Lunes 3 de Septiembre
de 2012.
¡La roca de mi corazón y mi
porción eres Tú, Señor Jesús, para siempre!
Por Riqui Ricón*
Con todo, yo siempre estuve contigo; Me tomaste
de la mano derecha. Me has guiado según tu consejo, Y después me recibirás en
gloria. ¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en
la tierra. Mi carne y mi corazón desfallecen; Mas la roca de mi corazón y mi
porción es Dios para siempre (Sal
73.23-26).
La Biblia, que es la
Palabra de Dios, y no miente, es muy insistente acerca que Dios siempre ha
estado contigo. Él nunca te ha dejado y nunca te dejará. Pues, aunque tu padre
y tu madre te abandonen, Él, el Señor, se
harás cargo de ti (Sal 27.10), y aunque andes en valle de sombra y de muerte,
no temerás mal alguno, pues Dios está contigo (Sal 23.4). Es Él quien te toma
de la mano derecha para guardarte y sostenerte.
Jehová es tu guardador; Jehová es tu sombra a tu
mano derecha. El sol no te fatigará de día, Ni la luna de noche. Jehová te guardará de todo mal; El guardará tu alma. Jehová guardará tu salida y tu entrada Desde ahora y para siempre (Sal 121.5-8).
Por este conocimiento y
certeza es que el rey David afirmaba, ¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y
fuera de ti nada deseo en la tierra. Mi carne y mi corazón desfallecen; Mas la
roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre.
Jesucristo, el único
Hijo de Dios, sabiendo que por amor a ti daría Su Vida para pagar todos tus
pecados afirmó:
Yo soy la puerta; el
que entre por esta puerta, que soy
yo, será salvo. Se moverá con entera
libertad, y hallará pastos (Jn 10.9 NVI).
La salvación, que no es
otra cosa que la Vida Eterna, esa Vida plena y abundante que sólo pueden gozar
los Hijos de Dios, está disponible para ti a través de la Sangre, muerte y
resurrección de Jesús. ¡Él es la puerta de tu salvación!
Dios te ama tanto que
prefirió entregar a Su propio Hijo, para pagar tus pecados, antes que perderte
a ti.
--Yo soy el camino,
la verdad y la vida --le contestó Jesús--. Nadie llega al Padre sino por mí
(Jn 14.6 NVI).
Ahora, el camino al
Padre (no a un Dios celoso y vengador, sino al Padre), ha sido abierto para que
tú puedas gozar de la Vida Eterna, que es la misma Vida que tiene Jesús.
¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre, que se nos llame hijos de Dios! ¡Y lo somos!
El mundo no nos conoce,
precisamente porque no lo conoció a él (1 Jn 3.1).
Por la Sangre de Jesús,
derramada hasta la última gota en la cruz del calvario, por Amor a ti; por Su
muerte y resurrección; ahora tú eres, como dice la Escritura, un(a) Hijo(a) de
Dios Nacido(a) de Nuevo, no de simiente corruptible sino de la incorruptible
semilla que es la palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23).
Puedes estar seguro(a)
de que Dios mismo es el que te sostiene de la mano derecha, el que te guarda y
te guía. Él no se desentiende de ti pues la relación que ahora los une es la
que hay entre un Padre y un(a) Hijo(a).
Porque Dios los conoció desde el principio, y de antemano
los destinó a ser semejantes a su Hijo Jesucristo, a fin de que él sea el mayor
entre todos los hermanos (Ro 8.29 CST).
De acuerdo a la Palabra
de Dios, por el Amor que siente por ti, Jesús, voluntariamente, dejó de ser el
unigénito Hijo de Dios (el único), para ser el primogénito, el primero, entre
muchos hermanos, de los cuales tú eres un(a) de ellos.
Sin importar cómo te
sientas o cómo te veas a ti mismo(a) el día de hoy, esto es lo que dice la
Palabra de Dios y es la Verdad.
El ladrón sólo viene a robar, matar y destruir; pero yo he
venido para darles vida, una vida rica y permanente
(Jn 10.10 CST).
Satanás es ese ladrón
que sólo quiere robarte, matarte y destruirte. La única arma que él tiene para
conseguir su propósito es la mentira y esta sólo puede funcionar si tú la
crees. Así es, cuando comienzas a atender las palabras y pensamientos de
mentira, la duda nace y la incredulidad comienza, y esto es todo lo que el
diablo necesita para sembrar desánimo en tu corazón e incitarte a la
desobediencia de la Palabra de Dios.
