Miércoles 26 de
Septiembre de 2012.
¡Ya has vencido!
Por Riqui Ricón*
Hijitos,
vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en
vosotros, que el que está en el mundo (1 Jn 4.4).
Dios te dice
claramente en Su Palabra (recuerda que Él no miente), que tú eres de Él, que
fuiste comprada(o) al precio de la Sangre y de la Vida de Su Hijo Jesús, el
cual te amó y se entregó a Sí mismo por ti. Ahora, tú eres de Dios y, por lo
tanto, tú ya has vencido pues mayor es Él, quien ahora está en ti, que cualquiera
que esté en el mundo (en contra de ti).
Sólo nos queda decir que si Dios está de nuestra parte,
nadie podrá ponerse en contra nuestra (Ro 8.31 BLS).
Te invito a
que leas y declares lo siguiente en voz audible, mientras lo meditas
lentamente: Yo, ______________ (pon tu nombre aquí), soy de Dios, fui
comprada(o) a precio de la Sangre y de la Vida de Cristo Jesús, el cual me amó
y se entregó a sí mismo por mí. Ahora soy del Padre, le pertenezco a Él y soy
un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, por lo tanto ya he vencido las
mentiras del diablo. En todas las cosas soy más que vencedor(a) pues mayor es
Dios, quien está en mí y conmigo, que cualquiera que esté en el mundo. No hay
enfermedad, problema, circunstancia o pecado que me pueda derrotar. En el
nombre de Jesús. Amén.
Si te das
cuenta, este es un nuevo estilo de vida totalmente en victoria y no depende de
lo que hiciste o estés haciendo con tu vida, sino de lo que Él hizo en la cruz
POR AMOR a ti, Porque por gracia eres salvo(a) por medio de la fe; y esto no de ti,
pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe (Efe 2.8-9).
Así que, la
única forma en que puedes ser derrotado(a) en esta vida, sería si sigues escuchando
y atendiendo a la voz del espíritu de temor y condenación, quien continuamente
te acusará, asegurándote que, por la forma en que piensas, hablas y actúas no
eres digno(a) de llamarte vencedor(a) y mucho menos Hijo(a) de Dios.
Si éste
fuera tu caso, yo que tú, le recordaría a esa voz cuál es la Verdad; le
hablaría a ese pensamiento diciéndole que la Biblia es la Palabra de Honor de
Dios y por lo tanto es la única Verdad y si la Biblia dice que Él te ama tanto
que prefirió entregar a su propio Hijo antes que perderte a ti, entonces, sin
lugar a dudas, tú eres amado(a) de Dios.
Porque de tal manera amó Dios
al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree,
no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino
para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16).
Háblale a
esa voz de duda y desánimo y dile que si en la Biblia Él te llama Su Hija(o),
entonces, le guste o no, tú eres lo que Dios dice que eres y no otra cosa.
¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre, que se nos llame hijos de Dios! ¡Y lo somos!
El mundo no nos conoce,
precisamente porque no lo conoció a él (1 Jn 3.1 NVI).
Recuérdale que
si la Biblia dice que ahora, en Cristo Jesús, tú has Nacido de Nuevo de la
incorruptible semilla que es Su Palabra, entonces, le guste o no, ahora tú eres
incorruptible.
porque en vosotros se ha operado un nuevo nacimiento, que ya no es
debido a una simiente corruptible, sino a la incorruptible y permanente palabra
de Dios
(1 P 1.23 CST).
Asegúrale que cuando peques (pues si decimos
que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en
nosotros) ya no vas a huir de Dios, tu
Padre, sino que correrás hacia Él, pues ahora, como Hijo(a) de Dios Nacido(a)
de Nuevo, te arrepientes de todo corazón y cambias tu forma de pensar de ti
misma(o). Confesando tus pecados RECIBES Su perdón pues Dios es fiel y justo
para perdonar tus pecados, y limpiarte de toda maldad (1 Jn 1.8-9).
En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos
del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos
en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la
justicia y santidad de la verdad (Efe
4.22-24).
Así que, el diablo, y sus
mentiras, está totalmente derrotado.
Recuerda que sin fe, sin creer lo
que dice Su Palabra, es imposible agradar a Dios. La obra de la cruz es
perfecta, completa y acabada (Jn 19.30). Él no dio Su Vida para darte una
victoria momentánea sobre el pecado y la muerte para luego dejarte y ver si ahora
tú podías vencerles. ¡No! ¡Nada de eso! Él te hizo más que vencedor(a) de una
vez por todas y para siempre.
