¡Cómo hablar con Dios!
¡Con la certeza que un Hijo tiene
cuando conversa con su Padre!
Por Riqui Ricón*
“El SEÑOR le
respondió a Job desde la tempestad. Le dijo:…” (Job 38:1 NVI).
La mayoría de los
creyentes piensan que escuchar la voz es un privilegio reservado a unos pocos
elegidos que por sus méritos y santidad han pagado el precio a semejante
distinción. ¡Nada más falso que eso!
“Pedid, y se os
dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide,
recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá” (Mat 7:7-8
RV60).
En el sermón del
monte Jesús nos enseña que lo único que tienes que hacer es buscarlo, llamarlo,
para encontrarlo. Lo único que debes tener es el deseo genuino de encontrarte
con Él. Lo cual nos muestra que Dios siempre está cerca de ti, Él siempre está
al alcance.
“¿Quién es ése
que oscurece el consejo Con palabras sin sabiduría?” (Job 38:2 RV60).
Ahora bien, en el
caso de Job es importante destacar la actitud necia y falta de sabiduría que
Job mostraba hacia Dios. Lo cual, en una lógica rigurosamente religiosa le
otorgaba a Dios (como si no lo tuviera), el derecho a ignorar las pretensiones
de Job y aún de castigarlo severamente.
“Ahora ciñe
como varón tus lomos; Yo te preguntaré, y tú me contestarás. ¿Dónde estabas tú
cuando yo fundaba la tierra? Házmelo saber, si tienes inteligencia” (Job
38:3-4 RV60).
Sin embargo (y tú
conoces la historia), Dios no castiga las orgullosas pretensiones de Job, sino
que, amorosamente lo tolera y entabla un dialogo con él. Sólo hay que notar que
no dice que Dios se apareció a Job, sino que le habló, esto es, lo hizo con Su
Palabra, la cual es infalible e inmutable.
“¿Por qué
contiendes contra él? Porque él no da cuenta de ninguna de sus razones. Sin
embargo, en una o en dos maneras habla Dios; Pero el hombre no entiende. Por
sueño, en visión nocturna, Cuando el sueño cae sobre los hombres, Cuando se
adormecen sobre el lecho, Entonces revela al oído de los hombres, Y les señala
su consejo, Para quitar al hombre de su obra, Y apartar del varón la soberbia.
Detendrá su alma del sepulcro, Y su vida de que perezca a espada” (Job
33:13-18 RV60).
Aunque es cierto
que Dios nos habla de diferentes formas, como lo hizo con Pablo:
“Entonces el
Señor dijo a Pablo en visión de noche:
No temas, sino habla, y no calles; porque yo estoy contigo, y ninguno
pondrá sobre ti la mano para hacerte mal, porque yo tengo mucho pueblo en esta
ciudad. Y se detuvo allí un año y seis meses, enseñándoles la palabra de Dios”
(Hch 18:9-11 RV60).
También es verdad
(y más correcto para nuestros tiempos), que Dios nos habla por medio de Su
Palabra, La Biblia:
“Tenemos
también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos
como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y
el lucero de la mañana salga en vuestros corazones; 20 entendiendo primero
esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, 21
porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos
hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2Pe 1:19-21
RV60).
1.
Dios
te Ama.
Este es el
principal y más solido fundamento para entablar una relación con Dios: Él te
Ama tanto, tantísimo, que prefirió entregar a Su único Hijo antes que perderte
a ti.
Porque de tal
manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel
que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna (Jua 3:16 RV60).
Dios siente por ti
el mismo Amor que siente por Su Hijo Jesús.
Yo estoy en ellos,
y tú estás en mí. Que gocen de una unidad tan perfecta que el mundo sepa que tú
me enviaste y que los amas tanto como me amas a mí (Jua 17:23 NTV).
Ahora eres un(a)
amado(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.
Miren con cuánto
amor nos ama nuestro Padre que nos llama sus hijos, ¡y eso es lo que somos!
Pero la gente de este mundo no reconoce que somos hijos de Dios, porque no lo
conocen a él
(1Jn 3:1 NTV).
2.
Dios siempre te escucha.
“Y le dijo
Jehová: Yo he oído tu oración y tu ruego que has hecho en mi presencia. Yo he
santificado esta casa que tú has edificado, para poner mi nombre en ella para
siempre; y en ella estarán mis ojos y mi corazón todos los días” (1Re 9:3 RV1960).
3.
Dios
se compromete a responderte cuando tú a Él clamas:
“Clama a mí, y
yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces”
(Jer 33:3 RV1960).
4.
Cualquier cosa que quieras pedir, pídela en el
nombre de Jesús, sabiéndote y creyéndote autorizado(a) para pedir en Su nombre
y representación:
“Y todo lo que
pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en
el Hijo. (14) Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré”
(Jua 14:13-14 RV1960).
Si tú algún día
piensas o dices que Dios no te está escuchando, entonces estás engañado(a),
como Job, pues eso sería una mentira.
“Clamo a ti, y
no me oyes; Me presento, y no me atiendes” (Job 30:20 RV60).
Dios siempre te
escucha y te responde
“Amo al Señor
porque escucha mis oraciones; me escucha cuando le pido ayuda” (Sal 116:1-2
PDT).
5.
Si le pides a tu Padre, Él te dará buenas
cosas.
“Pedid, y se os
dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. (8)
Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que
llama, se le abrirá. (9) ¿Qué hombre hay
de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? (10) ¿O si le pide un pescado, le dará una
serpiente? (11) Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar
buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los
cielos dará buenas cosas a los que le pidan?” (Mat_7:7-11 RV60).
6.
Dios siempre escucha tu oración. Esto es el
inicio de tu Victoria sobre tus enemigos (tus problemas y aflicciones):
“El SEÑOR ha
escuchado mis ruegos; el SEÑOR ha tomado en cuenta mi oración. (10)
Todos mis enemigos quedarán avergonzados y confundidos; ¡su repentina
vergüenza los hará retroceder!” (Sal 6:9-10 NVI).
