miércoles, 14 de febrero de 2024

¡Cómo entrar a la Presencia de Dios!

 <ENGLISH>




 14 Febrero 

¡Cómo entrar a la Presencia de Dios!


¡Con plena confianza!

Por Riqui Ricón*

Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura.  (He 10.19-22).

Amado(a), la Biblia, que es la palabra de Dios, que no miente, es sencilla, y hermosamente clara, respecto a la libertad que tienes para vivir en comunión con Dios. El Lugar Santísimo es el lugar de la mismísima Presencia de Dios y tú tienes plena libertad para entrar y salir confiadamente de delante de Él. Esto es posible no por tus méritos sino por el camino NUEVO y vivo que Jesucristo abrió para ti por medio de Su Cuerpo y de su Sangre.

El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán (Luc 21.33).

Eres libre para estar con Él y conversar de cualquier cosa. Sin embargo, si le das prioridad a Su Palabra, la Biblia, en tu conversación (oración), tendrás la garantía, seguridad y convicción, de que todo te saldrá bien.

¿Cómo puede ser posible esto? Si lo piensas bien, la respuesta a esta pregunta es muy sencilla: la Biblia es la Palabra de Honor de nuestro Dios y Padre, quien es, por cierto, el Todopoderoso y no hay nada imposible para Él (excepto mentir). Por lo tanto, busca en la Biblia aquellas promesas que Dios te hace acerca de tus necesidades e inquietudes, y preséntalas delante de Él. Te aseguro que no existe forma, ni posibilidad alguna que Dios deje de cumplirte Su Palabra.

Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho (1 Jn 5.14-15).

De esta manera, cuando al orar pones la Biblia en tu mente, boca y corazón estarás totalmente de acuerdo con Él y orando de acuerdo a Su voluntad.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3. 16-17).

La Promesa más hermosa, y la que más garantías te ofrece, es el Amor. Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti, pues Él no desea condenarte sino darte la Plenitud de la Vida Eterna.

¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre,  que se nos llame hijos de Dios!  ¡Y lo somos!  El mundo no nos conoce,  precisamente porque no lo conoció a él (1 Jn 3.1 NVI).

Una vez que has sido justificado(a), perdonado(a) y santificado(a) en la Sangre de Jesús, es el Amor lo que te garantiza la entrada al lugar Santísimo, pues, ahora, como Nueva Creación, Dios mismo te llama Su Hijo(a).

¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? (Mat 7.9-10).

Siendo que nosotros amamos tanto a nuestros hijos, es muy ilustrativo que Jesús nos enseñe en Su Palabra que Dios nos ama más de lo que nosotros podemos amar a nuestros hijos.

Es por todo esto que el Nuevo Pacto en la Sangre de Jesús es un mejor Pacto, establecido sobre mejores promesas (He 8.6). El camino nuevo y vivo que Jesús nos abrió a través del velo es exclusivamente para aquellos que pueden tener una relación íntima con Dios de Padre a Hijo y de Hijo a Padre.

Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! (Rom 8.15).

Y puedes estar seguro que el Espíritu Santo prometido en este Nuevo Pacto es el sello, las arras, la garantía de ésta tú herencia, en Cristo Jesús.

Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió (He 10.23).

Así que, sin importar cuan fuerte te estén hablando tus problemas, la enfermedad o cualquier otra circunstancia en tu vida, mantente firme y sin fluctuar, confesando y declarando todas y cada una de las promesas que Dios, tu Padre amoroso, te ha dado en la Biblia; pues Él no es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. El dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará? (Num 23.19).

Es con la Biblia, la Palabra de Dios, y no con algún libro recomendado, ni alguna conferencia, ni consejo u opinión de cualquier otra persona, con lo que vendrás al conocimiento de la Verdad para ser completamente libre y gozar de esa Vida Plena y Abundante, que ya ha sido comprada para ti.

