Martes 17 de Septiembre
de 2013.
¡Confiando en Dios!
Por
Riqui Ricón*
Jehová de los ejércitos, Dichoso el hombre que
en ti confía (Sal 84.12).
Que
asombrosa es la simpleza del camino que conduce a la felicidad del ser humano,
¡Confiar en Dios!
E igualmente
sencilla es la forma para transitar por este camino, ¡Creer!
En
realidad, sin fe es imposible agradar a
Dios, ya que cualquiera que se acerca a
Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan
(He 11.6 NVI).
Si lo piensas
bien, te darás cuenta que la única razón de la infelicidad humana es la
incredulidad a la Palabra de Dios. Es esa duda latente y persistente que te
cuestiona en tu mente si existirá Dios o no, si Su Palabra será la Verdad o no.
Le dijo entonces Pilato: ¿Luego, eres tú rey?
Respondió Jesús: Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto
he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la
verdad, oye mi voz (Jn 18.37).
Es
interesante notar que a pesar que han transcurrido miles de años, el dilema de
la humanidad es el mismo que enfrentaron Adán y Eva allá en el huerto de Edén,
esto es: mi Dios y creador DICE una cosa pero este animalito (la serpiente)
DICE otra totalmente diferente, ¿quién de los dos DIRÁ la Verdad? ¿A cuál de
los dos le voy a CREER?
El final de
esa historia lo conoces muy bien, Adán y Eva NO CONFIARON en Dios y decidieron
creerle a la serpiente, dando entrada al temor y la infelicidad a sus vidas y a
las vidas de todo el género humano.
Confiar en
Dios literalmente significa creerle a Él, creer lo que Él dice, pues toda
Palabra que sale de Su boca es Verdad. Recuerda que Dios NO PUEDE mentir.
Aunque quisiera hacerlo no puede hacerlo.
Quizá
protestes, Dios TODO lo puede.
Permíteme explicarte porque Dios NO PUEDE mentir, aunque Él, remotamente,
quisiera hacerlo:
Por la fe entendemos haber sido constituido el
universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que
no se veía (He 11.3).
Dado que el poder de la
fuerza de Dios es Su Palabra, con la cual creó todo el universo (lo visible y
lo invisible), podemos comprender que cualquier cosa que Dios dice se cumple
forzosamente. Por esto Dios no puede mentir. Aunque Él quisiera hacerlo no podría,
pues la mentira es todo lo contrario a la Verdad y, como ya vimos, toda palabra
que sale de la boca de Dios es Verdad, ya que se cumple por sí misma.
Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz (Gen 1.3).
Por ejemplo, si el
Señor quisiera jugarte una broma y se apareciera a ti, hoy martes, diciendo:
“hola, ¿no te gusta la hermosa noche de viernes que les estoy dando?”; no
podrías replicarle haberse equivocado, ya que, como Él es Dios, ¿qué crees que
pasaría cuando las palabras “hermosa noche de viernes” salieran de Su boca? A
cambiar agendas y ajustar relojes porque, sin discusión alguna, se volvería
viernes por la noche.
Dios, el Todopoderoso,
lo único que te pide es que confíes en Él, que creas a Su Palabra, que creas
que tiene Palabra de Honor, pues, al fin de cuentas, Él no puede mentir.
Así que, ¡efectivamente,
hay una sola cosa que el Todopoderoso Dios no puede hacer, y eso es mentir!
Bienaventurado el hombre que tiene en ti sus
fuerzas, En cuyo corazón están tus caminos. Atravesando el valle de lágrimas
lo cambian en fuente, Cuando la lluvia llena los estanques. Irán de poder en
poder; Verán a Dios en Sion (Sal
84.5-7).
Te darás cuenta que no
se trata aquí de si Dios es confiable o no, puesto que Su Palabra es la Verdad
eterna e infalible, sino que se trata de si decides tú confiar en Él o no. Se
trata de si decides o no creerle a Su Palabra. Aunque, dado que Dios es cien por ciento confiable, sería un
tremendo error no creerle.
Porque de
tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no
envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo
sea salvo por él (Jn 3.16-17)
Dios te ama
tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti. Al morir
en esa cruz y resucitar, venciendo a la muerte, No sólo pagó tus pecados para
hacerte justo delante de Dios, sino que, además, te transmitió Su propia Vida
haciendo de ti un(a) genuino(a) y auténtico(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de
Nuevo.
El ladrón no viene sino para hurtar y matar y
destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10.10).
¡Él vino
para que tengas vida, y para que la tengas en abundancia!
