¡Qué es realmente negarte a ti mismo!
¡Con toda certeza y seguridad!
Por Riqui Ricón*
Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará (Mar 8.34-35).
Lamentablemente existe la enseñanza de que negarte a ti mismo(a) y tomar tu cruz significa aceptar con humilde resignación todas las cosas malas que vienen a tu vida, como las enfermedades, accidentes, pobreza, desintegración familiar, etc., etc. Se enseña que todo esto es la voluntad de Dios y que, si estás viviendo alguna de estas desgracias será por alguna razón, por algo que hiciste y, por lo tanto, lo mereces, o será quizás porque Dios te está dando algún tipo de lección o probando tu fe. Así que, debes aceptarlo, resignarte y humillarte bajo la poderosa mano de Dios.
Con todo respeto, esto me parece un grave error provocado por la falta de conocimiento de la Verdad.
Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento (Os 4.6a).
De acuerdo a la Biblia, que es la Palabra de Dios, quien no miente, Dios es bueno y su voluntad para contigo es buena, agradable y perfecta. Él te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo como el justo pago por todos tus pecados, para así no perderte a ti, sino ganarte para Él.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Con Su muerte y Su resurrección, Jesús te hizo justo para perdonar y olvidar todos tus pecados; estando justificado(a) y perdonado(a) te apartó para santificarte y, así, una vez justificado(a), perdonado(a) y santificado(a), te perfeccionó al crearte de Nuevo y darte la Vida Eterna que solamente un(a) Hijo(a) legitimo(a) de Dios puede tener.
Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe (Efe 2.4-9).
Dios no hizo todo esto, por amor a ti, para luego condenarte o castigarte o maltratarte. ¡De ninguna manera! Él te ama genuinamente y lo ha dicho, lo ha declarado, y lo puso por escrito en Su Palabra.
¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre, que se nos llame hijos de Dios! ¡Y lo somos! El mundo no nos conoce, precisamente porque no lo conoció a él (1 Jn 3.1 NVI).
El verdadero propósito del plan de salvación o redención de Dios siempre ha sido el mismo: adoptarte como Hijo(a). Gracias a Jesús, ya no eres más una criatura, un ser humano imperfecto y pecador, ahora, has sido justificado(a) –hecho(a) justo(a)- por la Sangre de Jesús; tu Padre ha perdonado y olvidado todos tus pecados, fracasos y errores; has sido apartado(a) -santificado(a)- para Él y por la Palabra de Dios y el poder del Espíritu Santo, fuiste totalmente regenerado(a), esto es, Naciste de Nuevo, como un(a) Hijo(a) legítimo(a) de Dios.
Pues han nacido de nuevo pero no a una vida que pronto se acabará. Su nueva vida durará para siempre porque proviene de la eterna y viviente palabra de Dios (1 P 1.23 NTV).
Tu Nuevo Nacimiento no proviene de una simiente corruptible, sino de la incorruptible semilla que es la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre.
Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado (Jn 17.23).
Dios, tu Padre, siente por ti lo mismo que siente por Jesús, Él te ama con el mismo Amor con que ama a Su Hijo Jesús pues tú también eres Su Hijo(a).
En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo (1 Jn 4.17).
De acuerdo a la Palabra de Dios, que no puede mentir, gracias a que has Nacido de Nuevo, ahora tú eres igual a Jesús. Por eso el Padre te ama de la misma manera que lo ama a Él.
Entonces, ¿cómo nos negamos a nosotros mismos y tomamos nuestra cruz?
Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo (Jn 16.33).
La Biblia es muy clara al respecto: sin fe es imposible agradar a Dios. Así que, como Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, seguro es que tendrás aflicciones en este mundo: problemas, conflictos, enfermedades, amenazas, etc., pero, en lugar de aceptarlos con “humilde resignación”, tú has sido ungido(a) con el Espíritu Santo para enfrentarlos, sabiendo, con toda certeza, que en todos ellos saldrás más que vencedor(a).
Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo (1 Jn 4.4).
Se trata, pues, de creer que eres quien Dios dice en Su Palabra que eres. Una vez que lo creas, y lo declares, comenzarás a vivir como tal: amando a tu Padre celestial sobre todas las cosas y amando a tus semejantes como a ti mismo(a). Lleno de paz, gozo y amor, estarás más que listo para disfrutar la Vida Plena y Abundante que Jesús ganó para ti.
El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10.10).
Sabiendo esto, que es Palabra de Dios, puedes creer y recibir la Verdadera Identidad que ahora tienes. Poner la otra mejilla no te costará absolutamente nada, le darás al pobre y al necesitado con todo tu amor pues es parte de tu naturaleza. ¡Dios te hizo así! Tú eres como Jesús es: manso(a) y humilde, bueno(a) y amoroso(a).
Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe (1 Jn 5.4).
Fe es creerle a Dios, creyendo Su Palabra, sabiendo siempre que si Él lo dijo, entonces lo va a cumplir, si Él lo habló, entonces lo va a ejecutar. Sólo con esta fe podrás vencer al mundo al tomar tu cruz y seguir a Cristo Jesús.
En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad (Efe 4.22-24).
Negarte a ti mismo(a) y tomar tu cruz no es otra cosa más que creer lo que dice la Biblia. Despójate del viejo(a) hombre (mujer) que está viciado conforme a los deseos engañosos. No le permitas a Satanás engañarte con sus mentiras; él necesita desesperadamente que sigas CREYENDO que eres el (la) mismo(a) pecador(a) que antes eras, que nada ha cambiado y que sigues colgado(a) a tus fracasos, pecados y errores del pasado.
¡Despójate de eso! ¡Renuévate en el espíritu de tu mente poniendo la Palabra de Dios en tu mente, boca y corazón! ¡Mírate de la misma forma que Dios te mira! Y vístete de ese(a) hombre (mujer) nuevo(a) que ahora tú ya eres: un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.
Así que, tenlo por seguro, Dios no te ha dejado ni te dejará jamás. ¡Has sido predestinado(a) a ser más que vencedor(a) por medio del Amor de Aquel que te escogió, que te amó y que te salvó: Cristo Jesús!
Con toda certeza y seguridad tú puedes negarte a ti mismo(a), tomar tu cruz y seguirle a Él.
Oremos en voz audible:
Gracias amado Padre Celestial por amarme con tan gran Amor. Yo _________ (tu nombre aquí) soy Tu Hijo(a), legal y genuinamente comprado(a) y rescatado(a) a precio de la Sangre de Jesús. Tu Palabra es la Verdad. La Biblia me define y soy libre para llevar esa vida de victoria sobre el pecado y la muerte que Tú, Jesucristo, adquiriste para mí. Me niego a mí mismo(a), a esa vieja naturaleza que está viciada conforme a los deseos engañosos y tomo mi cruz renovándome en el espíritu de mi mente, me visto del nuevo(a) hombre (mujer) creado(a) según Dios en justicia y santidad de la verdad. Padre, me someto a Tu Palabra, la Biblia, resisto al diablo y este huye de mí. Así que, declaro que yo todo lo puedo en Cristo que me fortalece, pues mayor es el que está en mí que el que está en el mundo y ese eres Tú, Precioso Espíritu de Dios. No le daré lugar al diablo y a sus mentiras en mi vida. ¡No voy a temer más! Echo fuera de mi vida toda ansiedad e inquietud. ¡En todas las cosas soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús! ¡Ya he sido sanado(a) por las heridas de Jesús! ¡He sido establecido(a) para reinar en esta vida por la sangre de Jesús! No hay forma que pueda perder, pues Tú, mi Dios y Padre, estás en mí y conmigo, y si Dios es conmigo, ¿quién contra mí? ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy feliz! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2011
Tres Recomendaciones:
Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas recomendaciones:
1. Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él. Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.
2. Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla. ¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.
3. En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2020
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Junio 27 Mar 8.22-9.1 / 2 Sam 20-21 / Ose 1
RV60
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Junio 27 Mar 8.22-9.1 / 2 Sam 20-21 / Ose 1
Marcos 8.22-9.1
Un ciego sanado en Betsaida
22Vino luego a Betsaida; y le trajeron un ciego, y le rogaron que le tocase. 23Entonces, tomando la mano del ciego, le sacó fuera de la aldea; y escupiendo en sus ojos, le puso las manos encima, y le preguntó si veía algo. 24El, mirando, dijo: Veo los hombres como árboles, pero los veo que andan. 25Luego le puso otra vez las manos sobre los ojos, y le hizo que mirase; y fue restablecido, y vio de lejos y claramente a todos. 26Y lo envió a su casa, diciendo: No entres en la aldea, ni lo digas a nadie en la aldea.
La confesión de Pedro
(Mt. 16.13–20; Lc. 9.18–21)
27Salieron Jesús y sus discípulos por las aldeas de Cesarea de Filipo. Y en el camino preguntó a sus discípulos, diciéndoles: ¿Quién dicen los hombres que soy yo? 28Ellos respondieron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas.e 29Entonces él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy? Respondiendo Pedro, le dijo: Tú eres el Cristo.f 30Pero él les mandó que no dijesen esto de él a ninguno.
