jueves, 7 de julio de 2016

¡Cómo recibir un milagro!

 
25 de Junio

¡Sí, Señor!

Por Riqui Ricón*

Porque una mujer, cuya hija tenía un espíritu inmundo, luego que oyó de él, vino y se postró a sus pies. La mujer era griega, y sirofenicia de nación; y le rogaba que echase fuera de su hija al demonio. Pero Jesús le dijo: Deja primero que se sacien los hijos, porque no está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos. Respondió ella y le dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos, debajo de la mesa, comen de las migajas de los hijos. Entonces le dijo: Por esta palabra, ve; el demonio ha salido de tu hija. Y cuando llegó ella a su casa, halló que el demonio había salido, y a la hija acostada en la cama (Mar 7.25-30).

La Biblia, que es la Palabra de Dios y no miente, establece que si tú has hecho a Jesucristo el Señor y Salvador de tu vida, entonces has Nacido de Nuevo como un(a) Hija(o) de Dios y, de acuerdo a las Palabras de Jesús, tienes todo el derecho a comer del pan de los Hijos que incluye la sanidad divina, la prosperidad, la paz y la dicha de tu alma.

Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma (3 Jn 2).

La Biblia expresa claramente la Voluntad de tu Padre celestial. Luego entonces, ser sano(a) y tener una vida saludable es tu derecho de acuerdo a las Escrituras.

Lo interesante de esto es que muchos Hijos de Dios no lo creen así, y por tanto lo dejan caer al piso, donde alguien que sí crea (aunque no tenga derecho legítimo) lo podrá hacer suyo.

Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan (He 11.6).

La clave para recibir lo que legítimamente es tuyo, sigue siendo la fe, esto es, creerle a Dios, creyendo Su Palabra. La única forma en que puedes agradar a tu Padre celestial, la única forma en que puedes hacerle esbozar una sonrisa de placer, es cuando actúas con fe, manteniéndote constante y persistentemente creyendo que es Verdad lo que Él te dice y te promete en Su Palabra. Pues, al fin y al cabo, es más que cierto que si Dios lo dijo, entonces, Él lo va a cumplir; si Dios lo hablo, entonces, Él lo va a ejecutar.

Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree [que le cree a Dios creyendo Su Palabra]; al judío primeramente, y también al griego. Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe [por creerle a Dios creyendo Su Palabra] y para fe [para creerle a Dios creyendo Su Palabra], como está escrito: Mas el justo por la fe [por creerle a Dios creyendo Su Palabra] vivirá (Ro 1.16-17).

¡Esto es lo que hizo la mujer sirofenicia! Ella respondió: “Sí, Señor”. Le reconoció como Señor y al hacer esto, estableció que todo lo que Él dice es cierto, que Su Palabra es la Verdad. No obstante, ella no se fue triste, ni avergonzada porque la hubiesen llamado perrillo. Tampoco se hizo la ofendida, sino que la certeza de su fe le permitió ser constante y persistente para creer y obtener de Jesús la liberación de su hija.

Dios no es un hombre, por lo tanto no miente. Él no es humano, por lo tanto no cambia de parecer. ¿Acaso alguna vez habló sin actuar? ¿Alguna vez prometió sin cumplir? Escucha, yo recibí la orden de bendecir; ¡Dios ha bendecido, y yo no puedo revertirlo! (Num 23.19-20 NTV).

Recuerda que no es tu alabanza, ni tu adoración, ni tu humildad lo que agrada a Dios, sino tu fe, que es creerle a Dios, creyendo Su Palabra. Entonces, una vez que le has creído a Dios, creyendo Su Palabra, puedes depositar toda tu confianza en Él, pues sabes que sabes que Dios no miente; sabes que sabes que todo lo que Dios te ha dicho, Él lo va hacer; sabes que todo lo que Dios te ha prometido, Él lo va a cumplir. Ahora sabes que Dios te ha bendecido en Su Palabra y nada, ni nadie, podrá revertirlo.

Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí (Gal 2.20).

Cuando aceptaste a Jesucristo como Señor y Salvador de tu vida, aceptaste que pagó con su muerte en la cruz todos tus pecados, y por tanto, Él te representó en tu propia muerte. Así que, ¡tú moriste con Cristo! También aceptaste Su victoria sobre el pecado y la muerte al resucitar de entre los muertos; con esto, ¡Tú Naciste de Nuevo! Y tienes todo el derecho a vivir una Vida Plena y Abundante.

