¡Cómo librarte del juicio de Dios y del castigo eterno!
¡Sólo con Su Gracia!
Por Riqui Ricón*
!!Ay de la ciudad rebelde y contaminada y opresora! No
escuchó la voz, ni recibió la corrección; no confió en Jehová, no se acercó a su Dios (Sof 3.1-2).
Aunque a veces nos cuesta trabajo comprenderlo, sobre todo después
de haber conocido y creído el Amor de Dios, la Biblia es muy clara en cuanto a
que existe una sentencia de parte de Dios sobre este mundo y sobre el ser
humano; una sentencia que sin lugar a dudas se va a cumplir.
Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: !!Jehová!
!!Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en
misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la
iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al
malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los
hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación (Ex 34.6-7).
Ciertamente Dios, tu Padre, es clemente, misericordioso y
perdonador, pero también es justo y de ningún modo
tendrá por inocente al malvado.
Pero eres terco y no quieres cambiar, y así estás acumulando la ira de
Dios. El castigo te llegará el día en que Dios muestre toda su ira. Ese mismo
día, Dios mostrará que juzga correctamente y con justicia. Dios pagará a cada
uno según lo que haya hecho. Hay algunos que son constantes en hacer el bien.
Buscan de Dios la grandeza, el honor y una vida que no puede ser destruida. A
ellos Dios les dará vida eterna. Hay otros que son egoístas, se niegan a seguir
la verdad y han decidido seguir la injusticia. Dios los castigará con toda su
ira. Castigará con grandes sufrimientos a todos y cada uno de los que hacen lo
malo, tanto a los judíos como a los que no son judíos. Por el contrario, a
todos los que hacen el bien Dios les dará grandeza, honor y paz, sean judíos o
no. Dios juzga a todos por igual y sin favoritismos (Ro 2.5-11 PDT).
Así que, nos guste o no, hay un plazo y está establecido un tiempo
en que Dios juzgará con justo juicio a los seres humanos. Sin embargo, ni tú ni
yo tenemos nada que temer de ese día, pues de acuerdo a la Palabra de Dios, ese
día será también un día de alegría y de victoria, para todos aquellos que son
Hijos de Dios Nacidos de Nuevo por medio de Jesucristo.
Entonces vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el
primer cielo y la primera tierra habían desaparecido y también el mar. Y vi la
ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo desde la presencia de
Dios, como una novia hermosamente vestida para su esposo. Oí una fuerte voz que
salía del trono y decía: «¡Miren, el hogar de Dios ahora está entre su pueblo!
Él vivirá con ellos, y ellos serán su pueblo. Dios mismo estará con ellos. Él
les secará toda lágrima de los ojos, y no habrá más muerte ni tristeza ni llanto
ni dolor. Todas esas cosas ya no existirán más» (Apo 21.1-4 NTV).
¡Estas son muy buenas noticias! Mientras al sistema corrupto de
este mundo y a todos aquellos que insisten en la maldad les espera una terrible
condena, tu Padre celestial ha preparado para ti un cielo nuevo y una tierra nueva donde no habrá más muerte ni tristeza ni llanto ni dolor.
No te escribo esto para que te alegres ni te entristezcas por el
horrendo destino que le espera a alguien que por causa de su obstinado corazón
persistió en rechazar a Dios; más bien te escribo esto para que adquieras
conciencia del inmenso Amor que Dios siente por ti, pues al final de cuentas,
tú no merecías ser librado(a) del castigo eterno.
El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo:
He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquel de
quien yo dije: Después de mí viene un varón, el cual es antes de mí; porque era
primero que yo (Jn 1.29-30).
¡Jesucristo es el Cordero de Dios que QUITÓ el pecado de tu Vida!
La sangre que Cristo derramó en su muerte pagó el rescate
para librarnos del pecado. Es decir, que Dios es tan generoso que perdona
nuestras faltas (Efe 1.7 PDT).
Con Su muerte, Jesús cumplió toda justicia pagando el justo
castigo que merecían todas tus transgresiones. Pero fue con Su resurrección que
venció a la muerte y pudo adoptarte como Hijo(a) Suyo(a) según el puro afecto de su voluntad (Efe 1.5) y hacerte partícipe de la Vida Eterna que es un
privilegio exclusivo de los Hijos de Dios.
ANTES USTEDES ESTABAN bajo la maldición de Dios,
condenados eternamente por sus delitos y pecados. Según la corriente de este mundo,
eran pecadores empedernidos, y como tales, obedecían los dictados de Satanás,
príncipe del imperio del aire, quien ahora mismo está operando en el corazón de
los que se rebelan contra el Señor. Nosotros mismos éramos así; nuestras vidas
expresaban la maldad que había en nosotros, y nos entregábamos a las
perversidades a que nuestras pasiones y malos pensamientos nos empujaban. Era
un mal de nacimiento, pues nacimos con una naturaleza perversa que nos mantenía
bajo la ira de Dios como a los demás. Pero Dios es tan rico en misericordia y
nos amó tanto que, aunque estábamos espiritualmente muertos a causa de nuestros
pecados, nos vivificó con Cristo —sólo por su gracia infinitiva somos salvos—. Además, nos elevó con Cristo de la tumba a la gloria y
nos hizo sentar con El en los cielos.