Y ciertamente todo sacerdote está día tras día
ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden
quitar los pecados; pero Cristo,
habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha
sentado a la diestra de Dios, de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por
estrado de sus pies; porque con
una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados (He 10.11-14).
Antes, en todas estas cosas somos más que
vencedores por medio de aquel que nos amó (Ro 8.37).
Ahora, gracias al precio que se
pagó para ello, eres un(a) Victorioso(a) Hijo(a) del Rey y ni el pecado, ni la
muerte, tienen nada en ti. Eres exactamente como Jesús, ni más, ni menos.
De esta manera, el amor alcanza su plenitud en nosotros, y
así podremos estar seguros en el día del juicio. Tenemos esa confianza porque
así como Dios es amor, también lo somos nosotros en este mundo
(1 Jn 4.17 PDT).
Lo que te hace perfecto ante Dios
no es que no peques sino que creas en Su Palabra; que creas en Su Amor; que
creas que el sacrificio de Jesús fue completo, perfecto y acabado; que creas
que cuando aceptaste a Jesucristo como Señor y Salvador de tu vida fuiste
transformado por la Palabra de Dios (1 P 1.23), estando muerta(o) en delitos y
pecados RECIBISTE vida juntamente con Cristo (Efe 2.5), fuiste trasladada(o) de
las tinieblas a Su luz admirable (1 P 2.9), pasaste de muerte a vida (Jn 11.25),
tu vieja naturaleza pecadora murió en esa cruz (Gal 2.20) y ¡tú NACISTE DE
NUEVO! (1 Jn 5.1).
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, gracias
porque cada día comprendo más lo que hiciste por Amor a mí. Gracias porque en
Cristo Jesús me transformaste de ser un(a) perdedor(a) a ser más que vencedor(a),
de pecador(a) a Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Soy santo(a), justo(a) y
perfecto(a). De todos mis pecados me arrepiento, los confieso delante de Ti y recibo
Tu perdón. Muchas gracias, pues por éste, Tu Amor tan grande por mí, hoy puedo
declarar con TODA CERTEZA, que yo, ____________
(pon tu nombre aquí), habito a Tu abrigo y moro bajo Tu sombra, omnipotente
Dios. Tú eres mi esperanza y mi castillo. Yo en Ti confío. Tú me libras del
lazo del cazador, de la peste destructora. Me cubres con Tus plumas y debajo de
Tus alas estoy segura(o). Escudo y adarga es Tu verdad. Así que, no voy a temer
al terror nocturno, ni saeta que vuele de día, ni pestilencia que ande en
oscuridad, ni mortandad que en medio del día destruya, pues caerán a mi lado
mil y diez mil a mi diestra mas a mí no llegará. Ciertamente con mis ojos
miraré y veré la recompensa de los impíos. Porque te he puesto a Ti, mi Dios,
que eres mi esperanza, a Ti, Altísimo, por mi habitación, por lo tanto, No me
sobrevendrá mal, Ni plaga tocará mi morada. Pues a Tus ángeles mandarás acerca
de mí, que me guarden en todos mis caminos. En sus manos me llevarán, para que
mi pie no tropiece en piedra. Sobre el león y el áspid pisaré; Hollaré al
cachorro del león y al dragón. Por cuanto en Ti, Padre celestial, he puesto mi
amor, Tú también me librarás; me pondrás en alto, por cuanto he conocido Tu
nombre. Te invocaré, y Tú me responderás; conmigo estarás Tú en la angustia; me
librarás y me glorificarás. Me saciarás de larga vida, y me mostrarás Tu
salvación. Así que, ¡Abba! ¡Padre! Yo soy Tuyo(a), y en Cristo Jesús ya he
vencido, pues mayor eres Tú, Espíritu Santo, que vives en mí y conmigo, que el
que está en el mundo. Padre, ¡Todas y cada una de Tus Promesas son en mí, sí y
amén! Me someto a Ti, mi Dios y Padre, me someto a Tu Palabra, resisto a
Satanás y éste tiene que huir de mi vida. No recibo ni la duda, ni el temor, ni
la enfermedad, ni la pobreza, ni la angustia, ni la depresión. ¡Soy sano(a)!
¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo
C. Peredo Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al
final de un año habrás leído toda la Biblia.
Septiembre
26 1
Jn 4 /
Es 1-2 / Sal 91
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