Sábado 28 de
Septiembre de 2013.
¡La Palabra de Dios te ayuda!
Por Riqui Ricón*
Profetizaron Hageo y Zacarías hijo de Iddo, ambos profetas, a los judíos que estaban en Judá y en Jerusalén en el nombre del Dios de
Israel quien estaba sobre ellos. Entonces se levantaron Zorobabel hijo de Salatiel y Jesúa hijo de Josadac, y comenzaron a reedificar la casa de Dios que estaba
en Jerusalén; y con ellos los profetas de
Dios que les ayudaban (Es 5.1-2).
Esos fueron días muy difíciles
para el pueblo de Israel: después de 70 años de haber sido destruido el templo
y la ciudad de Jerusalén por causa de sus pecados e incredulidad, ellos seguían
cautivos y llenos de temor. A pesar de tener la orden y el propósito de
reedificar el templo, y con ello sus vidas; las circunstancias y los enemigos
los habían amedrentado a tal grado que estaban inmovilizados. Estando en esta
condición Dios envía Su Palabra y les fortalece animándolos a que pongan manos
a la obra. Curiosamente, fueron los profetas quienes les ayudaban, con la
Palabra de Dios.
Así que la fe es por el oír, y
el oír, por la palabra de Dios (Ro 10.17).
Y les dijo:
¿No sabéis esta parábola? ¿Cómo, pues, entenderéis todas las parábolas? El sembrador
es el que siembra la palabra (Mar
4.13-14).
Esta es, pues, la parábola: La
semilla es la palabra de Dios (Luc 8.11).
Porque todo lo que es nacido
de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra
fe (1 Jn 5.4).
Estimado(a)
amigo(a), si el día de hoy estás enfrentando cualquier tipo de problema:
enfermedad, deudas, pobreza, soledad, conflictos familiares, divorcio, trabajo,
miedo, depresión, etc., aquí tienes el consejo más práctico y exitoso para
salir victorioso(a) de todas esas circunstancias: lee, estudia y medita la Biblia,
que es la Palabra de Dios.
¡Deja que
la Palabra de Dios te ayude!
Nunca se apartará de tu boca
este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que
guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces
harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien (Jos 1.8).
Esta es la instrucción que Dios te da. Este es el secreto que tu Padre
te entrega para que conozcas la clave con la que harás prosperar tu camino y
todo te saldrá bien.
Pon la
Palabra de Dios en tu mente, boca y corazón. Esto producirá la fe que tu
corazón necesita y quitará la duda, el temor y el desánimo que pretenden
paralizarte. Te aseguro que haciendo esto, te darás cuenta que en Verdad TODO
lo puedes en Cristo que te fortalece y que en TODA circunstancia saldrás más
que vencedor(a) por medio de Aquel que te amó, Cristo Jesús.
Así pues, la fe nace al oír el mensaje,
y el mensaje viene de la palabra de Cristo (Rom 10.17 DHH).
La Biblia
produce fe y recuerda que la fe es la victoria con que vences al mundo y sus
problemas.
Por la fe entendemos haber
sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía (He 11.3),
La
Palabra de Dios es la semilla que nutre y protege al embrión de la fe y la fe
(creerle a Dios, creyendo Su Palabra) es la fuerza más poderosa del universo y
el Padre la puso a tu entera disposición.
Cuando el día comenzó a refrescar, oyeron el *hombre y la mujer que Dios andaba
recorriendo el jardín; entonces
corrieron a esconderse entre los árboles,
para que Dios no los viera. Pero Dios el Señor llamó al hombre y le
dijo: ¿Dónde estás? El hombre contestó: Escuché que andabas por el jardín, y
tuve miedo porque estoy desnudo.
Por eso me escondí (Gen 3.8-10).
Por el
otro lado, el miedo y el temor también son una fuerza espiritual, es la fe
corrompida por la incredulidad a la Palabra de Dios que Satanás sembró en Adán
y Eva en el huerto del Edén. Desde entonces, el diablo utiliza, con gran éxito,
la duda y el temor para mantener
cautivos a los que ignoran la Palabra de Dios y viven cautivos a la incredulidad.
Dijo
entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis
en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres (Jn 8.31-32).
Porque no nos ha dado Dios
espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio (2 Ti 1.7).
Pues no habéis recibido el
espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido
el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da
testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios (Ro 8.15-16).
Sin embargo, a pesar de todos los
intentos desesperados de Satanás para desanimarte, por la Sangre de Jesús tú
has sido hecho(a) un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, la Palabra de Dios,
que es la Verdad, te hace libre y, por eso, ya has vencido.
