4 de Febrero
¡Es la Palabra de Dios!
Por Riqui Ricón*
Entonces él les dijo: ¡Oh
insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho!
¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en
su gloria? Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los
profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían (Luc
24.25-27).
Usualmente,
cuando asistes a una conferencia o convivencia donde se habla y reflexiona de
la Biblia como la Palabra de Dios, terminas sintiéndote muy animado(a) y
confiado(a) ante las circunstancias que tienes por delante pues tu espíritu, tu
verdadero yo, ha sido alimentado y fortalecido con poder.
Sin embargo,
cuando permites que sean las circunstancias, lo complicado del problema, lo
fuerte de una discusión, la mala noticia del diagnóstico médico, la carencia de
recursos, etc., quienes regulen tu estado de ánimo, entonces, te sentirás
triste y abatido. Puedes, inclusive, entrar a un estado mental de confusión
donde el temor y la angustia te dominen.
De la misma
forma, tres días después de que Jesús había sido asesinado en una cruz, unos de
Sus discípulos caminaban tristes y confundidos hacia la aldea llamada Emaús.
Entonces, Jesús se presentó ante ellos Y
comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en
todas las Escrituras lo que de él decían.
De pronto,
algo sucedió en la vida de estos hombres que les hizo olvidarse de su tristeza
y del propósito y la relevancia de su viaje; ya fuesen asuntos de negocios,
religiosos o familiares, todo pasó a segundo término. ¿Cómo o por qué pasó
esto?
Si piensas
que este radical cambio de ánimo y de actitud ante las circunstancias fue
producto del prodigio de ver vivo a su Maestro y contar una vez más con su
Presencia, quiero que notes que, al final, de todos modos, terminaron igual, solos
y sin el Maestro. Sin embargo, la vida de todos ellos cambió en el momento que
las Escrituras (la Biblia) les fueron reveladas y ante ellos quedó descubierta
la Verdad.
Y se decían el uno al otro:
¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y
cuando nos abría las Escrituras? Y levantándose en la misma hora,
volvieron a Jerusalén, y hallaron a los once reunidos, y a los que estaban con
ellos, que decían: Ha resucitado el Señor verdaderamente, y ha
aparecido a Simón. Entonces ellos contaban las cosas que les
habían acontecido en el camino, y cómo le habían reconocido al partir el pan (Luc
24.32-35).
La Fe viene
cuando acudes a la Biblia con la actitud correcta, esto es, considerándola lo
que en Verdad es, la indiscutible e infalible Palabra de Dios.
Esto es,
comprendiendo que cada una de las palabras que se encuentran escritas en tu
Biblia, todas han salido de la boca de Dios, fueron pronunciadas, primeramente,
por Él.
De esta
forma, la Fe fluye por todo tu ser cuando entiendes que, si Dios lo dijo,
entonces, necesariamente, Él lo va a cumplir; que si Dios lo hablo, entonces,
sin lugar a dudas, Él lo va a ejecutar.
Puedes
pensar, como yo solía hacerlo, “muy bien, estoy de acuerdo, pero ¿quién o cómo
se va a cumplir? ¿Quién o cómo se va a ejecutar?” Cuando descubrí la respuesta
a estas interrogantes quedé asombrado de lo fabuloso y sencillo que es el Plan
de Dios para nuestras vidas: La única respuesta es ¡La Palabra de Dios!
¿Cómo?
–pensarás- ¿La Palabra de Dios va a realizar lo que la Palabra de Dios dice?
¡Claro! Pues es precisamente el Poder que tiene para hacerse cumplir a sí misma
lo que la define como Palabra de Dios.
El mejor ejemplo para explicar
esto lo escuche de Kenneth Copeland: supongamos que hoy es lunes y el Señor
Jesús se manifestase físicamente delante de nosotros y al saludarnos nos
dijese, “Hola, miren que bonita tarde de sábado estamos teniendo hoy”. Tú y yo
estaríamos tentados a replicarle, “pero Señor, hoy es lunes por la mañana”, y
eso, mi amado(a), sería un grave error, pues estaríamos pasando por alto un
pequeño, pero muy significante detalle: ¡Él es Dios! Y todo, absolutamente
TODO, LO QUE Él dice, las Palabras que salen de Su boca, se cumplen sin faltar
ni una de ellas.