Jesús anuncia su muerte
(Mt. 16.21–28; Lc. 9.22–27)
31Y comenzó a enseñarles que le era necesario al Hijo del Hombre padecer mucho, y ser desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y ser muerto, y resucitar después de tres días. 32Esto les decía claramente. Entonces Pedro le tomó aparte y comenzó a reconvenirle. 33Pero él, volviéndose y mirando a los discípulos, reprendió a Pedro, diciendo: ¡Quítate de delante de mí, Satanás! porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.
34Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.g 35Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará.h 36Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? 37¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?
38Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre se avergonzará también de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.
9
1También les dijo: De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte hasta que hayan visto el reino de Dios venido con poder.[1]
2 Samuel 20-21
Sublevación de Seba
20
1Aconteció que se hallaba allí un hombre perverso que se llamaba Seba hijo de Bicri, hombre de Benjamín, el cual tocó la trompeta, y dijo: No tenemos nosotros parte en David, ni heredad con el hijo de Isaí. ¡Cada uno a su tienda, Israel!a 2Así todos los hombres de Israel abandonaron a David, siguiendo a Seba hijo de Bicri; mas los de Judá siguieron a su rey desde el Jordán hasta Jerusalén.
3Y luego que llegó David a su casa en Jerusalén, tomó el rey las diez mujeres concubinasb que había dejado para guardar la casa, y las puso en reclusión, y les dio alimentos; pero nunca más se llegó a ellas, sino que quedaron encerradas hasta que murieron, en viudez perpetua.
4Después dijo el rey a Amasa: Convócame a los hombres de Judá para dentro de tres días, y hállate tú aquí presente. 5Fue, pues, Amasa para convocar a los de Judá; pero se detuvo más del tiempo que le había sido señalado. 6Y dijo David a Abisai: Seba hijo de Bicri nos hará ahora más daño que Absalón; toma, pues, tú los siervos de tu señor, y ve tras él, no sea que halle para sí ciudades fortificadas, y nos cause dificultad. 7Entonces salieron en pos de él los hombres de Joab, y los cereteos y peleteos y todos los valientes; salieron de Jerusalén para ir tras Seba hijo de Bicri. 8Y estando ellos cerca de la piedra grande que está en Gabaón, les salió Amasa al encuentro. Y Joab estaba ceñido de su ropa, y sobre ella tenía pegado a sus lomos el cinto con una daga en su vaina, la cual se le cayó cuando él avanzó. 9Entonces Joab dijo a Amasa: ¿Te va bien, hermano mío? Y tomó Joab con la diestra la barba de Amasa, para besarlo. 10Y Amasa no se cuidó de la daga que estaba en la mano de Joab; y éste le hirió con ella en la quinta costilla, y derramó sus entrañas por tierra, y cayó muerto sin darle un segundo golpe.
Después Joab y su hermano Abisai fueron en persecución de Seba hijo de Bicri. 11Y uno de los hombres de Joab se paró junto a él, diciendo: Cualquiera que ame a Joab y a David, vaya en pos de Joab. 12Y Amasa yacía revolcándose en su sangre en mitad del camino; y todo el que pasaba, al verle, se detenía; y viendo aquel hombre que todo el pueblo se paraba, apartó a Amasa del camino al campo, y echó sobre él una vestidura. 13Luego que fue apartado del camino, pasaron todos los que seguían a Joab, para ir tras Seba hijo de Bicri.
14Y él pasó por todas las tribus de Israel hasta Abel-bet-maaca y todo Barim; y se juntaron, y lo siguieron también. 15Y vinieron y lo sitiaron en Abel-bet-maaca, y pusieron baluarte contra la ciudad, y quedó sitiada; y todo el pueblo que estaba con Joab trabajaba por derribar la muralla. 16Entonces una mujer sabia dio voces en la ciudad, diciendo: Oíd, oíd; os ruego que digáis a Joab que venga acá, para que yo hable con él. 17Cuando él se acercó a ella, dijo la mujer: ¿Eres tú Joab? Y él respondió: Yo soy. Ella le dijo: Oye las palabras de tu sierva. Y él respondió: Oigo. 18Entonces volvió ella a hablar, diciendo: Antiguamente solían decir: Quien preguntare, pregunte en Abel; y así concluían cualquier asunto. 19Yo soy de las pacíficas y fieles de Israel; pero tú procuras destruir una ciudad que es madre en Israel. ¿Por qué destruyes la heredad de Jehová? 20Joab respondió diciendo: Nunca tal, nunca tal me acontezca, que yo destruya ni deshaga. 21La cosa no es así: mas un hombre del monte de Efraín, que se llama Seba hijo de Bicri, ha levantado su mano contra el rey David; entregad a ése solamente, y me iré de la ciudad. Y la mujer dijo a Joab: He aquí su cabeza te será arrojada desde el muro. 22La mujer fue luego a todo el pueblo con su sabiduría; y ellos cortaron la cabeza a Seba hijo de Bicri, y se la arrojaron a Joab. Y él tocó la trompeta, y se retiraron de la ciudad, cada uno a su tienda. Y Joab se volvió al rey a Jerusalén.
