lunes, 5 de febrero de 2024

¡En esto SÍ puedes confiar!

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 05 Febrero

¡En esto SÍ puedes confiar!


¡Tú eres el (la) Hijo(a) Amado(a) de Dios!

Por Riqui Ricón*

¡Cuán preciosa, oh Dios, es tu misericordia! Por eso los hijos de los hombres se amparan bajo la sombra de tus alas. Serán completamente saciados de la grosura de tu casa, Y tú los abrevarás del torrente de tus delicias. Porque contigo está el manantial de la vida; En tu luz veremos la luz (Sal 36.7-9).

La Biblia, que es la Palabra de Dios y no miente, te enseña que la misericordia del Señor llega hasta los cielos y Su fidelidad alcanza hasta las nubes (Sal 36.5). Estas son buenas noticias (eso significa la palabra Evangelio), pues no tienes que esperar hasta presentarte delante del Juez de toda la tierra, sino que también aquí y ahora, viviendo en Su Presencia, como un(a) Hijo(a) de Dios, tú ya estás amparado(a) bajo la sombra de Sus alas y serás completamente saciado(a) de la grosura de Su casa.

¡Qué hermoso es creerle a Dios! ¡Qué maravilloso es creerle a su Palabra! Poderle decir en  la intimidad de la comunión, “Padre, Tú eres el manantial de mi vida y yo bebo del torrente de tus delicias. ¡En Tu luz yo veo la luz!

La razón por la que los hijos de los hombres se acercan a nuestro Dios y Padre, no es el temor sino Su infinita misericordia. Ellos, sin conocerle, apelan a Su misericordia, pero, ¿Habrá algo más grande que Su misericordia? ¡Sí! ¡Su Amor de Padre! Esta es nuestra razón para acercarnos a Él. Esta es nuestra razón para estar con Él. Esta es nuestra razón para vivir con Él, por Él y para Él.

MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! (1 Jn 3.1a).

Nunca le permitas a lo difícil de tus circunstancias hacerte dudar del Amor de Dios. Así es, Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jua 3.16-17).

¡Tú eres el (la) Hijo(a) Amado(a) de Dios! Sin lugar a dudas saldrás más que vencedor(a) de todo problema, angustia o enfermedad, pues Dios está contigo, y si Dios está contigo, ¿quién contra ti?

¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? 32El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? (Ro 8.31-32).

Acerca de Jesucristo la Escritura dice:

Porque ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Mi Hijo eres tú, Yo te he engendrado hoy, y otra vez: Yo seré a él Padre, Y él me será a mí hijo? (He 1.5).

Acerca de ti Dios declara: 

El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios… Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos (Ro 8.16, 29).

Antes, tú como un(a) hijo(a) de los hombres te refugiabas bajo la misericordia de Dios, ahora, tú sabes bien quién eres: un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, amparado(a) entre los brazos de Amor de tu Padre celestial.

¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? (Mat 7.9-11).

Así que, en verdad, ¿cuál es el problema, enfermedad o necesidad que hoy te aflige? ¡Dios está contigo! ¿Cuál es el problema, enfermedad o necesidad que hoy te angustia? ¡El Todopoderoso Dios es tu Padre! ¿Cuál es el problema, enfermedad o necesidad que hoy te preocupa? ¡Jesús es el que murió; más aún, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por ti delante de tu Padre!

Jesús nos enseñó a orar: “Padre nuestro que estas en los cielos…”. Él, sobre todas las cosas, quiere que te enteres que, por Su sacrificio en la cruz, por Su Sangre derramada hasta la última gota por Amor a ti, pagó todos tus pecados. La Justicia de Dios fue satisfecha, has sido perdonado(a) y se te ha otorgado una Nueva Naturaleza. Ahora eres un(a) auténtico(a) y legítimo(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. ¡Un(a) Hijo(a) del Rey!

Sólo de esta forma, por medio de la fe en tu Señor y Salvador y Sumo Sacerdote y Hermano Mayor, Jesucristo, puedes acercarte pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro (He 4.16).

¡Sí! ¡Así es! Por Su gracia y misericordia, por Su muerte y resurrección y por Su Amor de Padre, el día de hoy, tienes, en Cristo Jesús, respuesta a TODAS tus necesidades, cualesquiera que estas sean.

