viernes, 28 de septiembre de 2012

¡Quién puede salir adelante en estos tiempos!

 
Jueves 27 de Septiembre de 2012.
¡Tuya es la Victoria!
Por Riqui Ricón*
Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios… Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe (1 Jn 5.1a, 4).
Doy gracias a Dios por la claridad y sencillez con las que estableció en Su Palabra tu cambio de vida, esto es: tu liberación de la ley del pecado y de la muerte; la renovación total de tu existencia; tu Nuevo Nacimiento.
Así es, si tú crees que Jesús es el Cristo, el Mesías Salvador de los hombres, quien pagó con Su Sangre y Vida el castigo de todos tus pecados, entonces, tú, mi querido(a) hermano(a), según la Biblia, que es la Palabra de Dios, y no miente, eres Nacido(a) de Dios.
Y, puesto que la Escritura establece que tú has Nacido de Nuevo no de simiente corruptible sino de incorruptible por la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23), por si fuera poco, Dios ha establecido en Su Palabra que tú eres el que vence al mundo con tu fe (creyéndole a Él, creyendo Su Palabra).
Efectivamente, Dios lo dice y es la verdad. No depende de si te sientes o te ves en victoria en este momento o si no lo sientes, ni te ves a ti mismo(a) en victoria. Sólo depende de si lo crees o no. Depende de si crees que la Biblia es la Palabra de Dios y por lo tanto la Verdad.
Dios no es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. El dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará? (Num 23.19).
Dijo Jesús: ¿Cómo "si puedes"? Para el que cree, todo es posible. (Mar 9.23 CST).
Es por esto que la victoria que vence toda enfermedad, toda pobreza, toda angustia, toda soledad, toda depresión y toda aflicción es tu fe. No sólo creer en Dios sino creerle a Dios. Creer a Su Palabra, la Biblia.
Esta es tu victoria; esta es tu paz y tu gozo: saber que Dios no puede mentir, que Él tiene Palabra de Honor y primero el cielo y la tierra pasarán antes que deje de cumplirte una sola de Sus Palabras.
No son tus circunstancias las que determinan tu victoria. No lo son las pruebas médicas, ni los recursos económicos. Tampoco lo son tus habilidades o capacidades para resolver los conflictos y problemas familiares. ¡Es tu fe!
Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado.  Confiad en Jehová perpetuamente, porque en Jehová el Señor está la fortaleza de los siglos (Isa 26.3-4).
Dios, tu Padre, se ha comprometido a guardarte en completa paz cuando tú perseveras manteniéndote constante y persistentemente confiando en Él, creyendo Su Palabra. Al fin y al cabo, Dios tiene Palabra de Honor y si Él dice que en todas las cosas saldrás más que vencedor(a), entonces, es cosa segura, puedes confiar que, efectivamente, saldrás más que vencedor(a) por medio de Aquel que te ama, Cristo Jesús.
Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó (Ro 8.37).
Tu vida y tu victoria están garantizadas por la Palabra de Honor de tu Padre celestial. ¡Puedes tener paz!
Os he dicho todas estas cosas para que en mí encontréis vuestra paz. Siempre tendréis en el mundo pruebas que os afligirán, pero confiad en mí, porque yo he vencido al mundo (Jn 16.33 CST).
Confiar en Dios (creer que la Biblia es en verdad la Palabra de Dios), es la clave para que comiences a vivir, de una vez por todas, una vida plena y dichosa.
Jehová de los ejércitos, Dichoso el hombre que en ti confía (Sal 84.12).
Todas las cosas que la Biblia asegura acerca de ti fueron declaradas por Dios para que tengas la certeza que Él te ama y que tuya es la Victoria:
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo, Jesús, para que pagara todos tus pecados, antes que perderte a ti.
Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él (2 Co 5.21).
Has sido declarado(a) justo(a) por Dios, y eso eres, justo(a).
