miércoles, 5 de abril de 2023

¡Cómo activas la Palabra de Dios a tu favor!

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 05 Abril

¡Cómo activas la Palabra de Dios a tu favor!


¡Creyendo que es Palabra de Honor!

Por Riqui Ricón*

Entonces Jesús le dijo: Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomen espada, a espada perecerán. ¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles? ¿Pero cómo entonces se cumplirían las Escrituras, de que es necesario que así se haga? (Mat 26. 52-54).

La mayoría de los cristianos celebramos la Santa Cena o Comunión como un recordatorio de que ahora vivimos bajo el Nuevo Pacto en la Sangre de Jesús.

La noche que nuestro Señor celebro la Santa Cena, Jesús fue capturado y, mientras eso sucedía, dejó claro, una vez más, que su muerte y resurrección formaban parte del plan de Dios para la redención de tu vida y que ambas, tanto su muerte como su resurrección, estaban determinadas por la Palabra de Dios.

¿Pero cómo entonces se cumplirían las Escrituras, de que es necesario que así se haga?

Muy pocos creyentes están conscientes que nuestra salvación, la Vida Eterna, y nuestra identidad como Hijas e Hijos de Dios Nacidos de Nuevo, estuvieron a punto de perderse para siempre cuando Jesús fue tentado por Satanás en el desierto, después de 40 días de ayuno, al comenzar su ministerio.

Durante dicha confrontación, Jesucristo NO tuvo poder divino alguno del cual echar mano para usarlo contra el diablo. Él era tan humano como cualquiera de nosotros; y aunque podía por medio de la oración y la fe solicitar la ayuda de miles de legiones de ángeles, la Verdad es que Jesús venció a Satanás con el arma más poderosa que hay en el universo: la Palabra de Dios.

Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios,  de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía (He 11.3).

Jesús vivió en esta tierra por y para el cumplimiento de las Escrituras. Él es el único camino al Padre, Él es la Verdad y Él es la Vida. La Escritura misma da testimonio de Él llamándole el Verbo (la Palabra) de Dios.

En el principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba con Dios en el principio. Por medio de él todas las cosas fueron creadas; sin él, nada de lo creado llegó a existir. En él estaba la vida, y la vida era la luz de la humanidad. Esta luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no han podido extinguirla… Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros. Y hemos contemplado su gloria, la gloria que corresponde al Hijo unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad (Jua 1.1-5, 14).

¡Sabías que son más de 300 profecías escritas en el Antiguo Testamento acerca del Mesías, del Cristo, que se cumplieron en la persona de Jesús!

Su nacimiento, su vida y ministerio, sus milagros, su muerte y resurrección, su lugar de gloria, TODO acerca de Jesucristo fue declarado por Dios en la Biblia y la Biblia es la Palabra de Dios, es decir, Su Palabra de Honor.

Así que, mi amado(a), sin importar lo difícil de las situaciones que estés enfrentando en estos momentos de tu vida, tú no necesitas la asistencia de legiones de ángeles, lo único que realmente necesitas es creer la Biblia; lo único que en verdad necesitas es creerle a Dios, pues basta una Palabra del Señor y un milagro sucederá.

Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará (Mat 8. 8).

Cuenta la Escritura que cuando el centurión dio esta respuesta Jesús se maravilló. ¿Puedes imaginar esto? El Verbo, Dios mismo, aquel por quien todas las cosas fueron creadas y sin él, nada de lo creado llegó a existir, ¡se maravilló!

Al oírlo Jesús, se maravilló, y dijo a los que le seguían: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe (Mat 8. 10).

¿Qué es lo que tanto maravilló a Jesús? Que un hombre común, alejado de la ciudadanía de Israel y ajeno a los pactos de la promesa, tuviera más FE [creyera a Dios, creyendo Su Palabra] que aquellos que se decían ser el pueblo escogido de Dios. Y no solamente esto, sino que también fue este centurión quien nos enseñó el principio máximo de la FE: ¡La autoridad está en la Palabra!