Ahora Dios puede, en cualquier época, poner como ejemplo de su gracia
infinita la obra que en su bondad realizó en nosotros a través de
Jesucristo. Es por su gracia mediante la
fe en Cristo que son ustedes salvos, y no por nada que hayan hecho. La
salvación es un don de Dios y no se
obtiene haciendo el bien, porque si así fuera tendríamos de qué
gloriarnos. Somos hechura suya, creados
en Cristo Jesús para realizar las buenas obras que de antemano dispuso que
realizáramos. Nunca olviden que antes eran paganos, y que los judíos los tenían
por infieles e inmundos (aunque tienen el corazón tan inmundo como el de
ustedes, pues el valor de los rituales y ceremonias que practican es
externo). Recuerden que en aquellos días
ustedes vivían alejadísimos de Cristo, excluidos de la ciudadanía del pueblo de
Dios, y no habían recibido la promesa. Estaban perdidos, sin Dios y sin
esperanza. Pero ahora pertenecen a
Jesucristo; aunque antes andaban alejados de Dios, la sangre de Jesucristo los
acercó a El (Efe 2.1-13 BAD).
¡Y todo por Amor a ti!
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su
Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga
vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo,
sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).
¡Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes
que perderte a ti!
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que
seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos!
Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por
qué lo somos (1 Jn 3.1 BAD)
Por este gran Amor, Dios mismo ahora te llama Su Hijo(a) y te ha
dado el don, el regalo, de la Vida Eterna. ¡Tú Vivirás por Siempre! Y esto es
algo que el mundo nada más NO puede comprender.
»Hoy pongo al cielo y a la tierra por testigos contra ti,
de que te he dado a elegir entre la vida y la muerte, entre la bendición y la
maldición. Elige, pues, la vida, para que vivan tú y tus descendientes. Ama al
SEÑOR tu Dios, obedécelo y sé fiel a él, porque de él depende tu vida, y por él
vivirás mucho tiempo en el territorio que juró dar a tus antepasados Abraham,
Isaac y Jacob.» (Deu 30.19-20 NVI).
Dios lo planeó de esta forma. Él lo estableció así. Tanto las
palabras de maldición como la Bendición que encuentras en la Biblia, ambas son
Palabra de Dios y se van a cumplir al pie de la letra. Sin embargo, el anhelo,
la voluntad expresa de tu Padre siempre ha sido que tú vivas bajo La Bendición.
En ese día ya no hará falta que sean avergonzados, porque
dejarán de rebelarse contra mí. Quitaré al orgulloso y al arrogante de entre
ustedes; no habrá más altivez en mi monte santo. Quedarán sólo los sencillos y
los humildes porque son ellos quienes confían en el nombre del SEÑOR. Los del remanente de Israel no harán nada malo; nunca
mentirán ni se engañarán unos a otros. Comerán y dormirán seguros, sin que
nadie los atemorice». ¡Canta, oh hija de Sión; grita fuerte, oh Israel!
¡Alégrate y gózate con todo tu corazón, oh hija de Jerusalén! Pues el SEÑOR
quitará su mano de juicio y dispersará a los ejércitos de tus enemigos. ¡El SEÑOR mismo, el Rey de Israel, vivirá en medio de
ti! Por fin, se habrán terminado tus aflicciones y nunca jamás temerás el
desastre. En ese día, la proclama en Jerusalén será: «¡Ánimo Sión! ¡No temas!
Pues el SEÑOR tu Dios vive en medio de ti. Él es un poderoso salvador. Se
deleitará en ti con alegría. Con su amor calmará todos tus temores. Se gozará
por ti con cantos de alegría». «Reuniré a los que añoran los festivales
establecidos; nunca más serán avergonzados. Sin embargo, trataré con severidad
a quienes te oprimieron. Salvaré al débil y al indefenso; reuniré a los que
fueron expulsados. Daré gloria y renombre a los que fueron desterrados
dondequiera que hayan sido ridiculizados y avergonzados. En ese día los reuniré
y los traeré de regreso a casa. Les daré un buen nombre, un nombre distinguido
entre todas las naciones de la tierra, cuando, ante sus propios ojos,
restauraré tu bienestar. ¡Yo, el SEÑOR, he hablado!» (Sof 3.11-20 NTV).
Como ya habrás notado, el secreto está en confiar en Dios.
Jehová de los ejércitos,
Dichoso el hombre que en ti confía (Sal
84.12).
Confiar en Dios significa creerle a Dios; significa creer a Su
Palabra.
Así que, como puedes ver, la única forma de librarte del juicio de
Dios y del castigo eterno es amparándote bajo Su Amor y Su Gracia infinitos.
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, en Verdad que es hermoso saberme tan
amado(a) por Ti, mi Dios. Gracias por tanto y tan grande Amor. Este día (y
todos los días de mi vida) lo quiero vivir bajo Tu Gracia infinita sabiéndome
perdonado(a) de todos mis pecados. Creo y recibo esta Nueva Vida que Tú,
Jesucristo, compraste para mí al morir y resucitar venciendo a la muerte. Yo
estoy en Cristo y soy una Nueva creatura, las cosas viejas pasaron y he aquí
que todas son hechas nuevas. Soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y no
de una simiente que se pueda corromper, sino de la incorruptible semilla que es
Tu Palabra, Señor, que vive y permanece para siempre. Así, Tú has quitado el orgullo y la arrogancia de mi vida; ya no hay más altivez
de mi parte en Tu Presencia. Me has hecho sencillo(a) y humilde, y ahora confío plenamente en el nombre del SEÑOR.
