y cree en mí no morirá jamás.
¿Crees esto? --Sí, Señor;
yo creo que tú eres el Cristo, el
Hijo de Dios, el que había de venir al
mundo (Jn 11. 25-27 NVI).
Que hermoso es saber que Dios te
ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo, para pagar todos tus pecados,
antes que perderte a ti.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha
dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas
tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para
condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Pero aún más
hermoso que saber que Dios te ama tanto es CREERLO, pues al que cree todo le es
posible.
La clave del Evangelio, las Buenas
Nuevas, estriba en tener la certeza que la Voluntad de Dios para contigo
siempre ha sido buena, agradable y perfecta. Desde antes que el tiempo
existiera Él ya te amaba y siempre ha sido su deseo tenerte a Su lado. Él
diseñó y creó el universo para compartirlo contigo, por lo que, Su propósito al
llamarte a la existencia es obviamente, ¡comunión!
Bendito
sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda
bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos
escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin
mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser
adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su
voluntad (Efe 1.3-5).
Tú fuiste creado para disfrutar
de la compañía de Dios y también para que Él disfrute de ti. Así que, por ese
propósito y ese Amor que Dios siente por ti, Él resolvió el problema del pecado
y de la muerte que éste produce, y lo resolvió regalándote la Vida Eterna de Su
propio Hijo mediante la justicia que es en Cristo Jesús.
Mas
ahora, libres del dominio del pecado y hechos esclavos al servicio de Dios,
obtenéis el beneficio de la santidad y la vida eterna; porque, como sabéis, la
paga del pecado es muerte, pero el regalo de Dios es la vida eterna que nos
ofrece en Cristo Jesús Señor nuestro (Ro 6.22-23 CST).
¿Te das cuenta? ¡Se trata de la
Vida Eterna del Hijo de Dios! Y sólo el Señor Jesús te la puede dar.
Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi
vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí
mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar.
Este mandamiento recibí de mi Padre (Jn
10.17-18).
Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me
siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie
las arrebatará de mi mano (Jn
10.27-28).
El
ladrón sólo viene a robar, matar y destruir; pero yo he venido para darles vida,
una vida rica y permanente (Jn 10.10 CST).
Ahora bien, lo realmente sombroso
del Evangelio es que todo esto se compró para ti y está a tu disposición por
medio de la fe. Y esto, la fe, no es otra cosa más que creer la Palabra de Dios. Creer que Dios no
miente y que es Verdad todo lo que Él dice.
Ahora
pues, a quienes pertenecemos a Cristo Jesús no nos espera ya ninguna
condenación, porque la ley del poderoso Espíritu de vida que recibimos por
medio de la fe en Cristo Jesús, nos libera de la ley del pecado y de la muerte
(Ro 8.1-2 CST).
Esto es tan cierto que
Jesús, el Hijo de Dios, el Señor y Salvador de toda la humanidad, te afirma
categóricamente el día de hoy, Yo
soy la resurrección y la vida. El que
cree en mí vivirá, aunque muera; y todo
el que vive y cree en mí no morirá jamás.
¡La Vida Eterna te ha sido concedida!
Todo
el que cree que Jesús es el Cristo, ha
nacido de Dios (1 Jn 5.1a NVI).
¡Por tu fe, por creerle
a Dios creyendo Su Palabra, tú has nacido de Dios!
Pues
ustedes han nacido de nuevo, no de
simiente perecedera, sino de simiente
imperecedera, mediante la palabra de
Dios que vive y permanece (1 P 1.23 NVI).
¡Por tu fe, por
creerle a Dios creyendo Su Palabra, ahora tú eres un(a) Hijo(a) de
Dios Nacido(a) de Nuevo, hecho(a) Eterno por la Palabra de Dios!
También,
en otro lugar, dice la Escritura: "Yo pondré en Dios mi confianza". Y
una vez más: "Aquí estoy, con los hijos que Dios me ha dado". Puesto
que nosotros, hijos de Dios, somos seres de carne y hueso, también de carne y
hueso nació Cristo Jesús; porque solamente siendo de naturaleza igual a la
nuestra podía morir, para destruir con su propia muerte al que tenía el imperio
de la muerte, es decir, al diablo. Y solo así podía liberar a quienes, por
temor a la muerte, estaban sometidos a esclavitud a lo largo de toda su vida
(He 2.13-15 CST).
¡El pecado y la muerte han sido
vencidos por Cristo Jesús! Lo hizo por Amor a ti, para liberarte de esa
esclavitud generada por el miedo a la muerte. Puedes dejar de tener miedo a la
muerte pues la muerte ya nada tiene en ti. ¡Eres Eterno(a)!
