Jueves 6 de Septiembre
de 2012.
¡Sin fe es imposible!
Por Riqui Ricón*
Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees,
verás la gloria de Dios? (Jn 11.40).
Esta es la respuesta
que Jesús le dio a Marta cuando ésta le reprochó: ¡Pero Señor, ya hiede! ¡Hace cuatro días que murió!
Marta se espantó ante
la orden de Jesús de remover la piedra del sepulcro, donde se encontraba el
cadáver de su hermano Lázaro, pues, después de todo, hacía ya cuatro días que
éste había muerto y, cómo ella misma había dicho, si Jesús hubiera estado ahí a
tiempo, Lázaro no habría muerto, pero, ¿ahora? ¿Después de cuatro días en el
sepulcro?
¡Cuán cotidianamente
los Hijos de Dios Nacidos de Nuevo se encuentran en la misma posición de Marta!
Ante la contundente evidencia que les muestra la realidad de plano olvidan las
palabras de Jesús, ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?
¿Por qué sucede esto? Porque
el ser humano está absolutamente embebido del sistema que rige este mundo y, a
pesar que sus pautas y valores son totalmente ilusorios, no se puede abstraer
de dicho sistema. Para explicar esto satisfactoriamente es necesario analizar
el origen del problema.
o
La forma en que el común de los mortales
encara la realidad está basada, primeramente, en las mentiras de Satanás:
Pero la serpiente le dijo a la mujer: ¡No es cierto, no
van a morir! Dios sabe muy bien que,
cuando coman de ese árbol, se les
abrirán los ojos y llegarán a ser como Dios,
conocedores del bien y del mal (Gen 3.4-5 NVI).
o
Se fundamenta también en los
impresionables sentidos del ser humano,
La mujer vio
que el fruto del árbol era bueno para comer,
y que tenía buen aspecto y era deseable
para adquirir sabiduría, así que tomó de
su fruto y comió. Luego le dio a su
esposo, y también él comió
(Gen 3.6 NVI).
o
Y, por último, se enraíza en el miedo
que la duda produce,
Cuando el día comenzó a refrescar, oyeron el hombre y la mujer que Dios andaba
recorriendo el jardín; entonces
corrieron a esconderse entre los árboles,
para que Dios no los viera. Pero Dios el Señor llamó al hombre y le dijo: ¿Dónde estás? El hombre contestó: Escuché que andabas por el jardín, y
tuve miedo porque estoy desnudo.
Por eso me escondí (Gen 3.8-10 NVI).
La buena noticia es
que, gracias al sacrificio de Jesús, y por haberlo tú aceptado como Señor y
Salvador de tu vida, ahora eres Nueva criatura. Tú eres un(a) Hijo(a) de Dios
Nacido(a) de Nuevo y ya no estás sujeto(a) al sistema de este mundo.
Yo les he entregado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del
mundo, como tampoco yo soy del mundo. No
te pido que los quites del mundo, sino
que los protejas del maligno. Ellos no son del mundo, como tampoco lo soy yo
(Jn 17.14-16).
De hecho, en Cristo
Jesús, tú has vencido al mundo,
Hijitos, ustedes son de Dios y han vencido a esos
mentirosos, porque el que está en ustedes es más poderoso que el que está en el
mundo (1 Jn 4.4 DHH).
La mejor noticia es que
el sacrificio de Jesús fue completo, perfecto y acabado.
Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo
inclinado la cabeza, entregó el espíritu (Jn 19.30).
Y ciertamente todo sacerdote está día tras día
ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden
quitar los pecados; pero Cristo,
habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha
sentado a la diestra de Dios, de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por
estrado de sus pies; porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados (He 10.11-14).
¡Ya no hay que añadirle
nada! No hay nada más que puedas o debas hacer, tan sólo creer, creerle a Él,
creerle a Su Palabra, y recibir con gratitud y gozo lo que compró con Su Sangre
al morir en esa cruz y resucitar venciendo a la muerte por ti.
Hoy sabes, por el gran
Amor que Dios siente por ti, que has Nacido de Nuevo no de una simiente
corruptibles, sino de la semilla incorruptible que es la Palabra de Dios que
vive y permanece para siempre (1 P 1.23).
Todo el que cree que Jesús es el Cristo, ha nacido de Dios (1 Jn 1.5).
¡Eres un(a) Hijo(a) de
Dios Nacido(a) de Nuevo!
porque todo el que ha nacido de Dios vence al mundo. Ésta es la
victoria que vence al mundo: nuestra fe (1 Jn 5.4).
Como Hijo(a) de Dios Nacido(a) de
Nuevo tienes la fe de Jesucristo. Es esta fe (que no es otra cosa que creerle a
Dios creyendo Su Palabra), lo que te permite vencer sobre la contundente
evidencia que te presenta la realidad de tus problemas, aflicciones o
enfermedades como definitivas.