Ya no haré nada malo; nunca mentiré ni engañaré a nadie más. Comeré y dormiré
seguro(a), sin que nadie me atemorice. ¡Hoy canto y grito fuertemente! ¡Me alegro
y me gozo con todo mi corazón! Pues Tú,
mi Padre, has quitado Tu mano de juicio y dispersarás a los ejércitos de mis
enemigos. ¡El SEÑOR mismo, el Rey de Israel, vive en medio de mí! Por fin,
se habrán terminado mis aflicciones y nunca jamás temeré el desastre. En este
día, yo proclamo: «¡Ánimo ________ (tu nombre aquí)! ¡No temas! Pues el SEÑOR mi
Dios vive en medio de mí. Tú, Jesús, eres un poderoso salvador y te deleitas en
mí con alegría. Con Tu amor calmas todos mis temores y te gozas por mí con
cantos de alegría. ¡Nunca más seré avergonzado(a)! Y aunque tratarás con
severidad a quienes me oprimieron, Tú, mi Dios, me salvarás. Me darás gloria y
renombre dondequiera que yo haya sido ridiculizado(a) y avergonzado(a). En este
día me reunirás y me traerás de regreso a casa, contigo Señor. Me darás un buen
nombre, un nombre distinguido entre todas las naciones de la tierra, cuando,
ante mis propios ojos, restaures mi bienestar. ¡Tú, el SEÑOR, lo has hablado y
decretado en Tu Palabra, la Biblia! Así que, soy
libre para recibir, por medio de la fe en Tu Palabra, el cumplimiento en mi
Vida de todas y cada una de Tus Promesas. Por lo tanto, amado Padre celestial,
todas y cada una de las Promesas que están en Tu Palabra son mías y para mí.
Hoy puedo orar a Ti con la certeza de que me escuchas y me respondes. Tengo
gozo y paz en mi corazón pues puedo pedir y recibir. Por lo tanto, en el nombre
poderoso de Cristo Jesús, declaró que soy sano(a) y libre de toda enfermedad o
dolencia; creo y recibo la voluntad expresa de mi Padre, Dios Todopoderoso,
para ser y vivir prosperado(a) en todas las cosas. Echo fuera de mi vida todo
pensamiento de temor y duda resistiendo todo engaño y mentira acerca de mí. Yo
soy lo que Tú, Dios Todopoderoso, dices en la Biblia que soy: Tu Hijo(a)
amado(a); especial tesoro de mi Padre; yo soy quien todo lo puedo en Cristo que
me fortalece y en todas las cosas, absolutamente en todas las cosas, soy más
que vencedor(a) por medio del Amor de Cristo Jesús, mi Rey, Señor y Salvador.
Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo
de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la
siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que
le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este
mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a)
pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu
sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última
gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero,
Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente
Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta
simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido
trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo!
¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré
solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2011
Tres Recomendaciones:
Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y
Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de
Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del
pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora
es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas
recomendaciones:
1. Orar.
Orar es platicar con Dios. Así que, búscate un lugar tranquilo donde puedas
comenzar a platicar todas tus cosas con Él. Hazlo de forma audible y notarás
como Dios siempre responderá a tu corazón.
2.
Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La
Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla.
¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el
programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas
correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A
Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el
programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.
3.
En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una
iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las
Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.
*Ricardo
C. Peredo Jaime © 2020
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Agosto
14 San
Juan 1.19-34 / 1 Crónicas 7-8 / Sofonías
3
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Agosto
14 San
Juan 1.19-34 / 1 Crónicas 7-8 / Sofonías
3
San Juan
1.19-34
Testimonio de Juan el Bautista
(Mt. 3.11–12; Mr. 1.7–8; Lc. 3.15–17)
19Este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron de Jerusalén
sacerdotes y levitas para que le preguntasen: ¿Tú, quién eres? 20Confesó,
y no negó, sino confesó: Yo no soy el Cristo. 21Y le preguntaron:
¿Qué pues? ¿Eres tú Elías? Dijo: No soy. ¿Eres tú el profeta? Y respondió: No. 22Le
dijeron: ¿Pues quién eres? para que demos respuesta a los que nos enviaron.
¿Qué dices de ti mismo? 23Dijo: Yo soy la voz de uno que clama en el
desierto: Enderezad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías.
24Y los que habían sido enviados eran de los fariseos. 25Y le
preguntaron, y le dijeron: ¿Por qué, pues, bautizas, si tú no eres el Cristo,
ni Elías, ni el profeta? 26Juan les respondió diciendo: Yo bautizo
con agua; mas en medio de vosotros está uno a quien vosotros no conocéis. 27Este
es el que viene después de mí, el que es antes de mí, del cual yo no soy digno
de desatar la correa del calzado. 28Estas cosas sucedieron en
Betábara, al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando.
El Cordero de Dios
29El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el
Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. 30Este es aquel de
quien yo dije: Después de mí viene un varón, el cual es antes de mí; porque era
primero que yo. 31Y yo no le conocía; mas para que fuese manifestado
a Israel, por esto vine yo bautizando con agua. 32También dio Juan
testimonio, diciendo: Vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y
permaneció sobre él. 33Y yo no le conocía; pero el que me envió a
bautizar con agua, aquél me dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu y que
permanece sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo. 34Y
yo le vi, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios.