Oficiales de David
(2 S. 8.15–18; 1 Cr. 18.14–17)
23Así quedó Joab sobre todo el ejército de Israel, y Benaía hijo de Joiada sobre los cereteos y peleteos, 24y Adoram sobre los tributos, y Josafat hijo de Ahilud era el cronista. 25Seva era escriba, y Sadoc y Abiatar, sacerdotes, 26e Ira jaireo fue también sacerdote de David.
Venganza de los gabaonitas
21
1Hubo hambre en los días de David por tres años consecutivos. Y David consultó a Jehová, y Jehová le dijo: Es por causa de Saúl, y por aquella casa de sangre, por cuanto mató a los gabaonitas. 2Entonces el rey llamó a los gabaonitas, y les habló. (Los gabaonitas no eran de los hijos de Israel, sino del resto de los amorreos, a los cuales los hijos de Israel habían hecho juramento;a pero Saúl había procurado matarlos en su celo por los hijos de Israel y de Judá.) 3Dijo, pues, David a los gabaonitas: ¿Qué haré por vosotros, o qué satisfacción os daré, para que bendigáis la heredad de Jehová? 4Y los gabaonitas le respondieron: No tenemos nosotros querella sobre plata ni sobre oro con Saúl y con su casa; ni queremos que muera hombre de Israel. Y él les dijo: Lo que vosotros dijereis, haré. 5Ellos respondieron al rey: De aquel hombre que nos destruyó, y que maquinó contra nosotros para exterminarnos sin dejar nada de nosotros en todo el territorio de Israel, 6dénsenos siete varones de sus hijos, para que los ahorquemos delante de Jehová en Gabaa de Saúl, el escogido de Jehová. Y el rey dijo: Yo los daré.
7Y perdonó el rey a Mefi-boset hijo de Jonatán, hijo de Saúl, por el juramento de Jehová que hubo entre ellos, entre David y Jonatán hijo de Saúl.b 8Pero tomó el rey a dos hijos de Rizpa hija de Aja, los cuales ella había tenido de Saúl, Armoni y Mefi-boset, y a cinco hijos de Micalc hija de Saúl, los cuales ella había tenido de Adriel hijo de Barzilai meholatita, 9y los entregó en manos de los gabaonitas, y ellos los ahorcaron en el monte delante de Jehová; y así murieron juntos aquellos siete, los cuales fueron muertos en los primeros días de la siega, al comenzar la siega de la cebada.
10Entonces Rizpa hija de Aja tomó una tela de cilicio y la tendió para sí sobre el peñasco, desde el principio de la siega hasta que llovió sobre ellos agua del cielo; y no dejó que ninguna ave del cielo se posase sobre ellos de día, ni fieras del campo de noche. 11Y fue dicho a David lo que hacía Rizpa hija de Aja, concubina de Saúl. 12Entonces David fue y tomó los huesos de Saúl y los huesos de Jonatán su hijo, de los hombres de Jabes de Galaad, que los habían hurtado de la plaza de Bet-sán, donde los habían colgado los filisteos, cuando los filisteos mataron a Saúl en Gilboa;d 13e hizo llevar de allí los huesos de Saúl y los huesos de Jonatán su hijo; y recogieron también los huesos de los ahorcados. 14Y sepultaron los huesos de Saúl y los de su hijo Jonatán en tierra de Benjamín, en Zela, en el sepulcro de Cis su padre; e hicieron todo lo que el rey había mandado. Y Dios fue propicio a la tierra después de esto.
Abisai libra a David del gigante
15Volvieron los filisteos a hacer la guerra a Israel, y descendió David y sus siervos con él, y pelearon con los filisteos; y David se cansó. 16E Isbi-benob, uno de los descendientes de los gigantes, cuya lanza pesaba trescientos siclos de bronce, y quien estaba ceñido con una espada nueva, trató de matar a David; 17mas Abisai hijo de Sarvia llegó en su ayuda, e hirió al filisteo y lo mató. Entonces los hombres de David le juraron, diciendo: Nunca más de aquí en adelante saldrás con nosotros a la batalla, no sea que apagues la lámpara de Israel.