7.
Dios te responderá. ¡Es un hecho!
“El SEÑOR ha
escuchado mi ruego; el SEÑOR responderá a mi oración” (Sal 6:9 NTV).
8.
¡Puedo
estar seguro de que YA tengo lo que he pedido!
“Ésta es la
confianza que tenemos al acercarnos a Dios: que si pedimos conforme a su
voluntad, él nos oye. (15) Y si sabemos que Dios oye todas nuestras
oraciones, podemos estar seguros de que ya tenemos lo que le hemos pedido”
(1Jn_5:14-15 NVI).
9.
Dios
ya sabe lo que vas a pedir
Pues aún no está la
palabra en mi lengua, Y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda. (Sal_139:4 RV60).
10.
Como
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, puedes pedir lo que quieras.
Si permanecen en
mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran, y se les
concederá
(Jua_15:7 NVI).
¿Cómo pedir?
¿Puedo pedir lo que quiera? Condiciones para que Dios te de lo que le pidas.
1. Pedir con
confianza, pedir con certeza, pedir con FE.
Diré yo a
Jehová: Esperanza mía, y castillo mío;
Mi Dios, en quien confiaré (Sal_91:2 RV60).
Pero que pida con
fe, sin dudar, porque quien duda es como las olas del mar, agitadas y llevadas
de un lado a otro por el viento. 7 Quien
es así no piense que va a recibir cosa alguna del Señor; 8 es indeciso e
inconstante en todo lo que hace (Stg_1:6-8 NVI).
2. Pedir de
acuerdo con la Palabra de Dios.
Y cuando piden, no
reciben porque piden con malas intenciones, para satisfacer sus propias
pasiones
(Stg_4:3 NVI).
Si permanecen en
mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran, y se les concederá (Jua_15:7 NVI).
Ésta es la
confianza que tenemos al acercarnos a Dios: que si pedimos conforme a su
voluntad, él nos oye. (15) Y si sabemos que Dios oye todas nuestras
oraciones, podemos estar seguros de que ya tenemos lo que le hemos pedido (1Jn_5:14-15 NVI).
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, hoy sé con toda certeza que
yo, _________ (tu nombre aquí), en Verdad soy tu Hijo(a) amado(a) y puedo
platicar contigo y pedir tu ayuda y asistencia en las batallas que estoy
peleando. Gracias Señor Jesús porque esto es posible por lo que Tú hiciste por Amor
a mí, al morir en esa cruz y resucitar venciendo al pecado, la enfermedad y la
muerte. Precioso Dios, ahora estoy seguro(a) de que yo vivo a
Tu amparo, Altísimo Dios, y encuentro descanso a Tu sombra, pues Tú eres el
Todopoderoso. Creo y declaro que sólo Tú, Señor, eres mi refugio, mi lugar
seguro; Tú eres mi Dios y en Ti yo confío. Tú me rescatarás de toda trampa y me
protegerás de enfermedades mortales. Con Tus plumas me cubrirás y con Tus alas
me darás refugio. Padre, tus fieles promesas son mi armadura y mi protección. No
tendré miedo de los terrores de la noche ni de la flecha que se lanza en el
día. No temeré a la enfermedad que acecha en la oscuridad, ni a la catástrofe
que estalla al mediodía. Aunque caigan mil a mi lado, aunque mueran diez mil a mi
alrededor, esos males no me tocarán. Simplemente abriré mis ojos y miraré cómo
los perversos reciben su merecido. Porque yo te he hecho a Ti, SEÑOR, mi
refugio y a Ti, Altísimo, mi resguardo, por eso, ningún mal me conquistará;
ninguna plaga se acercará a mi hogar. Pues Tú, Dios, ordenarás a Tus ángeles
que me protejan por donde quiera que vaya. Me sostendrán con sus manos para que
ni siquiera me lastimes el pie con una piedra. Por Ti, Señor Jesús, pisotearé
leones y cobras; ¡aplastaré feroces leones y serpientes bajo mis pies! Tú me rescatarás
porque yo te amo. Tú me protegerás porque yo en Ti confío. Cuando Te llame, Tú me
responderás; estarás conmigo en medio de las dificultades. Me rescatarás y me honrarás.
Me recompensarás con una larga vida y me darás Tu salvación. Puedo hablar
Contigo, mi Dios. Puedo escuchar Tu voz y puedo pedirte con toda confianza. En
el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2020
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al
final de un año habrás leído toda la Biblia.
Mayo
8 Hechos
18 / Jue 9 / Job 38
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al
final de un año habrás leído toda la Biblia.
Mayo
8 Hechos
18 / Jue 9 / Job 38
Hechos
18
Pablo en Corinto
18
1Después de estas cosas, Pablo salió de Atenas y fue a
Corinto. 2Y halló a un judío llamado Aquila, natural del Ponto,
recién venido de Italia con Priscila su mujer, por cuanto Claudio había mandado
que todos los judíos saliesen de Roma. Fue a ellos, 3y como era
del mismo oficio, se quedó con ellos, y trabajaban juntos, pues el oficio de
ellos era hacer tiendas. 4Y discutía en la sinagoga todos los días
de reposo,* y persuadía a judíos y a griegos.
5Y cuando Silas y Timoteo vinieron de Macedonia, Pablo
estaba entregado por entero a la predicación de la palabra, testificando a los
judíos que Jesús era el Cristo. 6Pero oponiéndose y blasfemando
éstos, les dijo, sacudiéndose los vestidos: Vuestra sangre sea sobre vuestra
propia cabeza; yo, limpio; desde ahora me iré a los gentiles. 7Y
saliendo de allí, se fue a la casa de uno llamado Justo, temeroso de Dios, la
cual estaba junto a la sinagoga. 8Y Crispo, el principal de la
sinagoga, creyó en el Señor con toda su casa; y muchos de los corintios,
oyendo, creían y eran bautizados. 9Entonces el Señor dijo a Pablo
en visión de noche: No temas, sino habla, y no calles; 10porque yo
estoy contigo, y ninguno pondrá sobre ti la mano para hacerte mal, porque yo
tengo mucho pueblo en esta ciudad. 11Y se detuvo allí un año y
seis meses, enseñándoles la palabra de Dios.