1
Crónicas 7-8
Descendientes de Isacar
7
1Los hijos de Isacar fueron cuatro: Tola, Fúa, Jasub y Simrón. 2Los
hijos de Tola: Uzi, Refaías, Jeriel, Jahmai, Jibsam y Semuel, jefes de las
familias de sus padres. De Tola fueron contados por sus linajes en el tiempo de
David, veintidós mil seiscientos hombres muy valerosos. 3Hijo de Uzi
fue Israhías; y los hijos de Israhías: Micael, Obadías, Joel e Isías; por
todos, cinco príncipes. 4Y había con ellos en sus linajes, por las
familias de sus padres, treinta y seis mil hombres de guerra; porque tuvieron
muchas mujeres e hijos. 5Y sus hermanos por todas las familias de
Isacar, contados todos por sus genealogías, eran ochenta y siete mil hombres
valientes en extremo.
Descendientes de Benjamín
6Los hijos de Benjamín fueron tres: Bela, Bequer y Jediael. 7Los
hijos de Bela: Ezbón, Uzi, Uziel, Jerimot e Iri; cinco jefes de casas paternas,
hombres de gran valor, y de cuya descendencia fueron contados veintidós mil
treinta y cuatro. 8Los hijos de Bequer: Zemira, Joás, Eliezer,
Elioenai, Omri, Jerimot, Abías, Anatot y Alamet; todos éstos fueron hijos de
Bequer. 9Y contados por sus descendencias, por sus linajes, los que
eran jefes de familias resultaron veinte mil doscientos hombres de grande
esfuerzo. 10Hijo de Jediael fue Bilhán; y los hijos de Bilhán: Jeús,
Benjamín, Aod, Quenaana, Zetán, Tarsis y Ahisahar. 11Todos éstos
fueron hijos de Jediael, jefes de familias, hombres muy valerosos, diecisiete
mil doscientos que salían a combatir en la guerra. 12Supim y Hupim
fueron hijos de Hir; y Husim, hijo de Aher.
Descendientes de Neftalí
13Los hijos de Neftalí: Jahzeel, Guni, Jezer y Salum, hijos de Bilha.
Descendientes de Manasés
14Los hijos de Manasés: Asriel, al cual dio a luz su concubina la siria, la
cual también dio a luz a Maquir padre de Galaad. 15Y Maquir tomó mujer
de Hupim y Supim, cuya hermana tuvo por nombre Maaca; y el nombre del segundo
fue Zelofehad. Y Zelofehad tuvo hijas. 16Y Maaca mujer de Maquir dio
a luz un hijo, y lo llamó Peres; y el nombre de su hermano fue Seres, cuyos
hijos fueron Ulam y Requem. 17Hijo de Ulam fue Bedán. Estos fueron
los hijos de Galaad, hijo de Maquir, hijo de Manasés. 18Y su hermana
Hamolequet dio a luz a Isod, Abiezer y Mahala, 19Y los hijos de
Semida fueron Ahián, Siquem, Likhi y Aniam.
Descendientes de Efraín
20Los hijos de Efraín: Sutela, Bered su hijo, Tahat su hijo, Elada su hijo,
Tahat su hijo, 21Zabad su hijo, Sutela su hijo, Ezer y Elad. Mas los
hijos de Gat, naturales de aquella tierra, los mataron, porque vinieron a
tomarles sus ganados. 22Y Efraín su padre hizo duelo por muchos
días, y vinieron sus hermanos a consolarlo. 23Después él se llegó a
su mujer, y ella concibió y dio a luz un hijo, al cual puso por nombre Bería,
por cuanto había estado en aflicción en su casa. 24Y su hija fue
Seera, la cual edificó a Bet-horón la baja y la alta, y a Uzen-seera. 25Hijo
de este Bería fue Refa, y Resef, y Telah su hijo, y Tahán su hijo, 26Laadán
su hijo, Amiud su hijo, Elisama su hijo, 27Nun su hijo, Josué su
hijo. 28Y la heredad y habitación de ellos fue Bet-el con sus
aldeas; y hacia el oriente Naarán, y a la parte del occidente Gezer y sus
aldeas; asimismo Siquem con sus aldeas, hasta Gaza y sus aldeas; 29y
junto al territorio de los hijos de Manasés, Bet-seán con sus aldeas, Taanac
con sus aldeas, Meguido con sus aldeas, y Dor con sus aldeas. En estos lugares
habitaron los hijos de José hijo de Israel.
Descendientes de Aser
30Los hijos de Aser: Imna, Isúa, Isúi, Bería, y su hermana Sera. 31Los
hijos de Bería: Heber, y Malquiel, el cual fue padre de Birzavit. 32Y
Heber engendró a Jaflet, Somer, Hotam, y Súa hermana de ellos. 33Los
hijos de Jaflet: Pasac, Bimhal y Asvat. Estos fueron los hijos de Jaflet.
34Y los hijos de Semer: Ahí, Rohga, Jehúba y Aram. 35Los hijos
de Helem su hermano: Zofa, Imna, Seles y Amal. 36Los hijos de Zofa:
Súa, Harnefer, Súal, Beri, Imra, 37Beser, Hod, Sama, Silsa, Itrán y
Beera. 38Los hijos de Jeter: Jefone, Pispa y Ara. 39Y los
hijos de Ula: Ara, Haniel y Rezia. 40Todos éstos fueron hijos de
Aser, cabezas de familias paternas, escogidos, esforzados, jefes de príncipes;
y contados que fueron por sus linajes entre los que podían tomar las armas, el
número de ellos fue veintiséis mil hombres.