Los hombres de David matan a los gigantes
(1 Cr. 20.4–8)
18Otra segunda guerra hubo después en Gob contra los filisteos; entonces Sibecai husatita mató a Saf, quien era uno de los descendientes de los gigantes. 19Hubo otra vez guerra en Gob contra los filisteos, en la cual Elhanán, hijo de Jaare-oregim de Belén, mató a Goliat geteo, el asta de cuya lanza era como el rodillo de un telar. 20Después hubo otra guerra en Gat, donde había un hombre de gran estatura, el cual tenía doce dedos en las manos, y otros doce en los pies, veinticuatro por todos; y también era descendiente de los gigantes. 21Este desafió a Israel, y lo mató Jonatán, hijo de Simea hermano de David. 22Estos cuatro eran descendientes de los gigantes en Gat, los cuales cayeron por mano de David y por mano de sus siervos.[2]
Oseas 1
La esposa infiel de Oseas, y sus hijos
1
1Palabra de Jehová que vino a Oseas hijo de Beeri, en días de Uzías,a Jotam,b Acazc y Ezequías,d reyes de Judá, y en días de Jeroboame hijo de Joás, rey de Israel.
2El principio de la palabra de Jehová por medio de Oseas. Dijo Jehová a Oseas: Ve, tómate una mujer fornicaria, e hijos de fornicación; porque la tierra fornica apartándose de Jehová. 3Fue, pues, y tomó a Gomer hija de Diblaim, la cual concibió y le dio a luz un hijo.
4Y le dijo Jehová: Ponle por nombre Jezreel; porque de aquí a poco yo castigaré a la casa de Jehú por causa de la sangre de Jezreel,f y haré cesar el reino de la casa de Israel. 5Y en aquel día quebraré yo el arco de Israel en el valle de Jezreel.
6Concibió ella otra vez, y dio a luz una hija. Y le dijo Dios: Ponle por nombre Lo-ruhama,1 porque no me compadeceré más de la casa de Israel, sino que los quitaré del todo. 7Mas de la casa de Judá tendré misericordia, y los salvaré por Jehová su Dios; y no los salvaré con arco, ni con espada, ni con batalla, ni con caballos ni jinetes.
8Después de haber destetado a Lo-ruhama, concibió y dio a luz un hijo. 9Y dijo Dios: Ponle por nombre Lo-ammi,2 porque vosotros no sois mi pueblo, ni yo seré vuestro Dios.
10Con todo, será el número de los hijos de Israel como la arena del mar, que no se puede medir ni contar. Y en el lugar en donde les fue dicho: Vosotros no sois pueblo mío, les será dicho: Sois hijos del Dios viviente.g 11Y se congregarán los hijos de Judá y de Israel, y nombrarán un solo jefe, y subirán de la tierra; porque el día de Jezreel será grande.[3]
e e 8.28: Mr. 6.14–15; Lc. 9.7–8.
f f 8.29: Jn. 6.68–69.
g g 8.34: Mt. 10.38; Lc. 14.27.
h h 8.35: Mt. 10.39; Lc. 17.33; Jn. 12.25.
[1]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (Mr 8.21-9.1). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.
a a 20.1: 1 R. 12.16; 2 Cr. 10.16.
b b 20.3: 2 S. 16.22.
a a 21.2: Jos. 9.3–15.
b b 21.7: 1 S. 20.15–17; 2 S. 9.1–7.
c c 21.8: 1 S. 18.19.
d d 21.12: 1 S. 31.8–13.
[2]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (2 Sm 19.43-21.22). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.
a a 1.1: 2 R. 15.1–7; 2 Cr. 26.1–23.
b b 1.1: 2 R. 15.32–38; 2 Cr. 27.1–8.
c c 1.1: 2 R. 16.1–20; 2 Cr. 28.1–27.
d d 1.1: 2 R. 18.1—20.21; 2 Cr. 29.1—32.33.
e e 1.1: 2 R. 14.23–29.
f f 1.4: 2 R. 10.11.
1 Esto es, No compadecida.
2 Esto es, No pueblo mío.
g g 1.10: Ro. 9.26.
[3]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (Dn 12.13-Os 1.11). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Junio 27 Mar 8.22-9.1 / 2 Sam 20-21 / Ose 1
Marcos 8.22-9.1
Un ciego sanado en Betsaida
22Vino luego a Betsaida; y le trajeron un ciego, y le rogaron que le tocase. 23Entonces, tomando la mano del ciego, le sacó fuera de la aldea; y escupiendo en sus ojos, le puso las manos encima, y le preguntó si veía algo. 24El, mirando, dijo: Veo los hombres como árboles, pero los veo que andan. 25Luego le puso otra vez las manos sobre los ojos, y le hizo que mirase; y fue restablecido, y vio de lejos y claramente a todos. 26Y lo envió a su casa, diciendo: No entres en la aldea, ni lo digas a nadie en la aldea.