Hijitos, vosotros sois de
Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que
está en el mundo (1 Jn 4.4).
Al igual que los israelitas del
tiempo de Esdras, tú puedes poner manos a la obra, pues la fe sin obras es
muerta. Sabrás que estás actuando con fe cuando cambies tu forma de hablar
respecto a los problemas o situaciones que estés viviendo. Siempre, la primer
obra de tu fe será cambiar tu forma de pensar y de hablar respecto a las
circunstancias, pues esto (cambiar tu forma de hablar), refleja, más que nada,
que estás creyéndole a Dios, creyendo Su Palabra.
En lugar de decir, está difícil, no creo que suceda, nunca vas
a cambiar, contigo siempre es lo mismo, creo que me voy a enfermar, etc.
Mejor pon la Palabra de Dios en tu corazón y comienza a declarar:
o Todo lo
puedo en Cristo que me fortalece.
o Yo he creído
que Jesús es el Señor, por lo tanto soy salvo(a) yo y toda mi casa. Nadie en mi
familia se va a perder. Todos vendrán a Cristo. Dios lo ha prometido y Él lo va
a cumplir.
o Mi Dios
pues suplirá todo lo que me falta conforme a Sus riquezas en gloria.
o Ciertamente
Jesucristo llevo mis enfermedades y sufrió mis dolores y por Sus heridas yo ya
fui sanado(a).
o De todo
problema, aflicción o enfermedad, yo voy a salir más que vencedor(a) por medio
de Aquel que me amó, Cristo Jesús.
La fe es la certeza que lo que
Dios dijo, Él lo hará; es la convicción que lo que Dios habló, Él lo ejecutará.
Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera,
la convicción de lo que no se ve (He 11.1).
Por todo
esto, pon mucha atención a lo que piensas y hablas, pues si lo que piensas y
hablas está lleno de duda e incredulidad tu fe está siendo anulada y estás en
riesgo de ser paralizado(a) por el espíritu de temor.
Así que,
cobra ánimo, levántate y comienza a declarar en voz audible lo que Dios, en Su
Palabra, la Biblia, dice acerca de ti.
Por lo demás, hermanos míos,
fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza (Efe 10.6).
Y, ¿cuál será el poder de la
fuerza de Dios? ¿Sus músculos? ¿Sus ángeles? O, ¡Su Palabra!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, en este
día estoy delante de Tu Presencia para declarar que estoy lleno(a) de fe. Sé
que me amas tanto que preferiste entregar a Tu Hijo, Jesús, antes que perderme
a mí. Soy tu especial tesoro y aunque mi padre y mi madre me hayan dejado, con
todo Tú me has recogido. ¡Soy amado(a) de Dios! Me determino hoy a seguir
creyendo Tu Palabra, la Biblia. Señor Jesús, yo soy quien Tú dices que soy: más
que vencedor(a), quien todo lo puede. Resisto al espíritu de desánimo e
incredulidad que quiere sembrar en mí, su miedo. Soy sano(a) y soy libre, pues
la ley del espíritu de vida en Cristo Jesús me ha hecho libre de la ley del
pecado y de la muerte. Jesús, Tú me redimiste de la maldición al hacerte
maldito por mí y ahora vivo y camino en Tu bendición. Gracias, muchas gracias.
Tú, Espíritu Santo vives en mí y conmigo. Tengo Tu Palabra que me ayuda. Tengo
Tu unción. Tengo Tu fe. Tengo Tu Amor. ¡No hay forma en que pueda perder! Por
lo tanto, creo y declaro que todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Yo he creído
que Tú, Jesús, eres el Señor, por lo tanto soy salvo(a) yo y toda mi casa.
Nadie en mi familia se va a perder. Todos vendrán a Cristo. Dios, Tú lo has
prometido y Tú me lo vas a cumplir. Así que, mi Dios pues suplirá todo lo que
me falta conforme a Sus riquezas en gloria. Ciertamente Tú, Jesucristo, llevaste
mis enfermedades y sufriste mis dolores y por Tus heridas yo ya fui sanado(a). De
todo problema, aflicción o enfermedad, yo, _________ (tu nombre aquí) voy a salir
más que vencedor(a) por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús. ¡Soy sano(a)!
¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios
Nacido(a) de Nuevo! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el
Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu
atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor
Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen
María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te
digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí
acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro
mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y
para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi
Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe
he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz
admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú
eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el
nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Septiembre
28 2
Jn / Es 5-6
/ Sal 93
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