¡Cómo se vive una Vida Nueva!
¡Olvidando lo que quedó atrás!
Por Riqui Ricón*
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es;
las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas (2 Co 5.17).
Esta es una Escritura hermosa y poderosa. Hermosa porque expresa
todo el Amor que Dios siente por ti al haber desarrollado Su Plan de Salvación
para tu vida, y poderosa porque contiene el resultado asombroso de dicho Plan:
hacer de ti una persona Nueva, totalmente diferente a la que antes eras.
Es una Escritura cargada de Amor puesto que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo,
no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados (2 Co 5.19a). Y esto es así porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que
todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna (Jn 3.16).
Jamás debes olvidar que Dios te ama tanto que prefirió entregar a
Su propio Hijo antes que perderte a ti.
Miren con cuánto amor nos ama nuestro Padre que nos llama
sus hijos, ¡y eso es lo que somos! Pero la gente de este mundo no reconoce que
somos hijos de Dios, porque no lo conocen a él (1 Jn 3.1 NTV).
Es tanto el Amor que Dios siente por ti que, una vez que tú fuiste
justificado(a) con la muerte y resurrección de Jesucristo, Él te ha llamado Su
propio(a) Hijo(a).
Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado,
para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él (2 Co 5.21).
Quizá te estés preguntando, -¿Cómo una persona como yo, como yo viví
mi vida, puede formar parte de la familia de Dios? ¿Será posible que en Verdad
yo pueda ser un(a) hermano(a) de Jesucristo? Las respuestas a estas y otras
preguntas parecidas, las encontrarás en la Biblia que es la infalible Palabra
de Dios.
Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de
Dios (1 Jn 5.1a).
Esto significa que, si tú has creído y reconocido a Jesús como tu
Señor y Salvador ahora eres, literalmente, un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de
Nuevo.
Y, ¿cómo le puede suceder esto a una persona como tú?
siendo renacidos [Nacidos
de Nuevo], no de simiente
corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece
para siempre (1 P 1.23).
Es el Amor y la Gracia de Dios sobre tu persona lo que hizo
posible que mediante tu Fe en la Palabra de Dios recibieses la adopción
legítima de un(a) Hijo(a) y heredero(a) de Dios.
Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor
con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida
juntamente con Cristo(A) (por gracia
sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en
los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros
las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo
Jesús. Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros,
pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe (Efe 2.4-9).
Así que, definitivamente tú ya no eres un(a) miserable pecador(a)
destinado al infierno por lo que resta de la eternidad; sino que ahora eres
ese(a) heredero(a) de la Vida Eterna que Dios siempre ha amado.
Porque todos los que son guiados por el Espíritu de
Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no
habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de
adopción, por el cual clamamos: ¡Abba,
Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos,
también herederos; herederos de
Dios y coherederos con Cristo (Ro 8.14-17a).
Ahora, en Cristo Jesús, el Todopoderoso Dios es tu verdadero Padre
y Jesucristo ha dejado de ser el único Hijo de Dios para ser el primero entre
muchos hermanos.
Porque a los que antes conoció, también los predestinó
para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito
entre muchos hermanos (Ro 8.29).
Si lo notas, tú has sido predestinado(a) por Dios para ser
hecho(a) conforme a la imagen de Su Hijo Jesús. Esto es, para que tú seas exactamente
igual a Jesucristo.
De esta manera se hace realidad el amor en nosotros, para
que en el día del juicio tengamos confianza; porque nosotros somos en este
mundo tal como es Jesucristo (1 Jn 4.17 DHH).
Dado que Jesús era el Único Hijo de Dios (Eterno, engendrado por Dios
pero no creado y de la misma naturaleza que el Padre), y ahora todos Sus Hijos
somos exactamente iguales a Él, entonces te darás cuenta que Dios no puede
tener Hijos pecadores, mediocre o fracasados. Todos somos justos, santos y
perfectos por medio de Cristo Jesús.
Y en virtud de esa voluntad somos santificados mediante
el sacrificio del cuerpo de Jesucristo, ofrecido una vez y para siempre. Todo
sacerdote celebra el culto día tras día ofreciendo repetidas veces los mismos
sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados. Pero este sacerdote, después
de ofrecer por los pecados un solo sacrificio para siempre, se sentó a la
derecha de Dios, en espera de que sus enemigos sean puestos por estrado de sus
pies. Porque con un solo sacrificio ha
hecho perfectos para siempre a los que está santificando (He 10.10-14 NVI).
