¡Cómo seguir adelante!
¡Diga el débil: Fuerte Soy!
Por Riqui Ricón*
Y se juntaron con él todos los afligidos, y todo el que estaba endeudado, y todos los que se hallaban en amargura de espíritu, y fue hecho jefe de ellos; y tuvo consigo como cuatrocientos hombres (1 S 22.2).
Lo más hermoso y maravilloso de la personalidad de tu Dios y Padre es su gran Amor con que Él te ama. La Biblia, que es Su Palabra y no miente, te enseña como Él busca, preferentemente, a los enfermos, afligidos, amargados y necesitados. Son los pecadores y no los justos los que mueven el corazón del Padre.
Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento (Mat 9.12-13).
Es realmente asombroso pensar que fueron tus pecados y no tus buenas acciones lo que te permitió recibir Su gran Amor.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Jesús no viene a tu vida para recordarte lo malo(a), fracasado(a) y pecador(a) que eres; de eso se encarga, todos los días, el diablo y su sistema, el mundo. Jesús viene a tu vida a cambiar total y diametralmente esa situación en la que te encuentras. Y sólo te pide que creas en Su Amor por ti y que creas en Su Palabra, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
David era un príncipe del ejército de Israel, además había sido ungido para ser rey y en un momento de su vida, como un tipo de Jesús, recibía a todos los afligidos, y todo el que estaba endeudado, y todos los que se hallaban en amargura de espíritu. Fue con ellos y no con la elite del ejército de Saúl, que David ganó todas sus batallas y conquistó el reino para Dios.
Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es (1 Co 1.26-28).
Así que, si te estás sintiendo fracasado(a), frustrado(a), incompetente o de alguna forma devaluado(a), te tengo la buena noticia que eso no es Verdad, eso sólo son tus sentimientos y emociones que están afectados por la realidad que estás viviendo. La Verdad es lo que Dios dice en Su palabra, la Biblia, acerca de ti. La Verdad es lo que Dios dice en Su palabra, la Biblia, de quién tú eres para Él y cómo Él te mira y como Él te define ante las circunstancias:
Ø En todas las cosas eres más que vencedor(a) por medio de Aquel que te amó, Cristo Jesús (Ro 8.37).
Ø Todo lo puedes en Cristo, que te fortalece (Fil 4.13).
Ø Tú eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y YA has vencido porque mayor es Él, que está en ti, que el que está en el mundo (1 Jn 4.4).
Ø Ya has sido sanado(a) por las heridas de Jesús (1 P 2.24, Isa 53.5).
Ø Has sido establecido(a) para reinar en esta vida por la sangre de Jesús (Ro 5.17, Apo 5.10).
La Palabra de Dios es el Poder de la fuerza de Dios, con ella creó los cielos y la tierra y todo lo visible e invisible. Así que, si Él te ha definido con Su Palabra como Su Hijo(a) Amado(a) y victorioso(a), entonces, a pesar de tu condición o circunstancias, tú ahora eres Su Hijo(a) Amado(a) y victorioso(a).
Practiquen el dominio propio y manténganse alerta. Su enemigo el diablo ronda como león rugiente, buscando a quién devorar. Resístanlo, manteniéndose firmes en la fe, sabiendo que sus hermanos en todo el mundo están soportando la misma clase de sufrimientos (1 P 5.8 NVI).
El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10.10).
Así que, deja de hacerle caso al demonio y a su sistema de mentiras, ¡créele a Dios! ¡Créele a Su Palabra! Y disponte a vivir la Vida Plena y Abundante que Cristo Jesús ganó para ti.
Mas ciertamente me escuchó Dios; Atendió a la voz de mi súplica. Bendito sea Dios, Que no echó de sí mi oración, ni de mí su misericordia… El es quien preservó la vida a nuestra alma, Y no permitió que nuestros pies resbalasen (Sal 66.19-20, 9).
Todo depende de tu fe, esto es, ¿a quién le estás creyendo? ¿A las mentiras del diablo que te dicen que ya no hay remedio, que estás enfermo(a), que fracasaste, que vas a morir, etc., etc., o a la Biblia, que es la Palabra de Dios?
