sábado, 23 de diciembre de 2023

¡Cómo activar el Poder del Altísimo a tu favor!

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 23 Diciembre
 

¡Cómo activar el Poder del Altísimo a tu favor!


¡Se cumplirá todo lo que se te ha dicho departe de Dios!

Por Riqui Ricón*

¡Bendita tú por haber creído lo que te fue dicho de parte del Señor, y porque lo que él te anunció, se cumplirá!  (Luc 1.45 CST).

¿Sabías que hay una cosa que nuestro Dios y Padre, el Todopoderoso, no puede hacer? Así es, lo único que Él no puede hacer es mentir. Su Palabra (que son todas las Palabras que salen de Su boca), es la Palabra de Dios y una vez que ésta ha sido hablada, tiene todo el poder y la autoridad de Dios para hacerse cumplir a sí misma. Si Dios dijera que el cielo es rojo, entonces éste cambiaría su color azul por rojo. ¡Así de simple!

Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía (He 11.3).

Dice la escritura que, En el principio creó Dios los cielos y la tierra (Gen 1.1). Pero, ¿cómo los creó? Los creó en el momento preciso que Él dijo, sea la luz, eso exactamente fue lo que sucedió: ¡La luz fue hecha por la Palabra de Dios!

Así que, todo lo que existe, todo lo que es, lo visible y lo invisible, ha sido constituido por la Palabra de Dios.

Ahora bien, Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza (Efe 6.10).

Como te puedes dar cuenta, el poder de la fuerza de Dios no está en sus músculos, ni en sus relámpagos y truenos, ni en sus ángeles sino en Su Palabra. Lo único que Él necesita hacer para que sucedan las cosas es hablar Su Palabra. ¡Lo que Él dice, eso mismo sucede! Al fin y al cabo, Él es Dios.

Es por todo esto que:

Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará. Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. Al oírlo Jesús, se maravilló, y dijo a los que le seguían: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe (Mat 8.8-10).

Este centurión conocía el secreto de la fe que es el principio de autoridad supremo: ¡Todo poder y autoridad radica en la Palabra de Dios!

No sin razón el Mensaje que predicamos se llama Evangelio, ¡Buenas Noticias! Ahora eres bienaventurado(a), mil veces feliz, puesto que has creído, se cumplirá todo lo que el Señor te ha dicho en Su Palabra, la Biblia.

Jehová de los ejércitos, Dichoso el hombre que en ti confía (Sal 84.12).

Ante los asombrosos sucesos que se abrían delante de sus pies, la virgen María, cuando  se le explicó porque era ella muy favorecida y que, a pesar de su situación, nada hay imposible para Dios, ella sólo contestó: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra (Luc 1.38).

Pon atención a que no respondió, hágase conmigo conforme a Tu Voluntad sino conforme a Tu Palabra.

Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón. Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios. Y he aquí tu parienta Elisabet, ella también ha concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes para ella, la que llamaban estéril; porque nada hay imposible para Dios (Lc 1.34-37).

Como ya vimos, el poder del Altísimo es su propia Palabra. Por eso María pudo afirmar con fe, hágase conmigo conforme a Tu Palabra. ¡Estaba en juego el Honor de Dios! ¡Había sido activado el Poder del Altísimo!

¿Podrías afirmar tú lo mismo? ¿Podrías con toda tu fe decirle a Dios que deseas que antes de que termine este año se haga contigo conforme a Su Palabra? ¿Estarías dispuesto(a) a terminar este año creyendo que todo lo puedes en Cristo que te fortalece y que en todas las cosas, absolutamente en todas, saldrás más que vencedor(a) por medio de Aquel que te amó, Cristo Jesús? ¿Podrías dejar que el poder del Altísimo te cubra con su sombra hoy?

Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo (Jn 16.33).

¡El Evangelio de Jesucristo no te promete una vida sin problemas pero sí una vida victoriosa!

Cuando sabes que sabes, que la Biblia es la Verdad, pues es Palabra de Dios, y sabes que sabes, que TODO lo que Dios dijo, Él lo va hacer, lo que Él hablo, lo va a ejecutar, entonces, aunque estés en medio de la más grande aflicción, puedes confiar en Él, puedes confiar en Su Palabra, Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús (Fil 4.7).

