martes, 29 de julio de 2014

¡Cómo amar a los demás como a ti mismo(a)!

 
21 de Julio

¡Sólo con el Amor de Dios!

Por Riqui Ricón*

En cuanto a lo sacrificado a los ídolos, sabemos que todos tenemos conocimiento. El conocimiento envanece, pero el amor edifica (1 Co 8.1).

¡Sólo el Amor edifica! Y es por Amor que Dios prefirió entregar a Su propio Hijo, Jesús, para así pagar todos tus pecados y no perderte, sino ganarte por toda la eternidad haciendo de ti un Hijo(a) Suyo(a), exactamente igual que Jesucristo.

Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él (1 Jn 3.1).

Es el Amor de Dios el que cubre TODAS las faltas (Pro 10.12). Es el Amor de Dios el que te edifica como nueva creatura para que conozcas, mediante el Espíritu Santo, que ahora eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y no de simiente corruptible, sino incorruptible por la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23).

Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados (Ro 8.14-17).

¡Tú ya padeciste juntamente con Él, pues al ser Jesús tu substituto en la condenación eterna, tú moriste con Él y resucitaste a una Vida totalmente Nueva!

Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos (2 Co 5.14-15).

Por la fe, por creerle a Dios creyendo Su Palabra, recibiste la salvación y por la misma fe tú ya padeciste juntamente con Jesús, para que juntamente con Él seas glorificado(a) con la Vida Eterna que Jesús compró para ti.

¿O acaso olvidaron que, cuando fuimos unidos a Cristo en el bautismo, nos unimos a él en su muerte? Pues hemos muerto y fuimos sepultados con Cristo mediante el bautismo. Y, tal como Cristo fue levantado de los muertos por el poder glorioso del Padre, ahora nosotros también podemos vivir una vida nueva (Ro 6.3-4).

Además, ¿en qué hemos de padecer si somos Hijos del Rey del Universo? ¿Quién o qué nos puede hacer daño si Dios es nuestro propio Padre? ¿Qué problema, enfermedad o tribulación nos podría robar el gozo de ser Hijos de Dios Nacidos de Nuevo, comprados a precio de la Sangre de Jesús para ser Eternos y Reinar juntamente con Él?

¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero.  Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro (Ro 8.31-39).

¡Estas son las buenas nuevas del Evangelio de Jesucristo! No existe nada ni nadie que te pueda vencer pues eres literal y efectivamente un(a) Hijo(a) de Dios, creado de Nuevo, justo(a), santo(a) y perfecto(a). ¡La Biblia, que es la Palabra de Dios y no miente, lo dice así!

Solamente que aceptes el miedo, la incredulidad y los engaños del diablo, estos te podrían separar de la libertad gloriosa de los Hijos de Dios, y esto, insisto, siempre y cuando, tú le prestes oído y des crédito a sus mentiras, como que no vales, que no sirves, que no puedes, que te vas a morir, que no eres digno(a), que eres falso(a), etc., etc., etc.

¡No! ¡Nada de eso eres tú! En lugar de escuchar o creer esas mentiras, mantente firme, constante y persistente en creer a la Verdad, que es la Biblia, la Palabra de Dios.

Si bien la vianda no nos hace más aceptos ante Dios; pues ni porque comamos, seremos más, ni porque no comamos, seremos menos. Pero mirad que esta libertad vuestra no venga a ser tropezadero para los débiles. Porque si alguno te ve a ti, que tienes conocimiento, sentado a la mesa en un lugar de ídolos, la conciencia de aquel que es débil, ¿no será estimulada a comer de lo sacrificado a los ídolos? Y por el conocimiento tuyo, se perderá el hermano débil por quien Cristo murió. De esta manera, pues, pecando contra los hermanos e hiriendo su débil conciencia, contra Cristo pecáis. Por lo cual, si la comida le es a mi hermano ocasión de caer, no comeré carne jamás, para no poner tropiezo a mi hermano (1 Co 8.8-13).

Es precisamente la certeza de saberte un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, amado(a) del Padre, lo que te permite, por Amor y con Amor, padecer juntamente con Cristo a favor de los más débiles en la fe. No necesitas demostrar a nadie quien eres pues sabes perfectamente quien tú ahora eres y así, puedes amar a los demás con el mismo Amor que tu Padre te da. Puedes ir donde los drogadictos, las prostitutas o los idólatras sin juzgarles ni criticarles sino edificarles con Amor.

Y la esperanza no defrauda, sino que ayuda a superar cualquier circunstancia adversa, sabiendo que Dios nos ha llenado con el don del Espíritu Santo y que, por medio de él, ha derramado su amor en nuestro corazón (Ro 5.5 CST).

Sin importar el problema, enfermedad o circunstancia que estés enfrentando el día de hoy, la Verdad es que tú eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y el glorioso Espíritu de Dios te ha llenado con Su Amor para vivir en ti, y contigo, para que así creas, de una vez por todas, que en todas las cosas eres más que vencedor(a), pues todo lo puedes en Cristo que te fortalece.

Por todo esto, ten por seguro que, ¡ahora, en Cristo Jesús, sí puedes amar a tu prójimo como a ti mismo(a)!

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, que hermosa es la Vida Nueva que me has dado por medio de Tu Hijo. Jesús, Tú eres mi Rey, Señor y Salvador y gracias a Ti, hoy, yo ________________ (tu nombre aquí), soy también un(a) Hijo(a) amado(a) de Nuestro Dios y Padre. Tengo Vida Eterna y la puedo (y debo), vivir en plenitud y abundancia. Aunque sé que en el mundo tendré aflicciones, me has dado Tu Palabra, la Biblia, para que en Ti yo tenga paz, pues Tú has vencido al mundo y yo contigo. Gracias Señor, pues esta identidad de Hijo(a) me permite amar a mis semejantes como a mí mismo(a). Por tanto, desecho el temor y la duda, me someto a Ti, Padre, a Tu Verdad y a Tu Palabra, resisto al diablo, a sus engaños y mentiras y éste tiene que huir de mi vida. Ahora sé, que sé, que en todas las cosas he de salir más que vencedor(a), pues todo lo puedo en Cristo que me fortalece. ¡Ya he vencido al mundo! Pues mayor eres Tú, Espíritu Santo, que estás en mí, y conmigo, que el que está en el mundo. Hoy tomo mi identidad y con toda certeza y autoridad, resisto y hecho fuera de mi vida toda enfermedad, pobreza, tristeza, depresión, soledad, temor y angustia. Cubro todo mi ser, espíritu, alma y cuerpo, con la Sangre de Jesús y llamo y recibo toda la salud, amor, paz y gozo que Tú, Jesucristo, compraste para mí al morir en la cruz. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy feliz! ¡Soy un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo! Gracias a Ti, Señor Jesús. Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011

Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Julio          21                        1 Co 8  /  1 R 22  /  Am 6

 

 
 

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