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martes, 28 de octubre de 2014

¡Cómo salir de las tinieblas y de la obscuridad!

 
20 de Octubre

¡Ya te ha amanecido!

Por Riqui Ricón*

¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido (Isa 8.20).

Cuando pregunto a los creyentes qué es la Biblia, la mayoría responde sin dudar, que la Biblia es la Palabra de Dios. Invariablemente, esta respuesta me lleva a cuestionar nuevamente: ¿Qué significa CREER que la Biblia es la Palabra de Dios? En este punto, casi todos mis interlocutores se me quedan mirando con expresión de asombro. Con esa expresión que se traduce como: ¡Eh! ¡Mmmh! ¿No te ofendes si te pido: Me repites la pregunta?

Decir que la Biblia es la Palabra de Dios es una gran responsabilidad pues implica, necesariamente, CREER que TODAS las palabras de la Biblia literalmente salieron de la boca de Dios y por lo tanto, SON LA VERDAD y TODAS, y cada una de ellas, se van a cumplir.

En una ocasión, el doctor Jerry Savelle, un gran predicador y hombre de fe, me puso en una situación incómoda durante una de sus conferencias cuando planteó las únicas dos razones posibles para que tú, como creyente, vivas con temor, dudas, enfermedad, pobreza, derrota y carente de poder alguno: estas dos razones, planteó él, son o que no conoces la Palabra de Dios o que no la CREES.

Piénsalo bien, ¿por qué habrías de vivir con temor y dudas sabiendo con toda certeza que Dios, el Todopoderoso, ha hablado y decretado Palabras de Amor y Victoria sobre tu vida. Palabras como: por mis heridas tú ya has sido sanado(a); en todas las cosas eres más que vencedor(a); eres mi Hijo(a) amado(a); mayor soy Yo, que vivo en ti, que el que está en el mundo; aunque tu padre y tu madre te dejaren, con todo, yo te recogeré; caerán a tu lado mil y diez mil a tu diestra mas a ti no llegará; etc., etc., etc?

Las únicas respuestas posibles a esta pregunta son: porque no sabes que todo esto lo ha decretado sobre tu vida, el único y verdadero Dios, o porque aunque sí lo sabes, no lo crees.

Lo interesante aquí es que después de esta reflexión ahora tú ya lo sabes y sólo te resta creer.

Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria, la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria (1 Co 2. 7-8).

Satanás conoce muy bien la Biblia pero NO LA CREE. Si la creyera ya se hubiese arrepentido. El muy ingenuo sigue pensando y creyendo que se va a salir con la suya y que va a ganar.

Así que, cuando estés enfrentando algún problema o circunstancia adversa en tu vida hazte siempre las siguientes dos preguntas:

1.    ¿Conozco alguna Promesa que Dios me haya hecho en Su Palabra tocante a mi necesidad?

2.    ¿Creo que Dios va a cumplirme la Promesa que me dio en Su Palabra tocante a esa necesidad?

Te puedo asegurar que no existe situación alguna a la que no puedas contestar afirmativamente a estas preguntas.

Si alguien les dice: "Consulten a las pitonisas y a los agoreros que susurran y musitan; ¿acaso no es deber de un pueblo consultar a sus dioses y a los muertos, en favor de los vivos?", yo les digo: "¡Aténganse a la ley y al testimonio!" Para quienes no se atengan a esto, no habrá un amanecer (Isa 8.19-20 NVI).

En el sistema de este mundo, continuamente encuentro gente que está más dispuesta y deseosa para creer en sueños y visiones, o en alguna palabra que le dé un profeta o iluminado, que en creerle a Dios, que CREERLE A SU PALABRA.

Y aunque esto es algo muy lamentable, la Buena Noticia es que tú NO eres de este mundo.

Les he dado tu palabra, y el mundo los odia, porque ellos no pertenecen al mundo, así como yo tampoco pertenezco al mundo. No te pido que los quites del mundo, sino que los protejas del maligno. Al igual que yo, ellos no pertenecen a este mundo (Jn 17.14.16 NTV).

Así lo afirma la Biblia en las Palabras del mismísimo Señor Jesús.

Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones; entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo (2 P 1.19-21).

Claramente, la Escritura te enseña que no existe palabra profética más segura que la Biblia.