Por algo Jesús afirmó: si puedes creer, ¡al que cree todo le es posible! Tu condición y circunstancias comienzan a cambiar en el momento preciso que comienzas a creerle a Dios, a creer en Su Palabra, la Biblia.
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, gracias por el gran Amor con que me has amado, que estando yo muerto(a) en delitos y pecados me diste vida juntamente con Cristo, por Tu Gracia soy salvo(a). Ahora soy Tu Hijo(a) Nacido(a) de Nuevo y puedo dejar atrás todas esas emociones y pensamientos negativos de fracaso y de derrota. Esa vieja naturaleza nada tiene en mí, pues yo he sido regenerado(a) en Cristo Jesús para vivir una vida plena y victoriosa. Por todo esto te doy gracias, Señor Jesús. Lo sé porque lo dice la Biblia, lo creo porque es Tu Palabra de Honor y me dispongo, con Tu ayuda, Espíritu Santo, a vivirlo. Viviré esa vida prospera, en salud, amor, paz y gozo que Tú, oh Dios, deseas para mí. Tú me has escuchado y atendido a la voz de mi súplica. Bendito eres, oh Dios, que no echaste de Ti mi oración, ni de mí Tu misericordia. Tú eres quien preserva la vida de mi alma y no permites que mis pies resbalen. ¡No temo más! Echo fuera de mi vida toda ansiedad e inquietud. ¡En todas las cosas soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús! ¡Todo lo puedo en Cristo, que me fortalece! ¡Yo, ___________ (tu nombre aquí), SOY un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y YA he vencido, porque mayor es Él, que está en mí, que el que está en el mundo! ¡Ya he sido sanado(a) por las heridas de Jesús! ¡He sido establecido(a) para reinar en esta vida por la sangre de Jesús! ¡Diga el débil: Fuerte Soy! No hay forma que pueda perder, pues Tú, mi Dios y Padre, estás en mí y conmigo. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy feliz! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2011
Tres Recomendaciones:
Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas recomendaciones:
1. Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él. Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.
2. Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla. ¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.
3. En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2020
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Junio 6 Ro 11.25-36 / 1 Sam 21-22 / Sal 66
RV60
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Junio 6 Ro 11.25-36 / 1 Sam 21-22 / Sal 66
Romanos 11.25-36
La restauración de Israel
25Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; 26y luego todo Israel será salvo, como está escrito:
Vendrá de Sion el Libertador,
Que apartará de Jacob la impiedad.f
27 Y este será mi pacto con ellos,
Cuando yo quite sus pecados.g
28Así que en cuanto al evangelio, son enemigos por causa de vosotros; pero en cuanto a la elección, son amados por causa de los padres. 29Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios. 30Pues como vosotros también en otro tiempo erais desobedientes a Dios, pero ahora habéis alcanzado misericordia por la desobediencia de ellos, 31así también éstos ahora han sido desobedientes, para que por la misericordia concedida a vosotros, ellos también alcancen misericordia. 32Porque Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos.
33¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! 34Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero?h 35¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado?i 36Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.[1]
1 Samuel 21-22
David huye de Saúl
21
1Vino David a Nob, al sacerdote Ahimelec;a y se sorprendió Ahimelec de su encuentro, y le dijo: ¿Cómo vienes tú solo, y nadie contigo? 2Y respondió David al sacerdote Ahimelec: El rey me encomendó un asunto, y me dijo: Nadie sepa cosa alguna del asunto a que te envío, y lo que te he encomendado; y yo les señalé a los criados un cierto lugar. 3Ahora, pues, ¿qué tienes a mano? Dame cinco panes, o lo que tengas. 4El sacerdote respondió a David y dijo: No tengo pan común a la mano, solamente tengo pan sagrado; pero lo daré si los criados se han guardado a lo menos de mujeres. 5Y David respondió al sacerdote, y le dijo: En verdad las mujeres han estado lejos de nosotros ayer y anteayer; cuando yo salí, ya los vasos de los jóvenes eran santos, aunque el viaje es profano; ¿cuánto más no serán santos hoy sus vasos? 6Así el sacerdote le dio el pan sagrado, porque allí no había otro pan sino los panes de la proposición,b los cuales habían sido quitados de la presencia de Jehová, para poner panes calientes el día que aquéllos fueron quitados.