Así que, en Verdad existe un camino para llegar a ser dichosa(o) y éste es: confiar en Dios. ¡Créele a Dios, creyendo Su Palabra!

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).

Recuerda que Él te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti, y ahora, por lo que Jesús hizo por ti, eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, ¡nacido(a) del Amor de Dios!

MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos (1 Jn 3.1 BAD).

Tú eres lo más valioso que Dios tiene en este mundo: ¡Su propio(a) Hijo(a)! Así que, Él no te ha dejado ni te dejará jamás.

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, que hermoso es saberse tan amado(a) por Ti. Que sublime sensación es saber que has establecido en Tu Palabra, eterna, perfecta e infalible, que aunque yo ande en valle de sombra y de muerte no voy a temer, pues sé que Tú estás conmigo; que aunque las aflicciones vengan sobre mí, sé que de TODAS ellas voy a salir más que vencedor(a) por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús. ¡Escrito está! ¡Tú no mientes ni Te arrepientes! ¡Lo has dicho y lo vas hacer! ¡Lo has hablado y lo vas a ejecutar! ¡Gracias, precioso Dios! Y a Ti, amado Señor Jesús, quiero decirte que te amo con todo mi ser, con todas mis fuerzas y con todo mi corazón. Por lo que hiciste por mí en la cruz, al morir pagando todos mis pecados y al vencer a la muerte, resucitando de entre los muertos, me has dado la Vida Eterna y me haz hecho nacer de Nuevo como un(a) legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a) de Dios. ¡Ahora tengo identidad, ahora sé perfectamente quién yo soy! Por lo tanto, no voy a temer más. Me determino a ser dichoso(a) haciendo de Tu Palabra, la Biblia, la norma máxima de mi existencia; la pondré en mi boca, mente y corazón; voy a leerla y meditarla de día y de noche para guardarla y hacer conforme a todo lo que Tú, precioso Dios, dices en ella; porque sé que entonces haré prosperar mi camino y todo me saldrá bien. ¡Espíritu Santo ayúdame a hacerlo así! Creo y declaro conforme a Tu Palabra que yo, ___________ (tu nombre aquí), ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero! ¡Soy dichoso! En el nombre de Jesús. Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2012

 

Tres Recomendaciones:

Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas recomendaciones:

1.     Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él. Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.

2.     Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla. ¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.

3.     En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2020

 

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Diciembre 23                                Luc 1.26-56   /  Ez 34 /  Isa 58



Cápsula del día.




Puedes escuchar o descargar la lectura de la  Biblia en audio del día de hoy, la tenemos para ti en dos versiones: 


RV60 




NVI 



Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Diciembre 23                                Luc 1.26-56   /  Ez 34 /  Isa 58

 

San Lucas 1.26-56

Anuncio del nacimiento de Jesús

26Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, 27a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María.e 28Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres. 29Mas ella, cuando le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta. 30Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. 31Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS.f 32Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; 33y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.g 34Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón. 35Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios. 36Y he aquí tu parienta Elisabet, ella también ha concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes para ella, la que llamaban estéril; 37porque nada hay imposible para Dios.h 38Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia.

María visita a Elisabet

39En aquellos días, levantándose María, fue de prisa a la montaña, a una ciudad de Judá; 40y entró en casa de Zacarías, y saludó a Elisabet. 41Y aconteció que cuando oyó Elisabet la salutación de María, la criatura saltó en su vientre; y Elisabet fue llena del Espíritu Santo, 42y exclamó a gran voz, y dijo: Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre. 43¿Por qué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí? 44Porque tan pronto como llegó la voz de tu salutación a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. 45Y bienaventurada la que creyó, porque se cumplirá lo que le fue dicho de parte del Señor.

46Entonces María dijo:i

Engrandece mi alma al Señor;

     47     Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador.

     48     Porque ha mirado la bajeza de su sierva;

Pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones.

     49     Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso;

Santo es su nombre,

     50     Y su misericordia es de generación en generación

A los que le temen.