Descendientes de Benjamín
8
1Benjamín engendró a Bela su primogénito, Asbel el segundo, Ahara el tercero,
2Noha el cuarto, y Rafa el quinto. 3Y los hijos de Bela fueron
Adar, Gera, Abiud, 4Abisúa, Naamán, Ahoa, 5Gera, Sefufán
e Hiram. 6Y estos son los hijos de Aod, estos los jefes de casas
paternas que habitaron en Geba y fueron transportados a Manahat: 7Naamán,
Ahías y Gera; éste los transportó, y engendró a Uza y a Ahiud. 8Y
Saharaim engendró hijos en la provincia de Moab, después que dejó a Husim y a
Baara que eran sus mujeres. 9Engendró, pues, de Hodes su mujer a
Jobab, Sibia, Mesa, Malcam, 10Jeúz, Saquías y Mirma. Estos son sus
hijos, jefes de familias. 11Mas de Husim engendró a Abitob y a
Elpaal. 12Y los hijos de Elpaal: Heber, Misam y Semed (el cual
edificó Ono, y Lod con sus aldeas), 13Bería también, y Sema, que
fueron jefes de las familias de los moradores de Ajalón, los cuales echaron a
los moradores de Gat. 14Y Ahío, Sasac, Jeremot, 15Zebadías,
Arad, Ader, 16Micael, Ispa y Joha, hijos de Bería. 17Y
Zebadías, Mesulam, Hizqui, Heber, 18Ismerai, Jezlías y Jobab, hijos
de Elpaal. 19Y Jaquim, Zicri, Zabdi, 20Elienai, Ziletai,
Eliel, 21Adaías, Beraías y Simrat, hijos de Simei. 22E
Ispán, Heber, Eliel, 23Abdón, Zicri, Hanán, 24Hananías,
Elam, Anatotías, 25Ifdaías y Peniel, hijos de Sasac. 26Y
Samserai, Seharías, Atalías, 27Jaresías, Elías y Zicri, hijos de
Jeroham. 28Estos fueron jefes principales de familias por sus
linajes, y habitaron en Jerusalén.
29Y en Gabaón habitaron Abigabaón, la mujer del cual se llamó Maaca, 30y
su hijo primogénito Abdón, y Zur, Cis, Baal, Nadab, 31Gedor, Ahío y
Zequer. 32Y Miclot engendró a Simea. Estos también habitaron con sus
hermanos en Jerusalén, enfrente de ellos. 33Ner engendró a Cis, Cis
engendró a Saúl, y Saúl engendró a Jonatán, Malquisúa, Abinadab y Es-baal. 34Hijo
de Jonatán fue Merib-baal, y Merib-baal engendró a Micaía. 35Los
hijos de Micaía: Pitón, Melec, Tarea y Acaz. 36Acaz engendró a
Joada, Joada engendró a Alemet, Azmavet y Zimri, y Zimri engendró a Mosa. 37Mosa
engendró a Bina, hijo del cual fue Rafa, hijo del cual fue Elasa, cuyo hijo fue
Azel. 38Los hijos de Azel fueron seis, cuyos nombres son Azricam,
Bocru, Ismael, Searías, Obadías y Hanán; todos éstos fueron hijos de Azel. 39Y
los hijos de Esec su hermano: Ulam su primogénito, Jehús el segundo, Elifelet
el tercero. 40Y fueron los hijos de Ulam hombres valientes y
vigorosos, flecheros diestros, los cuales tuvieron muchos hijos y nietos,
ciento cincuenta. Todos éstos fueron de los hijos de Benjamín.
Sofonías 3
El pecado de Jerusalén, y su
redención
3
1¡Ay de la ciudad rebelde y contaminada y opresora! 2No escuchó
la voz, ni recibió la corrección; no confió en Jehová, no se acercó a su Dios.
3Sus príncipes en medio de ella son leones rugientes; sus jueces, lobos
nocturnos que no dejan hueso para la mañana. 4Sus profetas son
livianos, hombres prevaricadores; sus sacerdotes contaminaron el santuario,
falsearon la ley. 5Jehová en medio de ella es justo, no hará
iniquidad; de mañana sacará a luz su juicio, nunca faltará; pero el perverso no
conoce la vergüenza.
6Hice destruir naciones; sus habitaciones están asoladas; hice desiertas sus
calles, hasta no quedar quien pase; sus ciudades están asoladas hasta no quedar
hombre, hasta no quedar habitante. 7Dije: Ciertamente me temerá;
recibirá corrección, y no será destruida su morada según todo aquello por lo
cual la castigué. Mas ellos se apresuraron a corromper todos sus hechos.
8Por tanto, esperadme, dice Jehová, hasta el día que me levante para
juzgaros; porque mi determinación es reunir las naciones, juntar los reinos,
para derramar sobre ellos mi enojo, todo el ardor de mi ira; por el fuego de mi
celo será consumida toda la tierra.
9En aquel tiempo devolveré yo a los pueblos pureza de labios, para que todos
invoquen el nombre de Jehová, para que le sirvan de común consentimiento. 10De
la región más allá de los ríos de Etiopía me suplicarán; la hija de mis
esparcidos traerá mi ofrenda.
