martes, 6 de febrero de 2024

Y tú, ¿quién eres?

 <ENGLISH>




 06 Febrero 

Y tú, ¿quién eres?


¡Identifícate!

Por Riqui Ricón*

Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos. Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos. Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos, diciendo: Anunciaré a mis hermanos tu nombre, En medio de la congregación te alabaré.  Y otra vez: Yo confiaré en él. Y de nuevo: He aquí, yo y los hijos que Dios me dio (He 2.9-13).

Es hermoso y edificante encontrar en la Biblia, que es la Palabra de Dios y no miente, escrituras como esta donde claramente se te muestra que el pagar tus pecados, el perdón y la santificación no eran, ni serán, el objetivo por el cual Jesús murió en esa cruz. Tanto pagar todos tus pecados (justificación), como el perdón y la santificación fueron requisitos necesarios para un propósito mayor: hacer de ti un(a) Hijo(a) de Dios. Para lo cual, también, tenías forzosamente que Nacer de Nuevo.

Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos (He 2.10).

Hablando acerca de los Hijos de Dios, cabe mencionar aquí que es un gran error, y totalmente contrario a la Verdad, creer que todos los seres humanos son Hijos de Dios.

Vino a lo que era suyo,  pero los suyos no lo recibieron. Mas a cuantos lo recibieron,  a los que creen en su nombre,  les dio el derecho de ser hijos de Dios.  Éstos no nacen de la sangre,  ni por deseos naturales,  ni por voluntad humana,  sino que nacen de Dios (Jn 1.11-13 NIV).

Esto es: No los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino que los que son hijos según la promesa son contados como descendientes (Ro 9.8).

Pensar que todo el mundo es Hijo de Dios significaría que no existe diferencia entre un malvado violador y asesino, y un justo, santo y perfecto. Date cuenta que dicha forma de pensar no es más que una estrategia con el propósito minimizar y denigrar la Identidad que Jesús compró para ti al costo de Su propia Vida.

En el mundo, este tipo de creencia está muy generalizada y sólo sirve para neutralizar a todo aquel que, en honor a la Verdad, comienza a creer que por medio de la muerte y resurrección de Jesús ha sido justificado(a), perdonado(a) y santificado(a) para ser hecho(a) un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.

MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos  (1 Jua 3.1 BAD).

¡Ciertamente todos los seres humanos son creaturas amadas por Dios!

"Dios amó tanto a la gente de este mundo, que me entregó a mí, que soy su único Hijo, para que todo el que crea en mí no muera, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no me envió al mundo para condenar a la gente, sino para salvar a todos (Jn 3.16-17 BLS).

Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su Propio Hijo antes que perderte a ti, pero creer que todos los seres humanos son Hijos de Dios por el simple hecho de existir, anulará la distinción tan especial que Dios te ha hecho al declararte Su propio(a) Hijo(a).

Durante siglos, Satanás ha luchado con todas sus fuerzas, y recursos a su alcance (sus mentiras), tratando de evitar que los Creyentes Cristianos se enteren que en Verdad son lo que Dios dice en la Biblia que son: auténticos y legítimos Hijos de Dios Nacidos de Nuevo.

Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios (1 Jn 5.1a).

Tú has creído que Jesús es el Cristo, el Mesías salvador de la humanidad, por lo tanto, conforme a la Palabra de Dios, haz nacido de Dios.

siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23).

Nacer de Dios significa que la semilla que ahora te engendró ya no es corruptible, sino incorruptible: santa, justa y perfecta. ¡Tal y como Dios es! Todo por la Palabra infalible e inalterable de Dios.

¡El (la) viejo(a) pecador(a) que tú eras no existe más!

De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas (2 Co 5.17).

¡Eres una Nueva Creación! ¡Eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo!

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).

Dios te ama tanto que prefirió entregar a su propio Hijo antes que perderte a ti. Y lo hizo con el propósito, expreso, de hacerte Su Hijo(a).

en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad (Efe 1.5).

Ahora bien, Dios es bueno y te ama a ti, así que, no te hizo Hijo(a) Suyo(a) para que vivas enfermo(a), pobre, triste, amargado(a), deprimido(a), ni fracasado(a). ¡No! ¡Nada de eso es la voluntad de Dios para tu vida!

Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma. Pues mucho me regocijé cuando vinieron los hermanos y dieron testimonio de tu verdad, de cómo andas en la verdad (3 Jn 2-3).

Andar en la Verdad es creer a la Verdad, y ésta es que Jesucristo dio Su Vida para que tú tengas una Nueva Vida como Hijo(a) de Dios. Y como tu Padre, Él desea que seas prosperado(a) en todo, que tengas salud y una vida llena de gozo y paz

Esta es tu verdadera Identidad y el diablo hará todo lo posible para evitar que puedas obtenerla. La buena noticia es que no podrá conseguir su propósito, ya que tú sólo tienes que creer, creerle a Dios, creerle a Su Palabra, pues el justo por la fe vivirá y al que cree, todo le es posible.