Y este es el milagro más hermoso y poderoso del Plan de Dios para
tu vida, que todo aquel que está en Cristo,
nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas (2 Co 5.17).
Por lo tanto, en Cristo Jesús, tú ya no eres más un extraño(a) ni
extranjero(a) para Dios, sino que ahora eres miembro de Su Familia; eres un(a)
ciudadano(a) del Reino de Dios y conciudadano(a) de los cristianos de todo el
mundo (Efe 2.19).
¡Esta es Palabra de Dios! ¡Esta es Palabra de Honor!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, te amo con todo mi corazón y en este día
quiero agradecerte una vez más tu Gran Amor por mí. Pues Tú eres rico en misericordia y por Tu gran amor con que me has
amado, aun estando yo muerto(a) en pecados, me diste vida juntamente con
Cristo, por gracia soy salvo(a), y juntamente con Él me resucitaste, y asimismo
me hiciste sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en estos
días las abundantes riquezas de Tu gracia en Tu bondad para conmigo en Cristo
Jesús, al darme esta Nueva Vida como un(a) legítimo(a) Hijo(a) Tuyo(a). Gracias porque, a pesar de lo que ahora digan y griten las
circunstancias de mi vida, la Verdad es que yo soy la persona que Tú, Padre,
dices en Tu Palabra que soy: ¡Tu Hijo(a) Amado(a)! Señor Jesús, gracias porque
con Tu muerte y resurrección me justificaste, me hiciste Nueva criatura y me
diste esta Vida totalmente Nueva. Gracias porque no es una Vida común y
corriente. Por ti, Señor Jesús, ahora puedo gozar la Vida Eterna de un(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. ¡Tengo Vida de Reino! ¡Tengo Vida de Poder!
Por Ti, mi amado Jesús, he Nacido de Nuevo y ahora Dios, el Todopoderoso, es
Abba, Padre, mi Papá. En cuanto a mis circunstancias, yo busco tu ayuda
SEÑOR. Espero confiadamente que Tú me salves, y con toda certeza sé que Tú, mi
Dios, me oyes. Por lo tanto, ¡Enemigos míos (enfermedad, pobreza, tristeza o
temor), no se regodeen de mí! Pues aunque caiga, me levantaré otra vez. Aunque
esté en oscuridad, el SEÑOR será mi luz. Seré paciente cuando el SEÑOR me
castigue, porque he pecado contra él. Pero después, él tomará mi caso y me hará
justicia por todo lo que he sufrido a manos de mis enemigos. El SEÑOR me
llevará a la luz y veré su justicia. Entonces mis enemigos verán que el SEÑOR
está de mi lado. Serán avergonzados los que se mofaban de mí diciendo:
«Entonces, ¿dónde está el SEÑOR, ese Dios tuyo?». Con mis propios ojos veré su
ruina; como lodo en las calles serán pisoteados (Miq 7.7-10). Amado Padre
celestial, ¿Dónde hay otro Dios como tú, que perdona mi culpa y pasas por alto
los pecados de Tu preciado Hijo(a)? No seguirás enojado conmigo para siempre,
porque tú te deleitas en mostrar tu amor inagotable. Volverás a tener compasión
de mí. ¡Aplastarás mis pecados bajo tus pies y los arrojarás a las
profundidades del océano! Me mostrarás Tu fidelidad y Tu amor inagotable, como
lo prometiste hace mucho tiempo en Tu Palabra, la Biblia (Miq 7.18-20). Así
que, Gracias por ser la Luz que ilumina mi Vida. Gracias por todas y cada una de Tus Promesas
que me has hecho. Leer de ellas en Tu Palabra, la Biblia, me hace conocer la
Verdad y la Verdad me hace libre. Lámpara es a mis pies Tu Palabra y Luz en mi
Camino. ¡Tengo entendimiento y resplandezco como el resplandor del firmamento!
Soy libre para recibir, por medio de la fe en Ti, Jesucristo, esta Nueva Vida.
