27 de Julio
¡Amor
indescriptible!
Por Riqui Ricón*
Entonces oró Jonás a Jehová su Dios desde el vientre del pez, y dijo: Invoqué en mi angustia a Jehová, y él me
oyó; Desde el seno del Seol clamé, Y mi voz oíste (Jon 2.1-2).
A pesar de que Jonás había reusado obedecer la Palabra de
Dios e intento huir de Su Presencia, cuando él se encontró a sí mismo en
tremenda necesidad buscó a Dios, y Dios le escuchó y respondió a su oración.
Ahora bien, si prestas atención a la oración de Jonás, no
encontrarás por ningún lado un clamor de arrepentimiento sino, más bien, una
total dependencia de la Gracia y Misericordia de Dios.
¡Jonás no habla de su pecado, ni de su conducta, sino de su
necesidad de volver a Dios!
¿No debía Dios haber ejecutado sentencia sobre ese hombre (o
mujer) rebelde a Su Palabra y haberlo borrado de la faz de la tierra en lugar
de tener misericordia de él?
Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida
juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos
hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes
riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y
esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe (Efe 2.4-9).
¡Oh, el Amor de Dios! Con razón dice la Escritura: ¡Gracias a Dios por su don inefable! (2 Co 9.15). La palabra inefable significa inexplicable,
indescriptible. Esto es, que no se puede explicar con palabras.
¡Gracias a Dios por el
don de Jesucristo, que no hay palabras que puedan describirlo! (2 Co 9.15 CST).
Jesucristo es un regalo indescriptible que Dios te ha hecho
a ti sólo por Amor, pues tu Padre celestial te ama tanto que prefirió entregar
a Su propio Hijo antes que perderte a ti.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito,
para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para
condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Hace poco me preguntaron, ¿no murió Jesús por mis pecados? A
lo que el Espíritu Santo me guió a responder, ¡No! Jesús NO murió por tus
pecados, ¡Jesús murió por ti! ¡Por Amor a ti!
No es lo pecaminoso del pecado lo que mueve la mano de Dios
a favor de tu vida sino su inefable
Amor por ti.
Exactamente como en el caso de Jonás, ¿Cómo podrías explicar
que a pesar de cómo has sido, que a pesar de cómo has llevado tu vida, Dios te ama
tanto que haya preferido entregar a Su propio Hijo, Jesús, para pagar todos tus
pecados, antes que perderte a ti?
Por más que lo pienses verás que es inexplicable y
terminarás por estar de acuerdo conmigo, ¡Oh, el Amor de Dios!
Puede ser que muchas veces hayas experimentado la crítica de
otras personas que señalan tu actitud hacia Dios como incorrecta, o de pecador(a)
o mediocre; con esto, la intención de tu adversario, el diablo, es inducirte a
la condenación y que te olvides de la actitud que Dios tiene para contigo. ¡Él
te ama! ¡La Biblia lo dice así!
Mirad cuál amor nos ha dado el
Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él (1 Jn 3.1).
La versión Palabra de Dios para Todos lo expresa así: Miren lo grande
que es el amor que el Padre nos ha mostrado, ¡hasta llega a hacer posible que
seamos llamados hijos de Dios! Y eso
es lo que de verdad somos. Por eso la gente del mundo no nos conoce,
pues el mundo no conoce a Dios.
Y en la Biblia Peshita leemos, Miren cuán grande
es el amor del Padre por nosotros, que
nos llamó y nos ha hecho hijos.
Por eso el mundo no nos conoce, porque a Él tampoco lo conoce.
La Biblia, que es la Palabra de Dios y no miente, dice clara
y reiteradamente, en el capítulo 4 de 1ª de Juan, que Dios es Amor. Luego
leemos en 1ª de Corintios capítulo 13 acerca de las características de ese
Amor:
El amor es sufrido, es
benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se
irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la
verdad. Todo lo sufre, todo lo cree,
todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser (ver 4-8a).
Así que, en cuanto a ti respecta, El amor [Dios] es sufrido [paciente, constante, persistente], [Dios] es benigno; el amor [Dios] no tiene envidia, el amor [Dios] no es jactancioso, [Dios] no se envanece; [Dios] no hace nada indebido, [Dios] no busca lo suyo, [Dios] no se irrita, [Dios] no guarda rencor; [Dios] no se goza de la injusticia, mas se goza de la
verdad. [Dios] Todo lo sufre, [Dios] todo lo cree, [Dios] todo lo espera, [Dios] todo lo soporta. El amor [Dios] nunca deja de ser.
Es por esto y no por lo que hayas hecho o dejado de hacer
que Dios responderá tus oraciones cada vez que vuelvas tu rostro y corazón
hacia Él.
El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos
nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el
que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió;
más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el
que también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo?
¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o
espada? Como está escrito: Por causa
de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que
vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la
vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por
venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni
ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo
Jesús Señor nuestro (Ro 8.32-49).
Oremos con voz audible.
Precioso Padre celestial, ¡cómo explicar Tu Amor! ¡Cómo
agradecerlo! Hoy quiero decirte que yo también te amo con todo mi corazón. Que
Tú, Jesucristo, eres mi Señor, Rey y Salvador. Que creo Tu Palabra, la Biblia,
que me enseña cuánto me amas y que me enseña quien soy yo ahora, gracias a
Jesús. ¡Un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo! Padre, ahora sé que nada me
puede separar de Tu Amor, que es en Cristo Jesús mi Señor. Por lo tanto, me
determino a no temer sino a creer. Creer Tu Amor por mí y levantarme a pelear
la buena batalla de la fe pues yo, ______________ (tu nombre aquí) puedo echar
mano a la Vida Eterna. ¡Todo lo puedo en Cristo que me fortalece! ¡En todas las
cosas soy más que vencedor(a) por medio de Aquél que me ama, Jesús mi Señor!
¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy
depositario(a) del inefable Amor de Dios! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación
con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda
tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que
viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he
sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto
tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la
última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque
quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente
Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta
simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido
trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo!
¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré
solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Julio
27 1 Co 13 / 2 R
7.3-20 /
Jon 2
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