Viernes 26 de Agosto de 2011.
¡Sólo entonces!
Por Riqui Ricón*
El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida (Jn 6.63).
Muy importante es no olvidar que tú y yo fuimos creados a imagen y semejanza de Dios y, por lo tanto, como Él es espíritu (Jn 4.24) nosotros somos espíritu. Como Hijos de Dios Nacidos de Nuevo somos espíritus incorruptibles engendrados por la Palabra de Dios a través del sacrificio, muerte y resurrección de Jesús, nuestro Señor y Salvador. Destaquemos pues que es, precisamente, la Palabra de Dios, la Biblia, la que nos da vida, nos sustenta y alimenta.
Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte (Ro 8.1-2).
No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna (Gal 6.7-8).
Sabemos que no andamos conforme a la carne porque amamos a Dios, nuestro Padre, y cuando pecamos nos sentimos mal, no nos gusta y nos arrepentimos pidiéndole perdón.
Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros (1 Jn 1.9-10).
Sin embargo, en el diario vivir, pudiéramos olvidar que la Biblia es la Palabra de Dios y, por lo tanto, que ésta debe ser la prioridad máxima en nuestras vidas, el patrón que rija nuestras conductas y determine nuestras decisiones.
La Palabra de Dios es espíritu y es vida. Así que, si te has estado alimentando diariamente con noticias, programas de radio o televisión, películas, publicaciones y todo tipo de conversaciones, ya es tiempo que te determines a llenar tu ser, espíritu, alma y cuerpo, con la verdad.
Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad (Jn 17.17).
Lámpara es a mis pies tu palabra, Y lumbrera a mi camino (Sal 119.105).
Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros? Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente (Jn 6.67-69).
Si en estos momentos de tu vida estás atravesando por diversos problemas o circunstancias lo mejor que puedes hacer es alimentarte de la vida que transmite a tu espíritu la Palabra de Dios. Confía en Él pues Él actuará a favor de ti. Acude a Su Palabra y no permitas que la duda y el temor te arrebaten la victoria que Jesús ganó para ti en la cruz.
Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo (Jn 16.33).
Tú eres un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo. Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo para pagar tus pecados antes que perderte a ti. Te ha dado Su Palabra de Honor como garantía para que puedas creer y tengas fe para salir adelante viviendo una vida plena y abundante.
Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien (Jos 1.8).
Oremos:
Amado Padre celestial, sé, porque lo dices en Tu Palabra, que Tú guardarás irreprensible todo mi ser, espíritu, alma y cuerpo, para la venida de mi Señor Jesucristo. Te pido perdón por haber descuidado mi espíritu (yo soy espíritu) y no alimentarme de la vida, que es Tu Palabra. Jesús, Tú me has enseñado que si bebo del agua que Tú me das, ésta será una fuente que saltará para vida eterna y de mi interior correrán ríos de agua viva. ¡Quiero esto, Señor! Alimentarme con Tu Palabra de tal manera que el espíritu de mi mente sea renovado para manifestar esta Vida Nueva que me has regalado y ser un reflejo de Tu Amor a todos los que me rodean. Espíritu Santo, ayúdame hacer de la Biblia la norma máxima de mi existencia pues en verdad comprendo que sólo entonces haré prosperar mi camino y todo me saldrá bien. En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2011
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Agosto 26 Jn 6.60-71 / 1 Cr 25-26 / Zac 11
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