miércoles, 12 de marzo de 2014

¡Cómo alcanzar la santidad!

 

6 de Marzo

¡Porque Él es Santo!

Por Riqui Ricón*

Porque yo soy Jehová, que os hago subir de la tierra de Egipto para ser vuestro Dios: seréis, pues, santos, porque yo soy santo (Lev 11.45).

De las Buenas Noticias del Evangelio una de las más asombrosas es saber que la santidad no es algo que tú puedas generar o desarrollar sino que es un atributo de la magnificencia de Dios. Esto quiere decir que la santidad es de Él y fluye de Él: Sed santos, porque yo soy santo (1 Ped 1.16).

La palabra santidad significa ser apartado y escogido por el grado de pureza. Por lo tanto, la santidad es un regalo de la Gracia de Dios ya que es Él, y sólo Él, quien te ha apartado a ti, te ha purificado y te ha escogido.

Habéis, pues, de serme santos, porque yo Jehová soy santo, y os he apartado de los pueblos para que seáis míos (Lev 20.26).

A través del sacrificio de Jesús, y por medio de Su Sangre, tú has sido purificado(a) a tal grado que no solamente has sido santificado(a) sino que has sido aceptado(a) dentro de la mismísima familia de Dios.

Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó… Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos (Rom 8.30, 29).

¡Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti!

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).

Es este Amor, manifestado en la persona de Jesucristo, el que te santifica.

Nosotros, santificados por Jesús, somos ahora juntamente con él hijos de un mismo Padre; por lo cual Jesús no se avergüenza de llamarnos hermanos, haciendo suyas las palabras de la Escritura, que dice: "Proclamaré tu nombreante mis hermanos, y te alabaré en medio de la comunidad" (He 2.11-12 CST).

El sacrificio de Jesús es tan perfecto, completo y acabado que va mucho más allá de la justificación y la santificación al alcanzar la perfección que le permite a Dios manifestar TODO Su Amor hacia ti llamándote Su propio(a) Hijo(a).

MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos  (1 Jua 3.1).

Así que, simple y llanamente, tú eres santo(a) como tu Padre es Santo.

La santidad que pretende ostentar obras de justicia a su favor no es del agrado de Dios, Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá (Rom 1.17).

Aunque para la mayoría de las personas los méritos adquiridos son importantes, esto no es así en el reino de tu Padre celestial.

Les aseguro que entre los mortales no se ha levantado nadie más grande que Juan el Bautista; sin embargo, el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él (Mat 11.11 NVI).

Esta afirmación de Jesucristo es de lo más ilustrativa en cuanto a las cualidades que ahora te destacan como un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo: ¡entre el común de los mortales no existe otro tan grande como Juan el Bautista, pero tú, un(a) Hijo(a) del Reino, eres mayor que él!

Mientras más pronto te ubiques en que no han sido, ni serán, tus acciones lo que te mantiene en buenos términos con tu Padre sino lo que Jesús hizo al morir y resucitar por ti, así como lo que Dios dice en Su Palabra acerca de quién ahora tú eres, entonces más pronto dejarás de hacerle caso a las mentiras de Satanás de que no sirves, que no vales, que no puedes, que no eres digno(a), que no eres santo(a), etc.

Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe (1 Ped 5.8-9a).

Al diablo lo puedes resistir cuando te paras firme en la fe, esto es, creyéndole a Dios, creyendo Su Palabra.

Cuando te asalten pensamientos de fracaso, duda o condenación, resístelos plantándote firmemente en la Palabra de Dios, pues sin importar lo que hayas hecho o como te sientas o te veas a ti mismo(a), tú eres ese(a) Hijo(a) santo(a), justo(a) y perfecto(a) que el Señor Todopoderoso ha hecho de ti por medio de Jesucristo.

De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas (2 Cor 5.17).

Todo ha sido hecho nuevo para ti. Lo mejor de tu vida está delante de ti y no detrás de ti.

siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 Ped 1.23).

De acuerdo a la Palabra de Dios, que no miente, tú has Nacido de Nuevo, no de una simiente que se pueda corromper, sino de la incorruptible semilla que es la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre.

¡Este(a) ahora eres tú!

Esto es lo que significa haber Nacido de Nuevo, que ahora tienes la misma naturaleza que tu Padre celestial. Has sido declarado por Dios un(a) Hijo(a) santo(a), justo(a) y perfecto(a) y aunque caigas te has de levantar.

Porque siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse; Mas los impíos caerán en el mal (Pro 24.16).

¡No! Si caes no significa que sigas siendo el (la) pecador(a) que antes eras. ¡De ninguna manera! Los pecadores pecan. Eso es lo que saben hacer y les gusta hacerlo. En cambio, tú eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. ¡Ya no te gusta pecar! ¡Ya no practicas el pecado!

Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte (Rom 8.1-2).

¡Tú no andas en conformidad con la carne! ¡Tú vives, piensas y respiras en sintonía con el Espíritu de Dios! ¡Eres libre de la ley del pecado y de la muerte! ¡Cristo Jesús lo hizo por ti!

¡No hay forma que puedas perder en esta vida!

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, este día quiero agradecerte por el gran Amor con que me has amado. Cristo Jesús, me asombro cada día más y más por todo lo que has hecho por mí y en mí. Estoy decidido(a), con Tu ayuda, Espíritu Santo, a cambiar mi forma de pensar transformándome en el espíritu de mi mente. Sin importar las circunstancias del momento o la forma en que hoy me siento, creo y declaro que soy ese(a) Hijo(a) que Tú, mi Dios y Padre, siempre has deseado, justo(a), santo(a) y perfecto(a). Lo sé porque así está escrito en Tu Palabra y esa es la Verdad. Estoy dispuesto(a) a dejar atrás todas esas emociones y pensamientos negativos de fracaso y de derrota. Esa vieja naturaleza nada tiene en mí, pues yo he sido regenerado(a) en Cristo Jesús para vivir una vida plena y victoriosa. Lo sé porque lo dice la Biblia, lo creo porque es Tu Palabra de Honor y me dispongo, con Tu ayuda, Espíritu Santo, a vivirlo. Viviré esa vida prospera, en salud, amor, paz y gozo que Tú, oh Dios, deseas para mí. Yo, _____________ (tu nombre aquí), soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece, pues mayor es el que está en mí que el que está en el mundo y ese eres Tú, Precioso Espíritu de Dios. No le daré lugar al diablo y a sus mentiras en mi vida. ¡No voy a temer más! Echo fuera de mi vida toda ansiedad e inquietud. ¡En todas las cosas soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús! ¡Ya he sido sanado(a) por las heridas de Jesús! ¡He sido establecido(a) para reinar en esta vida por la sangre de Jesús! No hay forma que pueda perder, pues Tú, mi Dios y Padre, estás en mí y conmigo, y si Dios es conmigo, ¿quién contra mí? ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy feliz! En el nombre de Jesús. Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2012

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Marzo 6                                Mat 11.1-19  /  Lev 11-12  /  Pro 24

 





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