30 de Enero
¡Eres Hijo(a)
de Dios! ¡Eres Hijo(a) del Nuevo Pacto!
Por Riqui Ricón*
Y tomó el pan y dio gracias, y
lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado;
haced esto en memoria de mí. De igual manera, después que hubo cenado,
tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por
vosotros se derrama (Luc 22.19-20).
En la actualidad existen muchos
creyentes que no tienen un conocimiento correcto acerca del significado del
Nuevo Pacto al cual Jesucristo hacía referencia cuando instituyó la Santa Cena.
Muchos piensan que se trata de la vida que ahora puedes llevar en base al Nuevo
Testamento de tu Biblia, otros llegan a afirmar que sus vidas ya no están más
regidas por la ley del Antiguo Testamento sino por la Gracia del Nuevo
Testamento.
La lectura bíblica del día de hoy
nos ofrece un buen momento para reflexionar acerca de lo que realmente es el
Nuevo Pacto y lo que éste significa.
el
ladrón no viene sino para hurta y matar y destruir; yo he venido para que
tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10.10)
El problema al ignorar el
verdadero significado del Nuevo Pacto se presenta cuando te das cuenta que la
realidad imperante en tu vida es una ausencia o carencia de esa abundancia o
plenitud de vida que debieras experimentar de acuerdo a las Palabras de
Jesucristo.
¿Qué es lo que sucede? Que
desconoces lo que el Nuevo Pacto es y, por lo tanto, sin saberlo ni quererlo, cedes ante el
adversario el derecho que te asiste para vivir una vida plena y abundante.
Veamos, en el Antiguo Testamento,
la promesa del Nuevo Pacto y sus implicaciones.
He
aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de
Judá. No como el pacto
que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la
tierra de Egipto; porque ellos
invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová.
Pero este es el pacto que haré
con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré
en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y
no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce
a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más
grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más
de su pecado (Jer
31.31-34).
Al prometer un Nuevo Pacto, Dios
se comprometió a que haría algo tan rotundo y contundente que quitaría
definitivamente el pecado de en medio de tu relación con Él. Dios prometió que
pondría Su Ley, la Palabra, en tu mente y corazón. Esto significaría, según
Dios, un cambio tan profundo e interno en tu ser que ya no necesitarás ser
enseñado acerca de Él pues, así, se establecería una relación tan íntima entre
tú y Él como la de un Padre con su hijo.
Sin embargo, aún estaba pendiente
de resolver el asunto del pecado.
Porque
la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo
Jesús Señor nuestro (Ro 6.23).
Para poder realizar el Nuevo
Pacto, con Su propia Sangre, Jesucristo pagó el justo castigo por tus pecados, regalándote,
con su muerte, la Vida Eterna que es un derecho exclusivo de los Hijos de Dios.
Porque de tal manera amó Dios
al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree,
no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su
Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn
3.16-17).
Así que por Su Gran Amor con que te
amó, el Padre te ofrece vida y plenitud por medio de Su Hijo, Jesucristo, en
lugar de muerte y condenación.
Pero, ¿cómo se logró esto? Por el
Nuevo Pacto que actuó en tu vida cuando recibiste a Jesús como Señor y
Salvador, y, conforme a lo establecido por Dios en Su Palabra, la Biblia, en
ese momento varios milagros sucedieron dentro de ti:
Os daré corazón nuevo, y
pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y
quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.
Y pondré dentro de vosotros mi
Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos,
y los pongáis por obra (Eze 36.26-27).
Dios resolvió el asunto del
pecado en tu vida de una forma drástica y contundente: el hombre (la mujer) de
pecado tendría que morir, tendría que ser destruido(a), y en su lugar Dios creo
otro(a) totalmente nuevo(a). Al aceptar a Jesucristo como Señor y Salvador,
aceptaste el Nuevo Pacto en Su Sangre, Su muerte y Su resurrección. Entonces,
Dios, en cumplimiento a Su Palabra, te hizo un espíritu nuevo, te dio un nuevo
corazón y puso dentro de ti, y contigo, Su Espíritu Santo.
siendo renacidos, no de
simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y
permanece para siempre (1 P 1.23).
Esto, mi amado(a), representa la
Sangre del Nuevo Pacto, la esencia de un Pacto donde Dios, a través de la fe en
Su Palabra y en el sacrificio de Jesús, te ha hecho nueva criatura; te ha hecho
un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y no de una semilla corruptible, sino
de la simiente incorruptible que es Su Palabra que vive y permanece para
siempre.
Pero ahora tanto mejor
ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre
mejores promesas (He 8.6).
Porque Él cumplió Su promesa de
hacer un Nuevo Pacto, establecido con mejores promesas mediante la Sangre de Su
Hijo Jesús, ahora tú tienes Vida Eterna y eres un(a) Hijo(a) de Dios.
De modo que si alguno está en
Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas
nuevas (2 Cor 5.17).
Tienes Vida Eterna y eres un(a)
Hijo(a) de Dios porque, en cumplimiento al Nuevo Pacto en la Sangre de Jesús,
todos tus pecados fueron pagados y Dios te hizo nueva creatura, creando TOTALMENTE
NUEVO el espíritu que ahora tú eres. De esta forma, Dios te dio un corazón NUEVO
en el cual pudo ya escribir Su Ley y además, puso como garantía al Espíritu
Santo dentro de ti por amigo y ayudador tuyo.
En él también vosotros,
habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y
habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa,
que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión
adquirida, para alabanza de su gloria (Efe 1.13-14).
Esto te coloca en la verdadera
dimensión de la plenitud y la vida abundante que tu Padre proveyó para ti, pues
esta vida no se trata de lo que estés percibiendo,
sintiendo o enfrentando en este preciso momento, sino que esta vida se trata de
lo que Dios dice acerca de ti, se trata de la Verdad infalible e inalterable de
la Palabra de Dios.
¡Eres Hijo(a)
de Dios! ¡Eres Hijo(a) del Nuevo Pacto!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, que
asombroso es Tu Amor por mí. Te doy las gracias por haber dado a Tu Hijo Jesús
como el precio justo y correcto por la redención de mi vida y de mi existencia.
Señor Jesús, por el Nuevo Pacto en Tu Sangre, ahora yo tengo Vida Eterna y todo
el derecho a hacer de ella una Vida Plena y Abundante. Por el Nuevo Pacto en Tu
Sangre he sido justificado(a), perdonado(a), santificado(a) y perfeccionado(a)
para ser hecho(a) un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. ¡Gracias! ¡Muchas
gracias, Señor Jesús! Sin importar las circunstancias que hoy estoy
enfrentando, ahora sé que de todas ellas saldré más que vencedor(a), pues soy,
efectivamente, un(a) Hijo(a) del Rey y todo lo puedo en Cristo que me fortalece.
Así que, creo y declaro que ¡soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a) para
vivir una Vida Plena y Abundante! ¡Recibo Tu Amor! ¡Recibo Tu Gozo! ¡Recibo Tu
Paz! ¡Por la Sangre de Jesús, la Sangre del Nuevo Pacto, que no hay forma que
yo pueda perder en esta vida! ¡Amén!
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2012
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Enero
30 Luc 22.1-38
/
Gen 39 / Sal 30
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