¡Jesús te ama!

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, ¿qué puedo decir a todo esto? Si Tú, mi Dios, estás conmigo, ¿quién contra mí? Si no escatimaste ni a Tu propio Hijo, sino que lo entregaste por amor a mí, ¿cómo no me dará también con él todas las cosas? ¿Quién me acusará siendo yo escogido(a) de Dios? Dios es el que me justifica. ¿Quién es el que me condenará? Cristo es el que murió por mí; más aún, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por mí. ¿Quién me separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas yo, ______________ (tu nombre aquí), soy más que vencedor(a) por medio de aquel que me amó. Por lo cual estoy seguro(a) de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada me podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús, mi Señor. Por lo tanto, declaro que de todo problema, enfermedad o aflicción, he de salir más que vencedor(a). ¡Todo lo puedo en Cristo Jesús! ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a) en todas las cosas! ¡Soy feliz y dichoso(a)! ¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios! En el nombre de Jesús. Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

 

Tres Recomendaciones:

Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas recomendaciones:

1.     Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él. Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.

2.     Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla. ¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.

3.     En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2020

 

 

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2012

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Febrero 5                             Heb 1 /  Gen 45:1-46.27 /  Sal 36

 


Cápsula del día.





Puedes escuchar o descargar la lectura de la  Biblia en audio del día de hoy, la tenemos para ti en dos versiones: 


RV60 



NVI 



Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Febrero 5                             Heb 1 /  Gen 45:1-46.27 /  Sal 36

 

Hebreos 1

Dios ha hablado por su Hijo

1

1Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, 2en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; 3el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, 4hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos.

El Hijo, superior a los ángeles

5Porque ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás:

Mi Hijo eres tú,

Yo te he engendrado hoy,a

y otra vez:

Yo seré a él Padre,

Y él me será a mí hijo?b

 6Y otra vez, cuando introduce al Primogénito en el mundo, dice:

Adórenle todos los ángeles de Dios.c

 7Ciertamente de los ángeles dice:

El que hace a sus ángeles espíritus,

Y a sus ministros llama de fuego.d

 8Mas del Hijo dice:

Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo;

Cetro de equidad es el cetro de tu reino.

     9     Has amado la justicia, y aborrecido la maldad,

Por lo cual te ungió Dios, el Dios tuyo,

Con óleo de alegría más que a tus compañeros.e

 10Y:

Tú, oh Señor, en el principio fundaste la tierra,

Y los cielos son obra de tus manos.

     11     Ellos perecerán, mas tú permaneces;

Y todos ellos se envejecerán como una vestidura,

     12     Y como un vestido los envolverás, y serán mudados;

Pero tú eres el mismo,

Y tus años no acabarán.f

 13Pues, ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás:

Siéntate a mi diestra,

Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies?g

 14¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación?[1]

 

Génesis 45.1-46.27

José se da a conocer a sus hermanos

45

1No podía ya José contenerse delante de todos los que estaban al lado suyo, y clamó: Haced salir de mi presencia a todos. Y no quedó nadie con él, al darse a conocer José a sus hermanos.a 2Entonces se dio a llorar a gritos; y oyeron los egipcios, y oyó también la casa de Faraón. 3Y dijo José a sus hermanos: Yo soy José; ¿vive aún mi padre? Y sus hermanos no pudieron responderle, porque estaban turbados delante de él.