7Y estaba allí aquel día detenido delante de Jehová uno de los siervos de Saúl, cuyo nombre era Doeg, edomita, el principal de los pastores de Saúl.
8Y David dijo a Ahimelec: ¿No tienes aquí a mano lanza o espada? Porque no tomé en mi mano mi espada ni mis armas, por cuanto la orden del rey era apremiante. 9Y el sacerdote respondió: La espada de Goliat el filisteo, al que tú venciste en el valle de Ela,c está aquí envuelta en un velo detrás del efod; si quieres tomarla, tómala; porque aquí no hay otra sino esa. Y dijo David: Ninguna como ella; dámela.
10Y levantándose David aquel día, huyó de la presencia de Saúl, y se fue a Aquis rey de Gat. 11Y los siervos de Aquis le dijeron: ¿No es éste David, el rey de la tierra? ¿no es éste de quien cantaban en las danzas, diciendo:
Hirió Saúl a sus miles,
Y David a sus diez miles?d
12Y David puso en su corazón estas palabras, y tuvo gran temor de Aquis rey de Gat.e 13Y cambió su manera de comportarse delante de ellos, y se fingió loco entre ellos,f y escribía en las portadas de las puertas, y dejaba correr la saliva por su barba. 14Y dijo Aquis a sus siervos: He aquí, veis que este hombre es demente; ¿por qué lo habéis traído a mí? 15¿Acaso me faltan locos, para que hayáis traído a éste que hiciese de loco delante de mí? ¿Había de entrar éste en mi casa?
22
1Yéndose luego David de allí, huyó a la cueva de Adulam;a y cuando sus hermanos y toda la casa de su padre lo supieron, vinieron allí a él. 2Y se juntaron con él todos los afligidos, y todo el que estaba endeudado, y todos los que se hallaban en amargura de espíritu, y fue hecho jefe de ellos; y tuvo consigo como cuatrocientos hombres.
3Y se fue David de allí a Mizpa de Moab, y dijo al rey de Moab: Yo te ruego que mi padre y mi madre estén con vosotros, hasta que sepa lo que Dios hará de mí. 4Los trajo, pues, a la presencia del rey de Moab, y habitaron con él todo el tiempo que David estuvo en el lugar fuerte. 5Pero el profeta Gad dijo a David: No te estés en este lugar fuerte; anda y vete a tierra de Judá. Y David se fue, y vino al bosque de Haret.
Saúl mata a los sacerdotes de Nob
6Oyó Saúl que se sabía de David y de los que estaban con él. Y Saúl estaba sentado en Gabaa, debajo de un tamarisco sobre un alto; y tenía su lanza en su mano, y todos sus siervos estaban alrededor de él. 7Y dijo Saúl a sus siervos que estaban alrededor de él: Oíd ahora, hijos de Benjamín: ¿Os dará también a todos vosotros el hijo de Isaí tierras y viñas, y os hará a todos vosotros jefes de millares y jefes de centenas, 8para que todos vosotros hayáis conspirado contra mí, y no haya quien me descubra al oído cómo mi hijo ha hecho alianza con el hijo de Isaí, ni alguno de vosotros que se duela de mí y me descubra cómo mi hijo ha levantado a mi siervo contra mí para que me aceche, tal como lo hace hoy? 9Entonces Doeg edomita, que era el principal de los siervos de Saúl, respondió y dijo: Yo vi al hijo de Isaí que vino a Nob, a Ahimelec hijo de Ahitob, 10el cual consultó por él a Jehová y le dio provisiones, y también le dio la espada de Goliat el filisteo.b
