sábado, 2 de octubre de 2021

¡Cómo no ser derrotado(a) en el Apocalipsis!

                                                                                                                                                                                                                                                                <ENGLISH>




 02 Octubre


¡Cómo no ser derrotado(a) en el Apocalipsis!

 


¡Eres más que vencedor(a)!

Por Riqui Ricón *

El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida,  el cual está en medio del paraíso de Dios… El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte… Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe… Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones, y las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre; y le daré la estrella de la mañana. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias (Apo 2.7,11,17,26-29).

El día de hoy, la Biblia, que es la Palabra de Dios y no miente, te pide que pongas mucha atención a lo que el Espíritu Santo está diciendo a la Iglesia. Y ¿qué es lo que Él está diciendo? ¡Nosotros ganamos!

No importa el problema, enfermedad o circunstancia adversa que hoy estés enfrentando, la buena noticia es que en Cristo Jesús, tú ya ganaste.

Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir,  ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro (Ro 8.37-39).

Tú has sido predestinado y capacitado por la Palabra Dios para vencer, pues porque Cristo Jesús venció a la muerte en tu lugar, entonces tú venciste a la muerte con Él. Y no solamente a la muerte, sino también a la tristeza, enfermedad, amargura, odio, resentimiento, pobreza y cualquier necesidad que pretenda robarte el gozo y la paz de saber y creer que ahora eres un(a) auténtico(a) y legítimo(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.

Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos (2 Co 5.14-15).

Sólo presta mucha atención pues no es con tu fuerza ni con tus habilidades que has vencido y vencerás, ¡es con tu FE! ¡Es creyéndole a Dios, creyendo Su Palabra!

Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve (He 11.1).

Sólo cuando tengas la absoluta certeza de que Dios NO miente y que por lo tanto, tú ERES exactamente la persona que Dios dice en Su Palabra, la Biblia, que eres, entonces habrás vencido y podrás vivir, caminar y respirar como un(a) Vencedor(a).

A la verdad, no me avergüenzo del evangelio, pues es poder de Dios para la salvación de todos los que creen: de los judíos primeramente, pero también de los gentiles. De hecho, en el evangelio se revela la justicia que proviene de Dios, la cual es por fe de principio a fin, tal como está escrito: «El justo vivirá por la fe.» (Ro 1.16-17 NVI).

Es creerle a Dios, creyendo Su Palabra, lo que te da acceso al Poder de Dios, pues sea cual sea el problema, enfermedad o aflicción que estés enfrentando en este día, las Buenas Noticias del Evangelio se te revelan hoy, al darte cuenta de cómo Dios te hace justos ante sus ojos, lo cual se logra del principio al fin por medio de tu fe (por creerle a Dios, creyendo Su Palabra). Como dicen las Escrituras: «Es por medio de la fe que el justo tiene vida».

Por lo tanto, todos nosotros, que miramos a cara descubierta la gloria del Señor, la reflejamos como claros espejos, y conforme a su propia imagen somos transformados y crecemos más y más en gloria por la acción del Espíritu del Señor (2 Co 3.18 CST).

-Al que venciere yo le daré… y Yo haré de él (ella)… -dice el Señor en Apocalipsis-. Pero, a menos que te mires a ti mismo(a) a través de la Biblia y utilices la Palabra de Dios como el espejo donde adquieres tu Verdadera Identidad, no podrás vencer para recibir lo que Cristo Jesús adquirió para ti.

Es la Biblia la que establece que, a pesar de tus circunstancias, tú has de vencer en este mundo.

Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama al que engendró, ama también al que ha sido engendrado por él… Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? (1 Jn 5. 1, 4-5).

1.     ¿Crees que Jesús es el Cristo? Yo sé que sí. Entonces tú eres Nacido(a) de Dios. ¡Tú eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo!

2.     Todo(a) Hijo(a) de Dios VENCE al mundo. No los más santos, ni los ungidos, ni los que oran o ayunan; la escritura dice TODO Hijo(a) de Dios. Así que, efectivamente, tú y yo vencemos al mundo. ¿Cómo?