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha
dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna (Jn
3.16).
No puedo dejar de insistir que en
la Biblia, que es la Palabra de Dios y no miente, es muy claro que el propósito
de Dios para tu vida no es que te pierdas sino que tengas Vida Eterna.
¿Y qué acaso tener Vida Eterna no
significa Vivir por Siempre? Entonces, ¿por qué habrías de tener miedo a la
muerte? ¿O es que Dios miente?
Dios
no es un hombre, por lo tanto no miente. Él no es humano, por lo tanto no
cambia de parecer. ¿Acaso alguna vez habló sin actuar? ¿Alguna vez prometió sin
cumplir? (Núm 23.19 NTV).
Quizá alguien me pudiera contestar,
“yo no le temo a la muerte sino a lo desconocido”. ¡Disculpa! –le contestaría-
Tú conoces la Verdad.
Entonces
respondiendo Jesús, les dijo: ¿No erráis por esto, porque ignoráis las Escrituras, y el poder de Dios? (Mar
12.24).
Así que, ¡no te equivoques! Dios
tiene todo el Poder, toda la Autoridad y todo el Amor para dar Su propia Vida
por ti y perdonarte y justificarte y adoptarte y hacer de ti un(a) Hijo(a)
Suyo. ¡Nacido(a) de Nuevo y Eterno(a)! ¡Escrito está!
Antes, en todas estas cosas somos más que
vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy
seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni
potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo
profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que
es en Cristo Jesús Señor nuestro (Ro
8.37-39).
Es por todo esto que, sin
importar a que problema, circunstancia o enfermedad te estés enfrentando el día
de hoy, la Palabra de Dios declara que ¡Ahora tú eres más que vencedor(a) por
medio de Aquel que te amó, Cristo Jesús!
Oremos en voz audible:
Amado Padre
celestial, te doy gracias por amarme desde antes de la fundación del mundo.
Gracias por haber procurado para mí un camino de salvación, un camino vivo y
perfecto mediante la muerte y resurrección de Tu Hijo, Jesús. Jesucristo, Tú
eres mi Rey, Señor y Salvador. Tú me has trasladado de las tinieblas a Tu luz
admirable otorgándome Tu propia Vida. Gracias Señor Jesús, por Ti soy
Eterno(a). Juntamente contigo, ¡viviré para siempre! ¡Nunca moriré! Padre
celestial, yo creo y recibo esta identidad Eterna de Hijo(a) Tuyo(a). ¡Acepto
el precio que se pagó por ella! Así que, Si Tú estás por mí, ¿quién contra mí? Si no
escatimaste ni a Tu propio Hijo, sino que lo entregaste por Amor a mí, ¿cómo no
me darás también con Él todas las cosas? ¿Quién me acusará
si soy escogido(a) de Dios? Dios, Tú mismo eres el que me justifica. ¿Quién es el
que me condenará? Cristo Jesús, Tú moriste por mí; más aún, Tú, Señor, eres el
que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también
intercedes por mí. ¿Quién me separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o
persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? A todos esos males se refiere Tu Palabra diciendo: "Por
ser fieles a Tu causa nos persiguen a muerte sin descanso; nos tratan como a
ovejas destinadas al matadero".Por causa de
Ti somos muertos todo el tiempo; Antes, en todas estas cosas yo, ___________
(tu nombre aquí), soy más que vencedor(a) por medio de aquel que me amó. Por
lo cual estoy seguro(a) de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni
principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo
alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada me podrá separar del amor de
Dios, que es en Cristo Jesús Señor mío. Así que, ¡Abba! ¡Padre! Yo soy Tuyo(a),
y en Cristo Jesús ya he vencido, pues mayor eres Tú, Espíritu Santo, que vives
en mí y conmigo, que el que está en el mundo. Padre, ¡Todas y cada una de Tus
Promesas son en mí, sí y amén! Me someto a Ti, mi Dios y Padre, me someto a Tu
Palabra, resisto a Satanás y éste tiene que huir de mi vida. No recibo ni la
duda, ni el temor, ni la enfermedad, ni la pobreza, ni la angustia, ni la
depresión. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! En el
nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el
Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu
atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor
Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen
María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te
digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí
acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro
mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y
para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi
Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe
he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz
admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú
eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el
nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Septiembre
5 Jn
11.1-27 / 2 Cr 10-11 / Sal
75
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