Soy libre para recibir, por medio de la fe en Tu Palabra, esta identidad de
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, siendo renacido(a), no de simiente
corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece
para siempre. Soy libre para recibir, por medio de la fe en Tu Palabra, el
cumplimiento en mi Vida de todas y cada una de Tus Promesas. Por lo tanto,
amado Padre celestial, todas y cada una de las Promesas que están en Tu Palabra
son mías y para mí. Hoy puedo orar a Ti con la certeza de que me escuchas y me
respondes. Tengo gozo y paz en mi corazón pues puedo pedir y recibir. Por lo
tanto, en el nombre poderoso de Cristo Jesús, declaró que soy sano(a) y libre de
toda enfermedad o dolencia; creo y recibo la voluntad expresa de mi Padre, Dios
Todopoderoso, para ser y vivir prosperado(a) en todas las cosas. Echo fuera de
mi vida todo pensamiento de temor y duda resistiendo todo engaño y mentira
acerca de mí. Yo soy lo que la Biblia dice que soy. Un(a) Hijo(a) amado(a) de
Dios; especial tesoro de mi Padre; todo lo puedo en Cristo que me fortalece y
en todas las cosas, absolutamente todas las cosas, soy más que vencedor(a) por
medio del Amor de Cristo Jesús, mi Rey, Señor y Salvador. Señor Jesús, hoy me
alegro en el gozo y la paz que brindan el ser la persona que Tú dices que soy.
Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo
de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la
siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que
le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este
mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a)
pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu
sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última
gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero,
Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente
Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta
simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido
trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo!
¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré
solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2011
Tres Recomendaciones:
Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y
Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de
Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del
pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora
es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas
recomendaciones:
1. Orar.
Orar es platicar con Dios. Así que, búscate un lugar tranquilo donde puedas
comenzar a platicar todas tus cosas con Él. Hazlo de forma audible y notarás
como Dios siempre responderá a tu corazón.
2.
Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La
Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla.
¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el
programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas
correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A
Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el
programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.
3.
En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una
iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las
Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.
*Ricardo
C. Peredo Jaime © 2020
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Agosto
5 2
Corintios 5.11-6.13 / 2 Reyes 18
/ Miqueas 7
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Agosto
5 2
Corintios 5.11-6.13 / 2 Reyes 18
/ Miqueas 7
2
Corintios 5.11-6.13
El ministerio de la reconciliación
11Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres; pero a
Dios le es manifiesto lo que somos; y espero que también lo sea a vuestras
conciencias. 12No nos recomendamos, pues, otra vez a vosotros, sino
os damos ocasión de gloriaros por nosotros, para que tengáis con qué responder
a los que se glorían en las apariencias y no en el corazón. 13Porque
si estamos locos, es para Dios; y si somos cuerdos, es para vosotros. 14Porque
el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos,
luego todos murieron; 15y por todos murió, para que los que viven,
ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.
16De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la
carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así. 17De
modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron;
he aquí todas son hechas nuevas. 18Y todo esto proviene de Dios,
quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la
reconciliación; 19que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al
mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a
nosotros la palabra de la reconciliación. 20Así que, somos
embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os
rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios. 21Al que no
conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos
justicia de Dios en él.
6
1Así, pues, nosotros, como colaboradores suyos, os exhortamos también a que
no recibáis en vano la gracia de Dios. 2Porque dice:
En tiempo aceptable te he oído,
Y en día de salvación te he
socorrido.
He aquí
ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación. 3No
damos a nadie ninguna ocasión de tropiezo, para que nuestro ministerio no sea
vituperado; 4antes bien, nos recomendamos en todo como ministros de
Dios, en mucha paciencia, en tribulaciones, en necesidades, en angustias; 5en
azotes, en cárceles, en tumultos, en trabajos, en desvelos, en ayunos; 6en
pureza, en ciencia, en longanimidad, en bondad, en el Espíritu Santo, en amor
sincero, 7en palabra de verdad, en poder de Dios, con armas de
justicia a diestra y a siniestra; 8por honra y por deshonra, por
mala fama y por buena fama; como engañadores, pero veraces; 9como
desconocidos, pero bien conocidos; como moribundos, mas he aquí vivimos; como
castigados, mas no muertos; 10como entristecidos, mas siempre
gozosos; como pobres, mas enriqueciendo a muchos; como no teniendo nada, mas
poseyéndolo todo.
11Nuestra boca se ha abierto a vosotros, oh corintios; nuestro corazón se ha
ensanchado. 12No estáis estrechos en nosotros, pero sí sois estrechos
en vuestro propio corazón. 13Pues, para corresponder del mismo modo
(como a hijos hablo), ensanchaos también vosotros.