Puesto que la Palabra de Dios contiene TODA la Autoridad de Dios, entonces la FE depende, vive y se nutre, solamente de la Palabra de Dios.

Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios (Ro 10.17).

Así que, tienes la Biblia como la Palabra profética más segura donde encuentras que la Voluntad de Dios ha sido siempre hacerte bien y no mal, trasladarte de una posición de maldición a una de bendición, darte la Vida Eterna en lugar de muerte eterna.

Aprende pues, hoy, y reflexiona en tu corazón que Jehová es Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra, y no hay otro. Y guarda sus estatutos y sus mandamientos, los cuales yo te mando hoy, para que te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti, y prolongues tus días sobre la tierra que Jehová tu Dios te da para siempre (Deu 4. 39-40).

De Génesis a Apocalipsis encontrarás que Su Voluntad hacia contigo es buena, agradable y perfecta, que a pesar de cómo hayas tú llevado tu vida, Él te ha amado tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo, como el justo precio por tus pecados, antes que perderte a ti.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).

¡Tú eres el motivo y la razón por la cual Dios escribió la Biblia!

El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10. 10).

Aunque tu adversario, el diablo, solo quiere hurtarte, matarte y destruirte, Jesús vino a ti para que tengas vida. Y no cualquier tipo de vida sino ¡La Vida Eterna! ¡Vida abundante!

Esta Vida abundante comienza cuando en Verdad CREES que la Biblia ES la Palabra de Dios y, por lo tanto, la estudias, la meditas y, sobre todo, haces valer las promesas que Dios, tu Padre, te ha hecho por medio de Su Palabra.

En seis tribulaciones te librará, Y en la séptima no te tocará el mal. En el hambre te salvará de la muerte, Y del poder de la espada en la guerra. Del azote de la lengua serás encubierto; No temerás la destrucción cuando viniere. De la destrucción y del hambre te reirás, Y no temerás de las fieras del campo; Pues aun con las piedras del campo tendrás tu pacto, Y las fieras del campo estarán en paz contigo. Sabrás que hay paz en tu tienda; Visitarás tu morada, y nada te faltará. Asimismo echarás de ver que tu descendencia es mucha, Y tu prole como la hierba de la tierra. Vendrás en la vejez a la sepultura, Como la gavilla de trigo que se recoge a su tiempo. He aquí lo que hemos inquirido, lo cual es así; Óyelo, y conócelo tú para tu provecho (Job 5. 19-27).

¡Lee la Biblia! ¡Medítala! Encuentra en la Palabra de Dios aquellas promesas tocantes a tu necesidad y ora a Él con la certeza, la garantía, de que nunca faltará a Su Palabra.

Dios no es hombre para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta, lo que Él te ha dicho lo va a hacer y lo que te ha hablado, sin lugar a dudas, lo va a ejecutar.

Así que, aquella noche de Pascua, Jesús, después de haber dado gracias, tomo la copa y dijo: esta copa es el Nuevo Pacto en mi Sangre... y una Vida totalmente Nueva se abrió delante de tus pies.

Todo, absolutamente todo, lo que Dios dice acerca de ti en la Biblia es Verdad y se va a cumplir. Hay un Pacto de Sangre a tu favor. Es el Nuevo Pacto, que es un mejor pacto establecido sobre mejores promesas.

Primero el cielo y la tierra dejan de existir antes que Dios deje de cumplir el Nuevo Pacto en la Sangre de Su Hijo Jesucristo.