11Y el rey envió por el sacerdote Ahimelec hijo de Ahitob, y por toda la casa de su padre, los sacerdotes que estaban en Nob; y todos vinieron al rey. 12Y Saúl le dijo: Oye ahora, hijo de Ahitob. Y él dijo: Heme aquí, señor mío. 13Y le dijo Saúl: ¿Por qué habéis conspirado contra mí, tú y el hijo de Isaí, cuando le diste pan y espada, y consultaste por él a Dios, para que se levantase contra mí y me acechase, como lo hace hoy día? 14Entonces Ahimelec respondió al rey, y dijo: ¿Y quién entre todos tus siervos es tan fiel como David, yerno también del rey, que sirve a tus órdenes y es ilustre en tu casa? 15¿He comenzado yo desde hoy a consultar por él a Dios? Lejos sea de mí; no culpe el rey de cosa alguna a su siervo, ni a toda la casa de mi padre; porque tu siervo ninguna cosa sabe de este asunto, grande ni pequeña. 16Y el rey dijo: Sin duda morirás, Ahimelec, tú y toda la casa de tu padre. 17Entonces dijo el rey a la gente de su guardia que estaba alrededor de él: Volveos y matad a los sacerdotes de Jehová; porque también la mano de ellos está con David, pues sabiendo ellos que huía, no me lo descubrieron. Pero los siervos del rey no quisieron extender sus manos para matar a los sacerdotes de Jehová. 18Entonces dijo el rey a Doeg: Vuelve tú, y arremete contra los sacerdotes. Y se volvió Doeg el edomita y acometió a los sacerdotes, y mató en aquel día a ochenta y cinco varones que vestían efod de lino. 19Y a Nob, ciudad de los sacerdotes, hirió a filo de espada; así a hombres como a mujeres, niños hasta los de pecho, bueyes, asnos y ovejas, todo lo hirió a filo de espada.
20Pero uno de los hijos de Ahimelec hijo de Ahitob, que se llamaba Abiatar, escapó, y huyó tras David. 21Y Abiatar dio aviso a David de cómo Saúl había dado muerte a los sacerdotes de Jehová. 22Y dijo David a Abiatar: Yo sabía que estando allí aquel día Doeg el edomita, él lo había de hacer saber a Saúl. Yo he ocasionado la muerte a todas las personas de la casa de tu padre. 23Quédate conmigo, no temas; quien buscare mi vida, buscará también la tuya; pues conmigo estarás a salvo.[2]
Salmos 66
Alabanza por los hechos poderosos de Dios
Al músico principal. Cántico. Salmo.
1 Aclamad a Dios con alegría, toda la tierra.
2 Cantad la gloria de su nombre;
Poned gloria en su alabanza.
3 Decid a Dios: ¡Cuán asombrosas son tus obras!
Por la grandeza de tu poder se someterán a ti tus enemigos.
4 Toda la tierra te adorará,
Y cantará a ti;
Cantarán a tu nombre.
Selah
5 Venid, y ved las obras de Dios,
Temible en hechos sobre los hijos de los hombres.
6 Volvió el mar en seco;a
Por el río pasaron a pie;b
Allí en él nos alegramos.
7 El señorea con su poder para siempre;
Sus ojos atalayan sobre las naciones;
Los rebeldes no serán enaltecidos.
Selah
8 Bendecid, pueblos, a nuestro Dios,
Y haced oír la voz de su alabanza.
9 El es quien preservó la vida a nuestra alma,
Y no permitió que nuestros pies resbalasen.
10 Porque tú nos probaste, oh Dios;
Nos ensayaste como se afina la plata.
11 Nos metiste en la red;
Pusiste sobre nuestros lomos pesada carga.
12 Hiciste cabalgar hombres sobre nuestra cabeza;
Pasamos por el fuego y por el agua,
Y nos sacaste a abundancia.
13 Entraré en tu casa con holocaustos;
Te pagaré mis votos,
14 Que pronunciaron mis labios
Y habló mi boca, cuando estaba angustiado.
15 Holocaustos de animales engordados te ofreceré,
Con sahumerio de carneros;
Te ofreceré en sacrificio bueyes y machos cabríos.
Selah
16 Venid, oíd todos los que teméis a Dios,
Y contaré lo que ha hecho a mi alma.
17 A él clamé con mi boca,
Y fue exaltado con mi lengua.