3.     Con nuestra FE pues esta es la victoria que vence al mundo, nuestra FE. Es cuando le CREES a Dios, creyendo Su Palabra que tú realmente comienzas a vencer.

4.     Así que:  ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?

Esto dice la Biblia, que es la Palabra de Honor de Dios, quien no miente, por lo tanto, tú eres más que vencedor por medio de Aquel que te ha amado, Cristo Jesús.

¡No hay forma que puedas perder!

Ahora puedes comprender que cuando la Escritura dice “Al que venciere” se está refiriendo a ti. No dice que vencerás si le echas ganas o si pagas el precio o si te sientes digna o digno. ¡No! ¡Nada de eso! ¿A quién se refiere? Al que venciere. Y ¿quién es el que vence? El (la) que CREE que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios. Porque al que CREE TODO le es posible.

—¿Hace cuánto tiempo que le pasa esto? —preguntó Jesús al padre del muchacho. —Desde que era muy pequeño —contestó él —. A menudo el espíritu lo arroja al fuego o al agua para matarlo. Ten misericordia de nosotros y ayúdanos si puedes. —¿Cómo que “si puedo”? —preguntó Jesús —. Todo es posible si uno cree. Al instante el padre clamó: —¡Sí, creo, pero ayúdame a superar mi incredulidad! (Mar 9.21-24 NTV).

Haz esta declaración audiblemente: Yo <nombre> creo que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, por lo tanto, de acuerdo a la Biblia que es la Palabra de Dios quien no miente, soy una/un hija/hijo de Dios NACIDO DE NUEVO y venzo al mundo. ¡Soy más que vencedor por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús!

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, muchas gracias porque en Tu Palabra, las Palabras que han salido de Tu boca, me has declarado Hijo(a) Tuyo(a) por medio de la fe en Cristo Jesús. Yo, ________ (tu nombre aquí), creo que Jesús es el Señor, el Cristo, mi Salvador. Por eso, te estoy eternamente agradecido, Señor Jesús; porque Tu sacrificio fue completo, perfecto y acabado. No quedó nada pendiente. He sido justificado(a) en Tu Sangre y por Tu Vida yo he recibido la Vida Eterna, la Vida plena y abundante que sólo pueden disfrutar los Hijos de Dios. Gracias porque Tu Palabra, la Biblia, me da la facultad para que, en cuanto a la pasada manera de vivir, despojarme del viejo(a) hombre(mujer),  que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovarme en el espíritu de mi mente, y vestirme del nuevo hombre(mujer),  creado según Dios  en la justicia y santidad de la verdad. Yo soy ese(a) que ya ha vencido, pues yo soy lo que Tú, Dios, dices en Tu Palabra que soy: Tu Hijo(a) amado(a). Por lo tanto, sé que sé, y así lo declaro, que en todo problema, enfermedad o aflicción, he de salir más que vencedor(a) por medio de Tu Amor, Cristo Jesús. ¡Todo lo puedo! ¡Rechazo todo pensamiento o sentimiento de condenación en mi vida! ¡Soy Nacido(a) de Nuevo! ¡Yo ando, vivo, pienso y respiro conforme al Espíritu! ¡No estoy conforme con mi carne! ¡La ley del Espíritu de Vida en Cristo Jesús me ha hecho libre de la ley del pecado y de la muerte! ¡Estoy decidido(a), con Tu ayuda, Espíritu Santo, a vivir firme con la libertad con que Cristo me hizo libre y ya no estaré, nunca más, sujeto(a) al yugo de esclavitud! Así que, con esta autoridad que Tú me has dado, Padre,  resisto  al espíritu de temor y duda, echo fuera de mi vida la enfermedad, pobreza, tristeza y depresión. Recibo mi salud, prosperidad, libertad y gozo. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! Y ya he vencido. En el nombre de Jesús. Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2012

 

Tres Recomendaciones:

Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas recomendaciones:

1.     Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él. Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.

2.     Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla. ¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.

3.     En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2020

 


Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Octubre 2                        Apo 2 /  Neh 3 / Sal 97

 

Cápsula del día.