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, que hermoso es saber que puedo confiar total y absolutamente en Tu Palabra, la Biblia. Gracias Señor porque lámpara es a mis píes Tu Palabra y luz en mi camino. Gracias por Jesús, por Su Amor y por el cumplimiento de Tu Palabra en Su Vida para mi Redención y Salvación. ¡Bendito Tu Nombre y bendito Tú, mi Señor Jesús! Por lo que Tú hiciste por mí en la cruz ahora yo puedo vivir en paz, victoria y libertad. ¡Tú pagaste el precio por mí! Gracias, muchas gracias. No voy a temer. No tengo nada por qué temer, Tú eres mi Padre, Dios, Rey y Salvador. ¡Gracias por Tu  Sangre! ¡Gracias por el Nuevo Pacto! ¡Gracias por Tu Palabra de Honor! Por el gran Amor con que me has amado ahora yo soy Tu Hijo(a) y yo en Ti confío. Tú dices en Tu Palabra que dichosos son el hombre y la mujer que en Ti confían. ¡Soy dichoso(a)! Pues sin importar las circunstancias que hoy enfrento, Tú, mi Dios, cumplirás Tu propósito en mí y saldré adelante más que vencedor(a). Pues aunque ande en valle de sombra y de muerte, Tú estás conmigo y, ¿qué puedo decir a esto? Si Dios es conmigo, ¿quién contra mí? Gracias, Señor Jesús, por lo que Tú hiciste por Amor a mí al morir en esa cruz, ahora yo tengo la Vida Eterna de un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y puedo ser constante, alegre y persistente al esperar en Tu Palabra. El cielo y la tierra pasarán, más Tu Palabra no pasará. Así que, está es la confianza que tengo en Ti, que si Te pido alguna cosa conforme a Tu Voluntad, conforme a Tu Palabra, sé que Tú me oyes, y si sé que Tú me oyes, también sé que tengo todo lo que Te he pedido. Por lo tanto, resisto al espíritu de temor, duda, pobreza y enfermedad, creyendo y recibiendo lo que Tú, mi Señor y Salvador, Jesucristo, pagaste para mí. ¡Soy sano(a) y libre de toda enfermedad y dolencia! ¡Soy libre del temor, la ansiedad y la duda! Pues no he recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que he recibido el espíritu de adopción y hoy clamo, ¡Abba, Padre! Declaro mi libertad y prosperidad financiera. Recibo el Amor, gozo y paz que Tú, Espíritu Santo, has puesto en mí para vivir una vida plena y abundante. En el nombre de Jesús. Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011

 

 

Tres Recomendaciones:

Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas recomendaciones:

1.     Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él. Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.

2.     Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla. ¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.

3.     En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2020

 

Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Abril 5                                      Mat 26. 47-75 /  Deu 3-4 /  Job 5


Cápsula del día.





Puedes escuchar o descargar la lectura de la  Biblia en audio del día de hoy, la tenemos para ti en dos versiones: 


RV60 




NVI 




Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Abril 5                                      Mat 26. 47-75 /  Deu 3-4  Job 5

 

San Mateo 26. 47-75

Arresto de Jesús

(Mr. 14.43–50; Lc. 22.47–53; Jn. 18.2–11)

47Mientras todavía hablaba, vino Judas, uno de los doce, y con él mucha gente con espadas y palos, de parte de los principales sacerdotes y de los ancianos del pueblo. 48Y el que le entregaba les había dado señal, diciendo: Al que yo besare, ése es; prendedle. 49Y en seguida se acercó a Jesús y dijo: ¡Salve, Maestro! Y le besó. 50Y Jesús le dijo: Amigo, ¿a qué vienes? Entonces se acercaron y echaron mano a Jesús, y le prendieron. 51Pero uno de los que estaban con Jesús, extendiendo la mano, sacó su espada, e hiriendo a un siervo del sumo sacerdote, le quitó la oreja. 52Entonces Jesús le dijo: Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomen espada, a espada perecerán. 53¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles? 54¿Pero cómo entonces se cumplirían las Escrituras, de que es necesario que así se haga? 55En aquella hora dijo Jesús a la gente: ¿Como contra un ladrón habéis salido con espadas y con palos para prenderme? Cada día me sentaba con vosotros enseñando en el templo,i y no me prendisteis. 56Mas todo esto sucede, para que se cumplan las Escrituras de los profetas. Entonces todos los discípulos, dejándole, huyeron.