Satanás
viene a hurtar y matar y destruir. Pero ya no tiene ninguna autoridad sobre de
ti. La única arma que tiene es la mentira. Con la mentira pretende infundirte
duda y temor para que dejes de confiar en tu Padre celestial. Él utiliza las
circunstancias para gritarte al oído: no
sanarás esta vez; vas a morir; te vas a quedar sin dinero y cómo
alimentarás a tu familia; tu
matrimonio está acabado, ya no te ama;
tu hijo(a) se perderá, no supiste
educarlo, etc.
Todas esas
mentiras te comenzarán a parecer muy reales en la medida que comiences a
creerlas.
Dijo entonces Jesús a los judíos que habían
creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente
mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres (Jn 8.31-32).
Sólo la Biblia, que es la Palabra
de Dios, y no miente, tiene el poder para hacerte libre de la duda y el temor. ¡Sólo
la Verdad te puede hacer libre!
Qué
afortunado es el que se apoya en ti, el que sólo piensa en andar en tus
caminos. Cuando pasa por el valle de las Lágrimas, lo convierte en un oasis bendecido
por la lluvia temprana (Sal 84.5-6 PDT).
Dichoso(a)
es el hombre o la mujer que se sabe un(a) Hijo(a) amado(a) de Dios, ¡y lo cree!
Pues toda su confianza está en Su Padre celestial, el Todopoderoso Dios.
Porque sol y escudo es Jehová Dios; Gracia y
gloria dará Jehová. No quitará el bien a los que andan en integridad (Sal 84.11).
Oremos en voz audible:
Amado padre celestial,
hoy vengo delante de Ti para asegurarte que he puesto mi confianza en Tu
Palabra. Señor Jesús, yo en Ti confío. Gracias, porque con Tu muerte y
resurrección yo he pasado de muerte a vida, me trasladaste de las tinieblas en
las que estaba a Tu luz admirable. Por Tu Amor, por Tu Sangre y por Tu Palabra
he Nacido de Nuevo para recibir la Vida Eterna como un(a) Hija(o) de Dios.
¡Gracias, Señor Jesús! ¡Muchas gracias! En Ti confía mi corazón. En Ti se goza
mi alma. En Ti descansa mi ser. Puedo ser feliz, pues aunque ande en valle de
sombra y de muerte, no temeré mal alguno, porque Tú, Señor, estás conmigo. Creo
y declaro que yo, ___________________ (tu nombre aquí), habito al abrigo del Altísimo y moro bajo la sombra del Omnipotente. Te
digo a Ti, Jesús: Esperanza mía, y castillo mío; Mi Dios, en Ti confiaré. Tú me
librarás del lazo del cazador, de la peste destructora. Con Tus plumas me
cubrirás, y debajo de Tus alas estaré segura(o); Escudo y adarga es Tu verdad. No
temeré el terror nocturno, ni saeta que vuele de día, ni pestilencia que ande
en oscuridad, ni mortandad que en medio del día destruya. Caerán a mi lado
mil, y diez mil a mi diestra; mas a mí no llegará. Ciertamente con mis ojos
miraré y veré la recompensa de los impíos. Porque te he puesto a Ti, Jehová,
que eres mi esperanza, al Altísimo por mi habitación, No me sobrevendrá mal, ni
plaga tocará tu morada. Pues a Tus ángeles mandará acerca de mí, que me
guarden en todos mis caminos. En las manos me llevarán, para que mi pie no
tropiece en piedra. Sobre el león y el áspid pisaré; hollaré al cachorro del
león y al dragón. Por cuanto en Ti, Jesús, yo he puesto mi amor, Tú también me
librarás; me pondrás en alto, por cuanto he conocido Tu nombre. Te invocaré, y Tú
me responderás; conmigo estarás Tú en la angustia; me librarás y me glorificarás.
Me saciarás de larga vida, y me mostrarás Tu salvación. Así que, ¡Abba! ¡Padre!
Yo soy Tuyo(a), y en Cristo Jesús ya he vencido, pues mayor eres Tú, Espíritu
Santo, que vives en mí y conmigo, que el que está en el mundo. Padre, ¡Todas y cada
una de Tus Promesas son en mí, sí y amén! Me someto a Ti, mi Dios y Padre, me
someto a Tu Palabra, resisto a Satanás y éste tiene que huir de mi vida. No
recibo ni la duda, ni el temor, ni la enfermedad, ni la pobreza, ni la
angustia, ni la depresión. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy
dichoso(a)! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el
Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu
atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor
Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen
María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te
digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí
acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro
mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y
para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi
Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe
he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz
admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú
eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el
nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Septiembre
17 Jn
18.19-38 / 2 Cr 27-28 / Sal 84
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