La confesión de Pedro
(Mt. 16.13–20; Lc. 9.18–21)
27Salieron Jesús y sus discípulos por las aldeas de Cesarea de Filipo. Y en el camino preguntó a sus discípulos, diciéndoles: ¿Quién dicen los hombres que soy yo? 28Ellos respondieron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas.e 29Entonces él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy? Respondiendo Pedro, le dijo: Tú eres el Cristo.f 30Pero él les mandó que no dijesen esto de él a ninguno.
Jesús anuncia su muerte
(Mt. 16.21–28; Lc. 9.22–27)
31Y comenzó a enseñarles que le era necesario al Hijo del Hombre padecer mucho, y ser desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y ser muerto, y resucitar después de tres días. 32Esto les decía claramente. Entonces Pedro le tomó aparte y comenzó a reconvenirle. 33Pero él, volviéndose y mirando a los discípulos, reprendió a Pedro, diciendo: ¡Quítate de delante de mí, Satanás! porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.
34Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.g 35Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará.h 36Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? 37¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?
38Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre se avergonzará también de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.
9
1También les dijo: De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte hasta que hayan visto el reino de Dios venido con poder.[1]
2 Samuel 20-21
Sublevación de Seba
20
1Aconteció que se hallaba allí un hombre perverso que se llamaba Seba hijo de Bicri, hombre de Benjamín, el cual tocó la trompeta, y dijo: No tenemos nosotros parte en David, ni heredad con el hijo de Isaí. ¡Cada uno a su tienda, Israel!a 2Así todos los hombres de Israel abandonaron a David, siguiendo a Seba hijo de Bicri; mas los de Judá siguieron a su rey desde el Jordán hasta Jerusalén.
3Y luego que llegó David a su casa en Jerusalén, tomó el rey las diez mujeres concubinasb que había dejado para guardar la casa, y las puso en reclusión, y les dio alimentos; pero nunca más se llegó a ellas, sino que quedaron encerradas hasta que murieron, en viudez perpetua.
4Después dijo el rey a Amasa: Convócame a los hombres de Judá para dentro de tres días, y hállate tú aquí presente. 5Fue, pues, Amasa para convocar a los de Judá; pero se detuvo más del tiempo que le había sido señalado. 6Y dijo David a Abisai: Seba hijo de Bicri nos hará ahora más daño que Absalón; toma, pues, tú los siervos de tu señor, y ve tras él, no sea que halle para sí ciudades fortificadas, y nos cause dificultad. 7Entonces salieron en pos de él los hombres de Joab, y los cereteos y peleteos y todos los valientes; salieron de Jerusalén para ir tras Seba hijo de Bicri. 8Y estando ellos cerca de la piedra grande que está en Gabaón, les salió Amasa al encuentro. Y Joab estaba ceñido de su ropa, y sobre ella tenía pegado a sus lomos el cinto con una daga en su vaina, la cual se le cayó cuando él avanzó. 9Entonces Joab dijo a Amasa: ¿Te va bien, hermano mío? Y tomó Joab con la diestra la barba de Amasa, para besarlo. 10Y Amasa no se cuidó de la daga que estaba en la mano de Joab; y éste le hirió con ella en la quinta costilla, y derramó sus entrañas por tierra, y cayó muerto sin darle un segundo golpe.
Después Joab y su hermano Abisai fueron en persecución de Seba hijo de Bicri. 11Y uno de los hombres de Joab se paró junto a él, diciendo: Cualquiera que ame a Joab y a David, vaya en pos de Joab. 12Y Amasa yacía revolcándose en su sangre en mitad del camino; y todo el que pasaba, al verle, se detenía; y viendo aquel hombre que todo el pueblo se paraba, apartó a Amasa del camino al campo, y echó sobre él una vestidura. 13Luego que fue apartado del camino, pasaron todos los que seguían a Joab, para ir tras Seba hijo de Bicri.