Oye, hijo mío, y recibe mis razones, Y se te multiplicarán años de vida. Por el camino de la sabiduría te he encaminado, Y por veredas derechas te he hecho andar. Cuando anduvieres, no se estrecharán tus pasos, Y si corrieres, no tropezarás. Retén el consejo, no lo dejes; Guárdalo, porque eso es tu vida (Pro 4.10-13).

Así que, lee la Biblia de mañana, tarde y noche. Medita en Su consejo, poniendo Sus Palabras en tu boca, mente y corazón porque son vida para quienes la buscan y son medicina a todo tu cuerpo (Pro 4.22).

Es la Biblia, la palabra de Dios, quien te da la libertad para acercarte a Dios, tu Padre, confiadamente, con un corazón sincero, en plena certeza de fe en que Él es fiel para cumplir lo que prometió.

¡Tu Padre es Dios y Él tiene Palabra de Honor!

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, que hermoso es poder acercarme a Ti, en este día, con plena certeza de fe. Convencido(a) estoy de Tu gran Amor con que me has amado. Por eso puedo declarar, con toda seguridad, que mayor eres Tú, Espíritu Santo, que estás en mí, y conmigo, que cualquier enfermedad, problema o situación adversa. Porque lo dices en Tu Palabra, ahora sé que en todas las cosas soy más que vencedor(a), por medio de Tu Amor, pues TODO lo puedo en Cristo que me fortalece. Señor Jesús, Tú eres mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me haces descansar; Junto a aguas de reposo me pastoreas. Confortas mi alma, Señor; me guías por sendas de justicia por amor de Tu nombre. Yo sé que aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estás conmigo; Tu vara y tu cayado me infunden aliento. Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, Y en el lugar Santísimo, el lugar de tu Presencia, moraré por largos días. En el nombre de Jesús. Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

 

Tres Recomendaciones:

Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas recomendaciones:

1.     Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él. Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.

2.     Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla. ¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.

3.     En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2020

 

 

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Febrero 14         Heb 10.19-39 /  Ex 11-12 /  Pro 4

 


Cápsula del día.





Puedes escuchar o descargar la lectura de la  Biblia en audio del día de hoy, la tenemos para ti en dos versiones: 


RV60 


NVI 



Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Febrero 14         Heb 10.19-39 /  Ex 11-12 /  Pro 4

 

Hebreos 10.19-39

19Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, 20por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, 21y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, 22acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazonesf de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura.g 23Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió. 24Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; 25no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.

Advertencia al que peca deliberadamente

26Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, 27sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios.h 28El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente.i 29¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pactoj en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia? 30Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor.k Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo.l 31¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!

32Pero traed a la memoria los días pasados, en los cuales, después de haber sido iluminados, sostuvisteis gran combate de padecimientos; 33por una parte, ciertamente, con vituperios y tribulaciones fuisteis hechos espectáculo; y por otra, llegasteis a ser compañeros de los que estaban en una situación semejante. 34Porque de los presos también os compadecisteis, y el despojo de vuestros bienes sufristeis con gozo, sabiendo que tenéis en vosotros una mejor y perdurable herencia en los cielos. 35No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; 36porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa.

     37     Porque aún un poquito,

Y el que ha de venir vendrá, y no tardará.

     38     Mas el justo vivirá por fe;

Y si retrocediere, no agradará a mi alma.m

 39Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma.[1]

 

Exodo 11-12

Anunciada la muerte de los primogénitos

11

1Jehová dijo a Moisés: Una plaga traeré aún sobre Faraón y sobre Egipto, después de la cual él os dejará ir de aquí; y seguramente os echará de aquí del todo. 2Habla ahora al pueblo, y que cada uno pida a su vecino, y cada una a su vecina, alhajas de plata y de oro. 3Y Jehová dio gracia al pueblo en los ojos de los egipcios. También Moisés era tenido por gran varón en la tierra de Egipto, a los ojos de los siervos de Faraón, y a los ojos del pueblo. 4Dijo, pues, Moisés: Jehová ha dicho así: A la medianoche yo saldré por en medio de Egipto, 5y morirá todo primogénito en tierra de Egipto, desde el primogénito de Faraón que se sienta en su trono, hasta el primogénito de la sierva que está tras el molino, y todo primogénito de las bestias. 6Y habrá gran clamor por toda la tierra de Egipto, cual nunca hubo, ni jamás habrá. 7Pero contra todos los hijos de Israel, desde el hombre hasta la bestia, ni un perro moverá su lengua, para que sepáis que Jehová hace diferencia entre los egipcios y los israelitas. 8Y descenderán a mí todos estos tus siervos, e inclinados delante de mí dirán: Vete, tú y todo el pueblo que está debajo de ti; y después de esto yo saldré. Y salió muy enojado de la presencia de Faraón. 9Y Jehová dijo a Moisés: Faraón no os oirá, para que mis maravillas se multipliquen en la tierra de Egipto.

