Jueves 25 de Agosto de 2011.
¡Todo por creerle a Él!
Por Riqui Ricón*
Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás… Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera… De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna (Jn 6.35, 37, 47).
La palabra Evangelio significa buenas noticias y lo asombroso es que es verdad como todo lo que dice la Biblia, que es la Palabra de Dios y no miente. ¡Tú has venido a Jesús y Él jamás te echará fuera! ¡Lo ha prometido!
Pon atención a que la Escritura no dice si te portas bien o si haces obras de justicia. Sólo se te pide una cosa, venir a Jesús creyendo en Él, o mejor dicho creyéndole a Él, creyendo Su Palabra.
Que conste que venir a Jesús creyendo no significa que puedes portarte mal o hacer obras de injusticia sino todo lo contrario pues, De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre (Jn 14.12). Y esta es una declaración contundente de Jesús sobre tu vida pues no da opción a preguntarte si quieres, sino que afirma enfáticamente, el (la) que en mí cree.
Así que se trata de primero creer para luego actuar, primero ser para luego hacer.
Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta (Sgo 2.26).
Entonces, venir a Jesús creyendo Su Palabra produce forzosamente un cambio en tu vida, ya que, Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios… Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? (1 Jn 5.1, 4-5).
¡Buenas Noticias! Eres un(a) Hija de Dios Nacida(o) de Nuevo y vences al mundo. En Cristo Jesús tienes la victoria sobre cualquier aflicción, problema o enfermedad. Por el gran Amor con que el Padre te ha amado y por haberle creído a Su Palabra, ahora has sido trasladada(o) de una vida en tinieblas a Su luz admirable, de muerte a vida, y no cualquier clase de vida sino la vida plena y abundante de un(a) Hija(o) del Rey.
El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10.10).
El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero (Jn 6.54).
Comer el pan y beber de la copa que Jesús con Su cuerpo y Su Sangre nos ha ofrecido significa entrar a la dimensión del Nuevo Pacto establecido sobre mejores promesas.
He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová. Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado (Jer 31.31-34).
Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra (Ez 36.25-27).
Esto es lo que significa ser justificado, perdonado, santificado y perfeccionado mediante el Cuerpo y la Sangre de Jesús para ser Nacida(o) de Nuevo como un(a) Hija(o) de Dios.
siendo renacidos (Nacidos de Nuevo), no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23).
Oremos:
Amado Padre celestial, qué puedo decir a todo esto: si Tú estás conmigo ¿quién contra mí? No escatimaste ni a Tu propio Hijo sino que lo entregaste por Amor a mí. ¿Cómo no me darás juntamente con Él todas las cosas? ¿Quién me acusará si yo fui escogida(o) por Ti? Dios, Tú eres el que me justificas. ¿Quién me condenará? Cristo es el que murió por mí; más aún, es Jesús el que resucitó y está sentado a Tu diestra, Padre, intercediendo por mí. ¿Quién me separará del amor de Cristo Jesús? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti soy muerto todo el tiempo; Soy contado como oveja de matadero. Antes, en todas estas cosas yo, Riqui Ricón (pon tu nombre aquí) soy más que vencedor(a) por medio de aquel que me amó. Por lo cual, oh Dios, estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada me podrá separar de Tu Amor, que es en Cristo Jesús mi Señor. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2011
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Agosto 25 Jn 6.22-59 / 1 Cr 24 / Zac 10
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