Mirad qué grande es el amor del Padre, que nos llamamos hijos de Dios, ¡y lo somos! Sin embargo, el mundo no nos reconoce porque no conoce a Dios (1 Jn 3.1 CST).
Literalmente, ahora eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacida(o) de Nuevo.
porque en vosotros se ha operado un nuevo nacimiento, que ya no es debido a una simiente corruptible, sino a la incorruptible y permanente palabra de Dios (1 P 1.23 CST).
A pesar de todo lo que el diablo pretenda hacerte creer, la Verdad es que tú YA NO ERES la misma persona que solías ser. Ese (esa) pecador(a) vendido(a) al pecado y destinado(a) a la muerte eterna NO EXISTE MÁS. ¡Murió en la cruz!
¿Qué otra cosa podemos decir? ¿Seguiremos pecando, para que Dios pueda manifestar más ampliamente su gracia salvadora?  ¡De ninguna manera! No podemos seguir viviendo bajo el dominio del pecado después de haber muerto en lo que al pecado respecta. Entended esto: todos los que hemos sido bautizados en el nombre de Cristo Jesús, por el hecho mismo del bautismo estamos unidos a él en su muerte. Simbólicamente, nuestra vieja naturaleza amante del pecado quedó muerta y sepultada con Cristo en el bautismo, para que podamos andar en una maravillosa vida nueva, de acuerdo con la nueva vida que él recibió al ser resucitado de entre los muertos por el glorioso poder de Dios Padre. De este modo pasamos a formar parte de él mismo. Por así decirlo, cuando él murió, nosotros morimos con él, pero ahora compartimos su nueva vida porque también resucitamos con él en su resurrección (Ro 6.1-5 CST).
¡Literal y legítimamente TÚ ERES un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo!
No en vano la Escritura dice: De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas (2 Co 5.17).
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, dichosa(o), mil veces feliz y plena(o) la mujer y el hombre que en Ti confían. Gracias porque puedo confiar en Ti. Yo confío en Ti, Señor Jesús. Tú me guardas en completa paz. Tú eres mi luz y mi salvación, eres mi sanador y libertador, me sostienes con Tu diestra de Justicia y me has dado la victoria. Yo te creo Señor, creo Tu Palabra y no voy a temer. Desecho de mi vida la duda, el temor y la incredulidad. Yo soy Tu Hija(o) y puedo declarar con toda certeza: Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme? Cuando se juntaron contra mí los malignos, mis angustiadores y mis enemigos, Para comer mis carnes, ellos tropezaron y cayeron. Aunque un ejército acampe contra mí, No temerá mi corazón; Aunque contra mí se levante guerra, Yo estaré confiado (Sal 27.1-3). Ante cualquier circunstancia adversa, yo, ____________ (tu nombre aquí), creo y declaro que Tú, Señor, aumentarás mis fuerzas como las del búfalo; Seré ungido con aceite fresco. Y mirarán mis ojos sobre mis enemigos; Oirán mis oídos de los que se levantaron contra mí, de los malignos. Yo soy justo(a) y floreceré como la palmera; Creceré como cedro en el Líbano. Estoy Plantado(a) en la casa de Jehová, En los atrios de mi Dios floreceré. Aun en la vejez fructificaré; Estaré vigoroso(a) y verde, Para anunciar que Tú, Jehová,  mi fortaleza eres recto, Y que en Ti no hay injusticia. Así que, ¡Abba! ¡Padre! Yo soy Tuyo(a), y en Cristo Jesús ya he vencido, pues mayor eres Tú, Espíritu Santo, que vives en mí y conmigo, que el que está en el mundo. Padre, ¡Todas y cada una de Tus Promesas son en mí, sí y amén! Me someto a Ti, mi Dios y Padre, me someto a Tu Palabra, resisto a Satanás y éste tiene que huir de mi vida. No recibo ni la duda, ni el temor, ni la enfermedad, ni la pobreza, ni la angustia, ni la depresión. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011
 

Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Septiembre 27                        1 Jn 5  /  Es 3-4  /  Sal 92
 


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