11En aquel día no serás avergonzada por ninguna de tus obras con que te
rebelaste contra mí; porque entonces quitaré de en medio de ti a los que se
alegran en tu soberbia, y nunca más te ensoberbecerás en mi santo monte. 12Y
dejaré en medio de ti un pueblo humilde y pobre, el cual confiará en el nombre
de Jehová. 13El remanente de Israel no hará injusticia ni dirá
mentira, ni en boca de ellos se hallará lengua engañosa; porque ellos serán
apacentados, y dormirán, y no habrá quien los atemorice.
14Canta, oh hija de Sion; da voces de júbilo, oh Israel; gózate y regocíjate
de todo corazón, hija de Jerusalén. 15Jehová ha apartado tus
juicios, ha echado fuera tus enemigos; Jehová es Rey de Israel en medio de ti;
nunca más verás el mal. 16En aquel tiempo se dirá a Jerusalén: No
temas; Sion, no se debiliten tus manos. 17Jehová está en medio de
ti, poderoso, él salvará; se gozará sobre ti con alegría, callará de amor, se
regocijará sobre ti con cánticos. 18Reuniré a los fastidiados por
causa del largo tiempo; tuyos fueron, para quienes el oprobio de ella era una
carga. 19He aquí, en aquel tiempo yo apremiaré a todos tus
opresores; y salvaré a la que cojea, y recogeré la descarriada; y os pondré por
alabanza y por renombre en toda la tierra. 20En aquel tiempo yo os
traeré, en aquel tiempo os reuniré yo; pues os pondré para renombre y para
alabanza entre todos los pueblos de la tierra, cuando levante vuestro
cautiverio delante de vuestros ojos, dice Jehová.
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
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estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Agosto
14 San
Juan 1.19-34 / 1 Crónicas 7-8 / Sofonías
3
San Juan
1.19-34
Testimonio de Juan el Bautista
(Mt. 3.11–12; Mr. 1.7–8; Lc. 3.15–17)
19Este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron de Jerusalén
sacerdotes y levitas para que le preguntasen: ¿Tú, quién eres? 20Confesó,
y no negó, sino confesó: Yo no soy el Cristo. 21Y le preguntaron:
¿Qué pues? ¿Eres tú Elías? Dijo: No soy. ¿Eres tú el profeta? Y respondió: No. 22Le
dijeron: ¿Pues quién eres? para que demos respuesta a los que nos enviaron.
¿Qué dices de ti mismo? 23Dijo: Yo soy la voz de uno que clama en el
desierto: Enderezad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías.
24Y los que habían sido enviados eran de los fariseos. 25Y le
preguntaron, y le dijeron: ¿Por qué, pues, bautizas, si tú no eres el Cristo,
ni Elías, ni el profeta? 26Juan les respondió diciendo: Yo bautizo
con agua; mas en medio de vosotros está uno a quien vosotros no conocéis. 27Este
es el que viene después de mí, el que es antes de mí, del cual yo no soy digno
de desatar la correa del calzado. 28Estas cosas sucedieron en
Betábara, al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando.
El Cordero de Dios
29El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el
Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. 30Este es aquel de
quien yo dije: Después de mí viene un varón, el cual es antes de mí; porque era
primero que yo. 31Y yo no le conocía; mas para que fuese manifestado
a Israel, por esto vine yo bautizando con agua. 32También dio Juan
testimonio, diciendo: Vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y
permaneció sobre él. 33Y yo no le conocía; pero el que me envió a
bautizar con agua, aquél me dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu y que
permanece sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo. 34Y
yo le vi, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios.
1
Crónicas 7-8
Descendientes de Isacar
7
1Los hijos de Isacar fueron cuatro: Tola, Fúa, Jasub y Simrón. 2Los
hijos de Tola: Uzi, Refaías, Jeriel, Jahmai, Jibsam y Semuel, jefes de las
familias de sus padres. De Tola fueron contados por sus linajes en el tiempo de
David, veintidós mil seiscientos hombres muy valerosos. 3Hijo de Uzi
fue Israhías; y los hijos de Israhías: Micael, Obadías, Joel e Isías; por
todos, cinco príncipes. 4Y había con ellos en sus linajes, por las
familias de sus padres, treinta y seis mil hombres de guerra; porque tuvieron
muchas mujeres e hijos. 5Y sus hermanos por todas las familias de
Isacar, contados todos por sus genealogías, eran ochenta y siete mil hombres
valientes en extremo.
Descendientes de Benjamín
6Los hijos de Benjamín fueron tres: Bela, Bequer y Jediael. 7Los
hijos de Bela: Ezbón, Uzi, Uziel, Jerimot e Iri; cinco jefes de casas paternas,
hombres de gran valor, y de cuya descendencia fueron contados veintidós mil
treinta y cuatro. 8Los hijos de Bequer: Zemira, Joás, Eliezer,
Elioenai, Omri, Jerimot, Abías, Anatot y Alamet; todos éstos fueron hijos de
Bequer. 9Y contados por sus descendencias, por sus linajes, los que
eran jefes de familias resultaron veinte mil doscientos hombres de grande
esfuerzo. 10Hijo de Jediael fue Bilhán; y los hijos de Bilhán: Jeús,
Benjamín, Aod, Quenaana, Zetán, Tarsis y Ahisahar. 11Todos éstos
fueron hijos de Jediael, jefes de familias, hombres muy valerosos, diecisiete
mil doscientos que salían a combatir en la guerra. 12Supim y Hupim
fueron hijos de Hir; y Husim, hijo de Aher.
