22 de Enero
¡Pon toda tu confianza en la
Palabra de Dios!
Por Riqui Ricón*
En ti esperaron nuestros padres;
Esperaron, y tú los libraste. Clamaron a ti, y fueron librados; Confiaron en ti, y no fueron avergonzados (Sal
22.4-5).
El concepto de esperar en
Dios o esperar a Dios define la Esperanza Bíblica como una confianza segura,
como una certeza absoluta en que Dios cumplirá Su Palabra y te responderá
favorablemente en aquello que estás esperando. Así que, si confías en Dios y
crees a Su Palabra, tú también puedes esperar ser librado en tus dificultades.
¡Confía en Él y no serás
avergonzado(a)!
Y daré por respuesta a mi avergonzador, Que en tu palabra he confiado (Sal
119.42).
Dado que Dios ES cien por
ciento confiable, ES un error no confiar en Él, ES un tremendo desacierto no
CREER a Su Palabra.
Dios no es un simple mortal para que mienta o cambie de parecer. Si él
habla, ciertamente actúa; si él dice algo, lo lleva a cabo (Num
23.19 RVC).
La Palabra de Dios es lo más
seguro y confiable que existe en el universo. Sabemos que Dios no puede
mentir, pues lo que lo hace Omnipotente es que, precisamente, todo,
absolutamente todo, lo que sale de Su boca se cumple. La Palabra de Dios tiene
en sí todo el Poder de Dios para hacerse cumplir a sí misma.
Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra
de Dios,
de modo que lo que se ve fue
hecho de lo que no se veía
(He 11.3).
Dios creó todo el universo
(lo visible y lo invisible), con Su Palabra. El poder de la fuerza de Dios no
son Sus ángeles, ni relámpagos, sino Su Palabra. Así que, insisto, cualquier
cosa que Dios dice se cumple forzosamente.
Por esto Dios no puede
mentir. Aunque Él quisiera hacerlo no podría, pues la mentira es todo lo
contrario a la Verdad y, como ya vimos, toda Palabra que sale de la boca de
Dios se cumple por sí misma ya que es la Verdad.
Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz
(Gen 1.3).
Cuando Dios dijo, sea la
luz, ¡fue la luz y no otra cosa! Dios no dijo “sea la luz” y se tapó los ojos, cruzando los dedos, esperando
a ver qué sucedería o qué resultaría de eso; ¡No! Eso no fue así, pues sucedió
exactamente lo que Él dijo que sucedería: ¡Fue la luz!
A manera de ilustración,
imagina que el Señor quisiera jugarte una broma y se apareciera a ti en un día
domingo por la mañana diciendo: “hola, ¿no te gusta la hermosa noche de viernes
que te estoy dando?”; no podrías replicarle por haberse equivocado. Recuerda
que Él es Dios, así que, ¿qué crees tú que pasará en el momento mismo que las
palabras “hermosa noche de viernes”
salgan de Su boca? Pues a cambiar agendas y ajustar relojes porque, sin
discusión alguna, ese día dejará de ser domingo para volverse un hermoso
viernes por la noche. ¡Es Palabra de Dios! ¡Es Palabra de Honor!
Así que, puesto que la
Biblia, la Palabra de Dios, es la Verdad Eterna e Infalible, entonces la Vida
no se trata de si Dios es confiable o
no, sino, más bien, la Vida se trata de si decides tú confiar en Él o no. Tu
Vida se trata de si decides tú creer o no creer a Su Palabra.
Ahora pues, Jehová Dios, tú eres Dios, y tus palabras son verdad, y tú has prometido
este bien a tu siervo (2
S 7.28).
Una
y otra vez encontrarás a Dios, Tu Padre, haciéndote énfasis en que Su Palabra
es Verdad.
¿Por
qué es tan importante esto? ¿Por qué Dios se molesta tanto con las mentiras?
Porque todas las fuerzas del infierno están obrando en tu contra para que tú no
te enteres (y mucho menos lo creas), que la Biblia realmente es la Palabra de
Dios y por lo tanto es la Verdad.
La serpiente era el más astuto de todos los animales salvajes que el
SEÑOR Dios había hecho. Cierto día le preguntó a la mujer: —¿De veras Dios les
dijo que no deben comer del fruto de ninguno de los árboles del huerto? —Claro
que podemos comer del fruto de los árboles del huerto —contestó la mujer—. Es
sólo del fruto del árbol que está en medio del huerto del que no se nos permite
comer. Dios dijo: “No deben comerlo, ni siquiera tocarlo; si lo hacen, morirán”.
—¡No morirán! —respondió la serpiente a la mujer—. Dios sabe que, en cuanto
coman del fruto, se les abrirán los ojos y serán como Dios, con el conocimiento
del bien y del mal (Gen 3.1-5 NTV).
Nunca
olvides que en el Paraíso, en el huerto de Edén, Dios le enseñó a Adán y Eva
que no comieran del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal porque
si lo hacían ciertamente morirían (lo cual resultó ser la Verdad). Sin embargo,
Satanás (en forma de serpiente), contradijo la Palabra de Dios con sus mentiras
y planteó un dilema para Adán y Eva: Dios mi creador DICE una cosa y este
animalito DICE otra, entonces, ¿quién de los dos dirá la VERDAD? ¿A cuál de los
dos le voy a CREER?