Ese día en que el Señor entregó a los amorreos en manos de los israelitas,  Josué le dijo al Señor en presencia de todo el pueblo:   "Sol,  detente en Gabaón,  luna,  párate sobre Ayalón." El sol se detuvo y la luna se paró,  hasta que Israel se vengó de sus adversarios.  Esto está escrito en el libro de Jaser.  Y,  en efecto,  el sol se detuvo en el cenit y no se movió de allí por casi un día entero. Nunca antes ni después ha habido un día como aquél;  fue el día en que el Señor obedeció la orden de un ser humano.  ¡No cabe duda de que el Señor estaba peleando por Israel! (Jos 10.12-14 NVI).

En este episodio de la vida de Josué puedes ver cómo el conocer y creer lo que Dios había dicho, y prometido, lo habilitó para realizar uno de los milagros más asombrosos de los que se tengan registro. Él pudo detener, con su palabra, las poderosísimas fuerzas gravitacionales del sol, la tierra y la luna.

¿Cómo fue posible esto? Sólo recuerda que Dios previamente le había instruido:

Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien (Jos 1. 8).

Así que, ¡Ya lo sabes! Acude a la Biblia y ponla en tu boca, mente y corazón, pues si hablas, oras y declaras conforme a  lo que en ella está escrito, entonces, y sólo entonces, harás prosperar tu camino y TODO te saldrá bien.

Vivirás el ESPLENDOR de un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, pues en verdad, a ti ya te habrá amanecido.

Oremos en voz audible:

Bendito Padre celestial, ¿cómo no estar agradecido(a) por Tu Palabra, la Biblia, donde has decretado Palabras de Amor y Bendición sobre mi vida? Tú no mientes y Tu Palabra ha de cumplirse plena y cabalmente en mi vida. Gracias, Señor, por tanto y tan grande Amor, que estando yo muerto(a) en delitos y pecados, me diste Vida Eterna juntamente con Cristo. Es por tu Gracia y Amor que me has hecho heredero(a) de la salvación. Ahora lo sé y lo creo: aunque ande en valle de sombra y de muerte no voy a temer mal alguno porque Tú estás conmigo; Tú me libras del lazo del cazador y de la peste destructora; no me sobrevendrá mal ni plaga tocará mi morada; Tú suplirás todo lo que me falta conforme a tus riquezas en gloria; todo lo puedo en Cristo Jesús que me fortalece. Por lo tanto, resisto al espíritu de engaño, mentira y temor. Soy un(a) Hijo(a) amado(a) del Dios vivo y verdadero. Fui comprado(a) a precio de Sangre. ¡Nada ni nadie me pueden vencer! ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy un(a) Hijo(a) del Rey! Gracias, Señor Jesús. Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Octubre 20                           Apo 20 /  Isa 7-8/ Sal 110

 

 
 

lunes, 27 de octubre de 2014

¡Cómo vivir lo que queda de este año!

 
19 de Octubre

¡Victoria!

Por Riqui Ricón*

Y oí como la voz de una gran multitud, como el estruendo de muchas aguas,  y como la voz de grandes truenos, que decía: ¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina! Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandecienteY el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios  Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo.  Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS.  Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos.  De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro;  y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso.  Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES (Apo 19. 6-8, 9, 11-16).

Oh, qué maravilloso es poder decirle en su propia cara a Satanás: ¡Ya leí el final del libro, nosotros ganamos!

Lamentablemente, demasiadas Hijas e Hijos de Dios Nacidos de Nuevo viven sus vidas con la única esperanza de llegar al final de los tiempos para entonces, ver y disfrutar el día de la victoria. ¡Qué tremendo error! Con razón la Biblia, que es la Palabra de Dios, que no miente, enseña que:

Por tanto, mi pueblo fue llevado cautivo, porque no tuvo conocimiento; y su gloria pereció de hambre, y su multitud se secó de sed (Isa 5.13).

Estimado(a) creyente, la Victoria no se conseguirá el día final, la Victoria SE OBTUVO cuando Jesús entregó Su Vida y Su Espíritu, en esa cruz mientras exclamaba: ¡CONSUMADO ES!

Tú eres Hijo(a) del Rey de reyes y Señor de señores, y estás sobre esta tierra para establecer el reino de Dios. Has sido dejado(a) por tu Padre en este mundo para que establezcas el reino que ya ha sido obtenido por nuestro Señor Jesucristo y que ahora tú, Su Hijo(a) amado(a), debes manifestar en esta tierra.

Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá (Ro 1.17).

No se trata de manifestar algo que tú no tienes, sino de creer, de aceptar y entonces sí, manifestar (vivir) todo aquello que ahora tú eres. Y tú eres, ni más, ni menos, la persona que Dios dice, en Su Palabra, la Biblia, que tú eres: justo(a), santo(a), perfecto(a), en todas las cosas, más que vencedor(a) y quien todo lo puede.

Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible (Mar 9.23).

La espada que sale de la boca de Jesús es Su Palabra, la Biblia, y te corresponde a ti poner la Palabra de Dios en tu mente, boca y corazón para que, como la viuda le dijo a Elías, todos a tu alrededor exclamen: “ahora reconocemos que eres Hijo(a) de Dios y que la Palabra de Dios es Verdad en tu boca” (1 R 17.24).

Hacer de Su Palabra la Norma máxima de su existencia fue el mandato y recomendación que Josué recibió de parte del Señor, para que así, él pudiera cumplir el propósito que Dios le dio de introducir al pueblo de Israel a la tierra prometida. Sin hacer esto, jamás lo hubiera logrado.

Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien (Jos 1.8).

De la misma forma, tú tienes una misión y propósito que cumplir en este mundo y sólo lo podrás lograr al atender y obedecer el mismo consejo. Así que, haz de la Biblia la norma máxima de tu existencia, medita en ella de día y de noche, apréndela y ponla en tu boca como respuesta y sentencia de Victoria a todos tus problemas, enfermedades y/o necesidades. Dios mismo te garantiza que harás prosperar tu camino y todo te saldrá bien. ¡Sólo hazlo!

Entonces dejarás de dudar y de temer para levantarte, con gozo, autoridad y poder, a manifestar lo que Cristo Jesús ya obtuvo para ti: ¡La Victoria!

¡Victoria sobre la enfermedad y la muerte! ¡Victoria sobre el pecado! ¡Victoria sobre la soledad y la tristeza! ¡Victoria sobre toda depresión! ¡Victoria sobre el fracaso! ¡Victoria sobre la pobreza y la escasez!

Por lo tanto, ¡no temas! ¡Ya conoces el final de la historia! ¡Nosotros ganamos!

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, estoy sumamente agradecido(a) por el gran Amor con que me has amado al darme vida juntamente con Cristo Jesús. Creo y recibo esta victoria contundente que Tú, Jesucristo, compraste con Tu Sangre para mí. Resisto al espíritu de temor que con engaños y mentiras me quiera hacer fracasar ante la enfermedad, pobreza, depresión o cualquier otra aflicción. Yo no he recibido espíritu de temor para estar otra vez en esclavitud, sino que he recibido el espíritu de adopción y hoy clamo, ¡Abba! ¡Padre! Gracias, Señor Jesús, Nací de Nuevo para triunfar, todo lo puedo en Ti. Así que, me determino, con Tu ayuda, Espíritu Santo, a levantarme y vivir esa vida victoriosa que ganaste para mí. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios! En el nombre de Jesús. Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Octubre 19                           Apo 19 /  Isa 5-6 / Sal 109. 20-31

 

 
 

martes, 21 de octubre de 2014

¿Cómo terminará este año para ti?

 
18 de Octubre

¡Te ira bien!

Por Riqui Ricón*

Decid al justo que le irá bien, porque comerá de los frutos de sus manos (Isa 3. 10).

Leer y meditar la Palabra de Dios es la tarea diaria más importante en la vida de cualquier Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Recuerda que sin fe es imposible agradar a Dios, tu Padre, y la fe viene cuando se escucha con atención el mensaje que predicamos acerca de Jesucristo (Ro 10.17 CST).

¿Qué es la FE? ¿Por qué la FE ES por escuchar la Palabra de Dios?

Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve (He 11.1).

Pero, ¿cómo puedes estar seguro(a) de cosas que estás esperando pero que no ves, como por ejemplo, la restauración de tu salud cuando te sientes mal y además el diagnóstico médico ha sido confirmado como negativo; o cuando tienes cuentas por pagar y no tienes dinero? ¿Cómo puedes tener la certeza de lo que esperas y estar convencido(a) de aquello que todavía no ves? ¿Cómo tener FE?