Descendientes de Neftalí
13Los hijos de Neftalí: Jahzeel, Guni, Jezer y Salum, hijos de Bilha.
Descendientes de Manasés
14Los hijos de Manasés: Asriel, al cual dio a luz su concubina la siria, la
cual también dio a luz a Maquir padre de Galaad. 15Y Maquir tomó mujer
de Hupim y Supim, cuya hermana tuvo por nombre Maaca; y el nombre del segundo
fue Zelofehad. Y Zelofehad tuvo hijas. 16Y Maaca mujer de Maquir dio
a luz un hijo, y lo llamó Peres; y el nombre de su hermano fue Seres, cuyos
hijos fueron Ulam y Requem. 17Hijo de Ulam fue Bedán. Estos fueron
los hijos de Galaad, hijo de Maquir, hijo de Manasés. 18Y su hermana
Hamolequet dio a luz a Isod, Abiezer y Mahala, 19Y los hijos de
Semida fueron Ahián, Siquem, Likhi y Aniam.
Descendientes de Efraín
20Los hijos de Efraín: Sutela, Bered su hijo, Tahat su hijo, Elada su hijo,
Tahat su hijo, 21Zabad su hijo, Sutela su hijo, Ezer y Elad. Mas los
hijos de Gat, naturales de aquella tierra, los mataron, porque vinieron a
tomarles sus ganados. 22Y Efraín su padre hizo duelo por muchos
días, y vinieron sus hermanos a consolarlo. 23Después él se llegó a
su mujer, y ella concibió y dio a luz un hijo, al cual puso por nombre Bería,
por cuanto había estado en aflicción en su casa. 24Y su hija fue
Seera, la cual edificó a Bet-horón la baja y la alta, y a Uzen-seera. 25Hijo
de este Bería fue Refa, y Resef, y Telah su hijo, y Tahán su hijo, 26Laadán
su hijo, Amiud su hijo, Elisama su hijo, 27Nun su hijo, Josué su
hijo. 28Y la heredad y habitación de ellos fue Bet-el con sus
aldeas; y hacia el oriente Naarán, y a la parte del occidente Gezer y sus
aldeas; asimismo Siquem con sus aldeas, hasta Gaza y sus aldeas; 29y
junto al territorio de los hijos de Manasés, Bet-seán con sus aldeas, Taanac
con sus aldeas, Meguido con sus aldeas, y Dor con sus aldeas. En estos lugares
habitaron los hijos de José hijo de Israel.
Descendientes de Aser
30Los hijos de Aser: Imna, Isúa, Isúi, Bería, y su hermana Sera. 31Los
hijos de Bería: Heber, y Malquiel, el cual fue padre de Birzavit. 32Y
Heber engendró a Jaflet, Somer, Hotam, y Súa hermana de ellos. 33Los
hijos de Jaflet: Pasac, Bimhal y Asvat. Estos fueron los hijos de Jaflet.
34Y los hijos de Semer: Ahí, Rohga, Jehúba y Aram. 35Los hijos
de Helem su hermano: Zofa, Imna, Seles y Amal. 36Los hijos de Zofa:
Súa, Harnefer, Súal, Beri, Imra, 37Beser, Hod, Sama, Silsa, Itrán y
Beera. 38Los hijos de Jeter: Jefone, Pispa y Ara. 39Y los
hijos de Ula: Ara, Haniel y Rezia. 40Todos éstos fueron hijos de
Aser, cabezas de familias paternas, escogidos, esforzados, jefes de príncipes;
y contados que fueron por sus linajes entre los que podían tomar las armas, el
número de ellos fue veintiséis mil hombres.
Descendientes de Benjamín
8
1Benjamín engendró a Bela su primogénito, Asbel el segundo, Ahara el tercero,
2Noha el cuarto, y Rafa el quinto. 3Y los hijos de Bela fueron
Adar, Gera, Abiud, 4Abisúa, Naamán, Ahoa, 5Gera, Sefufán
e Hiram. 6Y estos son los hijos de Aod, estos los jefes de casas
paternas que habitaron en Geba y fueron transportados a Manahat: 7Naamán,
Ahías y Gera; éste los transportó, y engendró a Uza y a Ahiud. 8Y
Saharaim engendró hijos en la provincia de Moab, después que dejó a Husim y a
Baara que eran sus mujeres. 9Engendró, pues, de Hodes su mujer a
Jobab, Sibia, Mesa, Malcam, 10Jeúz, Saquías y Mirma. Estos son sus
hijos, jefes de familias. 11Mas de Husim engendró a Abitob y a
Elpaal. 12Y los hijos de Elpaal: Heber, Misam y Semed (el cual
edificó Ono, y Lod con sus aldeas), 13Bería también, y Sema, que
fueron jefes de las familias de los moradores de Ajalón, los cuales echaron a
los moradores de Gat. 14Y Ahío, Sasac, Jeremot, 15Zebadías,
Arad, Ader, 16Micael, Ispa y Joha, hijos de Bería. 17Y
Zebadías, Mesulam, Hizqui, Heber, 18Ismerai, Jezlías y Jobab, hijos
de Elpaal. 19Y Jaquim, Zicri, Zabdi, 20Elienai, Ziletai,
Eliel, 21Adaías, Beraías y Simrat, hijos de Simei. 22E
Ispán, Heber, Eliel, 23Abdón, Zicri, Hanán, 24Hananías,
Elam, Anatotías, 25Ifdaías y Peniel, hijos de Sasac. 26Y
Samserai, Seharías, Atalías, 27Jaresías, Elías y Zicri, hijos de
Jeroham. 28Estos fueron jefes principales de familias por sus
linajes, y habitaron en Jerusalén.