14Y él pasó por todas las tribus de Israel hasta Abel-bet-maaca y todo Barim; y se juntaron, y lo siguieron también. 15Y vinieron y lo sitiaron en Abel-bet-maaca, y pusieron baluarte contra la ciudad, y quedó sitiada; y todo el pueblo que estaba con Joab trabajaba por derribar la muralla. 16Entonces una mujer sabia dio voces en la ciudad, diciendo: Oíd, oíd; os ruego que digáis a Joab que venga acá, para que yo hable con él. 17Cuando él se acercó a ella, dijo la mujer: ¿Eres tú Joab? Y él respondió: Yo soy. Ella le dijo: Oye las palabras de tu sierva. Y él respondió: Oigo. 18Entonces volvió ella a hablar, diciendo: Antiguamente solían decir: Quien preguntare, pregunte en Abel; y así concluían cualquier asunto. 19Yo soy de las pacíficas y fieles de Israel; pero tú procuras destruir una ciudad que es madre en Israel. ¿Por qué destruyes la heredad de Jehová? 20Joab respondió diciendo: Nunca tal, nunca tal me acontezca, que yo destruya ni deshaga. 21La cosa no es así: mas un hombre del monte de Efraín, que se llama Seba hijo de Bicri, ha levantado su mano contra el rey David; entregad a ése solamente, y me iré de la ciudad. Y la mujer dijo a Joab: He aquí su cabeza te será arrojada desde el muro. 22La mujer fue luego a todo el pueblo con su sabiduría; y ellos cortaron la cabeza a Seba hijo de Bicri, y se la arrojaron a Joab. Y él tocó la trompeta, y se retiraron de la ciudad, cada uno a su tienda. Y Joab se volvió al rey a Jerusalén.
Oficiales de David
(2 S. 8.15–18; 1 Cr. 18.14–17)
23Así quedó Joab sobre todo el ejército de Israel, y Benaía hijo de Joiada sobre los cereteos y peleteos, 24y Adoram sobre los tributos, y Josafat hijo de Ahilud era el cronista. 25Seva era escriba, y Sadoc y Abiatar, sacerdotes, 26e Ira jaireo fue también sacerdote de David.
Venganza de los gabaonitas
21
1Hubo hambre en los días de David por tres años consecutivos. Y David consultó a Jehová, y Jehová le dijo: Es por causa de Saúl, y por aquella casa de sangre, por cuanto mató a los gabaonitas. 2Entonces el rey llamó a los gabaonitas, y les habló. (Los gabaonitas no eran de los hijos de Israel, sino del resto de los amorreos, a los cuales los hijos de Israel habían hecho juramento;a pero Saúl había procurado matarlos en su celo por los hijos de Israel y de Judá.) 3Dijo, pues, David a los gabaonitas: ¿Qué haré por vosotros, o qué satisfacción os daré, para que bendigáis la heredad de Jehová? 4Y los gabaonitas le respondieron: No tenemos nosotros querella sobre plata ni sobre oro con Saúl y con su casa; ni queremos que muera hombre de Israel. Y él les dijo: Lo que vosotros dijereis, haré. 5Ellos respondieron al rey: De aquel hombre que nos destruyó, y que maquinó contra nosotros para exterminarnos sin dejar nada de nosotros en todo el territorio de Israel, 6dénsenos siete varones de sus hijos, para que los ahorquemos delante de Jehová en Gabaa de Saúl, el escogido de Jehová. Y el rey dijo: Yo los daré.
7Y perdonó el rey a Mefi-boset hijo de Jonatán, hijo de Saúl, por el juramento de Jehová que hubo entre ellos, entre David y Jonatán hijo de Saúl.b 8Pero tomó el rey a dos hijos de Rizpa hija de Aja, los cuales ella había tenido de Saúl, Armoni y Mefi-boset, y a cinco hijos de Micalc hija de Saúl, los cuales ella había tenido de Adriel hijo de Barzilai meholatita, 9y los entregó en manos de los gabaonitas, y ellos los ahorcaron en el monte delante de Jehová; y así murieron juntos aquellos siete, los cuales fueron muertos en los primeros días de la siega, al comenzar la siega de la cebada.
10Entonces Rizpa hija de Aja tomó una tela de cilicio y la tendió para sí sobre el peñasco, desde el principio de la siega hasta que llovió sobre ellos agua del cielo; y no dejó que ninguna ave del cielo se posase sobre ellos de día, ni fieras del campo de noche. 11Y fue dicho a David lo que hacía Rizpa hija de Aja, concubina de Saúl. 12Entonces David fue y tomó los huesos de Saúl y los huesos de Jonatán su hijo, de los hombres de Jabes de Galaad, que los habían hurtado de la plaza de Bet-sán, donde los habían colgado los filisteos, cuando los filisteos mataron a Saúl en Gilboa;d 13e hizo llevar de allí los huesos de Saúl y los huesos de Jonatán su hijo; y recogieron también los huesos de los ahorcados. 14Y sepultaron los huesos de Saúl y los de su hijo Jonatán en tierra de Benjamín, en Zela, en el sepulcro de Cis su padre; e hicieron todo lo que el rey había mandado. Y Dios fue propicio a la tierra después de esto.