2
Reyes 18
Reinado de Ezequías
(2 Cr. 29.1–2)
18
1En el tercer año de Oseas hijo de Ela, rey de Israel, comenzó a reinar
Ezequías hijo de Acaz rey de Judá. 2Cuando comenzó a reinar era de
veinticinco años, y reinó en Jerusalén veintinueve años. El nombre de su madre
fue Abi hija de Zacarías. 3Hizo lo recto ante los ojos de Jehová,
conforme a todas las cosas que había hecho David su padre. 4El quitó
los lugares altos, y quebró las imágenes, y cortó los símbolos de Asera, e hizo
pedazos la serpiente de bronce que había hecho Moisés, porque hasta entonces le
quemaban incienso los hijos de Israel; y la llamó Nehustán. 5En
Jehová Dios de Israel puso su esperanza; ni después ni antes de él hubo otro
como él entre todos los reyes de Judá. 6Porque siguió a Jehová, y no
se apartó de él, sino que guardó los mandamientos que Jehová prescribió a
Moisés. 7Y Jehová estaba con él; y adondequiera que salía,
prosperaba. El se rebeló contra el rey de Asiria, y no le sirvió. 8Hirió
también a los filisteos hasta Gaza y sus fronteras, desde las torres de las
atalayas hasta la ciudad fortificada.
Caída de Samaria
9En el cuarto año del rey Ezequías, que era el año séptimo de Oseas hijo de
Ela, rey de Israel, subió Salmanasar rey de los asirios contra Samaria, y la
sitió, 10y la tomaron al cabo de tres años. En el año sexto de
Ezequías, el cual era el año noveno de Oseas rey de Israel, fue tomada Samaria.
11Y el rey de Asiria llevó cautivo a Israel a Asiria, y los puso en
Halah, en Habor junto al río Gozán, y en las ciudades de los medos; 12por
cuanto no habían atendido a la voz de Jehová su Dios, sino que habían
quebrantado su pacto; y todas las cosas que Moisés siervo de Jehová había
mandado, no las habían escuchado, ni puesto por obra.
Senaquerib invade a Judá
(2 Cr. 32.1–19; Is. 36.1–22)
13A los catorce años del rey Ezequías, subió Senaquerib rey de Asiria contra
todas las ciudades fortificadas de Judá, y las tomó. 14Entonces
Ezequías rey de Judá envió a decir al rey de Asiria que estaba en Laquis: Yo he
pecado; apártate de mí, y haré todo lo que me impongas. Y el rey de Asiria
impuso a Ezequías rey de Judá trescientos talentos de plata, y treinta talentos
de oro. 15Dio, por tanto, Ezequías toda la plata que fue hallada en
la casa de Jehová, y en los tesoros de la casa real. 16Entonces
Ezequías quitó el oro de las puertas del templo de Jehová y de los quiciales
que el mismo rey Ezequías había cubierto de oro, y lo dio al rey de Asiria. 17Después
el rey de Asiria envió contra el rey Ezequías al Tartán, al Rabsaris y al
Rabsaces, con un gran ejército, desde Laquis contra Jerusalén, y subieron y
vinieron a Jerusalén. Y habiendo subido, vinieron y acamparon junto al
acueducto del estanque de arriba, en el camino de la heredad del Lavador. 18Llamaron
luego al rey, y salió a ellos Eliaquim hijo de Hilcías, mayordomo, y Sebna
escriba, y Joa hijo de Asaf, canciller.
19Y les dijo el Rabsaces: Decid ahora a Ezequías: Así dice el gran rey de
Asiria: ¿Qué confianza es esta en que te apoyas? 20Dices (pero son
palabras vacías): Consejo tengo y fuerzas para la guerra. Mas ¿en qué confías,
que te has rebelado contra mí? 21He aquí que confías en este báculo
de caña cascada, en Egipto, en el cual si alguno se apoyare, se le entrará por
la mano y la traspasará. Tal es Faraón rey de Egipto para todos los que en él confían.
22Y si me decís: Nosotros confiamos en Jehová nuestro Dios, ¿no es
éste aquel cuyos lugares altos y altares ha quitado Ezequías, y ha dicho a Judá
y a Jerusalén: Delante de este altar adoraréis en Jerusalén? 23Ahora,
pues, yo te ruego que des rehenes a mi señor, el rey de Asiria, y yo te daré
dos mil caballos, si tú puedes dar jinetes para ellos. 24¿Cómo,
pues, podrás resistir a un capitán, al menor de los siervos de mi señor, aunque
estés confiado en Egipto con sus carros y su gente de a caballo? 25¿Acaso
he venido yo ahora sin Jehová a este lugar, para destruirlo? Jehová me ha
dicho: Sube a esta tierra, y destrúyela.