Jesús preguntó al padre: ¿Cuánto tiempo hace que
le sucede esto? Y él dijo: Desde niño. Y muchas veces le echa en el fuego y en el agua, para matarle; pero si
puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros, y ayúdanos. Jesús le
dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible. E
inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: Creo; ayuda mi incredulidad (Mar 9.21-24).
¡Al que cree
todo le es posible! Y, cuando tu realidad parezca tan abrumadora que te cueste
trabajo creer, aún puedes acudir a Él para que te ayude a creer. ¡Qué Amor más asombroso!
Jesús le preguntó al padre: -¿Cuánto tiempo ha estado así? El hombre
le respondió. -Ha estado así desde que era niño. Varias veces lo ha tirado al
fuego o al agua para matarlo. Por favor, si puedes hacer algo, ten compasión de
nosotros y ayúdanos. Jesús le dijo: -No digas: 'Si puedes hacer algo', todo es
posible para el que cree. Entonces, el padre del muchacho gritó muy fuerte: -¡Creo,
ayúdame a creer aún más! (Mar 9.21-24 PDT).
Así que, puedes confiar en Dios,
tu Padre, y en medio de cualquier problema, angustia o enfermedad, recibir la
dicha de confiar en Él, pues sabes que sabes, que si Dios lo dijo, entonces Él
lo va a cumplir; si Dios lo habló, entonces Él lo va a ejecutar.
Jehová de los ejércitos, Dichoso el hombre que
en ti confía (Sal 84.12).
Esta es la dicha, y la paz que
sobrepasa todo entendimiento, que te proporcionan el saber y creer que Dios
tiene Palabra de Honor y, por lo tanto, primero el cielo y la tierra dejan de
existir antes que Él deje de cumplir lo que ha dicho.
Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees,
verás la gloria de Dios? (Jn 11.40).
Esta es la única forma de vivir
mirando la gloria de Dios.
Oremos en voz audible:
Amado Padre
celestial, gracias por tanto y tan grande Amor con que me has amado que siendo
yo un(a) pecador(a) entregaste a Tu Hijo, Jesucristo, para pagar todas mis
deudas y así hacerme a mí un(a) Hijo(a) Tuyo(a) igual a Jesús. Oh Dios, es algo
tan asombroso saberme amado(a) de tal manera. Jesús, por Tu sacrificio en la
cruz, por Tu Sangre preciosa, Tu muerte y resurrección, he sido justificado(a),
perdonado(a), santificado(a) y ¡glorificado(a)! ¡Sí! ¡Glorificado(a)! Porque a los que antes conociste, también los predestinaste para que
fuesen hechos conformes a la imagen de Tu Hijo, para que así Jesús sea el
primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinaste, a éstos también llamaste; y a los que llamaste,
a éstos también justificaste; y a los que justificaste, a éstos también
glorificaste. Gracias por
haber procurado para mí un camino de salvación, un camino vivo y perfecto mediante
la muerte y resurrección de Tu Hijo, Jesús. Jesucristo, Tú eres mi Rey, Señor y
Salvador. Tú me has trasladado de las tinieblas a Tu luz admirable otorgándome
Tu propia Vida. Gracias Señor Jesús, por Ti soy Eterno(a). Juntamente contigo,
¡viviré para siempre! ¡Nunca moriré! Padre celestial, yo creo y recibo esta
identidad Eterna de Hijo(a) Tuyo(a). ¡Acepto el precio que se pagó por ella!
Así que, Si Tú estás por mí, ¿quién contra mí? Si no
escatimaste ni a Tu propio Hijo, sino que lo entregaste por Amor a mí, ¿cómo no
me darás también con Él todas las cosas? ¿Quién me acusará
si soy escogido(a) de Dios? Dios, Tú mismo eres el que me justifica. ¿Quién es el
que me condenará? Cristo Jesús, Tú moriste por mí; más aún, Tú, Señor, eres el
que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también
intercedes por mí. ¿Quién me separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o
persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? A todos esos males se refieren las Escrituras
diciendo: "Por ser fieles a tu causa nos persiguen a muerte sin descanso; nos
tratan como a ovejas destinadas al matadero".Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Antes, en todas estas
cosas yo, ___________ (tu nombre aquí), soy más que vencedor(a) por medio de
aquel que me amó. Por lo cual estoy seguro(a) de que ni la muerte,
ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo
por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada
me podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor mío. Así que,
¡Abba! ¡Padre! Yo soy Tuyo(a), y en Cristo Jesús ya he vencido, pues mayor eres
Tú, Espíritu Santo, que vives en mí y conmigo, que el que está en el mundo.
Padre, ¡Todas y cada una de Tus Promesas son en mí, sí y amén! Me someto a Ti,
mi Dios y Padre, me someto a Tu Palabra, resisto a Satanás y éste tiene que
huir de mi vida. No recibo ni la duda, ni el temor, ni la enfermedad, ni la
pobreza, ni la angustia, ni la depresión. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy
próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo
C. Peredo Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al
final de un año habrás leído toda la Biblia.
Septiembre
6 Jn
11.28-57 / 2 Cr 12-13 / Sal
76
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