Lunes 27 de Junio de 2011.
¡Tomo mi cruz!
Por Riqui Ricón*
Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará (Mar 8.34-35).
La religión nos enseña que negarse a sí mismo y tomar la cruz significa aceptar con humilde resignación todas las cosas malas que vienen a nuestras vidas, como las enfermedades, accidentes, pobreza, desintegración familiar, etc., etc. Te enseñan que todo esto es la voluntad de Dios y que, si estás viviendo alguna de estas desgracias será por alguna razón, por algo que hiciste y lo mereces o porque Dios te está dando algún tipo de lección o probando tu fe. Por lo tanto debes aceptarlo, resignarte y humillarte bajo la poderosa mano de Dios. Con todo respeto, ¡qué disparate!
De acuerdo a la Biblia, que es la Palabra de Dios, quien no miente, Dios es bueno, su voluntad para contigo es buena agradable y perfecta. Él te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo como el justo pago por todos tus pecados para así no perderte a ti, sino ganarte ara Él, haciéndote justo para perdonar y olvidar todos tus pecados, santificándote y así, crearte de nuevo como un(a) Hija(o) legitima(o) Suya(o).
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Dios no hizo todo esto por amor para luego condenarte, ni para castigarte o maltratarte. ¡De ninguna manera! Él te ama genuinamente y lo ha dicho, lo ha declarado y lo puso por escrito en Su Palabra.
Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él (1 Jn 3.1).
El verdadero propósito del plan de salvación o redención de Dios siempre ha sido el mismo: adoptarte como Hija(o). Gracias a Jesús, ya no eres más una criatura, un ser humano imperfecto y pecador, ahora, has sido justificada(o) –hecha(o) justa(o)- por la sangre de Jesús; tu Padre ha perdonado y olvidado todos tus pecados, fracasos y errores; has sido apartada(o) -santificada(o)- para Él y, por el poder del Espíritu Santo, fuiste totalmente regenerada(o), Nacida(o) de Nuevo, como un(a) Hija(o) legítima(o) de Dios.
Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado (Jn 17.23).
Dios, tu Padre, siente por ti lo mismo que siente por Jesús, Él te ama con el mismo Amor con que ama a Su Hijo Jesús pues tú también eres Su Hija(o).
En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo (1 Jn 4.17).
Tú y yo somos iguales a Jesús, por eso el Padre nos ama de la misma manera.
Entonces, ¿cómo nos negamos a nosotros mismos y tomamos nuestra cruz?
Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo (Jn 16.33).
La Biblia es muy clara al respecto, sin fe es imposible agradar a Dios. Así que, como Hijos de Dios Nacidos de Nuevo tendremos aflicción en este mundo: problemas, conflictos, enfermedades, amenazas, etc., pero en todos ellos saldremos más que vencedores.
Se trata, pues, de creer que eres quien Dios dice en Su Palabra que eres y una vez que lo creas y lo declares, comenzarás a vivir como tal: amando a tu Padre celestial sobre todas las cosas y amando a tus semejantes como a tí mismo. Lleno de paz, gozo y amor, estarás más que listo para disfrutar la vida plena y abundante que Jesús ganó para ti.
Poner la otra mejilla no te costará absolutamente nada, le darás al pobre y al necesitado con todo tu amor pues es parte de tu naturaleza, Dios te hizo así. Tú eres como Él es: buena(o) y amorosa(o).
Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe (1 Jn 5.4).
Gracias amado Padre Celestial por amarme con tan gran Amor. Yo _________ (pon tu nombre aquí) soy Tu Hija(o), legal y genuinamente comprada(o) y rescatada(o) a precio de la Sangre de Jesús. Tu Palabra es la Verdad. La Biblia me define y soy libre para llevar esa vida de victoria sobre el pecado y la muerte que Tú, Jesucristo, adquiriste para mí. Me niego a mí misma(o), a esa vieja naturaleza que está viciada conforme a los deseos engañosos y tomo mi cruz renovándome en el espíritu de mi mente, me visto de la nueva mujer (del nuevo hombre) creada(o) según Dios en justicia y santidad de la verdad. Padre, me someto a Tu Palabra, la Biblia, resisto al diablo y este huye de mí. En el nombre de Jesús. Amén.
Así que, tenlo por seguro, Dios no te ha dejado ni te dejará jamás. ¡Has sido predestinada(o) a ser más que vencedor(a) por medio del Amor de Aquel que te escogió y te salvó, Cristo Jesús! ¡Amén!
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2011
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Junio 27 Mar 8.22-9.1 / 2 Sam 20-21 / Ose 1
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