Así que, tenlo por seguro, tú eres, sin lugar a dudas, un(a) auténtico(a) y legítimo(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, no encuentro mejor forma de agradecer lo que has hecho por mí que aceptándolo. No encuentro mejor forma de honrar el sacrificio de Tu Hijo Jesús que recibiendo la posición e Identidad que Él adquirió para mí al morir en esa cruz. ¡Gracias Jesús! ¡Muchas gracias Señor! Creo y recibo tu grande y eterno Amor por mí. Creo y recibo mi identidad de Hijo(a) Tuyo(a). Por lo tanto, creo y recibo también todas y cada una de tus promesas. Gracias Señor, porque no hay forma en que yo vaya a perder en esta vida. Gracias Padre porque no me has dejado nunca, ni me dejarás, porque me has amado con tan grande amor y me has hecho tu Hijo(a). Por lo que Tú hiciste en la cruz, Señor Jesús, y por Tu Palabra, ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy más que vencedor(a)! ¡Todo lo puedo en Cristo! Y, por la Sangre de Jesús, soy dichoso(a) para vivir una vida plena y abundante. Muchas gracias, Señor Jesús. Gracias por esta Nueva Vida en Plenitud que ahora tengo como Hijo(a) de Dios. Gracias por mi sanidad. Gracias por mi salud. Gracias por mi prosperidad. Gracias por el Amor, la paz y el gozo que ahora disfruto. En el nombre de Jesús. Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

 

Tres Recomendaciones:

Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas recomendaciones:

1.     Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él. Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.

2.     Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla. ¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.

3.     En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2020

 

 

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2012

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Febrero 6                             Heb 2 /  Gen 46.28-47.31 /  Sal 37

 


Cápsula del día.




Puedes escuchar o descargar la lectura de la  Biblia en audio del día de hoy, la tenemos para ti en dos versiones: 


RV60 



NVI 



Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Febrero 6                             Heb 2 /  Gen 46.28-47.31 /  Sal 37

 

Hebreos 2

Una salvación tan grande

2

1Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos. 2Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución, 3¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron, 4testificando Dios juntamente con ellos, con señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad.

El autor de la salvación

5Porque no sujetó a los ángeles el mundo venidero, acerca del cual estamos hablando; 6pero alguien testificó en cierto lugar, diciendo:

¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él,

O el hijo del hombre, para que le visites?

     7     Le hiciste un poco menor que los ángeles,

Le coronaste de gloria y de honra,

Y le pusiste sobre las obras de tus manos;

     8     Todo lo sujetaste bajo sus pies.a

Porque en cuanto le sujetó todas las cosas, nada dejó que no sea sujeto a él; pero todavía no vemos que todas las cosas le sean sujetas. 9Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos.

10Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos. 11Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos, 12diciendo:

Anunciaré a mis hermanos tu nombre,

En medio de la congregación te alabaré.b

 13Y otra vez:

Yo confiaré en él.c

Y de nuevo:

He aquí, yo y los hijos que Dios me dio.d

14Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, 15y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre. 16Porque ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham. 17Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo. 18Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados.[1]

 

Génesis 46.28-47.31

28Y envió Jacob a Judá delante de sí a José, para que le viniese a ver en Gosén; y llegaron a la tierra de Gosén. 29Y José unció su carro y vino a recibir a Israel su padre en Gosén; y se manifestó a él, y se echó sobre su cuello, y lloró sobre su cuello largamente. 30Entonces Israel dijo a José: Muera yo ahora, ya que he visto tu rostro, y sé que aún vives. 31Y José dijo a sus hermanos, y a la casa de su padre: Subiré y lo haré saber a Faraón, y le diré: Mis hermanos y la casa de mi padre, que estaban en la tierra de Canaán, han venido a mí. 32Y los hombres son pastores de ovejas, porque son hombres ganaderos; y han traído sus ovejas y sus vacas, y todo lo que tenían. 33Y cuando Faraón os llamare y dijere: ¿Cuál es vuestro oficio? 34entonces diréis: Hombres de ganadería han sido tus siervos desde nuestra juventud hasta ahora, nosotros y nuestros padres; a fin de que moréis en la tierra de Gosén, porque para los egipcios es abominación todo pastor de ovejas.