¡Creyéndole a Dios, creyendo Su Palabra! Basta que encuentres en la Biblia una Promesa que Dios te haya hecho tocante a tu necesidad para que puedas estar plenamente seguro(a) y convencido(a) que si Dios lo dijo, entonces Él lo va a cumplir, si Dios lo habló, entonces Él lo va a ejecutar.

Dios no es un hombre, por lo tanto no miente. Él no es humano, por lo tanto no cambia de parecer. ¿Acaso alguna vez habló sin actuar? ¿Alguna vez prometió sin cumplir? Escucha, yo recibí la orden de bendecir; ¡Dios ha bendecido, y yo no puedo revertirlo! (Num 23.19-20 NTV).

La FE es la fuerza espiritual que te permite recibir y hacer realidad todo aquello que Dios tiene para ti. Pues lo que realmente agrada a tu Padre celestial es que tú vivas experimentando Su Amor, Su Provisión y Su Bendición en todas las áreas de tu Vida.

Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma (3 Jn 2).

Así que, al leer y meditar la Biblia, se produce en ti la fe que necesitas para vivir la vida que agrada a Dios. Además, la misma Escritura declara que el justo vivirá por fe.

Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá (Ro 1.17).

La Buena Noticia del Evangelio es que la justicia de Dios se revela por creerle a Dios, creyendo Su Palabra, pues como está escrito: Dios te hace justo(a) cuando crees a Su Palabra.

Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia (Gen 15.6).

Sólo la FE, que es creerle a Dios, creyendo Su Palabra, te hace justo(a) delante de Dios.

Pero ahora, tal como se prometió tiempo atrás en los escritos de Moisés y de los profetas, Dios nos ha mostrado cómo podemos ser justos ante él sin cumplir con las exigencias de la ley. Dios nos hace justos a sus ojos cuando ponemos nuestra fe en Jesucristo. Y eso es verdad para todo el que cree, sea quien fuere. Pues todos hemos pecado; nadie puede alcanzar la meta gloriosa establecida por Dios. Sin embargo, con una bondad que no merecemos, Dios nos declara justos por medio de Cristo Jesús, quien nos liberó del castigo de nuestros pecados. Pues Dios ofreció a Jesús como el sacrificio por el pecado. Las personas son declaradas justas a los ojos de Dios cuando creen que Jesús sacrificó su vida al derramar su sangre. Ese sacrificio muestra que Dios actuó con justicia cuando se contuvo y no castigó a los que pecaron en el pasado, porque miraba hacia el futuro y de ese modo los incluiría en lo que llevaría a cabo en el tiempo presente. Dios hizo todo eso para demostrar su justicia, porque él mismo es justo e imparcial, y declara a los pecadores justos a sus ojos cuando ellos creen en Jesús (Ro 3.21-26 NTV).

Así que, si Dios dice en Su Palabra que al justo le irá bien, que la bendición y la bienaventuranza en esta vida serán para aquel que es justo, entonces estas son promesas divinas que te pertenecen a ti.

A este respecto, la Biblia, que es la Palabra de Dios, que no miente, declara enfáticamente que:

Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él (2 Co 5. 21).

Lo que significa que en Cristo Jesús, tú ya fuiste hecho(a) justicia de Dios. Tú has sido hecho(a) justo(a) por medio de la Sangre de Jesús, quién pagó todos tus pecados al morir en esa cruz.

Así que, sin lugar a dudas, puedes declarar: ¡Soy justo y me irá bien en esta vida, pues, si Dios lo dice, entonces Él lo va a cumplir, si Dios lo habló, entonces Él lo va a ejecutar!

El problema con esto es que a veces la gente dice, por costumbre religiosa: “pues yo no me siento justo, tan sólo soy un pecador salvo por gracia”. Hacer esta afirmación es un absurdo disparate y un total desconocimiento de la Palabra de Dios, ya que, por Su Gracia has sido hecho(a) salvo(a) y por lo tanto, no puedes seguir siendo un(a) pecador(a).