El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10.10).

Ahora, en Cristo Jesús, tienes todo el derecho a vivir la Vida de un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo: ¡La Vida Eterna!

Pues la paga que deja el pecado es la muerte, pero el regalo que Dios da es la vida eterna por medio de Cristo Jesús nuestro Señor (Ro 6.23 NTV).

Entonces, sea cual sea el problema, enfermedad o aflicción que el día de hoy estés enfrentando, puedes hacerlo con la fe del Hijo de Dios, el cual se entregó a si mismo por amor a ti.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).

¡Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti!

MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo más maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos  (1 Jn 3.1 BAD).

¡Eres legal y legítimamente un(a) Hijo(a) de Dios! ¡Tienes todo el derecho al pan de los Hijos! ¡Tienes derecho a la sanidad divina! ¡Tienes derecho a la prosperidad! ¡Tienes derecho a la salud de tu cuerpo! ¡Tienes derecho a vivir una Vida Plena y Abundante! ¡Tienes derecho al gozo y a la paz! ¡Tienes derecho a ser feliz!

Jehová de los ejércitos,  Dichoso el hombre que en ti confía (Sal 84.12).

La mujer sirofenicia no tenía estos derechos y aun así obtuvo, por su fe, el milagro que estaba buscando.

Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios (He 12.1-2).

Así que, sin importar lo difícil de tu situación, mantente firme, constante y persistentemente creyendo la Palabra de Dios; pon tus ojos en Jesús, el autor y consumador de tu fe, pues Dios, quien te llamó para ser Hijo(a) Suyo(a), Él actuará conforme a Su Palabra (1 Tes 5.24).

Recuerda que no hay nada imposible para Dios y al que cree, todo le es posible.

Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que habéis alcanzado, por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo, una fe igualmente preciosa que la nuestra (2 P 1.1).

Lo hermoso del Evangelio, las buenas noticias, es que en Cristo Jesús no solamente fuiste justificado(a), perdonado(a), santificado(a) y regenerado(a), esto es, Nacido(a) de Nuevo para ser hecho(a) Hijo(a) de Dios, sino que, además, tu Padre te dio el regalo de la fe para que puedas recibir todo esto.

para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados (Hch 26.18).

Así es mi amado(a), tú tienes la fe de Jesucristo, que es la misma fe que tenían Pedro, Pablo y los apóstoles. Eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo lleno(a) de la fe de Jesucristo para agradar a tu Padre celestial. Y, ¿cómo le agradas? Pues, de la misma forma que lo hizo la mujer sirofenicia: ¡RECIBIENDO POR LA FE en Jesús! ¡Creyéndole a Dios, creyendo Su Palabra!

¿Tienes el día de hoy alguna necesidad? Pues encuentra en la Biblia, la Palabra de Dios, las promesas tocantes respecto a dicha necesidad y ve con tu Padre celestial dispuesto(a) a recibir tu milagro por el simple hecho de creerle a Dios, creyendo Su Palabra.

¡Así de fácil!

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, en esta hora estoy dispuesto(a) a recibir y creer ese gran Amor con que me has amado. Soy Tu Hijo(a) y tengo derecho a TODO lo que es Tuyo. ¡Gracias, mi Dios! Por ti, amado Jesús, soy sano(a) y soy libre para vivir la clase de vida que Tu deseas para mí. Así que, aunque ande en valle de sombra y de muerte, no temeré mal alguno, porque Tú, Jesús, estás conmigo; declaro, con mi fe puesta en Tu Palabra, que voy a vivir una Vida Plena y Abundante. Tengo derecho a una Vida prospera y saludable, llena de gozo, paz, amor y felicidad. ¡Y la voy a Vivir! Soy un(a) Hijo(a) de Dios y tengo todo el derecho al pan de los Hijos. Así que, nada ni nadie me podrán hacer frente todos los días de mi vida pues Tú, Espíritu Santo, estás en mí y conmigo. ¡Mayor es el que está en mí que el que está en el mundo! ¡Todo lo puedo en Cristo! ¡De todo problema, enfermedad o aflicción, yo, __________ (tu nombre aquí), voy a salir más que vencedor(a) por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús! En el nombre de Jesús. Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Junio        25        Mar 7.24-37  /  2 Sam 18  /  Dan 11.20-45

 
 
 
 

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