4Entonces dijo José a sus hermanos: Acercaos ahora a mí. Y ellos se acercaron. Y él dijo: Yo soy José vuestro hermano, el que vendisteis para Egipto. 5Ahora, pues, no os entristezcáis, ni os pese de haberme vendido acá; porque para preservación de vida me envió Dios delante de vosotros. 6Pues ya ha habido dos años de hambre en medio de la tierra, y aún quedan cinco años en los cuales ni habrá arada ni siega. 7Y Dios me envió delante de vosotros, para preservaros posteridad sobre la tierra, y para daros vida por medio de gran liberación. 8Así, pues, no me enviasteis acá vosotros, sino Dios, que me ha puesto por padre de Faraón y por señor de toda su casa, y por gobernador en toda la tierra de Egipto. 9Daos prisa, id a mi padre y decidle: Así dice tu hijo José: Dios me ha puesto por señor de todo Egipto; ven a mí, no te detengas. 10Habitarás en la tierra de Gosén, y estarás cerca de mí, tú y tus hijos, y los hijos de tus hijos, tus ganados y tus vacas, y todo lo que tienes. 11Y allí te alimentaré, pues aún quedan cinco años de hambre, para que no perezcas de pobreza tú y tu casa, y todo lo que tienes.b 12He aquí, vuestros ojos ven, y los ojos de mi hermano Benjamín, que mi boca os habla. 13Haréis, pues, saber a mi padre toda mi gloria en Egipto, y todo lo que habéis visto; y daos prisa, y traed a mi padre acá. 14Y se echó sobre el cuello de Benjamín su hermano, y lloró; y también Benjamín lloró sobre su cuello. 15Y besó a todos sus hermanos, y lloró sobre ellos; y después sus hermanos hablaron con él.

16Y se oyó la noticia en la casa de Faraón, diciendo: Los hermanos de José han venido. Y esto agradó en los ojos de Faraón y de sus siervos. 17Y dijo Faraón a José: Di a tus hermanos: Haced esto: cargad vuestras bestias, e id, volved a la tierra de Canaán; 18y tomad a vuestro padre y a vuestras familias y venid a mí, porque yo os daré lo bueno de la tierra de Egipto, y comeréis de la abundancia de la tierra. 19Y tú manda: Haced esto: tomaos de la tierra de Egipto carros para vuestros niños y vuestras mujeres, y traed a vuestro padre, y venid. 20Y no os preocupéis por vuestros enseres, porque la riqueza de la tierra de Egipto será vuestra. 21Y lo hicieron así los hijos de Israel; y les dio José carros conforme a la orden de Faraón, y les suministró víveres para el camino. 22A cada uno de todos ellos dio mudas de vestidos, y a Benjamín dio trescientas piezas de plata, y cinco mudas de vestidos. 23Y a su padre envió esto: diez asnos cargados de lo mejor de Egipto, y diez asnas cargadas de trigo, y pan y comida, para su padre en el camino. 24Y despidió a sus hermanos, y ellos se fueron. Y él les dijo: No riñáis por el camino. 25Y subieron de Egipto, y llegaron a la tierra de Canaán a Jacob su padre. 26Y le dieron las nuevas, diciendo: José vive aún; y él es señor en toda la tierra de Egipto. Y el corazón de Jacob se afligió, porque no los creía. 27Y ellos le contaron todas las palabras de José, que él les había hablado; y viendo Jacob los carros que José enviaba para llevarlo, su espíritu revivió. 28Entonces dijo Israel: Basta; José mi hijo vive todavía; iré, y le veré antes que yo muera.

Jacob y su familia en Egipto

46

1Salió Israel con todo lo que tenía, y vino a Beerseba, y ofreció sacrificios al Dios de su padre Isaac. 2Y habló Dios a Israel en visiones de noche, y dijo: Jacob, Jacob. Y él respondió: Heme aquí. 3Y dijo: Yo soy Dios, el Dios de tu padre; no temas de descender a Egipto, porque allí yo haré de ti una gran nación. 4Yo descenderé contigo a Egipto, y yo también te haré volver; y la mano de José cerrará tus ojos. 5Y se levantó Jacob de Beerseba; y tomaron los hijos de Israel a su padre Jacob, y a sus niños, y a sus mujeres, en los carros que Faraón había enviado para llevarlo. 6Y tomaron sus ganados, y sus bienes que habían adquirido en la tierra de Canaán, y vinieron a Egipto,a Jacob y toda su descendencia consigo; 7sus hijos, y los hijos de sus hijos consigo; sus hijas, y las hijas de sus hijos, y a toda su descendencia trajo consigo a Egipto.