12Pero siendo Galión procónsul de Acaya, los judíos se
levantaron de común acuerdo contra Pablo, y le llevaron al tribunal, 13diciendo:
Este persuade a los hombres a honrar a Dios contra la ley. 14Y al
comenzar Pablo a hablar, Galión dijo a los judíos: Si fuera algún agravio o
algún crimen enorme, oh judíos, conforme a derecho yo os toleraría. 15Pero
si son cuestiones de palabras, y de nombres, y de vuestra ley, vedlo vosotros;
porque yo no quiero ser juez de estas cosas. 16Y los echó del
tribunal. 17Entonces todos los griegos, apoderándose de Sóstenes,
principal de la sinagoga, le golpeaban delante del tribunal; pero a Galión nada
se le daba de ello.
18Mas Pablo, habiéndose detenido aún muchos días allí,
después se despidió de los hermanos y navegó a Siria, y con él Priscila y
Aquila, habiéndose rapado la cabeza en Cencrea, porque tenía hecho voto.a
19Y llegó a Efeso, y los dejó allí; y entrando en la sinagoga, discutía
con los judíos, 20los cuales le rogaban que se quedase con ellos
por más tiempo; mas no accedió, 21sino que se despidió de ellos,
diciendo: Es necesario que en todo caso yo guarde en Jerusalén la fiesta que
viene; pero otra vez volveré a vosotros, si Dios quiere. Y zarpó de Efeso.
Pablo regresa a Antioquía y comienza su tercer viaje misionero
22Habiendo arribado a Cesarea, subió para saludar a la
iglesia, y luego descendió a Antioquía. 23Y después de estar allí
algún tiempo, salió, recorriendo por orden la región de Galacia y de Frigia,
confirmando a todos los discípulos.
Apolos predica en Efeso
24Llegó entonces a Efeso un judío llamado Apolos, natural
de Alejandría, varón elocuente, poderoso en las Escrituras. 25Este
había sido instruido en el camino del Señor; y siendo de espíritu fervoroso,
hablaba y enseñaba diligentemente lo concerniente al Señor, aunque solamente
conocía el bautismo de Juan. 26Y comenzó a hablar con denuedo en
la sinagoga; pero cuando le oyeron Priscila y Aquila, le tomaron aparte y le
expusieron más exactamente el camino de Dios. 27Y queriendo él
pasar a Acaya, los hermanos le animaron, y escribieron a los discípulos que le
recibiesen; y llegado él allá, fue de gran provecho a los que por la gracia
habían creído; 28porque con gran vehemencia refutaba públicamente
a los judíos, demostrando por las Escrituras que Jesús era el Cristo.[1]
Jueces
9
Reinado de Abimelec
9
1Abimelec hijo de Jerobaal fue a Siquem, a los hermanos de
su madre, y habló con ellos, y con toda la familia de la casa del padre de su
madre, diciendo: 2Yo os ruego que digáis en oídos de todos los de
Siquem: ¿Qué os parece mejor, que os gobiernen setenta hombres, todos los hijos
de Jerobaal, o que os gobierne un solo hombre? Acordaos que yo soy hueso
vuestro, y carne vuestra. 3Y hablaron por él los hermanos de su
madre en oídos de todos los de Siquem todas estas palabras; y el corazón de
ellos se inclinó a favor de Abimelec, porque decían: Nuestro hermano es.
4Y le dieron setenta siclos de plata del templo de Baal-berit, con los
cuales Abimelec alquiló hombres ociosos y vagabundos, que le siguieron. 5Y
viniendo a la casa de su padre en Ofra, mató a sus hermanos los hijos de
Jerobaal, setenta varones, sobre una misma piedra; pero quedó Jotam el hijo
menor de Jerobaal, que se escondió. 6Entonces se juntaron todos
los de Siquem con toda la casa de Milo, y fueron y eligieron a Abimelec por
rey, cerca de la llanura del pilar que estaba en Siquem.
7Cuando se lo dijeron a Jotam, fue y se puso en la cumbre
del monte de Gerizim, y alzando su voz clamó y les dijo: Oídme, varones de
Siquem, y así os oiga Dios. 8Fueron una vez los árboles a elegir
rey sobre sí, y dijeron al olivo: Reina sobre nosotros. 9Mas el
olivo respondió: ¿He de dejar mi aceite, con el cual en mí se honra a Dios y a
los hombres, para ir a ser grande sobre los árboles? 10Y dijeron
los árboles a la higuera: Anda tú, reina sobre nosotros. 11Y
respondió la higuera: ¿He de dejar mi dulzura y mi buen fruto, para ir a ser
grande sobre los árboles? 12Dijeron luego los árboles a la vid: Pues
ven tú, reina sobre nosotros. 13Y la vid les respondió: ¿He de
dejar mi mosto, que alegra a Dios y a los hombres, para ir a ser grande sobre
los árboles? 14Dijeron entonces todos los árboles a la zarza: Anda
tú, reina sobre nosotros. 15Y la zarza respondió a los árboles: Si
en verdad me elegís por rey sobre vosotros, venid, abrigaos bajo de mi sombra;
y si no, salga fuego de la zarza y devore a los cedros del Líbano.
16Ahora, pues, si con verdad y con integridad habéis
procedido en hacer rey a Abimelec, y si habéis actuado bien con Jerobaal y con
su casa, y si le habéis pagado conforme a la obra de sus manos 17(porque
mi padre peleó por vosotros, y expuso su vida al peligro para libraros de mano
de Madián, 18y vosotros os habéis levantado hoy contra la casa de
mi padre, y habéis matado a sus hijos, setenta varones sobre una misma piedra;
y habéis puesto por rey sobre los de Siquem a Abimelec hijo de su criada, por
cuanto es vuestro hermano); 19si con verdad y con integridad
habéis procedido hoy con Jerobaal y con su casa, que gocéis de Abimelec, y él
goce de vosotros. 20Y si no, fuego salga de Abimelec, que consuma
a los de Siquem y a la casa de Milo, y fuego salga de los de Siquem y de la
casa de Milo, que consuma a Abimelec. 21Y escapó Jotam y huyó, y
se fue a Beer, y allí se estuvo por miedo de Abimelec su hermano.
