15 de Noviembre
¡Fruto de Justicia!
Por Riqui Ricón*
Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz (Sgo 3.18).
En los primeros tres capítulos de la epístola de Santiago la Escritura nos habla de ser hacedores de la Palabra de tal forma que nuestra fe tenga obras y de fruto. Un(a) Hija(o) de Dios NACIDA(O) DE NUEVO es un(a) creyente hacedor(a) de la Palabra quien, por las obras de la fe, dará siempre frutos de justicia.
¿Qué significa esto? Ser justo es ser aprobado delante de Dios y esto siempre trae paz a la vida de cualquier persona. Creer que Jesucristo es nuestro Señor y Salvador significa creerle a Dios, creerle a la Biblia y, precisamente por esta fe, sabes que Él ya pagó el precio de todos tus delitos y pecados, que has sido justificada(o) y que, justamente por esto, ahora eres un(a) Hija(o) de Dios NACIDA(O) DE NUEVO. Ya no eres, ni puedes ser, la misma persona que antes eras.
Es aquí donde tu fe puede comenzar a producir frutos apacibles de justicia. ¿Cómo? Un buen inicio es mediante tus palabras. Antes, tus palabras contaminaban tu cuerpo e inflamaban todo tu alrededor, pero ahora, siendo renacida(o) no de una simiente corruptible sino de la incorruptible simiente que es la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre, tus palabras tienen el poder de Dios para sanar, perdonar, liberar y traer amor, paz y gozo a todos los que te rodean.
Si me puedo explicar correctamente, entenderás que todo esto no se trata de algo que debas lograr o desarrollar sino de algo que tú ya eres. Dios así lo ha establecido en Su Palabra y sólo tienes que creerlo pues esa es la Verdad.
Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible (Mar 9.23).
En Efesios 4, la Biblia nos enseña que debemos despojarnos del viejo hombre (mujer) que está viciado conforme a los deseos engañosos renovándonos (haciéndonos nuevos) en el espíritu de nuestra mente. Esto significa que, para poder despojarte de esa vieja naturaleza necesitas creer que eres la persona que Dios dice que eres. ¡Cambia tu forma de pensar!
En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad (Efe 4.22-24).
Para conseguir esto lo que tienes que hacer es poner la Palabra de Dios en tu mente, boca y corazón de tal manera que el primer fruto de las obras de tu fe sea cambiar tu forma de hablar y de pensar.
Tus palabras proceden de tu forma de pensar y si no haces de la Palabra de Dios la prioridad de tu vida, vendrán las presiones que enfrentas cada día y reaccionarás de la misma forma que lo has hecho siempre. Pero, conforme empiezas a llenar tu vida de la Palabra de Dios irás notando que ya no reaccionas igual y que tu forma de hablar comienza a cambiar y a manifestar los frutos de justicia.
hasta que sobre nosotros sea derramado el Espíritu de lo alto, y el desierto se convierta en campo fértil, y el campo fértil sea estimado por bosque. Y habitará el juicio en el desierto, y en el campo fértil morará la justicia. Y el efecto de la justicia será paz; y la labor de la justicia, reposo y seguridad para siempre. Y mi pueblo habitará en morada de paz, en habitaciones seguras, y en recreos de reposo (Isa 32.15-18).
Este hasta que de la Escritura ya se ha cumplido; de hecho tiene un doble cumplimiento: primero, cuando Jesús pagó en la cruz todos tus pecados y abrió el camino para que el Espíritu Santo pudiera venir a tu vida; segundo, cuando aceptaste ese sacrificio de Amor haciendo a Jesús el Señor y Salvador de tu vida.
Ni la paz, ni el reposo, ni la seguridad para siempre son cosas que tú puedas manifestar o desarrollar de alguna forma, sino que son los efectos que la Sangre de Jesús tiene sobre tu vida. Al derramar Su Sangre en la cruz, Jesús satisfizo la Justicia de Dios. Muriendo el Único Justo por los injustos te justificó a ti, haciéndote justa(o) de una vez y para siempre.
Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él (2 Co 5.21).
Me dirás, suena bien, pero, ¿cómo puedo hacer de esto una realidad en mi vida? Pues, ¡cambia tu forma de pensar! Haz de la Palabra de Dios la prioridad de tu existencia. Medita en ella de día y de noche, ponla en tu mente, boca y corazón porque entonces harás prosperar tu camino y todo te saldrá bien.
Cuando Israel iba a entrar a la tierra prometida, 10 de los 12 espías que Moisés había enviado hablaron mal de sus posibilidades de éxito. Fueron LAS PALABRAS de estas 10 personas las que sembraron la duda y el temor en un pueblo que ya había experimentado grandes victorias a través de los milagros y maravillas que Dios obraba. Esas palabras de duda, incredulidad y temor, impidieron a toda una nación tomar posesión de lo que Dios ya les había prometido.
Sin embargo, hubo dos, Josué y Caleb, que pensaban totalmente diferente (tenían otro espíritu) y hablaron palabras de fe y de verdad tratando de animar al pueblo a creerle a Dios. Estos dos fueron los únicos de aquella generación que, por sus palabras, entraron a poseer la tierra prometida.
Oremos:
Amado Padre celestial, hoy declaro, con toda Tu autoridad, que soy Hija(o) del único Dios Vivo y Verdadero. Soy NACIDA(O) DE NUEVO y mis palabras están cargadas de poder y autoridad para hacer que las cosas sucedan. Me dispongo con la ayuda del Espíritu Santo a poner la Palabra de Dios en mi mente, BOCA y corazón de tal manera que, sin importar las circunstancias que hoy esté enfrentando, mi pensar, hablar y actuar darán fruto de paz y de justicia. En el nombre de Jesús. ¡Amén!
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2010
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Noviembre 15 Sgo 3 / Jer 25-26 / Sal 131
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