18 Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad,
El Señor no me habría escuchado.
19 Mas ciertamente me escuchó Dios;
Atendió a la voz de mi súplica.
20 Bendito sea Dios,
Que no echó de sí mi oración, ni de mí su misericordia.[3]
f f 11.26: Is. 59.20.
g g 11.27: Jer. 31.33–34.
h h 11.34: Is. 40.13.
i i 11.35: Job 41.11.
[1]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (Ro 11.24-36). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.
a a 21.1–6: Mt. 12.3–4; Mr. 2.25–26; Lc. 6.3.
b b 21.6: Lv. 24.5–9.
c c 21.9: 1 S. 17.51.
d d 21.11: 1 S. 18.7; 29.5.
e e 21.12: Sal. 56 tít.
f f 21.13: Sal. 34 tít.
a a 22.1: Sal. 57. tít.
b b 22.9–10: Sal. 52 tít.
[2]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (1 Sm 20.42-22.23). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.
a a 66.6: Ex. 14.21.
b b 66.6: Jos. 3.14–17.
[3]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (Sal 65.13-66.20). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Junio 6 Ro 11.25-36 / 1 Sam 21-22 / Sal 66
Romanos 11.25-36
La restauración de Israel
25Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; 26y luego todo Israel será salvo, como está escrito:
Vendrá de Sion el Libertador,
Que apartará de Jacob la impiedad.f
27 Y este será mi pacto con ellos,
Cuando yo quite sus pecados.g
28Así que en cuanto al evangelio, son enemigos por causa de vosotros; pero en cuanto a la elección, son amados por causa de los padres. 29Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios. 30Pues como vosotros también en otro tiempo erais desobedientes a Dios, pero ahora habéis alcanzado misericordia por la desobediencia de ellos, 31así también éstos ahora han sido desobedientes, para que por la misericordia concedida a vosotros, ellos también alcancen misericordia. 32Porque Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos.
33¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! 34Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero?h 35¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado?i 36Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.[1]
1 Samuel 21-22
David huye de Saúl
21
1Vino David a Nob, al sacerdote Ahimelec;a y se sorprendió Ahimelec de su encuentro, y le dijo: ¿Cómo vienes tú solo, y nadie contigo? 2Y respondió David al sacerdote Ahimelec: El rey me encomendó un asunto, y me dijo: Nadie sepa cosa alguna del asunto a que te envío, y lo que te he encomendado; y yo les señalé a los criados un cierto lugar. 3Ahora, pues, ¿qué tienes a mano? Dame cinco panes, o lo que tengas. 4El sacerdote respondió a David y dijo: No tengo pan común a la mano, solamente tengo pan sagrado; pero lo daré si los criados se han guardado a lo menos de mujeres. 5Y David respondió al sacerdote, y le dijo: En verdad las mujeres han estado lejos de nosotros ayer y anteayer; cuando yo salí, ya los vasos de los jóvenes eran santos, aunque el viaje es profano; ¿cuánto más no serán santos hoy sus vasos? 6Así el sacerdote le dio el pan sagrado, porque allí no había otro pan sino los panes de la proposición,b los cuales habían sido quitados de la presencia de Jehová, para poner panes calientes el día que aquéllos fueron quitados.
7Y estaba allí aquel día detenido delante de Jehová uno de los siervos de Saúl, cuyo nombre era Doeg, edomita, el principal de los pastores de Saúl.
8Y David dijo a Ahimelec: ¿No tienes aquí a mano lanza o espada? Porque no tomé en mi mano mi espada ni mis armas, por cuanto la orden del rey era apremiante. 9Y el sacerdote respondió: La espada de Goliat el filisteo, al que tú venciste en el valle de Ela,c está aquí envuelta en un velo detrás del efod; si quieres tomarla, tómala; porque aquí no hay otra sino esa. Y dijo David: Ninguna como ella; dámela.