26Entonces dijo Eliaquim hijo de Hilcías, y Sebna y Joa, al Rabsaces: Te
rogamos que hables a tus siervos en arameo, porque nosotros lo entendemos, y no
hables con nosotros en lengua de Judá a oídos del pueblo que está sobre el
muro. 27Y el Rabsaces les dijo: ¿Me ha enviado mi señor para decir
estas palabras a ti y a tu señor, y no a los hombres que están sobre el muro,
expuestos a comer su propio estiércol y beber su propia orina con vosotros?
28Entonces el Rabsaces se puso en pie y clamó a gran voz en lengua de Judá, y
habló diciendo: Oíd la palabra del gran rey, el rey de Asiria. 29Así
ha dicho el rey: No os engañe Ezequías, porque no os podrá librar de mi mano. 30Y
no os haga Ezequías confiar en Jehová, diciendo: Ciertamente nos librará
Jehová, y esta ciudad no será entregada en mano del rey de Asiria. 31No
escuchéis a Ezequías, porque así dice el rey de Asiria: Haced conmigo paz, y
salid a mí, y coma cada uno de su vid y de su higuera, y beba cada uno las
aguas de su pozo, 32hasta que yo venga y os lleve a una tierra como
la vuestra, tierra de grano y de vino, tierra de pan y de viñas, tierra de
olivas, de aceite, y de miel; y viviréis, y no moriréis. No oigáis a Ezequías,
porque os engaña cuando dice: Jehová nos librará. 33¿Acaso alguno de
los dioses de las naciones ha librado su tierra de la mano del rey de Asiria? 34¿Dónde
está el dios de Hamat y de Arfad? ¿Dónde está el dios de Sefarvaim, de Hena, y
de Iva? ¿Pudieron éstos librar a Samaria de mi mano? 35¿Qué dios de
todos los dioses de estas tierras ha librado su tierra de mi mano, para que
Jehová libre de mi mano a Jerusalén?
36Pero el pueblo calló, y no le respondió palabra; porque había mandamiento
del rey, el cual había dicho: No le respondáis. 37Entonces Eliaquim
hijo de Hilcías, mayordomo, y Sebna escriba, y Joa hijo de Asaf, canciller,
vinieron a Ezequías, rasgados sus vestidos, y le contaron las palabras del
Rabsaces.
Miqueas 7
Corrupción moral de Israel
7
1¡Ay de mí! porque estoy como cuando han recogido los frutos del verano,
como cuando han rebuscado después de la vendimia, y no queda racimo para comer;
mi alma deseó los primeros frutos. 2Faltó el misericordioso de la
tierra, y ninguno hay recto entre los hombres; todos acechan por sangre; cada
cual arma red a su hermano. 3Para completar la maldad con sus manos,
el príncipe demanda, y el juez juzga por recompensa; y el grande habla el
antojo de su alma, y lo confirman. 4El mejor de ellos es como el
espino; el más recto, como zarzal; el día de tu castigo viene, el que
anunciaron tus atalayas; ahora será su confusión. 5No creáis en
amigo, ni confiéis en príncipe; de la que duerme a tu lado cuídate, no abras tu
boca. 6Porque el hijo deshonra al padre, la hija se levanta contra
la madre, la nuera contra su suegra, y los enemigos del hombre son los de su
casa. 7Mas yo a Jehová miraré, esperaré al Dios de mi salvación; el
Dios mío me oirá.
Jehová trae luz y libertad
8Tú, enemiga mía, no te alegres de mí, porque aunque caí, me levantaré;
aunque more en tinieblas, Jehová será mi luz. 9La ira de Jehová
soportaré, porque pequé contra él, hasta que juzgue mi causa y haga mi
justicia; él me sacará a luz; veré su justicia. 10Y mi enemiga lo
verá, y la cubrirá vergüenza; la que me decía: ¿Dónde está Jehová tu Dios? Mis
ojos la verán; ahora será hollada como lodo de las calles.
11Viene el día en que se edificarán tus muros; aquel día se extenderán los
límites. 12En ese día vendrán hasta ti desde Asiria y las ciudades
fortificadas, y desde las ciudades fortificadas hasta el Río, y de mar a mar, y
de monte a monte. 13Y será asolada la tierra a causa de sus
moradores, por el fruto de sus obras.