Jesús ante el concilio

(Mr. 14.53–65; Lc. 22.54, 63–71; Lc. 22.54, 63–71, Jn. 18.12–14, 19–24)

57Los que prendieron a Jesús le llevaron al sumo sacerdote Caifás, adonde estaban reunidos los escribas y los ancianos. 58Mas Pedro le seguía de lejos hasta el patio del sumo sacerdote; y entrando, se sentó con los alguaciles, para ver el fin. 59Y los principales sacerdotes y los ancianos y todo el concilio, buscaban falso testimonio contra Jesús, para entregarle a la muerte, 60y no lo hallaron, aunque muchos testigos falsos se presentaban. Pero al fin vinieron dos testigos falsos, 61que dijeron: Este dijo: Puedo derribar el templo de Dios, y en tres días reedificarlo.j 62Y levantándose el sumo sacerdote, le dijo: ¿No respondes nada? ¿Qué testifican éstos contra ti? 63Mas Jesús callaba. Entonces el sumo sacerdote le dijo: Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si eres tú el Cristo, el Hijo de Dios. 64Jesús le dijo: Tú lo has dicho; y además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo.k 65Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo: ¡Ha blasfemado! ¿Qué más necesidad tenemos de testigos? He aquí, ahora mismo habéis oído su blasfemia. 66¿Qué os parece? Y respondiendo ellos, dijeron: ¡Es reo de muerte!l 67Entonces le escupieron en el rostro, y le dieron de puñetazos, y otros le abofeteaban,m 68diciendo: Profetízanos, Cristo, quién es el que te golpeó.

Pedro niega a Jesús

(Mr. 14.66–72; Lc. 22.55–62; Jn. 18.15–18, 25–27)

69Pedro estaba sentado fuera en el patio; y se le acercó una criada, diciendo: Tú también estabas con Jesús el galileo. 70Mas él negó delante de todos, diciendo: No sé lo que dices. 71Saliendo él a la puerta, le vio otra, y dijo a los que estaban allí: También éste estaba con Jesús el nazareno. 72Pero él negó otra vez con juramento: No conozco al hombre. 73Un poco después, acercándose los que por allí estaban, dijeron a Pedro: Verdaderamente también tú eres de ellos, porque aun tu manera de hablar te descubre. 74Entonces él comenzó a maldecir, y a jurar: No conozco al hombre. Y en seguida cantó el gallo. 75Entonces Pedro se acordó de las palabras de Jesús, que le había dicho: Antes que cante el gallo, me negarás tres veces. Y saliendo fuera, lloró amargamente.[1]

 

Deuteronomio 3-4

Israel derrota a Og rey de Basán

(Nm. 21.31–35)

3

1Volvimos, pues, y subimos camino de Basán, y nos salió al encuentro Og rey de Basán para pelear, él y todo su pueblo, en Edrei. 2Y me dijo Jehová: No tengas temor de él, porque en tu mano he entregado a él y a todo su pueblo, con su tierra; y harás con él como hiciste con Sehón rey amorreo, que habitaba en Hesbón. 3Y Jehová nuestro Dios entregó también en nuestra mano a Og rey de Basán, y a todo su pueblo, al cual derrotamos hasta acabar con todos. 4Y tomamos entonces todas sus ciudades; no quedó ciudad que no les tomásemos; sesenta ciudades, toda la tierra de Argob, del reino de Og en Basán. 5Todas estas eran ciudades fortificadas con muros altos, con puertas y barras, sin contar otras muchas ciudades sin muro. 6Y las destruimos, como hicimos a Sehón rey de Hesbón, matando en toda ciudad a hombres, mujeres y niños. 7Y tomamos para nosotros todo el ganado, y los despojos de las ciudades. 8También tomamos en aquel tiempo la tierra desde el arroyo de Arnón hasta el monte de Hermón, de manos de los dos reyes amorreos que estaban a este lado del Jordán. 9(Los sidonios llaman a Hermón, Sirión; y los amorreos, Senir.) 10Todas las ciudades de la llanura, y todo Galaad, y todo Basán hasta Salca y Edrei, ciudades del reino de Og en Basán. 11Porque únicamente Og rey de Basán había quedado del resto de los gigantes. Su cama, una cama de hierro, ¿no está en Rabá de los hijos de Amón? La longitud de ella es de nueve codos, y su anchura de cuatro codos, según el codo de un hombre.