     51     Hizo proezas con su brazo;

Esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones.

     52     Quitó de los tronos a los poderosos,

Y exaltó a los humildes.

     53     A los hambrientos colmó de bienes,

Y a los ricos envió vacíos.

     54     Socorrió a Israel su siervo,

Acordándose de la misericordia

     55     De la cual habló a nuestros padres,

Para con Abrahamj y su descendencia para siempre.

 56Y se quedó María con ella como tres meses; después se volvió a su casa.[1]

 

   

Ezequiel 34

Profecía contra los pastores de Israel

34

1Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: 2Hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel; profetiza, y di a los pastores: Así ha dicho Jehová el Señor: ¡Ay de los pastores de Israel, que se apacientan a sí mismos! ¿No apacientan los pastores a los rebaños? 3Coméis la grosura, y os vestís de la lana; la engordada degolláis, mas no apacentáis a las ovejas. 4No fortalecisteis las débiles, ni curasteis la enferma; no vendasteis la perniquebrada, no volvisteis al redil la descarriada, ni buscasteis la perdida, sino que os habéis enseñoreado de ellas con dureza y con violencia. 5Y andan errantes por falta de pastor,a y son presa de todas las fieras del campo, y se han dispersado. 6Anduvieron perdidas mis ovejas por todos los montes, y en todo collado alto; y en toda la faz de la tierra fueron esparcidas mis ovejas, y no hubo quien las buscase, ni quien preguntase por ellas.

7Por tanto, pastores, oíd palabra de Jehová: 8Vivo yo, ha dicho Jehová el Señor, que por cuanto mi rebaño fue para ser robado, y mis ovejas fueron para ser presa de todas las fieras del campo, sin pastor; ni mis pastores buscaron mis ovejas, sino que los pastores se apacentaron a sí mismos, y no apacentaron mis ovejas; 9por tanto, oh pastores, oíd palabra de Jehová. 10Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí, yo estoy contra los pastores; y demandaré mis ovejas de su mano, y les haré dejar de apacentar las ovejas; ni los pastores se apacentarán más a sí mismos, pues yo libraré mis ovejas de sus bocas, y no les serán más por comida.

11Porque así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo, yo mismo iré a buscar mis ovejas, y las reconoceré. 12Como reconoce su rebaño el pastor el día que está en medio de sus ovejas esparcidas, así reconoceré mis ovejas, y las libraré de todos los lugares en que fueron esparcidas el día del nublado y de la oscuridad. 13Y yo las sacaré de los pueblos, y las juntaré de las tierras; las traeré a su propia tierra, y las apacentaré en los montes de Israel, por las riberas, y en todos los lugares habitados del país. 14En buenos pastos las apacentaré, y en los altos montes de Israel estará su aprisco; allí dormirán en buen redil, y en pastos suculentos serán apacentadas sobre los montes de Israel. 15Yo apacentaré mis ovejas, y yo les daré aprisco, dice Jehová el Señor. 16Yo buscaré la perdida, y haré volver al redil la descarriada; vendaré la perniquebrada, y fortaleceré la débil; mas a la engordada y a la fuerte destruiré; las apacentaré con justicia.

17Mas en cuanto a vosotras, ovejas mías, así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo juzgo entre oveja y oveja, entre carneros y machos cabríos. 18¿Os es poco que comáis los buenos pastos, sino que también holláis con vuestros pies lo que de vuestros pastos queda; y que bebiendo las aguas claras, enturbiáis además con vuestros pies las que quedan? 19Y mis ovejas comen lo hollado de vuestros pies, y beben lo que con vuestros pies habéis enturbiado.

20Por tanto, así les dice Jehová el Señor: He aquí yo, yo juzgaré entre la oveja engordada y la oveja flaca, 21por cuanto empujasteis con el costado y con el hombro, y acorneasteis con vuestros cuernos a todas las débiles, hasta que las echasteis y las dispersasteis. 22Yo salvaré a mis ovejas, y nunca más serán para rapiña; y juzgaré entre oveja y oveja. 23Y levantaré sobre ellas a un pastor, y él las apacentará; a mi siervo David, él las apacentará, y él les será por pastor.b 24Yo Jehová les seré por Dios, y mi siervo David príncipe en medio de ellos.c Yo Jehová he hablado.