Pero Dios nos ha mostrado ahora su justicia por un camino distinto de la ley, pero un camino acerca del cual la propia ley y los escritos de los profetas ya han dado testimonio: se trata de la justicia de Dios, que actúa para salvación por medio de la fe en Jesucristo, sin importar quiénes seamos nosotros ni cuál haya sido nuestra conducta en otro tiempo. Porque todos hemos pecado, "y nadie puede tener parte por sí mismo en la gloria de Dios; pero Dios, por pura gracia, nos declara justos merced a la obra redentora de Jesucristo. Porque Dios envió a Jesucristo para que sufriera el castigo que nosotros merecemos, y para que, por medio de la fe en su sangre derramada, obtuviéramos el perdón de nuestros pecados. De este modo, Dios ha puesto de manifiesto su justicia, absolviéndonos generosamente y pasando por alto en su paciencia los pecados anteriormente cometidos. Ahora, en el momento actual, revela también su justicia salvadora, por la cual, siendo Dios justo, absuelve sin embargo al transgresor, siempre que éste deposite su confianza en Jesús. ¿De qué podemos entonces jactarnos en lo que respecta a la salvación? ¡Absolutamente de nada! ¿Y por qué no? Pues porque el fundamento de nuestra salvación no consiste en cumplir cabalmente la ley de las buenas obras, sino en obedecer a la ley de la fe en Cristo. Con lo cual concluimos que Dios nos declara justos y nos salva mediante la fe en Cristo, sin que hayamos de alegar las obras realizadas de acuerdo con la ley (Ro 3. 21-28 CST).

Medita en esto, no es por lo que hagas o hayas hecho y por lo tanto, tampoco es por cómo te sientas o te veas a ti mismo(a) el día de hoy. Es por Su Amor y Gracia, los cuales ya recibiste al haber aceptado a Jesús como el Señor de tu vida.

Así que, de acuerdo a la Palabra de Dios, que no miente, cuando Cristo Jesús pagó con Su Sangre y Vida todos tus pecados, tú fuiste justificado(a). Ahora eres legalmente justo(a). El castigo de tu paz fue sobre Él. Tú ya no debes nada, Jesús lo pagó todo por Amor, y a ti te corresponde creerlo y recibirlo viviendo esa Vida Plena y Abundante que Él adquirió para ti.

El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10.10).

Si te preguntas por qué, la respuesta es sencilla, ¡porque te ama!

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.  Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).

¡Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti!

Si me preguntas cómo lo sé, la respuesta es igual de sencilla, ¡está escrito!

Amado(a), sin importar cuáles sean los problemas, enfermedades o aflicciones que estés enfrentando el día de hoy, prepárate, pues te va ir bien en esta vida. ¡Así lo dice el Señor!

Os he dicho todas estas cosas para que en mí encontréis vuestra paz. Siempre tendréis en el mundo pruebas que os afligirán, pero confiad en mí, porque yo he vencido al mundo (Jn 16.33 CST).

¡Animo! ¡Dios está contigo! Y si Dios está contigo, ¿quién contra ti?

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, muchas gracias. Te doy un millón de gracias por Tu gran Amor con que me has amado pues estando yo muerto(a) en delitos y pecados me diste Vida juntamente con Cristo, por Tu Gracia fui hecho justo(a), por Tu Gracia soy salvo(a) y juntamente con Cristo me hiciste Nacer de Nuevo pero ahora como un(a) Hijo(a) Tuyo(a). ¡Soy Nacido(a) de Nuevo de la semilla incorruptible que es Tu Palabra que vive y permanece para siempre! Amado Jesús, por lo que hiciste por mí, no recibo ninguna condenación pues yo no vivo conforme con mi carne sino conforme a Tu Espíritu. ¡Soy justo(a)! ¡Soy justicia de Dios! Así que reclamo el derecho divino que tengo para vivir una vida dichosa y plena. Resisto a la angustia, al temor, a la enfermedad, a la pobreza, a la amargura, a la soledad y a toda depresión. En el nombre Poderoso de Cristo Jesús, yo _________ (tu nombre aquí) le llamo al gozo, a la paz, a la salud, a la prosperidad, a la libertad para vivir una vida plena y abundante. Gracias, Señor Jesús, Tú lo hiciste todo por mí. ¡Lo creo y lo recibo! ¡Es mío! ¡Es mi derecho en toda justicia! No voy a dejar que nada ni nadie me robe lo que Tú compraste para mí a tan gran precio. Por lo tanto, acepto y recibo mi victoria sobre el pecado y sus consecuencias como la enfermedad, pobreza, depresión, temor y angustia. ¡Soy libre de todos ellos! ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo! Voy a terminar este año en victoria. Estaré arriba y no más abajo. Me va ir bien este año. En el nombre de Jesús. Amén.


 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011


 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Octubre 18                           Apo 18 /  Isa 3-4 / Sal 109. 1-19