10Y levantándose David aquel día, huyó de la presencia de Saúl, y se fue a Aquis rey de Gat. 11Y los siervos de Aquis le dijeron: ¿No es éste David, el rey de la tierra? ¿no es éste de quien cantaban en las danzas, diciendo:
Hirió Saúl a sus miles,
Y David a sus diez miles?d
12Y David puso en su corazón estas palabras, y tuvo gran temor de Aquis rey de Gat.e 13Y cambió su manera de comportarse delante de ellos, y se fingió loco entre ellos,f y escribía en las portadas de las puertas, y dejaba correr la saliva por su barba. 14Y dijo Aquis a sus siervos: He aquí, veis que este hombre es demente; ¿por qué lo habéis traído a mí? 15¿Acaso me faltan locos, para que hayáis traído a éste que hiciese de loco delante de mí? ¿Había de entrar éste en mi casa?
22
1Yéndose luego David de allí, huyó a la cueva de Adulam;a y cuando sus hermanos y toda la casa de su padre lo supieron, vinieron allí a él. 2Y se juntaron con él todos los afligidos, y todo el que estaba endeudado, y todos los que se hallaban en amargura de espíritu, y fue hecho jefe de ellos; y tuvo consigo como cuatrocientos hombres.
3Y se fue David de allí a Mizpa de Moab, y dijo al rey de Moab: Yo te ruego que mi padre y mi madre estén con vosotros, hasta que sepa lo que Dios hará de mí. 4Los trajo, pues, a la presencia del rey de Moab, y habitaron con él todo el tiempo que David estuvo en el lugar fuerte. 5Pero el profeta Gad dijo a David: No te estés en este lugar fuerte; anda y vete a tierra de Judá. Y David se fue, y vino al bosque de Haret.
Saúl mata a los sacerdotes de Nob
6Oyó Saúl que se sabía de David y de los que estaban con él. Y Saúl estaba sentado en Gabaa, debajo de un tamarisco sobre un alto; y tenía su lanza en su mano, y todos sus siervos estaban alrededor de él. 7Y dijo Saúl a sus siervos que estaban alrededor de él: Oíd ahora, hijos de Benjamín: ¿Os dará también a todos vosotros el hijo de Isaí tierras y viñas, y os hará a todos vosotros jefes de millares y jefes de centenas, 8para que todos vosotros hayáis conspirado contra mí, y no haya quien me descubra al oído cómo mi hijo ha hecho alianza con el hijo de Isaí, ni alguno de vosotros que se duela de mí y me descubra cómo mi hijo ha levantado a mi siervo contra mí para que me aceche, tal como lo hace hoy? 9Entonces Doeg edomita, que era el principal de los siervos de Saúl, respondió y dijo: Yo vi al hijo de Isaí que vino a Nob, a Ahimelec hijo de Ahitob, 10el cual consultó por él a Jehová y le dio provisiones, y también le dio la espada de Goliat el filisteo.b
11Y el rey envió por el sacerdote Ahimelec hijo de Ahitob, y por toda la casa de su padre, los sacerdotes que estaban en Nob; y todos vinieron al rey. 12Y Saúl le dijo: Oye ahora, hijo de Ahitob. Y él dijo: Heme aquí, señor mío. 13Y le dijo Saúl: ¿Por qué habéis conspirado contra mí, tú y el hijo de Isaí, cuando le diste pan y espada, y consultaste por él a Dios, para que se levantase contra mí y me acechase, como lo hace hoy día? 14Entonces Ahimelec respondió al rey, y dijo: ¿Y quién entre todos tus siervos es tan fiel como David, yerno también del rey, que sirve a tus órdenes y es ilustre en tu casa? 15¿He comenzado yo desde hoy a consultar por él a Dios? Lejos sea de mí; no culpe el rey de cosa alguna a su siervo, ni a toda la casa de mi padre; porque tu siervo ninguna cosa sabe de este asunto, grande ni pequeña. 16Y el rey dijo: Sin duda morirás, Ahimelec, tú y toda la casa de tu padre. 17Entonces dijo el rey a la gente de su guardia que estaba alrededor de él: Volveos y matad a los sacerdotes de Jehová; porque también la mano de ellos está con David, pues sabiendo ellos que huía, no me lo descubrieron. Pero los siervos del rey no quisieron extender sus manos para matar a los sacerdotes de Jehová. 18Entonces dijo el rey a Doeg: Vuelve tú, y arremete contra los sacerdotes. Y se volvió Doeg el edomita y acometió a los sacerdotes, y mató en aquel día a ochenta y cinco varones que vestían efod de lino. 19Y a Nob, ciudad de los sacerdotes, hirió a filo de espada; así a hombres como a mujeres, niños hasta los de pecho, bueyes, asnos y ovejas, todo lo hirió a filo de espada.
