viernes, 8 de julio de 2016

¡Cómo resplandecer en medio de las tinieblas!

 
26 de Junio

¡Con la luz de la Verdad!

Por Riqui Ricón*

Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad (Dan 12.3).

Que hermoso es saber que el Plan Perfecto de Dios para tu vida está lleno de la luz de Cristo (el Ungido con Su Unción), para que vivas una vida Plena y Abundante. Aquellos que entienden el mensaje del Evangelio y lo reciben resplandecen con la luz de Jesucristo, como las estrellas a perpetua eternidad.

En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella (Jn 1.4-5).

¡Jesús mismo es la luz y la Vida Eterna que alumbran tu corazón!

El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10.10).

Esta Luz y la Vida Eterna son un regalo de Amor para ti de parte de Dios, quien sólo desea que Vivas la Vida Eterna de una forma Plena y Abundante.

Sin importar las circunstancias que el día de hoy estés enfrentando, debes saber, y sobre todo creer, que Dios no te ha dejado, ni te dejará. Siempre ha estado en Su corazón el deseo de llamarte de las tinieblas a Su luz admirable para trasladarte al reino de Su amado Hijo, Jesús, en quien tienes redención por su sangre, el perdón de pecados (Col 1.14).

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).

Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo, para pagar todos tus pecados, antes que perderte a ti. Y aunque, ciertamente, has sido justificado(a) y perdonado(a) en la Sangre de Jesús, lo realmente asombroso es que, por Su resurrección, ahora eres, efectivamente, un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.

Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo (Ro8.15-17a).

Esto significa que tienes los mismos derechos que Cristo Jesús tiene y puedes, por lo tanto, vivir una vida libre de temor y llena de la plenitud de Dios, Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia (Jn 1.16).

Es por el Gran Amor que Dios siente por ti que diseñó este Plan Perfecto para hacer de ti, legítimamente, Su propio(a) Hijo(a).

¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre,  que se nos llame hijos de Dios!  ¡Y lo somos!  El mundo no nos conoce,  precisamente porque no lo conoció a él (1 Jn 3.1 NVI).

Es interesante notar que en las lecturas del día de hoy, mientras Jesús les advertía sobre la levadura de los fariseos, sus discípulos discutían acerca de haber olvidado traer pan para comer. ¡Qué ironía! Estar cara a cara con Jesús y no tener entendimiento.

Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Qué discutís, porque no tenéis pan? ¿No entendéis ni comprendéis? ¿Aún tenéis endurecido vuestro corazón? (Mar 8.17).

Así que, ya es tiempo que tú entiendas que, gracias al precio que Jesús pagó en esa cruz, ahora realmente eres un(a) legítimo(a) Hijo(a) de Dios y lo que esto significa.

Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia (1 P 1.3-4).

¡Tú ya no eres de este mundo! (Jn 17.16). Y todas y cada una de las promesas hechas en la Palabra de Dios te pertenecen por completo. Dios las prometió para que tú entendieras que ahora eres Su Hijo(a) amado(a) y que participas de la naturaleza divina.

para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo (Fil 2.15).

Sin lugar a dudas, tú eres un(a) entendido(a) Hijo(a) de Dios y resplandeces como el resplandor del firmamento y como las estrellas a perpetua eternidad. Lo eres porque Dios lo dice así en Su Palabra y no por lo que haces, piensas o sientes acerca de ti mismo(a).

Pero ustedes no son así porque son un pueblo elegido. Son sacerdotes del Rey, una nación santa, posesión exclusiva de Dios. Por eso pueden mostrar a otros la bondad de Dios, pues él los ha llamado a salir de la oscuridad y entrar en su luz maravillosa (1 P 2.9 NTV).

El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán (Luc 21.33).

Así que, ten ánimo y pon toda tu confianza en Dios; créele a Él, creyendo Su Palabra, porque sin importar problema, circunstancia o enfermedad, de todo saldrás más que vencedor(a) por medio de Aquel que te amó, Cristo Jesús.

Y tú irás hasta el fin, y reposarás, y te levantarás para recibir tu heredad al fin de los días (Dan 12.13).

El Espíritu Santo le asegura a tu espíritu que eres un(a) Hijo(a) de Dios. Y si eres Hijo(a), entonces eres heredero(a); heredero(a) de Dios y coheredero(a) con Cristo Jesús, pues si ahora sufres con Él, también tendrás parte con Él en su gloria (Ro 8.16-17).

»¡Levántate y resplandece, que tu luz ha llegado! ¡La gloria del SEÑOR brilla sobre ti! (Isa 60.1 NVI).

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, tú has establecido en Tu Palabra que los justos resplandeceremos en Tu Reino. Gracias porque yo soy ese(a) justo(a). Gracias por el gran Amor con que me has amado, que estando yo muerto(a) en delitos y pecados, me diste vida juntamente con Cristo. Es por Tu Gracia que yo soy salvo(a). Señor Jesús, muchas gracias por no haber tenido tu condición de ser igual a Dios como algo a que aferrarte y te despojaste a Ti mismo haciéndote obediente hasta la muerte por amor a mí. Por esto, ahora yo soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Gracias, Señor Jesús, porque no sólo proveíste para mí el perdón de mis pecados sino que me hiciste justicia de Dios en Ti y me reconciliaste con Dios haciéndome hermano(a) Tuyo(a) e Hijo(a) del Padre. Por Ti, mi amado Jesús, he Nacido de Nuevo y ahora Dios, el Todopoderoso, es Abba, Padre, mi Papá. Leer de esto en Tu Palabra, la Biblia, me hace conocer la Verdad y la Verdad me hace libre. ¡Tengo entendimiento y resplandezco como el resplandor del firmamento! Soy libre para recibir, por medio de la fe en Ti, Jesucristo, esta Nueva Vida. Soy libre para recibir, por medio de la fe en Tu Palabra, esta identidad de Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, siendo renacido(a), no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre. Por lo tanto, amado Padre celestial, todas y cada una de las Promesas que están en Tu Palabra son mías y para mí. Hoy puedo orar a Ti con la certeza de que me escuchas y me respondes. Tengo gozo y paz en mi corazón pues puedo pedir y recibir. Por lo tanto, en el nombre poderoso de Cristo Jesús, declaró que soy sano(a) y libre de toda enfermedad o dolencia; creo y recibo la voluntad expresa de mi Padre, Dios Todopoderoso, para ser y vivir prosperado(a) en todas las cosas. Echo fuera de mi vida todo pensamiento de temor y duda resistiendo todo engaño y mentira acerca de mí. Yo soy lo que la Biblia dice que soy. Un(a) Hijo(a) amado(a) de Dios; especial tesoro de mi Padre; todo lo puedo en Cristo que me fortalece y en todas las cosas, absolutamente todas las cosas, soy más que vencedor(a) por medio del Amor de Cristo Jesús, mi Rey, Señor y Salvador. Señor Jesús, hoy me alegro en el gozo y la paz que brindan el ser la persona que Tú dices que soy. Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Junio          26                    Mar 8.1-21  /  2 Sam 19  /  Dan 12

 
 
 
 

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