10Y Moisés y Aarón hicieron todos estos prodigios delante de Faraón; pues Jehová había endurecido el corazón de Faraón, y no envió a los hijos de Israel fuera de su país.

La Pascua

12

1Habló Jehová a Moisés y a Aarón en la tierra de Egipto, diciendo: 2Este mes os será principio de los meses; para vosotros será éste el primero en los meses del año. 3Hablad a toda la congregación de Israel, diciendo: En el diez de este mes tómese cada uno un cordero según las familias de los padres, un cordero por familia. 4Mas si la familia fuere tan pequeña que no baste para comer el cordero, entonces él y su vecino inmediato a su casa tomarán uno según el número de las personas; conforme al comer de cada hombre, haréis la cuenta sobre el cordero. 5El animal será sin defecto, macho de un año; lo tomaréis de las ovejas o de las cabras. 6Y lo guardaréis hasta el día catorce de este mes, y lo inmolará toda la congregación del pueblo de Israel entre las dos tardes. 7Y tomarán de la sangre, y la pondrán en los dos postes y en el dintel de las casas en que lo han de comer. 8Y aquella noche comerán la carne asada al fuego, y panes sin levadura; con hierbas amargas lo comerán. 9Ninguna cosa comeréis de él cruda, ni cocida en agua, sino asada al fuego; su cabeza con sus pies y sus entrañas. 10Ninguna cosa dejaréis de él hasta la mañana; y lo que quedare hasta la mañana, lo quemaréis en el fuego. 11Y lo comeréis así: ceñidos vuestros lomos, vuestro calzado en vuestros pies, y vuestro bordón en vuestra mano; y lo comeréis apresuradamente; es la Pascuaa de Jehová. 12Pues yo pasaré aquella noche por la tierra de Egipto, y heriré a todo primogénito en la tierra de Egipto, así de los hombres como de las bestias; y ejecutaré mis juicios en todos los dioses de Egipto. Yo Jehová. 13Y la sangre os será por señal en las casas donde vosotros estéis; y veré la sangre y pasaré de vosotros, y no habrá en vosotros plaga de mortandad cuando hiera la tierra de Egipto.

14Y este día os será en memoria, y lo celebraréis como fiesta solemne para Jehová durante vuestras generaciones; por estatuto perpetuo lo celebraréis. 15Siete días comeréis panes sin levadura; y así el primer día haréis que no haya levadura en vuestras casas; porque cualquiera que comiere leudado desde el primer día hasta el séptimo, será cortado de Israel. 16El primer día habrá santa convocación, y asimismo en el séptimo día tendréis una santa convocación; ninguna obra se hará en ellos, excepto solamente que preparéis lo que cada cual haya de comer. 17Y guardaréis la fiesta de los panes sin levadura,b porque en este mismo día saqué vuestras huestes de la tierra de Egipto; por tanto, guardaréis este mandamiento en vuestras generaciones por costumbre perpetua. 18En el mes primero comeréis los panes sin levadura, desde el día catorce del mes por la tarde hasta el veintiuno del mes por la tarde. 19Por siete días no se hallará levadura en vuestras casas; porque cualquiera que comiere leudado, así extranjero como natural del país, será cortado de la congregación de Israel. 20Ninguna cosa leudada comeréis; en todas vuestras habitaciones comeréis panes sin levadura.