47

1Vino José y lo hizo saber a Faraón, y dijo: Mi padre y mis hermanos, y sus ovejas y sus vacas, con todo lo que tienen, han venido de la tierra de Canaán, y he aquí están en la tierra de Gosén. 2Y de los postreros de sus hermanos tomó cinco varones, y los presentó delante de Faraón. 3Y Faraón dijo a sus hermanos: ¿Cuál es vuestro oficio? Y ellos respondieron a Faraón: Pastores de ovejas son tus siervos, así nosotros como nuestros padres. 4Dijeron además a Faraón: Para morar en esta tierra hemos venido; porque no hay pasto para las ovejas de tus siervos, pues el hambre es grave en la tierra de Canaán; por tanto, te rogamos ahora que permitas que habiten tus siervos en la tierra de Gosén. 5Entonces Faraón habló a José, diciendo: Tu padre y tus hermanos han venido a ti. 6La tierra de Egipto delante de ti está; en lo mejor de la tierra haz habitar a tu padre y a tus hermanos; habiten en la tierra de Gosén; y si entiendes que hay entre ellos hombres capaces, ponlos por mayorales del ganado mío.

7También José introdujo a Jacob su padre, y lo presentó delante de Faraón; y Jacob bendijo a Faraón. 8Y dijo Faraón a Jacob: ¿Cuántos son los días de los años de tu vida? 9Y Jacob respondió a Faraón: Los días de los años de mi peregrinación son ciento treinta años; pocos y malos han sido los días de los años de mi vida, y no han llegado a los días de los años de la vida de mis padres en los días de su peregrinación. 10Y Jacob bendijo a Faraón, y salió de la presencia de Faraón. 11Así José hizo habitar a su padre y a sus hermanos, y les dio posesión en la tierra de Egipto, en lo mejor de la tierra, en la tierra de Ramesés, como mandó Faraón. 12Y alimentaba José a su padre y a sus hermanos, y a toda la casa de su padre, con pan, según el número de los hijos.

13No había pan en toda la tierra, y el hambre era muy grave, por lo que desfalleció de hambre la tierra de Egipto y la tierra de Canaán. 14Y recogió José todo el dinero que había en la tierra de Egipto y en la tierra de Canaán, por los alimentos que de él compraban; y metió José el dinero en casa de Faraón. 15Acabado el dinero de la tierra de Egipto y de la tierra de Canaán, vino todo Egipto a José, diciendo: Danos pan; ¿por qué moriremos delante de ti, por haberse acabado el dinero? 16Y José dijo: Dad vuestros ganados y yo os daré por vuestros ganados, si se ha acabado el dinero. 17Y ellos trajeron sus ganados a José, y José les dio alimentos por caballos, y por el ganado de las ovejas, y por el ganado de las vacas, y por asnos; y les sustentó de pan por todos sus ganados aquel año. 18Acabado aquel año, vinieron a él el segundo año, y le dijeron: No encubrimos a nuestro señor que el dinero ciertamente se ha acabado; también el ganado es ya de nuestro señor; nada ha quedado delante de nuestro señor sino nuestros cuerpos y nuestra tierra. 19¿Por qué moriremos delante de tus ojos, así nosotros como nuestra tierra? Cómpranos a nosotros y a nuestra tierra por pan, y seremos nosotros y nuestra tierra siervos de Faraón; y danos semilla para que vivamos y no muramos, y no sea asolada la tierra.

20Entonces compró José toda la tierra de Egipto para Faraón; pues los egipcios vendieron cada uno sus tierras, porque se agravó el hambre sobre ellos; y la tierra vino a ser de Faraón. 21Y al pueblo lo hizo pasar a las ciudades, desde un extremo al otro del territorio de Egipto. 22Solamente la tierra de los sacerdotes no compró, por cuanto los sacerdotes tenían ración de Faraón, y ellos comían la ración que Faraón les daba; por eso no vendieron su tierra. 23Y José dijo al pueblo: He aquí os he comprado hoy, a vosotros y a vuestra tierra, para Faraón; ved aquí semilla, y sembraréis la tierra. 24De los frutos daréis el quinto a Faraón, y las cuatro partes serán vuestras para sembrar las tierras, y para vuestro mantenimiento, y de los que están en vuestras casas, y para que coman vuestros niños. 25Y ellos respondieron: La vida nos has dado; hallemos gracia en ojos de nuestro señor, y seamos siervos de Faraón. 26Entonces José lo puso por ley hasta hoy sobre la tierra de Egipto, señalando para Faraón el quinto, excepto sólo la tierra de los sacerdotes, que no fue de Faraón.

27Así habitó Israel en la tierra de Egipto, en la tierra de Gosén; y tomaron posesión de ella, y se aumentaron, y se multiplicaron en gran manera. 28Y vivió Jacob en la tierra de Egipto diecisiete años; y fueron los días de Jacob, los años de su vida, ciento cuarenta y siete años. 29Y llegaron los días de Israel para morir, y llamó a José su hijo, y le dijo: Si he hallado ahora gracia en tus ojos, te ruego que pongas tu mano debajo de mi muslo, y harás conmigo misericordia y verdad. Te ruego que no me entierres en Egipto. 30Mas cuando duerma con mis padres, me llevarás de Egipto y me sepultarás en el sepulcro de ellos. Y José respondió: Haré como tú dices. 31E Israel dijo: Júramelo. Y José le juró. Entonces Israel se inclinó sobre la cabecera de la cama.[2]

       

Salmo 37

 

El camino de los malos

Salmo de David.