Compasión de Jehová por Israel
14Apacienta tu pueblo con tu cayado, el rebaño de tu heredad, que mora solo
en la montaña, en campo fértil; busque pasto en Basán y Galaad, como en el
tiempo pasado. 15Yo les mostraré maravillas como el día que saliste
de Egipto.
16Las naciones verán, y se avergonzarán de todo su poderío; pondrán la mano
sobre su boca, ensordecerán sus oídos. 17Lamerán el polvo como la
culebra; como las serpientes de la tierra, temblarán en sus encierros; se
volverán amedrentados ante Jehová nuestro Dios, y temerán a causa de ti.
18¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente
de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en
misericordia. 19El volverá a tener misericordia de nosotros;
sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros
pecados. 20Cumplirás la verdad a Jacob, y a Abraham la misericordia,
que juraste a nuestros padres desde tiempos antiguos.
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Agosto
5 2
Corintios 5.11-6.13 / 2 Reyes 18
/ Miqueas 7
2
Corintios 5.11-6.13
El ministerio de la reconciliación
11Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres; pero a
Dios le es manifiesto lo que somos; y espero que también lo sea a vuestras
conciencias. 12No nos recomendamos, pues, otra vez a vosotros, sino
os damos ocasión de gloriaros por nosotros, para que tengáis con qué responder
a los que se glorían en las apariencias y no en el corazón. 13Porque
si estamos locos, es para Dios; y si somos cuerdos, es para vosotros. 14Porque
el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos,
luego todos murieron; 15y por todos murió, para que los que viven,
ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.
16De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la
carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así. 17De
modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron;
he aquí todas son hechas nuevas. 18Y todo esto proviene de Dios,
quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la
reconciliación; 19que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al
mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a
nosotros la palabra de la reconciliación. 20Así que, somos
embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os
rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios. 21Al que no
conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos
justicia de Dios en él.
6
1Así, pues, nosotros, como colaboradores suyos, os exhortamos también a que
no recibáis en vano la gracia de Dios. 2Porque dice:
En tiempo aceptable te he oído,
Y en día de salvación te he
socorrido.
He aquí
ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación. 3No
damos a nadie ninguna ocasión de tropiezo, para que nuestro ministerio no sea
vituperado; 4antes bien, nos recomendamos en todo como ministros de
Dios, en mucha paciencia, en tribulaciones, en necesidades, en angustias; 5en
azotes, en cárceles, en tumultos, en trabajos, en desvelos, en ayunos; 6en
pureza, en ciencia, en longanimidad, en bondad, en el Espíritu Santo, en amor
sincero, 7en palabra de verdad, en poder de Dios, con armas de
justicia a diestra y a siniestra; 8por honra y por deshonra, por
mala fama y por buena fama; como engañadores, pero veraces; 9como
desconocidos, pero bien conocidos; como moribundos, mas he aquí vivimos; como
castigados, mas no muertos; 10como entristecidos, mas siempre
gozosos; como pobres, mas enriqueciendo a muchos; como no teniendo nada, mas
poseyéndolo todo.
11Nuestra boca se ha abierto a vosotros, oh corintios; nuestro corazón se ha
ensanchado. 12No estáis estrechos en nosotros, pero sí sois estrechos
en vuestro propio corazón. 13Pues, para corresponder del mismo modo
(como a hijos hablo), ensanchaos también vosotros.
2
Reyes 18
Reinado de Ezequías
(2 Cr. 29.1–2)
18
1En el tercer año de Oseas hijo de Ela, rey de Israel, comenzó a reinar
Ezequías hijo de Acaz rey de Judá. 2Cuando comenzó a reinar era de
veinticinco años, y reinó en Jerusalén veintinueve años. El nombre de su madre
fue Abi hija de Zacarías. 3Hizo lo recto ante los ojos de Jehová,
conforme a todas las cosas que había hecho David su padre. 4El quitó
los lugares altos, y quebró las imágenes, y cortó los símbolos de Asera, e hizo
pedazos la serpiente de bronce que había hecho Moisés, porque hasta entonces le
quemaban incienso los hijos de Israel; y la llamó Nehustán. 5En
Jehová Dios de Israel puso su esperanza; ni después ni antes de él hubo otro
como él entre todos los reyes de Judá. 6Porque siguió a Jehová, y no
se apartó de él, sino que guardó los mandamientos que Jehová prescribió a
Moisés. 7Y Jehová estaba con él; y adondequiera que salía,
prosperaba. El se rebeló contra el rey de Asiria, y no le sirvió. 8Hirió
también a los filisteos hasta Gaza y sus fronteras, desde las torres de las
atalayas hasta la ciudad fortificada.