20Pero uno de los hijos de Ahimelec hijo de Ahitob, que se llamaba Abiatar, escapó, y huyó tras David. 21Y Abiatar dio aviso a David de cómo Saúl había dado muerte a los sacerdotes de Jehová. 22Y dijo David a Abiatar: Yo sabía que estando allí aquel día Doeg el edomita, él lo había de hacer saber a Saúl. Yo he ocasionado la muerte a todas las personas de la casa de tu padre. 23Quédate conmigo, no temas; quien buscare mi vida, buscará también la tuya; pues conmigo estarás a salvo.[2]
Salmos 66
Alabanza por los hechos poderosos de Dios
Al músico principal. Cántico. Salmo.
1 Aclamad a Dios con alegría, toda la tierra.
2 Cantad la gloria de su nombre;
Poned gloria en su alabanza.
3 Decid a Dios: ¡Cuán asombrosas son tus obras!
Por la grandeza de tu poder se someterán a ti tus enemigos.
4 Toda la tierra te adorará,
Y cantará a ti;
Cantarán a tu nombre.
Selah
5 Venid, y ved las obras de Dios,
Temible en hechos sobre los hijos de los hombres.
6 Volvió el mar en seco;a
Por el río pasaron a pie;b
Allí en él nos alegramos.
7 El señorea con su poder para siempre;
Sus ojos atalayan sobre las naciones;
Los rebeldes no serán enaltecidos.
Selah
8 Bendecid, pueblos, a nuestro Dios,
Y haced oír la voz de su alabanza.
9 El es quien preservó la vida a nuestra alma,
Y no permitió que nuestros pies resbalasen.
10 Porque tú nos probaste, oh Dios;
Nos ensayaste como se afina la plata.
11 Nos metiste en la red;
Pusiste sobre nuestros lomos pesada carga.
12 Hiciste cabalgar hombres sobre nuestra cabeza;
Pasamos por el fuego y por el agua,
Y nos sacaste a abundancia.
13 Entraré en tu casa con holocaustos;
Te pagaré mis votos,
14 Que pronunciaron mis labios
Y habló mi boca, cuando estaba angustiado.
15 Holocaustos de animales engordados te ofreceré,
Con sahumerio de carneros;
Te ofreceré en sacrificio bueyes y machos cabríos.
Selah
16 Venid, oíd todos los que teméis a Dios,
Y contaré lo que ha hecho a mi alma.
17 A él clamé con mi boca,
Y fue exaltado con mi lengua.
18 Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad,
El Señor no me habría escuchado.
19 Mas ciertamente me escuchó Dios;
Atendió a la voz de mi súplica.
20 Bendito sea Dios,
Que no echó de sí mi oración, ni de mí su misericordia.[3]
f f 11.26: Is. 59.20.
g g 11.27: Jer. 31.33–34.
h h 11.34: Is. 40.13.
i i 11.35: Job 41.11.
[1]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (Ro 11.24-36). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.
a a 21.1–6: Mt. 12.3–4; Mr. 2.25–26; Lc. 6.3.
b b 21.6: Lv. 24.5–9.
c c 21.9: 1 S. 17.51.
d d 21.11: 1 S. 18.7; 29.5.
e e 21.12: Sal. 56 tít.
f f 21.13: Sal. 34 tít.
a a 22.1: Sal. 57. tít.
b b 22.9–10: Sal. 52 tít.
[2]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (1 Sm 20.42-22.23). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.
a a 66.6: Ex. 14.21.
b b 66.6: Jos. 3.14–17.
[3]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (Sal 65.13-66.20). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.
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