22Después que Abimelec hubo dominado sobre Israel tres
años, 23envió Dios un mal espíritu entre Abimelec y los hombres de
Siquem, y los de Siquem se levantaron contra Abimelec; 24para que
la violencia hecha a los setenta hijos de Jerobaal, y la sangre de ellos,
recayera sobre Abimelec su hermano que los mató, y sobre los hombres de Siquem
que fortalecieron las manos de él para matar a sus hermanos. 25Y
los de Siquem pusieron en las cumbres de los montes asechadores que robaban a
todos los que pasaban junto a ellos por el camino; de lo cual fue dado aviso a
Abimelec.
26Y Gaal hijo de Ebed vino con sus hermanos y se pasaron a
Siquem, y los de Siquem pusieron en él su confianza. 27Y saliendo
al campo, vendimiaron sus viñedos, y pisaron la uva e hicieron fiesta; y
entrando en el templo de sus dioses, comieron y bebieron, y maldijeron a
Abimelec. 28Y Gaal hijo de Ebed dijo: ¿Quién es Abimelec, y qué es
Siquem, para que nosotros le sirvamos? ¿No es hijo de Jerobaal, y no es Zebul
ayudante suyo? Servid a los varones de Hamor padre de Siquem; pero ¿por qué le
hemos de servir a él? 29Ojalá estuviera este pueblo bajo mi mano,
pues yo arrojaría luego a Abimelec, y diría a Abimelec: Aumenta tus ejércitos,
y sal.
30Cuando Zebul gobernador de la ciudad oyó las palabras de
Gaal hijo de Ebed, se encendió en ira, 31y envió secretamente
mensajeros a Abimelec, diciendo: He aquí que Gaal hijo de Ebed y sus hermanos
han venido a Siquem, y he aquí que están sublevando la ciudad contra ti.
32Levántate, pues, ahora de noche, tú y el pueblo que está contigo, y
pon emboscadas en el campo. 33Y por la mañana al salir el sol
madruga y cae sobre la ciudad; y cuando él y el pueblo que está con él salgan
contra ti, tú harás con él según se presente la ocasión.
34Levantándose, pues, de noche Abimelec y todo el pueblo
que con él estaba, pusieron emboscada contra Siquem con cuatro compañías.
35Y Gaal hijo de Ebed salió, y se puso a la entrada de la puerta de la
ciudad; y Abimelec y todo el pueblo que con él estaba, se levantaron de la
emboscada. 36Y viendo Gaal al pueblo, dijo a Zebul: He allí gente
que desciende de las cumbres de los montes. Y Zebul le respondió: Tú ves la
sombra de los montes como si fueran hombres. 37Volvió Gaal a
hablar, y dijo: He allí gente que desciende de en medio de la tierra, y una
tropa viene por el camino de la encina de los adivinos. 38Y Zebul
le respondió: ¿Dónde está ahora tu boca con que decías: ¿Quién es Abimelec para
que le sirvamos? ¿No es este el pueblo que tenías en poco? Sal pues, ahora, y
pelea con él. 39Y Gaal salió delante de los de Siquem, y peleó
contra Abimelec. 40Mas lo persiguió Abimelec, y Gaal huyó delante
de él; y cayeron heridos muchos hasta la entrada de la puerta. 41Y
Abimelec se quedó en Aruma; y Zebul echó fuera a Gaal y a sus hermanos, para
que no morasen en Siquem.
42Aconteció el siguiente día, que el pueblo salió al campo;
y fue dado aviso a Abimelec, 43el cual, tomando gente, la repartió
en tres compañías, y puso emboscadas en el campo; y cuando miró, he aquí el
pueblo que salía de la ciudad; y se levantó contra ellos y los atacó. 44Porque
Abimelec y la compañía que estaba con él acometieron con ímpetu, y se
detuvieron a la entrada de la puerta de la ciudad, y las otras dos compañías
acometieron a todos los que estaban en el campo, y los mataron. 45Y
Abimelec peleó contra la ciudad todo aquel día, y tomó la ciudad, y mató al
pueblo que en ella estaba; y asoló la ciudad, y la sembró de sal.
46Cuando oyeron esto todos los que estaban en la torre de
Siquem, se metieron en la fortaleza del templo del dios Berit. 47Y
fue dado aviso a Abimelec, de que estaban reunidos todos los hombres de la
torre de Siquem. 48Entonces subió Abimelec al monte de Salmón, él
y toda la gente que con él estaba; y tomó Abimelec un hacha en su mano, y cortó
una rama de los árboles, y levantándola se la puso sobre sus hombros, diciendo
al pueblo que estaba con él: Lo que me habéis visto hacer, apresuraos a hacerlo
como yo. 49Y todo el pueblo cortó también cada uno su rama, y siguieron
a Abimelec, y las pusieron junto a la fortaleza, y prendieron fuego con ellas a
la fortaleza, de modo que todos los de la torre de Siquem murieron, como unos
mil hombres y mujeres.
50Después Abimelec se fue a Tebes, y puso sitio a Tebes, y
la tomó. 51En medio de aquella ciudad había una torre fortificada,
a la cual se retiraron todos los hombres y las mujeres, y todos los señores de
la ciudad; y cerrando tras sí las puertas, se subieron al techo de la torre.
52Y vino Abimelec a la torre, y combatiéndola, llegó hasta la puerta de
la torre para prenderle fuego. 53Mas una mujer dejó caer un pedazo
de una rueda de molino sobre la cabeza de Abimelec, y le rompió el cráneo.