Caída de Samaria
9En el cuarto año del rey Ezequías, que era el año séptimo de Oseas hijo de
Ela, rey de Israel, subió Salmanasar rey de los asirios contra Samaria, y la
sitió, 10y la tomaron al cabo de tres años. En el año sexto de
Ezequías, el cual era el año noveno de Oseas rey de Israel, fue tomada Samaria.
11Y el rey de Asiria llevó cautivo a Israel a Asiria, y los puso en
Halah, en Habor junto al río Gozán, y en las ciudades de los medos; 12por
cuanto no habían atendido a la voz de Jehová su Dios, sino que habían
quebrantado su pacto; y todas las cosas que Moisés siervo de Jehová había
mandado, no las habían escuchado, ni puesto por obra.
Senaquerib invade a Judá
(2 Cr. 32.1–19; Is. 36.1–22)
13A los catorce años del rey Ezequías, subió Senaquerib rey de Asiria contra
todas las ciudades fortificadas de Judá, y las tomó. 14Entonces
Ezequías rey de Judá envió a decir al rey de Asiria que estaba en Laquis: Yo he
pecado; apártate de mí, y haré todo lo que me impongas. Y el rey de Asiria
impuso a Ezequías rey de Judá trescientos talentos de plata, y treinta talentos
de oro. 15Dio, por tanto, Ezequías toda la plata que fue hallada en
la casa de Jehová, y en los tesoros de la casa real. 16Entonces
Ezequías quitó el oro de las puertas del templo de Jehová y de los quiciales
que el mismo rey Ezequías había cubierto de oro, y lo dio al rey de Asiria. 17Después
el rey de Asiria envió contra el rey Ezequías al Tartán, al Rabsaris y al
Rabsaces, con un gran ejército, desde Laquis contra Jerusalén, y subieron y
vinieron a Jerusalén. Y habiendo subido, vinieron y acamparon junto al
acueducto del estanque de arriba, en el camino de la heredad del Lavador. 18Llamaron
luego al rey, y salió a ellos Eliaquim hijo de Hilcías, mayordomo, y Sebna
escriba, y Joa hijo de Asaf, canciller.
19Y les dijo el Rabsaces: Decid ahora a Ezequías: Así dice el gran rey de
Asiria: ¿Qué confianza es esta en que te apoyas? 20Dices (pero son
palabras vacías): Consejo tengo y fuerzas para la guerra. Mas ¿en qué confías,
que te has rebelado contra mí? 21He aquí que confías en este báculo
de caña cascada, en Egipto, en el cual si alguno se apoyare, se le entrará por
la mano y la traspasará. Tal es Faraón rey de Egipto para todos los que en él confían.
22Y si me decís: Nosotros confiamos en Jehová nuestro Dios, ¿no es
éste aquel cuyos lugares altos y altares ha quitado Ezequías, y ha dicho a Judá
y a Jerusalén: Delante de este altar adoraréis en Jerusalén? 23Ahora,
pues, yo te ruego que des rehenes a mi señor, el rey de Asiria, y yo te daré
dos mil caballos, si tú puedes dar jinetes para ellos. 24¿Cómo,
pues, podrás resistir a un capitán, al menor de los siervos de mi señor, aunque
estés confiado en Egipto con sus carros y su gente de a caballo? 25¿Acaso
he venido yo ahora sin Jehová a este lugar, para destruirlo? Jehová me ha
dicho: Sube a esta tierra, y destrúyela.
26Entonces dijo Eliaquim hijo de Hilcías, y Sebna y Joa, al Rabsaces: Te
rogamos que hables a tus siervos en arameo, porque nosotros lo entendemos, y no
hables con nosotros en lengua de Judá a oídos del pueblo que está sobre el
muro. 27Y el Rabsaces les dijo: ¿Me ha enviado mi señor para decir
estas palabras a ti y a tu señor, y no a los hombres que están sobre el muro,
expuestos a comer su propio estiércol y beber su propia orina con vosotros?