Rubén, Gad y la media tribu de Manasés se establecen al oriente del Jordán

(Nm. 32.1–42)

12Y esta tierra que heredamos en aquel tiempo, desde Aroer, que está junto al arroyo de Arnón, y la mitad del monte de Galaad con sus ciudades, la di a los rubenitas y a los gaditas; 13y el resto de Galaad, y todo Basán, del reino de Og, toda la tierra de Argob, que se llamaba la tierra de los gigantes, lo di a la media tribu de Manasés. 14Jair hijo de Manasés tomó toda la tierra de Argob hasta el límite con Gesur y Maaca, y la llamó por su nombre, Basán-havot-jair, hasta hoy. 15Y Galaad se lo di a Maquir. 16Y a los rubenitas y gaditas les di de Galaad hasta el arroyo de Arnón, teniendo por límite el medio del valle, hasta el arroyo de Jaboc, el cual es límite de los hijos de Amón; 17también el Arabá, con el Jordán como límite desde Cineret hasta el mar del Arabá, el Mar Salado, al pie de las laderas del Pisga al oriente.

18Y os mandé entonces, diciendo: Jehová vuestro Dios os ha dado esta tierra por heredad; pero iréis armados todos los valientes delante de vuestros hermanos los hijos de Israel. 19Solamente vuestras mujeres, vuestros hijos y vuestros ganados(yo sé que tenéis mucho ganado), quedarán en las ciudades que os he dado, 20hasta que Jehová dé reposo a vuestros hermanos, así como a vosotros, y hereden ellos también la tierra que Jehová vuestro Dios les da al otro lado del Jordán; entonces os volveréis cada uno a la heredad que yo os he dado.a 21Ordené también a Josué en aquel tiempo, diciendo: Tus ojos vieron todo lo que Jehová vuestro Dios ha hecho a aquellos dos reyes; así hará Jehová a todos los reinos a los cuales pasarás tú. 22No los temáis; porque Jehová vuestro Dios, él es el que pelea por vosotros.

No se le permite a Moisés entrar a Canaán

23Y oré a Jehová en aquel tiempo, diciendo: 24Señor Jehová, tú has comenzado a mostrar a tu siervo tu grandeza, y tu mano poderosa; porque ¿qué dios hay en el cielo ni en la tierra que haga obras y proezas como las tuyas? 25Pase yo, te ruego, y vea aquella tierra buena que está más allá del Jordán, aquel buen monte, y el Líbano. 26Pero Jehová se había enojado contra mí a causa de vosotros, por lo cual no me escuchó; y me dijo Jehová: Basta, no me hables más de este asunto. 27Sube a la cumbre del Pisga y alza tus ojos al oeste, y al norte, y al sur, y al este, y mira con tus propios ojos; porque no pasarás el Jordán.b 28Y manda a Josué, y anímalo, y fortalécelo; porque él ha de pasar delante de este pueblo, y él les hará heredar la tierra que verás. 29Y paramos en el valle delante de Bet-peor.