29Y en Gabaón habitaron Abigabaón, la mujer del cual se llamó Maaca, 30y
su hijo primogénito Abdón, y Zur, Cis, Baal, Nadab, 31Gedor, Ahío y
Zequer. 32Y Miclot engendró a Simea. Estos también habitaron con sus
hermanos en Jerusalén, enfrente de ellos. 33Ner engendró a Cis, Cis
engendró a Saúl, y Saúl engendró a Jonatán, Malquisúa, Abinadab y Es-baal. 34Hijo
de Jonatán fue Merib-baal, y Merib-baal engendró a Micaía. 35Los
hijos de Micaía: Pitón, Melec, Tarea y Acaz. 36Acaz engendró a
Joada, Joada engendró a Alemet, Azmavet y Zimri, y Zimri engendró a Mosa. 37Mosa
engendró a Bina, hijo del cual fue Rafa, hijo del cual fue Elasa, cuyo hijo fue
Azel. 38Los hijos de Azel fueron seis, cuyos nombres son Azricam,
Bocru, Ismael, Searías, Obadías y Hanán; todos éstos fueron hijos de Azel. 39Y
los hijos de Esec su hermano: Ulam su primogénito, Jehús el segundo, Elifelet
el tercero. 40Y fueron los hijos de Ulam hombres valientes y
vigorosos, flecheros diestros, los cuales tuvieron muchos hijos y nietos,
ciento cincuenta. Todos éstos fueron de los hijos de Benjamín.
Sofonías 3
El pecado de Jerusalén, y su
redención
3
1¡Ay de la ciudad rebelde y contaminada y opresora! 2No escuchó
la voz, ni recibió la corrección; no confió en Jehová, no se acercó a su Dios.
3Sus príncipes en medio de ella son leones rugientes; sus jueces, lobos
nocturnos que no dejan hueso para la mañana. 4Sus profetas son
livianos, hombres prevaricadores; sus sacerdotes contaminaron el santuario,
falsearon la ley. 5Jehová en medio de ella es justo, no hará
iniquidad; de mañana sacará a luz su juicio, nunca faltará; pero el perverso no
conoce la vergüenza.
6Hice destruir naciones; sus habitaciones están asoladas; hice desiertas sus
calles, hasta no quedar quien pase; sus ciudades están asoladas hasta no quedar
hombre, hasta no quedar habitante. 7Dije: Ciertamente me temerá;
recibirá corrección, y no será destruida su morada según todo aquello por lo
cual la castigué. Mas ellos se apresuraron a corromper todos sus hechos.
8Por tanto, esperadme, dice Jehová, hasta el día que me levante para
juzgaros; porque mi determinación es reunir las naciones, juntar los reinos,
para derramar sobre ellos mi enojo, todo el ardor de mi ira; por el fuego de mi
celo será consumida toda la tierra.
9En aquel tiempo devolveré yo a los pueblos pureza de labios, para que todos
invoquen el nombre de Jehová, para que le sirvan de común consentimiento. 10De
la región más allá de los ríos de Etiopía me suplicarán; la hija de mis
esparcidos traerá mi ofrenda.
11En aquel día no serás avergonzada por ninguna de tus obras con que te
rebelaste contra mí; porque entonces quitaré de en medio de ti a los que se
alegran en tu soberbia, y nunca más te ensoberbecerás en mi santo monte. 12Y
dejaré en medio de ti un pueblo humilde y pobre, el cual confiará en el nombre
de Jehová. 13El remanente de Israel no hará injusticia ni dirá
mentira, ni en boca de ellos se hallará lengua engañosa; porque ellos serán
apacentados, y dormirán, y no habrá quien los atemorice.
14Canta, oh hija de Sion; da voces de júbilo, oh Israel; gózate y regocíjate
de todo corazón, hija de Jerusalén. 15Jehová ha apartado tus
juicios, ha echado fuera tus enemigos; Jehová es Rey de Israel en medio de ti;
nunca más verás el mal. 16En aquel tiempo se dirá a Jerusalén: No
temas; Sion, no se debiliten tus manos. 17Jehová está en medio de
ti, poderoso, él salvará; se gozará sobre ti con alegría, callará de amor, se
regocijará sobre ti con cánticos. 18Reuniré a los fastidiados por
causa del largo tiempo; tuyos fueron, para quienes el oprobio de ella era una
carga. 19He aquí, en aquel tiempo yo apremiaré a todos tus
opresores; y salvaré a la que cojea, y recogeré la descarriada; y os pondré por
alabanza y por renombre en toda la tierra. 20En aquel tiempo yo os
traeré, en aquel tiempo os reuniré yo; pues os pondré para renombre y para
alabanza entre todos los pueblos de la tierra, cuando levante vuestro
cautiverio delante de vuestros ojos, dice Jehová.
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