21Y Moisés convocó a todos los ancianos de Israel, y les dijo: Sacad y tomaos corderos por vuestras familias, y sacrificad la pascua. 22Y tomad un manojo de hisopo, y mojadlo en la sangre que estará en un lebrillo, y untad el dintel y los dos postes con la sangre que estará en el lebrillo; y ninguno de vosotros salga de las puertas de su casa hasta la mañana. 23Porque Jehová pasará hiriendo a los egipcios; y cuando vea la sangre en el dintel y en los dos postes, pasará Jehová aquella puerta, y no dejará entrar al heridor en vuestras casas para herir.c 24Guardaréis esto por estatuto para vosotros y para vuestros hijos para siempre. 25Y cuando entréis en la tierra que Jehová os dará, como prometió, guardaréis este rito. 26Y cuando os dijeren vuestros hijos: ¿Qué es este rito vuestro?, 27vosotros responderéis: Es la víctima de la pascua de Jehová, el cual pasó por encima de las casas de los hijos de Israel en Egipto, cuando hirió a los egipcios, y libró nuestras casas. Entonces el pueblo se inclinó y adoró. 28Y los hijos de Israel fueron e hicieron puntualmente así, como Jehová había mandado a Moisés y a Aarón.

Muerte de los primogénitos

29Y aconteció que a la medianoche Jehová hirió a todo primogénitod en la tierra de Egipto, desde el primogénito de Faraón que se sentaba sobre su trono hasta el primogénito del cautivo que estaba en la cárcel, y todo primogénito de los animales. 30Y se levantó aquella noche Faraón, él y todos sus siervos, y todos los egipcios; y hubo un gran clamor en Egipto, porque no había casa donde no hubiese un muerto. 31E hizo llamar a Moisés y a Aarón de noche, y les dijo: Salid de en medio de mi pueblo vosotros y los hijos de Israel, e id, servid a Jehová, como habéis dicho. 32Tomad también vuestras ovejas y vuestras vacas, como habéis dicho, e idos; y bendecidme también a mí.

33Y los egipcios apremiaban al pueblo, dándose prisa a echarlos de la tierra; porque decían: Todos somos muertos. 34Y llevó el pueblo su masa antes que se leudase, sus masas envueltas en sus sábanas sobre sus hombros. 35E hicieron los hijos de Israel conforme al mandamiento de Moisés, pidiendo de los egipcios alhajas de plata, y de oro, y vestidos. 36Y Jehová dio gracia al pueblo delante de los egipcios, y les dieron cuanto pedían; así despojaron a los egipcios.e

Los israelitas salen de Egipto

37Partieron los hijos de Israel de Ramesés a Sucot, como seiscientos mil hombres de a pie, sin contar los niños. 38También subió con ellos grande multitud de toda clase de gentes, y ovejas, y muchísimo ganado. 39Y cocieron tortas sin levadura de la masa que habían sacado de Egipto, pues no había leudado, porque al echarlos fuera los egipcios, no habían tenido tiempo ni para prepararse comida.

40El tiempo que los hijos de Israel habitaron en Egipto fue cuatrocientos treinta años.f 41Y pasados los cuatrocientos treinta años, en el mismo día todas las huestes de Jehová salieron de la tierra de Egipto. 42Es noche de guardar para Jehová, por haberlos sacado en ella de la tierra de Egipto. Esta noche deben guardarla para Jehová todos los hijos de Israel en sus generaciones.

43Y Jehová dijo a Moisés y a Aarón: Esta es la ordenanza de la pascua; ningún extraño comerá de ella. 44Mas todo siervo humano comprado por dinero comerá de ella, después que lo hubieres circuncidado. 45El extranjero y el jornalero no comerán de ella. 46Se comerá en una casa, y no llevarás de aquella carne fuera de ella, ni quebraréis hueso suyo.g 47Toda la congregación de Israel lo hará. 48Mas si algún extranjero morare contigo, y quisiere celebrar la pascua para Jehová, séale circuncidado todo varón, y entonces la celebrará, y será como uno de vuestra nación; pero ningún incircunciso comerá de ella. 49La misma ley será para el natural, y para el extranjero que habitare entre vosotros.