Sea cual sea el problema,
angustia o enfermedad que estés enfrentando el día de hoy, te puedo asegurar
que la situación NO ES muy diferente a la que confrontaron Adán y Eva allá en
el Paraíso.
Sal 35:19-25 NTV No
permitas que mis enemigos traicioneros se regodeen en mi derrota; no permitas
que los que me odian sin motivo se deleiten en mi tristeza. (20)
No hablan de paz; conspiran contra personas inocentes que no se meten
con nadie. (21) Gritan: «¡Ajá! ¡Con nuestros ojos lo vimos
hacerlo!». (22) Oh SEÑOR, tú sabes de todo esto; no te quedes
callado. No me abandones ahora, oh Señor.
(23) ¡Despierta! ¡Levántate en mi
defensa! Toma mi caso, Dios mío y Señor mío.
(24) Declárame inocente, oh SEÑOR
mi Dios, porque tú haces justicia; no permitas que mis enemigos se rían de mí
en mis dificultades. (25) No les permitas decir: «¡Miren, conseguimos
lo que queríamos! ¡Ahora lo comeremos vivo!».
Tenlo por seguro, esos
problemas, angustias o enfermedades te están hablando con palabras de temor,
fracaso y derrota. Sin embargo, este día, Dios tu Padre también te está
hablando con Su Palabra, La Biblia.
Jos 1:9 RV60 Mira que
te mando que te esfuerces y seas valiente;
no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en
dondequiera que vayas.
Así que, el dilema sigue
siendo el mismo y hoy tienes que decidir a quién le vas a creer, ¿a todas las
evidencias, resultados y diagnósticos con los que te está gritando “tu realidad”, o
a lo que dice la Palabra de Dios (que por cierto, ES la Verdad)?
Isa 41:10-13 RV60 No
temas, porque yo estoy contigo; no desmayes,
porque yo soy tu Dios que te esfuerzo;
siempre te ayudaré, siempre te
sustentaré con la diestra de mi justicia.
(11) He aquí que todos los que se
enojan contra ti serán avergonzados y confundidos; serán como nada y perecerán los que
contienden contigo. (12) Buscarás a los que tienen contienda contigo, y no los hallarás; serán como nada, y como cosa que no es, aquellos que te hacen la guerra. (13)
Porque yo Jehová soy tu Dios, quien
te sostiene de tu mano derecha, y te
dice: No temas, yo te ayudo.
Tú eres un(a) Hijo(a) de
Dios Nacido(a) de Nuevo y TODO lo que es nacido de Dios VENCE al mundo. La
Victoria que vence al mundo es tu FE; es cuando confías en Dios, tu Padre,
creyéndole a Él en lugar de creerle a “tus
circunstancias”.
Isa 26:3 RV60 Tú
guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado.
Es creyendo la Palabra de
Dios que hoy tú serás librado de toda aflicción.
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, en este
día, como en todos, estoy decidido(a) a salir más que vencedor(a) de todos los
retos, problemas y aflicciones que estoy enfrentando. Por Tu Amor y Tu Palabra,
estoy convencido(a) que soy Tu Hijo(a) Amado(a) y que Tú nunca me has dejado y
jamás me dejarás. Por lo tanto, yo daré por respuesta a mi avergonzador que en
Tu Palabra he confiado. No haré caso a lo fuerte que griten las circunstancias
de mi Vida, sino que escucharé la Verdad de Tu Palabra, pues es ahí donde
obtengo la Victoria. De todos mis pecados me arrepiento y te pido perdón. Y en
cuanto a la condenación con la que el diablo pretende derrotarme, hoy quiero
ser especialmente consciente de Tu gran Amor con que me has amado pues estando
yo muerto(a) en delitos y pecados Tú me diste Vida juntamente con Cristo. ¡Por
gracia soy salvo(a)! Señor Jesús, sé que al morir por mí en esa cruz pagaste
TODOS mis pecados y por eso me has hecho justo delante del Padre para ser
adoptado(a) Hijo(a) Suyo(a) según el puro afecto de Su Voluntad. ¡Mil gracias
por eso! Ahora sé quién soy: un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo; Nacido(a)
de Nuevo para triunfar. Ningún problema, enfermedad o circunstancia podrán
jamás hablar más fuerte que la Verdad. ¡Tú Palabra es la Verdad! No permitiré
al temor, ni a la duda, ni al desánimo, ni a la condenación, ni a la vergüenza
que me lleven por el camino del error. ¡Yo soy Tu Hijo(a), oh Dios y Tú eres mi
Padre! Nada ni nadie puede deshacer esto: ¡Todo lo puedo en Cristo Jesús que me
fortalece! ¡En TODAS las cosas soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús! ¡Mayor es
Él, que está en mí, que el que está en el mundo! ¡Mi Dios pues, suplirá TODO lo
que me falta conforme Sus riquezas en gloria! Esto es todo el bien que has
hecho conmigo, conforme a Tu Palabra. En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este
mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a)
pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio
en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por
Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús,
que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios,
mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y
profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las
tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu
Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré
derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2010
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Enero
22 Luc 17
/
Gen 29.1-30 / Sal 22
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