Moisés exhorta a la obediencia

4

1Ahora, pues, oh Israel, oye los estatutos y decretos que yo os enseño, para que los ejecutéis, y viváis, y entréis y poseáis la tierra que Jehová el Dios de vuestros padres os da. 2No añadiréis a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella,a para que guardéis los mandamientos de Jehová vuestro Dios que yo os ordeno. 3Vuestros ojos vieron lo que hizo Jehová con motivo de Baal-peor; que a todo hombre que fue en pos de Baal-peor destruyó Jehová tu Dios de en medio de ti.b 4Mas vosotros que seguisteis a Jehová vuestro Dios, todos estáis vivos hoy. 5Mirad, yo os he enseñado estatutos y decretos, como Jehová mi Dios me mandó, para que hagáis así en medio de la tierra en la cual entráis para tomar posesión de ella. 6Guardadlos, pues, y ponedlos por obra; porque esta es vuestra sabiduría y vuestra inteligencia ante los ojos de los pueblos, los cuales oirán todos estos estatutos, y dirán: Ciertamente pueblo sabio y entendido, nación grande es esta. 7Porque ¿qué nación grande hay que tenga dioses tan cercanos a ellos como lo está Jehová nuestro Dios en todo cuanto le pedimos? 8Y ¿qué nación grande hay que tenga estatutos y juicios justos como es toda esta ley que yo pongo hoy delante de vosotros?

La experiencia de Israel en Horeb

9Por tanto, guárdate, y guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, ni se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; antes bien, las enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos. 10El día que estuviste delante de Jehová tu Dios en Horeb, cuando Jehová me dijo: Reúneme el pueblo, para que yo les haga oír mis palabras, las cuales aprenderán, para temerme todos los días que vivieren sobre la tierra, y las enseñarán a sus hijos; 11y os acercasteis y os pusisteis al pie del monte; y el monte ardía en fuego hasta en medio de los cielos con tinieblas, nube y oscuridad; 12y habló Jehová con vosotros de en medio del fuego;c oísteis la voz de sus palabras, mas a excepción de oír la voz, ninguna figura visteis. 13Y él os anunció su pacto, el cual os mandó poner por obra; los diez mandamientos, y los escribió en dos tablas de piedra.d 14A mí también me mandó Jehová en aquel tiempo que os enseñase los estatutos y juicios,e para que los pusieseis por obra en la tierra a la cual pasáis a tomar posesión de ella.

Advertencia contra la idolatría

15Guardad, pues, mucho vuestras almas; pues ninguna figura visteis el día que Jehová habló con vosotros de en medio del fuego; 16para que no os corrompáis y hagáis para vosotros escultura,f imagen de figura alguna, efigie de varón o hembra, 17figura de animal alguno que está en la tierra, figura de ave alguna alada que vuele por el aire, 18figura de ningún animal que se arrastre sobre la tierra, figura de pez alguno que haya en el agua debajo de la tierra. 19No sea que alces tus ojos al cielo, y viendo el sol y la luna y las estrellas, y todo el ejército del cielo, seas impulsado, y te inclines a ellos y les sirvas; porque Jehová tu Dios los ha concedido a todos los pueblos debajo de todos los cielos. 20Pero a vosotros Jehová os tomó, y os ha sacado del horno de hierro, de Egipto, para que seáis el pueblo de su heredadg como en este día. 21Y Jehová se enojó contra mí por causa de vosotros, y juró que yo no pasaría el Jordán, ni entraría en la buena tierra que Jehová tu Dios te da por heredad.h 22Así que yo voy a morir en esta tierra, y no pasaré el Jordán; mas vosotros pasaréis, y poseeréis aquella buena tierra. 23Guardaos, no os olvidéis del pacto de Jehová vuestro Dios, que él estableció con vosotros, y no os hagáis escultura o imagen de ninguna cosa que Jehová tu Dios te ha prohibido. 24Porque Jehová tu Dios es fuego consumidor,i Dios celoso.