28Entonces el Rabsaces se puso en pie y clamó a gran voz en lengua de Judá, y
habló diciendo: Oíd la palabra del gran rey, el rey de Asiria. 29Así
ha dicho el rey: No os engañe Ezequías, porque no os podrá librar de mi mano. 30Y
no os haga Ezequías confiar en Jehová, diciendo: Ciertamente nos librará
Jehová, y esta ciudad no será entregada en mano del rey de Asiria. 31No
escuchéis a Ezequías, porque así dice el rey de Asiria: Haced conmigo paz, y
salid a mí, y coma cada uno de su vid y de su higuera, y beba cada uno las
aguas de su pozo, 32hasta que yo venga y os lleve a una tierra como
la vuestra, tierra de grano y de vino, tierra de pan y de viñas, tierra de
olivas, de aceite, y de miel; y viviréis, y no moriréis. No oigáis a Ezequías,
porque os engaña cuando dice: Jehová nos librará. 33¿Acaso alguno de
los dioses de las naciones ha librado su tierra de la mano del rey de Asiria? 34¿Dónde
está el dios de Hamat y de Arfad? ¿Dónde está el dios de Sefarvaim, de Hena, y
de Iva? ¿Pudieron éstos librar a Samaria de mi mano? 35¿Qué dios de
todos los dioses de estas tierras ha librado su tierra de mi mano, para que
Jehová libre de mi mano a Jerusalén?
36Pero el pueblo calló, y no le respondió palabra; porque había mandamiento
del rey, el cual había dicho: No le respondáis. 37Entonces Eliaquim
hijo de Hilcías, mayordomo, y Sebna escriba, y Joa hijo de Asaf, canciller,
vinieron a Ezequías, rasgados sus vestidos, y le contaron las palabras del
Rabsaces.
Miqueas 7
Corrupción moral de Israel
7
1¡Ay de mí! porque estoy como cuando han recogido los frutos del verano,
como cuando han rebuscado después de la vendimia, y no queda racimo para comer;
mi alma deseó los primeros frutos. 2Faltó el misericordioso de la
tierra, y ninguno hay recto entre los hombres; todos acechan por sangre; cada
cual arma red a su hermano. 3Para completar la maldad con sus manos,
el príncipe demanda, y el juez juzga por recompensa; y el grande habla el
antojo de su alma, y lo confirman. 4El mejor de ellos es como el
espino; el más recto, como zarzal; el día de tu castigo viene, el que
anunciaron tus atalayas; ahora será su confusión. 5No creáis en
amigo, ni confiéis en príncipe; de la que duerme a tu lado cuídate, no abras tu
boca. 6Porque el hijo deshonra al padre, la hija se levanta contra
la madre, la nuera contra su suegra, y los enemigos del hombre son los de su
casa. 7Mas yo a Jehová miraré, esperaré al Dios de mi salvación; el
Dios mío me oirá.
Jehová trae luz y libertad
8Tú, enemiga mía, no te alegres de mí, porque aunque caí, me levantaré;
aunque more en tinieblas, Jehová será mi luz. 9La ira de Jehová
soportaré, porque pequé contra él, hasta que juzgue mi causa y haga mi
justicia; él me sacará a luz; veré su justicia. 10Y mi enemiga lo
verá, y la cubrirá vergüenza; la que me decía: ¿Dónde está Jehová tu Dios? Mis
ojos la verán; ahora será hollada como lodo de las calles.
11Viene el día en que se edificarán tus muros; aquel día se extenderán los
límites. 12En ese día vendrán hasta ti desde Asiria y las ciudades
fortificadas, y desde las ciudades fortificadas hasta el Río, y de mar a mar, y
de monte a monte. 13Y será asolada la tierra a causa de sus
moradores, por el fruto de sus obras.
Compasión de Jehová por Israel
14Apacienta tu pueblo con tu cayado, el rebaño de tu heredad, que mora solo
en la montaña, en campo fértil; busque pasto en Basán y Galaad, como en el
tiempo pasado. 15Yo les mostraré maravillas como el día que saliste
de Egipto.
16Las naciones verán, y se avergonzarán de todo su poderío; pondrán la mano
sobre su boca, ensordecerán sus oídos. 17Lamerán el polvo como la
culebra; como las serpientes de la tierra, temblarán en sus encierros; se
volverán amedrentados ante Jehová nuestro Dios, y temerán a causa de ti.
18¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente
de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en
misericordia. 19El volverá a tener misericordia de nosotros;
sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros
pecados. 20Cumplirás la verdad a Jacob, y a Abraham la misericordia,
que juraste a nuestros padres desde tiempos antiguos.
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