Así que, por el hecho de que las
palabras “bonita tarde de sábado” salieron de Su Boca, ¿qué piensas tú que
sucederá? ¡Desde luego! Sin importar fecha, ni día, ni hora, dejará de ser
lunes por la mañana y se volverá una bonita tarde de sábado, por la Palabra de
Dios.
Tienes que llegar a un punto en
tu relación con tu Padre celestial, donde comprendas que cada vez que dices que
la Biblia es la Palabra de Dios, estás confesando que la Biblia tiene el poder
intrínseco para cumplirse a sí misma.
Por lo tanto, si buscas en la
Biblia TODO aquello tocante a tu necesidad o petición y lo pones en tu boca,
mente y corazón, declarando que crees que lo recibes porque es la Palabra de
Dios, entonces, sin lugar a dudas, te vendrá, ¡es la Palabra de Dios!
Por tanto, os digo que todo lo
que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá (Mar
11.24).
El día de
hoy, como aquel de antaño en el camino a Emaús, la Palabra de Dios hará que tu
corazón vuelva a arder con el cálido fuego de la Fe. Pues es Fe lo que brota
cuando escuchas la Palabra de Dios.
Así que la fe es por el oír, y el
oír, por la palabra de Dios (Ro10.17).
¡La Fe es la
llave! ¡La Fe ES por la Palabra de Dios!
“Hay solución para su problema cualquiera
que este sea. Si ha estado buscando la respuesta en algún pasaje de la Palabra
de Dios y no la ha encontrado, búsquela en otro pasaje. Siga escudriñando la
Escritura y siga tocando hasta que encuentre la llave que necesita”. -Kenneth
Copeland.
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, en este
día vengo a Ti con la total certeza y la plena confianza a Tu Palabra. Estoy
profundamente agradecido(a) por Tu Gran Amor. Hoy sé que me amas tanto que
preferiste entregar a Tu propio Hijo antes que perderme a mí, y que, aunque yo
estaba muerto(a) en mis delitos y pecados, por este Tu Gran Amor con que me has
amado, me diste Vida juntamente con Cristo Jesús; por Tu Gracia soy salvo(a)
por medio de la fe, y aún ésta última no es mía sino que es un regalo Tuyo.
¡Cuán Grande y Hermoso Eres mi Señor! ¡Cuán maravilloso es Tu Amor por mí! En
esta hora me pongo de acuerdo con Tu Eterna e Infalible Palabra para creer y
declarar que, por el Nuevo Pacto en la Sangre de Jesús, creo y recibo mi identidad
como Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y, por lo tanto, recibo hoy mi sanidad.
Me declaro libre de toda dolencia y enfermedad. Hablo salud y bienestar a cada
célula, tejido, órgano y sistema de mi ser. Rechazo todo miedo, pues yo no he
recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que he
recibido el espíritu de adopción y hoy puedo decir, Abba, Padre. Pongo mis
ojos, emociones y sentimientos en Ti, Señor Jesús, quien eres el autor y
consumador de mi Fe. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy más que
vencedor(a)! ¡Todo lo puedo en Cristo! Y, por la Sangre de Jesús, soy dichoso(a)
para vivir una vida plena y abundante. Muchas gracias, Señor Jesús. Gracias por
esta Nueva Vida en Plenitud que ahora tengo. Gracias por mi sanidad. Gracias
por mi salud. Gracias por mi prosperidad. Gracias por el Amor, la paz y el gozo
que ahora disfruto. Gracias porque por Tu Palabra, la Biblia, sin lugar a
dudas, soy y recibo todo esto que he declarado delante de Tu Presencia. En el
nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2012
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Febrero
4 Luc 24.13-53
/
Gen 44 / Sal 35
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