25Cuando hayáis engendrado hijos y nietos, y hayáis envejecido en la tierra, si os corrompiereis e hiciereis escultura o imagen de cualquier cosa, e hiciereis lo malo ante los ojos de Jehová vuestro Dios, para enojarlo; 26yo pongo hoy por testigos al cielo y a la tierra, que pronto pereceréis totalmente de la tierra hacia la cual pasáis el Jordán para tomar posesión de ella; no estaréis en ella largos días sin que seáis destruidos. 27Y Jehová os esparcirá entre los pueblos, y quedaréis pocos en número entre las naciones a las cuales os llevará Jehová. 28Y serviréis allí a dioses hechos de manos de hombres, de madera y piedra,j que no ven, ni oyen, ni comen, ni huelen. 29Mas si desde allí buscares a Jehová tu Dios, lo hallarás, si lo buscares de todo tu corazón y de toda tu alma.k 30Cuando estuvieres en angustia, y te alcanzaren todas estas cosas, si en los postreros días te volvieres a Jehová tu Dios, y oyeres su voz; 31porque Dios misericordioso es Jehová tu Dios; no te dejará, ni te destruirá, ni se olvidará del pacto que les juró a tus padres.

32Porque pregunta ahora si en los tiempos pasados que han sido antes de ti, desde el día que creó Dios al hombre sobre la tierra, si desde un extremo del cielo al otro se ha hecho cosa semejante a esta gran cosa, o se haya oído otra como ella. 33¿Ha oído pueblo alguno la voz de Dios, hablando de en medio del fuego, como tú la has oído, sin perecer? 34¿O ha intentado Dios venir a tomar para sí una nación de en medio de otra nación, con pruebas, con señales, con milagros y con guerra, y mano poderosa y brazo extendido, y hechos aterradores como todo lo que hizo con vosotros Jehová vuestro Dios en Egipto ante tus ojos? 35A ti te fue mostrado, para que supieses que Jehová es Dios, y no hay otro fuera de él.l 36Desde los cielos te hizo oír su voz, para enseñarte; y sobre la tierra te mostró su gran fuego, y has oído sus palabras de en medio del fuego. 37Y por cuanto él amó a tus padres, escogió a su descendencia después de ellos, y te sacó de Egipto con su presencia y con su gran poder, 38para echar de delante de tu presencia naciones grandes y más fuertes que tú, y para introducirte y darte su tierra por heredad, como hoy. 39Aprende pues, hoy, y reflexiona en tu corazón que Jehová es Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra, y no hay otro. 40Y guarda sus estatutos y sus mandamientos, los cuales yo te mando hoy, para que te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti, y prolongues tus días sobre la tierra que Jehová tu Dios te da para siempre.

Las ciudades de refugio al oriente del Jordán

41Entonces apartó Moisés tres ciudades a este lado del Jordán al nacimiento del sol, 42para que huyese allí el homicida que matase a su prójimo sin intención, sin haber tenido enemistad con él nunca antes; y que huyendo a una de estas ciudades salvase su vida: 43Beser en el desierto, en tierra de la llanura, para los rubenitas; Ramot en Galaad para los gaditas, y Golán en Basán para los de Manasés.m

Moisés recapitula la promulgación de la ley

44Esta, pues, es la ley que Moisés puso delante de los hijos de Israel. 45Estos son los testimonios, los estatutos y los decretos que habló Moisés a los hijos de Israel cuando salieron de Egipto; 46a este lado del Jordán, en el valle delante de Bet-peor, en la tierra de Sehón rey de los amorreos que habitaba en Hesbón, al cual derrotó Moisés con los hijos de Israel, cuando salieron de Egipto; 47y poseyeron su tierra, y la tierra de Og rey de Basán; dos reyes de los amorreos que estaban de este lado del Jordán, al oriente. 48Desde Aroer, que está junto a la ribera del arroyo de Arnón, hasta el monte de Sion, que es Hermón; 49y todo el Arabá de este lado del Jordán, al oriente, hasta el mar del Arabá, al pie de las laderas del Pisga.[2]

 

Job 5

 

5

     1     Ahora, pues, da voces; ¿habrá quien te responda?

¿Y a cuál de los santos te volverás?

     2     Es cierto que al necio lo mata la ira,

Y al codicioso lo consume la envidia.