Abisai libra a David del gigante
15Volvieron los filisteos a hacer la guerra a Israel, y descendió David y sus siervos con él, y pelearon con los filisteos; y David se cansó. 16E Isbi-benob, uno de los descendientes de los gigantes, cuya lanza pesaba trescientos siclos de bronce, y quien estaba ceñido con una espada nueva, trató de matar a David; 17mas Abisai hijo de Sarvia llegó en su ayuda, e hirió al filisteo y lo mató. Entonces los hombres de David le juraron, diciendo: Nunca más de aquí en adelante saldrás con nosotros a la batalla, no sea que apagues la lámpara de Israel.
Los hombres de David matan a los gigantes
(1 Cr. 20.4–8)
18Otra segunda guerra hubo después en Gob contra los filisteos; entonces Sibecai husatita mató a Saf, quien era uno de los descendientes de los gigantes. 19Hubo otra vez guerra en Gob contra los filisteos, en la cual Elhanán, hijo de Jaare-oregim de Belén, mató a Goliat geteo, el asta de cuya lanza era como el rodillo de un telar. 20Después hubo otra guerra en Gat, donde había un hombre de gran estatura, el cual tenía doce dedos en las manos, y otros doce en los pies, veinticuatro por todos; y también era descendiente de los gigantes. 21Este desafió a Israel, y lo mató Jonatán, hijo de Simea hermano de David. 22Estos cuatro eran descendientes de los gigantes en Gat, los cuales cayeron por mano de David y por mano de sus siervos.[2]
Oseas 1
La esposa infiel de Oseas, y sus hijos
1
1Palabra de Jehová que vino a Oseas hijo de Beeri, en días de Uzías,a Jotam,b Acazc y Ezequías,d reyes de Judá, y en días de Jeroboame hijo de Joás, rey de Israel.
2El principio de la palabra de Jehová por medio de Oseas. Dijo Jehová a Oseas: Ve, tómate una mujer fornicaria, e hijos de fornicación; porque la tierra fornica apartándose de Jehová. 3Fue, pues, y tomó a Gomer hija de Diblaim, la cual concibió y le dio a luz un hijo.
4Y le dijo Jehová: Ponle por nombre Jezreel; porque de aquí a poco yo castigaré a la casa de Jehú por causa de la sangre de Jezreel,f y haré cesar el reino de la casa de Israel. 5Y en aquel día quebraré yo el arco de Israel en el valle de Jezreel.
6Concibió ella otra vez, y dio a luz una hija. Y le dijo Dios: Ponle por nombre Lo-ruhama,1 porque no me compadeceré más de la casa de Israel, sino que los quitaré del todo. 7Mas de la casa de Judá tendré misericordia, y los salvaré por Jehová su Dios; y no los salvaré con arco, ni con espada, ni con batalla, ni con caballos ni jinetes.
8Después de haber destetado a Lo-ruhama, concibió y dio a luz un hijo. 9Y dijo Dios: Ponle por nombre Lo-ammi,2 porque vosotros no sois mi pueblo, ni yo seré vuestro Dios.
10Con todo, será el número de los hijos de Israel como la arena del mar, que no se puede medir ni contar. Y en el lugar en donde les fue dicho: Vosotros no sois pueblo mío, les será dicho: Sois hijos del Dios viviente.g 11Y se congregarán los hijos de Judá y de Israel, y nombrarán un solo jefe, y subirán de la tierra; porque el día de Jezreel será grande.[3]
e e 8.28: Mr. 6.14–15; Lc. 9.7–8.
f f 8.29: Jn. 6.68–69.
g g 8.34: Mt. 10.38; Lc. 14.27.
h h 8.35: Mt. 10.39; Lc. 17.33; Jn. 12.25.
[1]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (Mr 8.21-9.1). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.
a a 20.1: 1 R. 12.16; 2 Cr. 10.16.
b b 20.3: 2 S. 16.22.
a a 21.2: Jos. 9.3–15.
b b 21.7: 1 S. 20.15–17; 2 S. 9.1–7.
c c 21.8: 1 S. 18.19.
d d 21.12: 1 S. 31.8–13.
[2]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (2 Sm 19.43-21.22). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.
a a 1.1: 2 R. 15.1–7; 2 Cr. 26.1–23.
b b 1.1: 2 R. 15.32–38; 2 Cr. 27.1–8.
c c 1.1: 2 R. 16.1–20; 2 Cr. 28.1–27.
d d 1.1: 2 R. 18.1—20.21; 2 Cr. 29.1—32.33.
e e 1.1: 2 R. 14.23–29.
f f 1.4: 2 R. 10.11.
1 Esto es, No compadecida.
2 Esto es, No pueblo mío.
g g 1.10: Ro. 9.26.
[3]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (Dn 12.13-Os 1.11). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.
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