Lo asombroso del Amor
de Dios en todo esto es que Satanás ya está vencido, ¡Cristo Jesús lo venció y
lo ha puesto debajo de tus pies! Cuando Naciste de Nuevo naciste como un(a)
Hijo(a) de Dios y no como eras antes, sujeto(a) a las acechanzas del diablo y
esclavo(a) del pecado. ¡No! De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas
viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas (2 Co 5.17).
Ahora, por
la Sangre de Jesús, por Su muerte y resurrección, has nacido a la semejanza del
Hijo de Dios pues, Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios (1 Jn 5.1a).
Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis
vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo (1 Jn 4.4).
Lo único que
puede hacer el diablo es tratar de convencerte que nada de esto es verdad, que
Dios miente y que, por lo tanto, tu realidad, tus problemas, enfermedades y
pecados, van a prevalecer por más que intentes confiar en Dios.
PERO,
Satanás pretende olvidar que tú ahora eres de Dios y, por eso, ya le has
vencido, porque mayor es el que está en ti, que el que está en el mundo.
Así que, no
prestes atención al mundo y sus problemas; no permitas que tus circunstancias,
aflicciones o enfermedades te digan en que creer y en que no. ¡Pelea la buena
batalla de la fe! ¡Echa mano de la Vida Eterna! ¡Sométete a la Palabra de Dios!
¡Resiste al diablo! Éste tendrá que forzosamente huir de ti.
Por lo tanto, repítele
en su mismísima cara, Satanás, yo sé bien que tú has venido a hurtar, matar y
destruir, PERO yo soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y YA TENGO la Vida Eterna, la Vida Plena y Abundante que
mi Señor Jesucristo compró para mí con Su propia Sangre. ¡Tú nada tienes en mí!
¡Estás vencido y debajo de mis pies! ¡Dios es mi Padre y yo soy Su Hijo(a)! Yo
soy la persona que Dios dice en Su Palabra que soy y no la que tú pretendes que
crea. Yo le creo a Dios y no a tus mentiras. Así que te tú no me tocas, te resisto
y te ordeno: ¡sal fuera de mi vida en el nombre de Jesús!
Una vez puesto de
acuerdo con tu enemigo, vayamos confiadamente al trono de la gracia para hallar
gracia y misericordia para el oportuno socorro.
Oremos en voz audible:
Amado Padre
celestial, en esta hora quiero agradecerte por tanto y tan gran Amor que tienes
para conmigo, pues estando yo muerto(a) en delitos y pecados me diste una Vida totalmente
Nueva juntamente con Cristo. Gracias porque hoy puedo encarar un propósito y
destino nuevo sabiendo que las cosas viejas ya pasaron y que Tú, mi Dios, has
hecho Nuevas todas las cosas. Señor Jesús, gracias por lo que has hecho por mí.
Por Tu muerte y resurrección ahora soy un(a) Hijo(a) de Dios al igual que Tú,
mi Rey. Te amo con todo mi corazón. Por lo que dices en Tu Palabra, sé
perfectamente que de todo problema, angustia o enfermedad saldré más que
vencedor(a), pues todo lo puedo en Ti, en Tu unción y en Tu Palabra. Así que,
no voy a prestar atención a las palabras de mentira, de fracaso y de derrota
que me quieran amedrentar, ya que no he recibido el espíritu de esclavitud para
estar otra vez en temor, sino que yo, ______________ (tu nombre aquí), he
recibido el Espíritu de adopción y hoy clamo, ¡Abba! ¡Padre! Yo soy Tuyo(a),
Dios, y he vencido, pues mayor eres Tú, Espíritu Santo, que vives en mí y
conmigo, que el que está en el mundo. Señor, ¡Todas y cada una de Tus Promesas
son en mí, sí y amén! Me someto a Ti, mi Dios, me someto a Tu Palabra, resisto
a Satanás y éste tiene que huir de mi vida. No recibo ni la duda, ni el temor,
ni la enfermedad, ni la pobreza, ni la angustia, ni la depresión. ¡Soy sano(a)!
¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo
C. Peredo Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al
final de un año habrás leído toda la Biblia.
Septiembre
3 Jn
10.1-21 / 2 Cr 8 / Sal
73
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