54Entonces llamó apresuradamente a su escudero, y le dijo: Saca tu
espada y mátame, para que no se diga de mí: Una mujer lo mató. Y su escudero le
atravesó, y murió. 55Y cuando los israelitas vieron muerto a
Abimelec, se fueron cada uno a su casa. 56Así pagó Dios a Abimelec
el mal que hizo contra su padre, matando a sus setenta hermanos. 57Y
todo el mal de los hombres de Siquem lo hizo Dios volver sobre sus cabezas, y
vino sobre ellos la maldición de Jotam hijo de Jerobaal.[2]
Job 38
Jehová convence a Job de su ignorancia
38
1Entonces respondió Jehová a Job desde un torbellino, y
dijo:
2 ¿Quién es
ése que oscurece el consejo
Con palabras sin sabiduría?
3 Ahora ciñe
como varón tus lomos;
Yo te preguntaré, y tú me
contestarás.
4 ¿Dónde
estabas tú cuando yo fundaba la tierra?
Házmelo saber, si tienes
inteligencia.
5 ¿Quién
ordenó sus medidas, si lo sabes?
¿O quién extendió sobre ella
cordel?
6 ¿Sobre qué
están fundadas sus bases?
¿O quién puso su piedra
angular,
7 Cuando
alababan todas las estrellas del alba,
Y se regocijaban todos los
hijos de Dios?
8 ¿Quién
encerró con puertas el mar,
Cuando se derramaba saliéndose
de su seno,
9 Cuando puse
yo nubes por vestidura suya,
Y por su faja oscuridad,
10 Y establecí
sobre él mi decreto,
Le puse puertas y cerrojo,
11 Y dije:
Hasta aquí llegarás, y no pasarás adelante,
Y ahí parará el orgullo de tus
olas?a
12 ¿Has
mandado tú a la mañana en tus días?
¿Has mostrado al alba su lugar,
13 Para que
ocupe los fines de la tierra,
Y para que sean sacudidos de
ella los impíos?
14 Ella muda
luego de aspecto como barro bajo el sello,
Y viene a estar como con
vestidura;
15 Mas la luz
de los impíos es quitada de ellos,
Y el brazo enaltecido es
quebrantado.
16 ¿Has
entrado tú hasta las fuentes del mar,
Y has andado escudriñando el
abismo?
17 ¿Te han
sido descubiertas las puertas de la muerte,
Y has visto las puertas de la
sombra de muerte?
18 ¿Has
considerado tú hasta las anchuras de la tierra?
Declara si sabes todo esto.
19 ¿Por dónde
va el camino a la habitación de la luz,
Y dónde está el lugar de las
tinieblas,
20 Para que
las lleves a sus límites,
Y entiendas las sendas de su
casa?
21 ¡Tú lo
sabes! Pues entonces ya habías nacido,
Y es grande el número de tus
días.
22 ¿Has
entrado tú en los tesoros de la nieve,
O has visto los tesoros del
granizo,
23 Que tengo
reservados para el tiempo de angustia,
Para el día de la guerra y de
la batalla?
24 ¿Por qué
camino se reparte la luz,
Y se esparce el viento solano
sobre la tierra?
25 ¿Quién
repartió conducto al turbión,
Y camino a los relámpagos y
truenos,
26 Haciendo
llover sobre la tierra deshabitada,
Sobre el desierto, donde no
hay hombre,
27 Para saciar
la tierra desierta e inculta,
Y para hacer brotar la tierna
hierba?
28 ¿Tiene la
lluvia padre?
¿O quién engendró las gotas
del rocío?
29 ¿De qué
vientre salió el hielo?
Y la escarcha del cielo,
¿quién la engendró?
30 Las aguas
se endurecen a manera de piedra,
Y se congela la faz del
abismo.
31 ¿Podrás tú
atar los lazos de las Pléyades,
O desatarás las ligaduras de
Orión?b
32 ¿Sacarás tú
a su tiempo las constelaciones de los cielos,
O guiarás a la Osa Mayor con
sus hijos?
33 ¿Supiste tú
las ordenanzas de los cielos?
¿Dispondrás tú de su potestad
en la tierra?
34 ¿Alzarás tú
a las nubes tu voz,
Para que te cubra muchedumbre
de aguas?
35 ¿Enviarás
tú los relámpagos, para que ellos vayan?
¿Y te dirán ellos: Henos aquí?
36 ¿Quién puso
la sabiduría en el corazón?
¿O quién dio al espíritu
inteligencia?
37 ¿Quién puso
por cuenta los cielos con sabiduría?
Y los odres de los cielos,
¿quién los hace inclinar,
38 Cuando el
polvo se ha convertido en dureza,
Y los terrones se han pegado
unos con otros?
39 ¿Cazarás tú
la presa para el león?
¿Saciarás el hambre de los
leoncillos,
40 Cuando
están echados en las cuevas,
O se están en sus guaridas
para acechar?
41 ¿Quién
prepara al cuervo su alimento,
Cuando sus polluelos claman a
Dios,
Y andan errantes por falta de
comida?[3]
* Aquí equivale a sábado.
a a 18.18: Nm. 6.18.
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Hch 17.34-18.28). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Jue 8.35-9.57). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 38.8–11: Jer. 5.22.
b b 38.31: Job 9.9; Am. 5.8.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Job 37.24-38.41). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al
final de un año habrás leído toda la Biblia.
Mayo
8 Hechos
18 / Jue 9 / Job 38
Hechos
18
Pablo en Corinto
18
1Después de estas cosas, Pablo salió de Atenas y fue a
Corinto. 2Y halló a un judío llamado Aquila, natural del Ponto,
recién venido de Italia con Priscila su mujer, por cuanto Claudio había mandado
que todos los judíos saliesen de Roma. Fue a ellos, 3y como era
del mismo oficio, se quedó con ellos, y trabajaban juntos, pues el oficio de
ellos era hacer tiendas. 4Y discutía en la sinagoga todos los días
de reposo,* y persuadía a judíos y a griegos.