25Y estableceré con ellos pacto de paz, y quitaré de la tierra las fieras; y habitarán en el desierto con seguridad, y dormirán en los bosques. 26Y daré bendición a ellas y a los alrededores de mi collado, y haré descender la lluvia en su tiempo; lluvias de bendición serán. 27Y el árbol del campo dará su fruto, y la tierra dará su fruto, y estarán sobre su tierra con seguridad; y sabrán que yo soy Jehová, cuando rompa las coyundas de su yugo, y los libre de mano de los que se sirven de ellos. 28No serán más por despojo de las naciones, ni las fieras de la tierra las devorarán; sino que habitarán con seguridad, y no habrá quien las espante. 29Y levantaré para ellos una planta de renombre, y no serán ya más consumidos de hambre en la tierra, ni ya más serán avergonzados por las naciones. 30Y sabrán que yo Jehová su Dios estoy con ellos, y ellos son mi pueblo, la casa de Israel, dice Jehová el Señor. 31Y vosotras, ovejas mías, ovejas de mi pasto, hombres sois, y yo vuestro Dios, dice Jehová el Señor.[2]

 

       

Isaías 58

 

El verdadero ayuno

58

1Clama a voz en cuello, no te detengas; alza tu voz como trompeta, y anuncia a mi pueblo su rebelión, y a la casa de Jacob su pecado. 2Que me buscan cada día, y quieren saber mis caminos, como gente que hubiese hecho justicia, y que no hubiese dejado la ley de su Dios; me piden justos juicios, y quieren acercarse a Dios. 3¿Por qué, dicen, ayunamos, y no hiciste caso; humillamos nuestras almas, y no te diste por entendido? He aquí que en el día de vuestro ayuno buscáis vuestro propio gusto, y oprimís a todos vuestros trabajadores. 4He aquí que para contiendas y debates ayunáis y para herir con el puño inicuamente; no ayunéis como hoy, para que vuestra voz sea oída en lo alto. 5¿Es tal el ayuno que yo escogí, que de día aflija el hombre su alma, que incline su cabeza como junco, y haga cama de cilicio y de ceniza? ¿Llamaréis esto ayuno, y día agradable a Jehová?

6¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo? 7¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu hermano? 8Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salvación se dejará ver pronto; e irá tu justicia delante de ti, y la gloria de Jehová será tu retaguardia.

9Entonces invocarás, y te oirá Jehová; clamarás, y dirá él: Heme aquí. Si quitares de en medio de ti el yugo, el dedo amenazador, y el hablar vanidad; 10y si dieres tu pan al hambriento, y saciares al alma afligida, en las tinieblas nacerá tu luz, y tu oscuridad será como el mediodía. 11Jehová te pastoreará siempre, y en las sequías saciará tu alma, y dará vigor a tus huesos; y serás como huerto de riego, y como manantial de aguas, cuyas aguas nunca faltan. 12Y los tuyos edificarán las ruinas antiguas; los cimientos de generación y generación levantarás, y serás llamado reparador de portillos, restaurador de calzadas para habitar.

La observancia del día de reposo

13Si retrajeres del día de reposo* tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamares delicia, santo, glorioso de Jehová; y lo venerares, no andando en tus propios caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus propias palabras, 14entonces te deleitarás en Jehová; y yo te haré subir sobre las alturas de la tierra, y te daré a comer la heredad de Jacob tu padre; porque la boca de Jehová lo ha hablado.[3]

 



e 1.27: Mt. 1.18.

f 1.31: Mt. 1.21.

g 1.32–33: Is. 9.7.

h 1.37: Gn. 18.14.

i 1.46–55: 1 S. 2.1–10.

j 1.55: Gn. 17.7.

[1] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Lc 1.25-56

a 34.5: Mt. 9.36; Mr. 6.34.

b 34.23: Ap. 7.17.

c 34.24: Ez. 37.24.

[2] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Ez 33.33-34.31

[3] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Is 57.21-58.14


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