50Así lo hicieron todos los hijos de Israel; como mandó Jehová a Moisés y a Aarón, así lo hicieron. 51Y en aquel mismo día sacó Jehová a los hijos de Israel de la tierra de Egipto por sus ejércitos.[2]

       

Proverbios 4

 

Beneficios de la sabiduría

4

     1     Oíd, hijos, la enseñanza de un padre,

Y estad atentos, para que conozcáis cordura.

     2     Porque os doy buena enseñanza;

No desamparéis mi ley.

     3     Porque yo también fui hijo de mi padre,

Delicado y único delante de mi madre.

     4     Y él me enseñaba, y me decía:

Retenga tu corazón mis razones,

Guarda mis mandamientos, y vivirás.

     5     Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia;

No te olvides ni te apartes de las razones de mi boca;

     6     No la dejes, y ella te guardará;

Amala, y te conservará.

     7     Sabiduría ante todo; adquiere sabiduría;

Y sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia.

     8     Engrandécela, y ella te engrandecerá;

Ella te honrará, cuando tú la hayas abrazado.

     9     Adorno de gracia dará a tu cabeza;

Corona de hermosura te entregará.

     10     Oye, hijo mío, y recibe mis razones,

Y se te multiplicarán años de vida.

     11     Por el camino de la sabiduría te he encaminado,

Y por veredas derechas te he hecho andar.

     12     Cuando anduvieres, no se estrecharán tus pasos,

Y si corrieres, no tropezarás.

     13     Retén el consejo, no lo dejes;

Guárdalo, porque eso es tu vida.

     14     No entres por la vereda de los impíos,

Ni vayas por el camino de los malos.

     15     Déjala, no pases por ella;

Apártate de ella, pasa.

     16     Porque no duermen ellos si no han hecho mal,

Y pierden el sueño si no han hecho caer a alguno.

     17     Porque comen pan de maldad, y beben vino de robos;

     18     Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora,

Que va en aumento hasta que el día es perfecto.

     19     El camino de los impíos es como la oscuridad;

No saben en qué tropiezan.

     20     Hijo mío, está atento a mis palabras;

Inclina tu oído a mis razones.

     21     No se aparten de tus ojos;

Guárdalas en medio de tu corazón;

     22     Porque son vida a los que las hallan,

Y medicina a todo su cuerpo.

     23     Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón;

Porque de él mana la vida.

     24     Aparta de ti la perversidad de la boca,

Y aleja de ti la iniquidad de los labios.

     25     Tus ojos miren lo recto,

Y diríjanse tus párpados hacia lo que tienes delante.

     26     Examina la senda de tus pies,a

Y todos tus caminos sean rectos.

     27     No te desvíes a la derecha ni a la izquierda;

Aparta tu pie del mal.[3]

 



f 10.22: Lv. 8.30.

g 10.22: Lv. 8.6.

h 10.27: Is. 26.11.

i 10.28: Dt. 17.6; 19.15.

j 10.29: Ex. 24.8.

k 10.30: Dt. 32.35.

l 10.30: Dt. 32.36.

m 10.37–38: Hab. 2.3–4.

[1] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. He 10.19-39

a 12.1–13: Lv. 23.5; Nm. 9.1–5; 28.16; Dt. 16.1–2.

b 12.14–20: Ex. 23.15; 34.18; Lv. 23.6–8; Nm. 28.17–25; Dt. 16.3–8.

c 12.23: He. 11.28.

d 12.29: Ex. 4.22–23.

e 12.35–36: Ex. 3.21–22.

f 12.40: Gn. 15.13; Gá. 3.17.

g 12.46: Nm. 9.12; Sal. 34.20; Jn. 19.36.

[2] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Ex 10.29-12.51

a 4.26: He. 12.13.

[3] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Pr 3.35-4.27

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Qué piensas al respecto?