5Y cuando Silas y Timoteo vinieron de Macedonia, Pablo
estaba entregado por entero a la predicación de la palabra, testificando a los
judíos que Jesús era el Cristo. 6Pero oponiéndose y blasfemando
éstos, les dijo, sacudiéndose los vestidos: Vuestra sangre sea sobre vuestra
propia cabeza; yo, limpio; desde ahora me iré a los gentiles. 7Y
saliendo de allí, se fue a la casa de uno llamado Justo, temeroso de Dios, la
cual estaba junto a la sinagoga. 8Y Crispo, el principal de la
sinagoga, creyó en el Señor con toda su casa; y muchos de los corintios,
oyendo, creían y eran bautizados. 9Entonces el Señor dijo a Pablo
en visión de noche: No temas, sino habla, y no calles; 10porque yo
estoy contigo, y ninguno pondrá sobre ti la mano para hacerte mal, porque yo
tengo mucho pueblo en esta ciudad. 11Y se detuvo allí un año y
seis meses, enseñándoles la palabra de Dios.
12Pero siendo Galión procónsul de Acaya, los judíos se
levantaron de común acuerdo contra Pablo, y le llevaron al tribunal, 13diciendo:
Este persuade a los hombres a honrar a Dios contra la ley. 14Y al
comenzar Pablo a hablar, Galión dijo a los judíos: Si fuera algún agravio o
algún crimen enorme, oh judíos, conforme a derecho yo os toleraría. 15Pero
si son cuestiones de palabras, y de nombres, y de vuestra ley, vedlo vosotros;
porque yo no quiero ser juez de estas cosas. 16Y los echó del
tribunal. 17Entonces todos los griegos, apoderándose de Sóstenes,
principal de la sinagoga, le golpeaban delante del tribunal; pero a Galión nada
se le daba de ello.
18Mas Pablo, habiéndose detenido aún muchos días allí,
después se despidió de los hermanos y navegó a Siria, y con él Priscila y
Aquila, habiéndose rapado la cabeza en Cencrea, porque tenía hecho voto.a
19Y llegó a Efeso, y los dejó allí; y entrando en la sinagoga, discutía
con los judíos, 20los cuales le rogaban que se quedase con ellos
por más tiempo; mas no accedió, 21sino que se despidió de ellos,
diciendo: Es necesario que en todo caso yo guarde en Jerusalén la fiesta que
viene; pero otra vez volveré a vosotros, si Dios quiere. Y zarpó de Efeso.
Pablo regresa a Antioquía y comienza su tercer viaje misionero
22Habiendo arribado a Cesarea, subió para saludar a la
iglesia, y luego descendió a Antioquía. 23Y después de estar allí
algún tiempo, salió, recorriendo por orden la región de Galacia y de Frigia,
confirmando a todos los discípulos.
Apolos predica en Efeso
24Llegó entonces a Efeso un judío llamado Apolos, natural
de Alejandría, varón elocuente, poderoso en las Escrituras. 25Este
había sido instruido en el camino del Señor; y siendo de espíritu fervoroso,
hablaba y enseñaba diligentemente lo concerniente al Señor, aunque solamente
conocía el bautismo de Juan. 26Y comenzó a hablar con denuedo en
la sinagoga; pero cuando le oyeron Priscila y Aquila, le tomaron aparte y le
expusieron más exactamente el camino de Dios. 27Y queriendo él
pasar a Acaya, los hermanos le animaron, y escribieron a los discípulos que le
recibiesen; y llegado él allá, fue de gran provecho a los que por la gracia
habían creído; 28porque con gran vehemencia refutaba públicamente
a los judíos, demostrando por las Escrituras que Jesús era el Cristo.[1]
Jueces
9
Reinado de Abimelec
9
1Abimelec hijo de Jerobaal fue a Siquem, a los hermanos de
su madre, y habló con ellos, y con toda la familia de la casa del padre de su
madre, diciendo: 2Yo os ruego que digáis en oídos de todos los de
Siquem: ¿Qué os parece mejor, que os gobiernen setenta hombres, todos los hijos
de Jerobaal, o que os gobierne un solo hombre? Acordaos que yo soy hueso
vuestro, y carne vuestra. 3Y hablaron por él los hermanos de su
madre en oídos de todos los de Siquem todas estas palabras; y el corazón de
ellos se inclinó a favor de Abimelec, porque decían: Nuestro hermano es.
4Y le dieron setenta siclos de plata del templo de Baal-berit, con los
cuales Abimelec alquiló hombres ociosos y vagabundos, que le siguieron. 5Y
viniendo a la casa de su padre en Ofra, mató a sus hermanos los hijos de
Jerobaal, setenta varones, sobre una misma piedra; pero quedó Jotam el hijo
menor de Jerobaal, que se escondió. 6Entonces se juntaron todos
los de Siquem con toda la casa de Milo, y fueron y eligieron a Abimelec por
rey, cerca de la llanura del pilar que estaba en Siquem.
7Cuando se lo dijeron a Jotam, fue y se puso en la cumbre
del monte de Gerizim, y alzando su voz clamó y les dijo: Oídme, varones de
Siquem, y así os oiga Dios. 8Fueron una vez los árboles a elegir
rey sobre sí, y dijeron al olivo: Reina sobre nosotros. 9Mas el
olivo respondió: ¿He de dejar mi aceite, con el cual en mí se honra a Dios y a
los hombres, para ir a ser grande sobre los árboles? 10Y dijeron
los árboles a la higuera: Anda tú, reina sobre nosotros. 11Y
respondió la higuera: ¿He de dejar mi dulzura y mi buen fruto, para ir a ser
grande sobre los árboles? 12Dijeron luego los árboles a la vid: Pues
ven tú, reina sobre nosotros. 13Y la vid les respondió: ¿He de
dejar mi mosto, que alegra a Dios y a los hombres, para ir a ser grande sobre
los árboles? 14Dijeron entonces todos los árboles a la zarza: Anda
tú, reina sobre nosotros. 15Y la zarza respondió a los árboles: Si
en verdad me elegís por rey sobre vosotros, venid, abrigaos bajo de mi sombra;
y si no, salga fuego de la zarza y devore a los cedros del Líbano.
