miércoles, 30 de julio de 2014

¿Podrás tú entrar al Reino de Dios?

 
26 de Julio

¡Ciertamente tú lo verás y lo disfrutarás!

Por Riqui Ricón*

Dijo entonces Eliseo: Oíd palabra de Jehová: Así dijo Jehová: Mañana a estas horas valdrá el seah de flor de harina un siclo, y dos seahs de cebada un siclo, a la puerta de Samaria. Y un príncipe sobre cuyo brazo el rey se apoyaba, respondió al varón de Dios, y dijo: Si Jehová hiciese ahora ventanas en el cielo, ¿sería esto así? Y él dijo: He aquí tú lo verás con tus ojos, mas no comerás de ello (2 R 7.1-2).

Desde el momento que Adán y Eva tomaron la decisión de creerle a Satanás en lugar de creerle a Dios y hasta el día de hoy, siempre ha habido quienes repiten el mismo error: hacen caso omiso a la Palabra de Dios y deciden no creerle a Él sino creer a lo que ven con sus propios ojos o a lo que piensan y sienten de acuerdo a la situación o a su experiencia.

¡Fatal error! Lo mismo le sucedió al príncipe en cuyo brazo el rey se apoyaba de la historia del profeta Eliseo y la liberación de la ciudad de Samaria.

¿Por qué sucede esto? Encuentro dos respuestas a esta pregunta; respuestas que son totalmente diferentes una de la otra, y la diferencia se basa en cual sea tu posición delante de Dios.

Primero, tenemos a los incrédulos, quienes por su naturaleza caída y pecaminosa, no quieren ni pueden escuchar a Dios (Ro 8.7). A éstos Dios les ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo para pagar sus pecados antes que perderlos por toda la eternidad.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).

A Dios no le importan tus pecados lo que realmente le importa es darte la mismísima Vida de Cristo Jesús; una Vida rica y abundante.

Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús (Efe 2.4-7).

Por otro lado están los llamados creyentes, aquellos que han aceptado a Jesús como Señor y Salvador de sus vidas y que por lo tanto han Nacido de Nuevo, pero que ignorantes del significado y poder de la Biblia, la Palabra de Dios, pueden ser engañados y apartados de la Verdad por los problemas, las aflicciones o por el pecado que aún se manifiesta en sus vidas.

La Biblia te advierte sobre esta ignorancia, esta falta de interés hacia la Palabra de Dios.

Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento (Os 4.6a).

Jamás debes olvidar que tú eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo gracias al Amor que Él te tiene y no por alguna acción, mérito o atributo que tú hayas tenido antes.

Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna (Ti 3.4-7).

La Vida Plena y Abundante a la que ahora tienes derecho de participar no la obtuviste por obras de justicia sino por el gran Amor y la Gracia que Dios tu Padre ha derramado sobre ti.

siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23).

¡Tú has Nacido de Nuevo por la Palabra de Dios!

El Amor y sacrificio de Jesús, Su muerte y resurrección, son tan completos y acabados, tan perfectos y poderosos que, por la Palabra de Dios, el hombre viejo, esa antigua naturaleza carnal y pecaminosa, ya no existe más.

En contraposición a lo que dice la Biblia, que es la Palabra de Dios y no miente, el engaño del diablo (y la ignorancia), está en CREER que aún sigues siendo esa misma persona mala y pecadora. Como si el sacrificio de Jesús apenas haya alcanzado para pagar los pecados de un periodo de tu vida y todo lo demás (la justificación, santificación, perfección y nueva naturaleza), sólo se cubrió simbólicamente con Su Sangre, quedando a tu cargo y responsabilidad el logro y cumplimiento de semejantes objetivos.

De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo (2 Co 5.17-18a).

Permíteme aclarar que, aunque te preguntes porqué sigues actuando o sintiéndote como un(a) pecador(a); o te preguntes porqué sigues actuando o sintiéndote como derrotado(a) en tu andar con Jesucristo, esa no es, ni será jamás, la Verdad.

Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira (Jn 8.44).

Sin importar tu problemática o situación actual, cualquier argumento contrario a lo que dice la Palabra de Dios acerca de ti, tan sólo es lo que el diablo pretende hacerte sentir para que, afectando tus emociones, lo llegues a creer. Él está tratando de ocultarte la Verdad con todos los recursos que están a su alcance y, recuerda, que él es el padre de la mentira.

La única Verdad es lo que Dios dice en Su Palabra, la Biblia, acerca de ti. La única Verdad es lo que Dios dice en Su Palabra, la Biblia, acerca de quién tú ahora eres por Cristo Jesús: Su especial tesoro; un(a) Hijo(a) tan amado(a) por Él que te ama a ti de la misma forma en que ama a Jesús Su Hijo.

yo en ellos y tú en mí.  Permite que alcancen la perfección en la unidad,  y así el mundo reconozca que tú me enviaste y que los has amado a ellos tal como me has amado a mí (Jn 17.23 NVI).

Él te ha dotado, nada más y nada menos, que con Su Espíritu Santo y con Su Amor. Además, Su fe, Su Palabra y Su Unción ahora están en ti y contigo.

Amado(a), ¡No hay forma en que puedas perder en la Vida!

Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? (1 Jn 5.4-5).

Así que, no pongas tus ojos, ni tu atención, en lo grande o difícil de tus problemas sino en el Amor y la fidelidad de tu Padre. Él nunca te ha dejado, ni te dejará. Te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti y ahora Él mismo te llama Hijo(a).

¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre,  que se nos llame hijos de Dios!  ¡Y lo somos!  El mundo no nos conoce,  precisamente porque no lo conoció a él (1 Jn 3.1 NVI).

Tú no eres como ese príncipe en cuyo brazo el rey se apoyaba. Tú SÍ verás y disfrutarás las bendiciones del Señor porque has creído y conocido a Su Amor. Tú  has creído y conocido a Su Poder y a Su Palabra.

Entonces respondiendo Jesús, les dijo: ¿No erráis por esto, porque ignoráis las Escrituras, y el poder de Dios? (Mar 12.24).

Este es el único secreto (y la única manera), para que hagas de tu Vida una Vida dichosa: ¡Confía en Dios! ¡Confía en Su Palabra!

Jehová de los ejércitos, Dichoso el hombre que en ti confía (Sal 84.12).

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, hoy quiero agradecerte con la fe que me has dado. Quiero agradarte declarando la Verdad: Soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Soy amado(a) Tuyo, mi Dios, y soy Tu especial tesoro. No soy un pecador(a), ni un(a) fracasado(a), pues está establecido claramente en la Palabra de Dios que soy Nueva creación y sin importar los problemas, enfermedades y circunstancias de mi vida, yo, _______________ (tu nombre aquí), en todas las cosas soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me ha amado, ¡Cristo Jesús! Señor, Tú eres mi guardador y el maligno no me toca. De todos mis pecados me arrepiento delante de Tu Presencia, amado Padre, y te confieso mis pecados pues fiel y justo eres Tú para perdonarme y limpiarme de toda iniquidad. Me determino a creerte y con Tu ayuda, Espíritu Santo, creo y recibo mi identidad de Hija(o) del Rey. Por tanto, creo y declaro de acuerdo a la Verdad, Tu Palabra es Verdad, que yo, _______________ (tu nombre aquí), ¡Soy sano(a)! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy feliz! ¡Soy libre! En el nombre de Jesús. Amén.

Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011

Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.


 

 
 

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