     3     Yo he visto al necio que echaba raíces,

Y en la misma hora maldije su habitación.

     4     Sus hijos estarán lejos de la seguridad;

En la puerta serán quebrantados,

Y no habrá quien los libre.

     5     Su mies comerán los hambrientos,

Y la sacarán de entre los espinos,

Y los sedientos beberán su hacienda.

     6     Porque la aflicción no sale del polvo,

Ni la molestia brota de la tierra.

     7     Pero como las chispas se levantan para volar por el aire,

Así el hombre nace para la aflicción.

     8     Ciertamente yo buscaría a Dios,

Y encomendaría a él mi causa;

     9     El cual hace cosas grandes e inescrutables,

Y maravillas sin número;

     10     Que da la lluvia sobre la faz de la tierra,

Y envía las aguas sobre los campos;

     11     Que pone a los humildes en altura,

Y a los enlutados levanta a seguridad;

     12     Que frustra los pensamientos de los astutos,

Para que sus manos no hagan nada;

     13     Que prende a los sabios en la astucia de ellos,a

Y frustra los designios de los perversos.

     14     De día tropiezan con tinieblas,

Y a mediodía andan a tientas como de noche.

     15     Así libra de la espada al pobre, de la boca de los impíos,

Y de la mano violenta;

     16     Pues es esperanza al menesteroso,

Y la iniquidad cerrará su boca.

     17     He aquí, bienaventurado es el hombre a quien Dios castiga;

Por tanto, no menosprecies la corrección del Todopoderoso.b

     18     Porque él es quien hace la llaga, y él la vendará;

El hiere, y sus manos curan.

     19     En seis tribulaciones te librará,

Y en la séptima no te tocará el mal.

     20     En el hambre te salvará de la muerte,

Y del poder de la espada en la guerra.

     21     Del azote de la lengua serás encubierto;

No temerás la destrucción cuando viniere.

     22     De la destrucción y del hambre te reirás,

Y no temerás de las fieras del campo;

     23     Pues aun con las piedras del campo tendrás tu pacto,

Y las fieras del campo estarán en paz contigo.

     24     Sabrás que hay paz en tu tienda;

Visitarás tu morada, y nada te faltará.

     25     Asimismo echarás de ver que tu descendencia es mucha,

Y tu prole como la hierba de la tierra.

     26     Vendrás en la vejez a la sepultura,

Como la gavilla de trigo que se recoge a su tiempo.

     27     He aquí lo que hemos inquirido, lo cual es así;

Oyelo, y conócelo tú para tu provecho.[3]

 



i 26.55: Lc. 19.47; 21.37.

j 26.61: Jn. 2.19.

k 26.64: Dn. 7.13.

l 26.65–66: Lv. 24.16.

m 26.67: Is. 50.6.

[1]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (Mt 26.46-75). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.

a 3.18–20: Jos. 1.12–15.

b 3.23–27: Nm. 27.12–14; Dt. 32.48–52.

a 4.2: Ap. 22.18–19.

b 4.3: Nm. 25.1–9.

c 4.11–12: Ex. 19.16–18; He. 12.18–19.

d 4.13: Ex. 31.18.

e 4.14: Ex. 21.1.

f 4.16: Ex. 20.4; Lv. 26.1; Dt. 5.8; 27.15.

g 4.20: Ex. 19.5; Dt. 7.6; 14.2; 26.18; Tit. 2.14; 1 P. 2.9.

h 4.21: Nm. 20.12.

i 4.24: He. 12.29.

j 4.27–28: Dt. 28.36.

k 4.29: Jer. 29.13.

l 4.35: Mr. 12.32.

m 4.41–43: Jos. 20.8–9.

[2]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (Dt 2.37-4.49). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.

a 5.13: 1 Co. 3.19.

b 5.17: Pr. 3.11–12; He. 12.5–6.

[3]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (Job 4.21-5.27). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.


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