16Ahora, pues, si con verdad y con integridad habéis
procedido en hacer rey a Abimelec, y si habéis actuado bien con Jerobaal y con
su casa, y si le habéis pagado conforme a la obra de sus manos 17(porque
mi padre peleó por vosotros, y expuso su vida al peligro para libraros de mano
de Madián, 18y vosotros os habéis levantado hoy contra la casa de
mi padre, y habéis matado a sus hijos, setenta varones sobre una misma piedra;
y habéis puesto por rey sobre los de Siquem a Abimelec hijo de su criada, por
cuanto es vuestro hermano); 19si con verdad y con integridad
habéis procedido hoy con Jerobaal y con su casa, que gocéis de Abimelec, y él
goce de vosotros. 20Y si no, fuego salga de Abimelec, que consuma
a los de Siquem y a la casa de Milo, y fuego salga de los de Siquem y de la
casa de Milo, que consuma a Abimelec. 21Y escapó Jotam y huyó, y
se fue a Beer, y allí se estuvo por miedo de Abimelec su hermano.
22Después que Abimelec hubo dominado sobre Israel tres
años, 23envió Dios un mal espíritu entre Abimelec y los hombres de
Siquem, y los de Siquem se levantaron contra Abimelec; 24para que
la violencia hecha a los setenta hijos de Jerobaal, y la sangre de ellos,
recayera sobre Abimelec su hermano que los mató, y sobre los hombres de Siquem
que fortalecieron las manos de él para matar a sus hermanos. 25Y
los de Siquem pusieron en las cumbres de los montes asechadores que robaban a
todos los que pasaban junto a ellos por el camino; de lo cual fue dado aviso a
Abimelec.
26Y Gaal hijo de Ebed vino con sus hermanos y se pasaron a
Siquem, y los de Siquem pusieron en él su confianza. 27Y saliendo
al campo, vendimiaron sus viñedos, y pisaron la uva e hicieron fiesta; y
entrando en el templo de sus dioses, comieron y bebieron, y maldijeron a
Abimelec. 28Y Gaal hijo de Ebed dijo: ¿Quién es Abimelec, y qué es
Siquem, para que nosotros le sirvamos? ¿No es hijo de Jerobaal, y no es Zebul
ayudante suyo? Servid a los varones de Hamor padre de Siquem; pero ¿por qué le
hemos de servir a él? 29Ojalá estuviera este pueblo bajo mi mano,
pues yo arrojaría luego a Abimelec, y diría a Abimelec: Aumenta tus ejércitos,
y sal.
30Cuando Zebul gobernador de la ciudad oyó las palabras de
Gaal hijo de Ebed, se encendió en ira, 31y envió secretamente
mensajeros a Abimelec, diciendo: He aquí que Gaal hijo de Ebed y sus hermanos
han venido a Siquem, y he aquí que están sublevando la ciudad contra ti.
32Levántate, pues, ahora de noche, tú y el pueblo que está contigo, y
pon emboscadas en el campo. 33Y por la mañana al salir el sol
madruga y cae sobre la ciudad; y cuando él y el pueblo que está con él salgan
contra ti, tú harás con él según se presente la ocasión.
34Levantándose, pues, de noche Abimelec y todo el pueblo
que con él estaba, pusieron emboscada contra Siquem con cuatro compañías.
35Y Gaal hijo de Ebed salió, y se puso a la entrada de la puerta de la
ciudad; y Abimelec y todo el pueblo que con él estaba, se levantaron de la
emboscada. 36Y viendo Gaal al pueblo, dijo a Zebul: He allí gente
que desciende de las cumbres de los montes. Y Zebul le respondió: Tú ves la
sombra de los montes como si fueran hombres. 37Volvió Gaal a
hablar, y dijo: He allí gente que desciende de en medio de la tierra, y una
tropa viene por el camino de la encina de los adivinos. 38Y Zebul
le respondió: ¿Dónde está ahora tu boca con que decías: ¿Quién es Abimelec para
que le sirvamos? ¿No es este el pueblo que tenías en poco? Sal pues, ahora, y
pelea con él. 39Y Gaal salió delante de los de Siquem, y peleó
contra Abimelec. 40Mas lo persiguió Abimelec, y Gaal huyó delante
de él; y cayeron heridos muchos hasta la entrada de la puerta. 41Y
Abimelec se quedó en Aruma; y Zebul echó fuera a Gaal y a sus hermanos, para
que no morasen en Siquem.
42Aconteció el siguiente día, que el pueblo salió al campo;
y fue dado aviso a Abimelec, 43el cual, tomando gente, la repartió
en tres compañías, y puso emboscadas en el campo; y cuando miró, he aquí el
pueblo que salía de la ciudad; y se levantó contra ellos y los atacó. 44Porque
Abimelec y la compañía que estaba con él acometieron con ímpetu, y se
detuvieron a la entrada de la puerta de la ciudad, y las otras dos compañías
acometieron a todos los que estaban en el campo, y los mataron. 45Y
Abimelec peleó contra la ciudad todo aquel día, y tomó la ciudad, y mató al
pueblo que en ella estaba; y asoló la ciudad, y la sembró de sal.
46Cuando oyeron esto todos los que estaban en la torre de
Siquem, se metieron en la fortaleza del templo del dios Berit. 47Y
fue dado aviso a Abimelec, de que estaban reunidos todos los hombres de la
torre de Siquem. 48Entonces subió Abimelec al monte de Salmón, él
y toda la gente que con él estaba; y tomó Abimelec un hacha en su mano, y cortó
una rama de los árboles, y levantándola se la puso sobre sus hombros, diciendo
al pueblo que estaba con él: Lo que me habéis visto hacer, apresuraos a hacerlo
como yo. 49Y todo el pueblo cortó también cada uno su rama, y siguieron
a Abimelec, y las pusieron junto a la fortaleza, y prendieron fuego con ellas a
la fortaleza, de modo que todos los de la torre de Siquem murieron, como unos
mil hombres y mujeres.