8Y estos son los nombres de los hijos de Israel, que entraron en Egipto, Jacob y sus hijos: Rubén, el primogénito de Jacob. 9Y los hijos de Rubén: Hanoc, Falú, Hezrón y Carmi. 10Los hijos de Simeón: Jemuel, Jamín, Ohad, Jaquín, Zohar, y Saúl hijo de la cananea. 11Los hijos de Leví: Gersón, Coat y Merari. 12Los hijos de Judá: Er, Onán, Sela, Fares y Zara; mas Er y Onán murieron en la tierra de Canaán. Y los hijos de Fares fueron Hezrón y Hamul. 13Los hijos de Isacar: Tola, Fúa, Job y Simrón. 14Los hijos de Zabulón: Sered, Elón y Jahleel. 15Estos fueron los hijos de Lea, los que dio a luz a Jacob en Padan-aram, y además su hija Dina; treinta y tres las personas todas de sus hijos e hijas. 16Los hijos de Gad: Zifión, Hagui, Ezbón, Suni, Eri, Arodi y Areli. 17Y los hijos de Aser: Imna, Isúa, Isúi, Bería, y Sera hermana de ellos. Los hijos de Bería: Heber y Malquiel. 18Estos fueron los hijos de Zilpa, la que Labán dio a su hija Lea, y dio a luz éstos a Jacob; por todas dieciséis personas. 19Los hijos de Raquel, mujer de Jacob: José y Benjamín. 20Y nacieron a José en la tierra de Egipto Manasés y Efraín, los que le dio a luz Asenat, hija de Potifera sacerdote de On.b 21Los hijos de Benjamín fueron Bela, Bequer, Asbel, Gera, Naamán, Ehi, Ros, Mupim, Hupim y Ard. 22Estos fueron los hijos de Raquel, que nacieron a Jacob; por todas catorce personas. 23Los hijos de Dan: Husim. 24Los hijos de Neftalí: Jahzeel, Guni, Jezer y Silem. 25Estos fueron los hijos de Bilha, la que dio Labán a Raquel su hija, y dio a luz éstos a Jacob; por todas siete personas. 26Todas las personas que vinieron con Jacob a Egipto, procedentes de sus lomos, sin las mujeres de los hijos de Jacob, todas las personas fueron sesenta y seis. 27Y los hijos de José, que le nacieron en Egipto, dos personas. Todas las personas de la casa de Jacob, que entraron en Egipto, fueron setenta.c[2]

       

Salmo 36

 

La misericordia de Dios

Al músico principal. Salmo de David, siervo de Jehová.

     1     La iniquidad del impío me dice al corazón:

No hay temor de Dios delante de sus ojos.a

     2     Se lisonjea, por tanto, en sus propios ojos,

De que su iniquidad no será hallada y aborrecida.

     3     Las palabras de su boca son iniquidad y fraude;

Ha dejado de ser cuerdo y de hacer el bien.

     4     Medita maldad sobre su cama;

Está en camino no bueno,

El mal no aborrece.

     5     Jehová, hasta los cielos llega tu misericordia,

Y tu fidelidad alcanza hasta las nubes.

     6     Tu justicia es como los montes de Dios,

Tus juicios, abismo grande.

Oh Jehová, al hombre y al animal conservas.

     7     ¡Cuán preciosa, oh Dios, es tu misericordia!

Por eso los hijos de los hombres se amparan bajo la sombra de tus alas.

     8     Serán completamente saciados de la grosura de tu casa,

Y tú los abrevarás del torrente de tus delicias.

     9     Porque contigo está el manantial de la vida;

En tu luz veremos la luz.

     10     Extiende tu misericordia a los que te conocen,

Y tu justicia a los rectos de corazón.

     11     No venga pie de soberbia contra mí,

Y mano de impíos no me mueva.

     12     Allí cayeron los hacedores de iniquidad;

Fueron derribados, y no podrán levantarse.[3]

 



a 1.5: Sal. 2.7.

b 1.5: 2 S. 7.14; 1 Cr. 17.13.

c 1.6: Dt. 32.43 (Gr.).

d 1.7: Sal. 104.4.

e 1.8–9: Sal. 45.6–7.

f 1.10–12: Sal. 102.25–27.

g 1.13: Sal. 110.1.

[1] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Flm 25-He 1.14

a 45.1: Hch. 7.13.

b 45.9–11: Hch. 7.14.

a 46.6: Hch. 7.15.

b 46.20: Gn. 41.50–52.

c 46.27: Hch. 7.14.

[2] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Gn 44.34-46.27

a 36.1: Ro. 3.18.

[3] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Sal 35.28-36.12


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