     1     No te impacientes a causa de los malignos,

Ni tengas envidia de los que hacen iniquidad.

     2     Porque como hierba serán pronto cortados,

Y como la hierba verde se secarán.

     3     Confía en Jehová, y haz el bien;

Y habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad.

     4     Deléitate asimismo en Jehová,

Y él te concederá las peticiones de tu corazón.

     5     Encomienda a Jehová tu camino,

Y confía en él; y él hará.

     6     Exhibirá tu justicia como la luz,

Y tu derecho como el mediodía.

     7     Guarda silencio ante Jehová, y espera en él.

No te alteres con motivo del que prospera en su camino,

Por el hombre que hace maldades.

     8     Deja la ira, y desecha el enojo;

No te excites en manera alguna a hacer lo malo.

     9     Porque los malignos serán destruidos,

Pero los que esperan en Jehová, ellos heredarán la tierra.

     10     Pues de aquí a poco no existirá el malo;

Observarás su lugar, y no estará allí.

     11     Pero los mansos heredarán la tierra,a

Y se recrearán con abundancia de paz.

     12     Maquina el impío contra el justo,

Y cruje contra él sus dientes;

     13     El Señor se reirá de él;

Porque ve que viene su día.

     14     Los impíos desenvainan espada y entesan su arco,

Para derribar al pobre y al menesteroso,

Para matar a los de recto proceder.

     15     Su espada entrará en su mismo corazón,

Y su arco será quebrado.

     16     Mejor es lo poco del justo,

Que las riquezas de muchos pecadores.

     17     Porque los brazos de los impíos serán quebrados;

Mas el que sostiene a los justos es Jehová.

     18     Conoce Jehová los días de los perfectos,

Y la heredad de ellos será para siempre.

     19     No serán avergonzados en el mal tiempo,

Y en los días de hambre serán saciados.

     20     Mas los impíos perecerán,

Y los enemigos de Jehová como la grasa de los carneros

Serán consumidos; se disiparán como el humo.

     21     El impío toma prestado, y no paga;

Mas el justo tiene misericordia, y da.

     22     Porque los benditos de él heredarán la tierra;

Y los malditos de él serán destruidos.

     23     Por Jehová son ordenados los pasos del hombre,

Y él aprueba su camino.

     24     Cuando el hombre cayere, no quedará postrado,

Porque Jehová sostiene su mano.

     25     Joven fui, y he envejecido,

Y no he visto justo desamparado,

Ni su descendencia que mendigue pan.

     26     En todo tiempo tiene misericordia, y presta;

Y su descendencia es para bendición.

     27     Apártate del mal, y haz el bien,

Y vivirás para siempre.

     28     Porque Jehová ama la rectitud,

Y no desampara a sus santos.

Para siempre serán guardados;

Mas la descendencia de los impíos será destruida.

     29     Los justos heredarán la tierra,

Y vivirán para siempre sobre ella.

     30     La boca del justo habla sabiduría,

Y su lengua habla justicia.

     31     La ley de su Dios está en su corazón;

Por tanto, sus pies no resbalarán.

     32     Acecha el impío al justo,

Y procura matarlo.

     33     Jehová no lo dejará en sus manos,

Ni lo condenará cuando le juzgaren.

     34     Espera en Jehová, y guarda su camino,

Y él te exaltará para heredar la tierra;

Cuando sean destruidos los pecadores, lo verás.

     35     Vi yo al impío sumamente enaltecido,

Y que se extendía como laurel verde.

     36     Pero él pasó, y he aquí ya no estaba;

Lo busqué, y no fue hallado.

     37     Considera al íntegro, y mira al justo;

Porque hay un final dichoso para el hombre de paz.

     38     Mas los transgresores serán todos a una destruidos;

La posteridad de los impíos será extinguida.

     39     Pero la salvación de los justos es de Jehová,

Y él es su fortaleza en el tiempo de la angustia.

     40     Jehová los ayudará y los librará;

Los libertará de los impíos, y los salvará,

Por cuanto en él esperaron.[3]

 



a 2.6–8: Sal. 8.4–6.

b 2.12: Sal. 22.22.

c 2.13: Is. 8.17.

d 2.13: Is. 8.18.

[1] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. He 1.14-2.18

[2] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Gn 46.28-47.31

a 37.11: Mt. 5.5.

[3] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Sal 36.12-37.40


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