50Después Abimelec se fue a Tebes, y puso sitio a Tebes, y
la tomó. 51En medio de aquella ciudad había una torre fortificada,
a la cual se retiraron todos los hombres y las mujeres, y todos los señores de
la ciudad; y cerrando tras sí las puertas, se subieron al techo de la torre.
52Y vino Abimelec a la torre, y combatiéndola, llegó hasta la puerta de
la torre para prenderle fuego. 53Mas una mujer dejó caer un pedazo
de una rueda de molino sobre la cabeza de Abimelec, y le rompió el cráneo.
54Entonces llamó apresuradamente a su escudero, y le dijo: Saca tu
espada y mátame, para que no se diga de mí: Una mujer lo mató. Y su escudero le
atravesó, y murió. 55Y cuando los israelitas vieron muerto a
Abimelec, se fueron cada uno a su casa. 56Así pagó Dios a Abimelec
el mal que hizo contra su padre, matando a sus setenta hermanos. 57Y
todo el mal de los hombres de Siquem lo hizo Dios volver sobre sus cabezas, y
vino sobre ellos la maldición de Jotam hijo de Jerobaal.[2]
Job 38
Jehová convence a Job de su ignorancia
38
1Entonces respondió Jehová a Job desde un torbellino, y
dijo:
2 ¿Quién es
ése que oscurece el consejo
Con palabras sin sabiduría?
3 Ahora ciñe
como varón tus lomos;
Yo te preguntaré, y tú me
contestarás.
4 ¿Dónde
estabas tú cuando yo fundaba la tierra?
Házmelo saber, si tienes
inteligencia.
5 ¿Quién
ordenó sus medidas, si lo sabes?
¿O quién extendió sobre ella
cordel?
6 ¿Sobre qué
están fundadas sus bases?
¿O quién puso su piedra
angular,
7 Cuando
alababan todas las estrellas del alba,
Y se regocijaban todos los
hijos de Dios?
8 ¿Quién
encerró con puertas el mar,
Cuando se derramaba saliéndose
de su seno,
9 Cuando puse
yo nubes por vestidura suya,
Y por su faja oscuridad,
10 Y establecí
sobre él mi decreto,
Le puse puertas y cerrojo,
11 Y dije:
Hasta aquí llegarás, y no pasarás adelante,
Y ahí parará el orgullo de tus
olas?a
12 ¿Has
mandado tú a la mañana en tus días?
¿Has mostrado al alba su lugar,
13 Para que
ocupe los fines de la tierra,
Y para que sean sacudidos de
ella los impíos?
14 Ella muda
luego de aspecto como barro bajo el sello,
Y viene a estar como con
vestidura;
15 Mas la luz
de los impíos es quitada de ellos,
Y el brazo enaltecido es
quebrantado.
16 ¿Has
entrado tú hasta las fuentes del mar,
Y has andado escudriñando el
abismo?
17 ¿Te han
sido descubiertas las puertas de la muerte,
Y has visto las puertas de la
sombra de muerte?
18 ¿Has
considerado tú hasta las anchuras de la tierra?
Declara si sabes todo esto.
19 ¿Por dónde
va el camino a la habitación de la luz,
Y dónde está el lugar de las
tinieblas,
20 Para que
las lleves a sus límites,
Y entiendas las sendas de su
casa?
21 ¡Tú lo
sabes! Pues entonces ya habías nacido,
Y es grande el número de tus
días.
22 ¿Has
entrado tú en los tesoros de la nieve,
O has visto los tesoros del
granizo,
23 Que tengo
reservados para el tiempo de angustia,
Para el día de la guerra y de
la batalla?
24 ¿Por qué
camino se reparte la luz,
Y se esparce el viento solano
sobre la tierra?
25 ¿Quién
repartió conducto al turbión,
Y camino a los relámpagos y
truenos,
26 Haciendo
llover sobre la tierra deshabitada,
Sobre el desierto, donde no
hay hombre,
27 Para saciar
la tierra desierta e inculta,
Y para hacer brotar la tierna
hierba?
28 ¿Tiene la
lluvia padre?
¿O quién engendró las gotas
del rocío?
29 ¿De qué
vientre salió el hielo?
Y la escarcha del cielo,
¿quién la engendró?
30 Las aguas
se endurecen a manera de piedra,
Y se congela la faz del
abismo.
31 ¿Podrás tú
atar los lazos de las Pléyades,
O desatarás las ligaduras de
Orión?b
32 ¿Sacarás tú
a su tiempo las constelaciones de los cielos,
O guiarás a la Osa Mayor con
sus hijos?
33 ¿Supiste tú
las ordenanzas de los cielos?
¿Dispondrás tú de su potestad
en la tierra?
34 ¿Alzarás tú
a las nubes tu voz,
Para que te cubra muchedumbre
de aguas?
35 ¿Enviarás
tú los relámpagos, para que ellos vayan?
¿Y te dirán ellos: Henos aquí?
36 ¿Quién puso
la sabiduría en el corazón?
¿O quién dio al espíritu
inteligencia?
37 ¿Quién puso
por cuenta los cielos con sabiduría?
Y los odres de los cielos,
¿quién los hace inclinar,
38 Cuando el
polvo se ha convertido en dureza,
Y los terrones se han pegado
unos con otros?
39 ¿Cazarás tú
la presa para el león?
¿Saciarás el hambre de los
leoncillos,
40 Cuando
están echados en las cuevas,
O se están en sus guaridas
para acechar?
41 ¿Quién
prepara al cuervo su alimento,
Cuando sus polluelos claman a
Dios,
Y andan errantes por falta de
comida?[3]
* Aquí equivale a sábado.
a a 18.18: Nm. 6.18.
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Hch 17.34-18.28). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Jue 8.35-9.57). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 38.8–11: Jer. 5.22.
b b 38.31: Job 9.9; Am. 5.8.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Job 37.24-38.41). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
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