Puedes escuchar o descargar la lectura de la  Biblia en audio del día de hoy, la tenemos para ti en dos versiones: 


RV60 




NVI 



Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Octubre 2                        Apo 2 /  Neh 3 / Sal 97

 

Apocalipsis

Mensajes a las siete iglesias: El mensaje a Efeso

2

1Escribe al ángel de la iglesia en Efeso: El que tiene las siete estrellas en su diestra, el que anda en medio de los siete candeleros de oro, dice esto:

2Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos; 3y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado. 4Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. 5Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido. 6Pero tienes esto, que aborreces las obras de los nicolaítas, las cuales yo también aborrezco. 7El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida,a el cual está en medio del paraíso de Dios.

El mensaje a Esmirna

8Y escribe al ángel de la iglesia en Esmirna: El primero y el postrero,b el que estuvo muerto y vivió, dice esto:

9Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico), y la blasfemia de los que se dicen ser judíos, y no lo son, sino sinagoga de Satanás. 10No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida. 11El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte.c

El mensaje a Pérgamo

12Y escribe al ángel de la iglesia en Pérgamo: El que tiene la espada aguda de dos filos dice esto:

13Yo conozco tus obras, y dónde moras, donde está el trono de Satanás; pero retienes mi nombre, y no has negado mi fe, ni aun en los días en que Antipas mi testigo fiel fue muerto entre vosotros, donde mora Satanás. 14Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que tienes ahí a los que retienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer de cosas sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación.d 15Y también tienes a los que retienen la doctrina de los nicolaítas, la que yo aborrezco. 16Por tanto, arrepiéntete; pues si no, vendré a ti pronto, y pelearé contra ellos con la espada de mi boca. 17El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná escondido,e y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe.

El mensaje a Tiatira

18Y escribe al ángel de la iglesia en Tiatira: El Hijo de Dios, el que tiene ojos como llama de fuego, y pies semejantes al bronce bruñido, dice esto:

19Yo conozco tus obras, y amor, y fe, y servicio, y tu paciencia, y que tus obras postreras son más que las primeras. 20Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que toleras que esa mujer Jezabel,f que se dice profetisa, enseñe y seduzca a mis siervos a fornicar y a comer cosas sacrificadas a los ídolos. 21Y le he dado tiempo para que se arrepienta, pero no quiere arrepentirse de su fornicación. 22He aquí, yo la arrojo en cama, y en gran tribulación a los que con ella adulteran, si no se arrepienten de las obras de ella. 23Y a sus hijos heriré de muerte, y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña la mente y el corazón;g y os daré a cada uno según vuestras obras.h 24Pero a vosotros y a los demás que están en Tiatira, a cuantos no tienen esa doctrina, y no han conocido lo que ellos llaman las profundidades de Satanás, yo os digo: No os impondré otra carga; 25pero lo que tenéis, retenedlo hasta que yo venga. 26Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones, 27y las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como vaso de alfarero;i como yo también la he recibido de mi Padre; 28y le daré la estrella de la mañana. 29El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.[1]

 

Nehemías

Reparto del trabajo de reedificación

3

1Entonces se levantó el sumo sacerdote Eliasib con sus hermanos los sacerdotes, y edificaron la puerta de las Ovejas. Ellos arreglaron y levantaron sus puertas hasta la torre de Hamea, y edificaron hasta la torre de Hananeel. 2Junto a ella edificaron los varones de Jericó, y luego edificó Zacur hijo de Imri.

3Los hijos de Senaa edificaron la puerta del Pescado; ellos la enmaderaron, y levantaron sus puertas, con sus cerraduras y sus cerrojos. 4Junto a ellos restauró Meremot hijo de Urías, hijo de Cos, y al lado de ellos restauró Mesulam hijo de Berequías, hijo de Mesezabeel. Junto a ellos restauró Sadoc hijo de Baana. 5E inmediato a ellos restauraron los tecoítas; pero sus grandes no se prestaron para ayudar a la obra de su Señor. 6La puerta Vieja fue restaurada por Joiada hijo de Paseah y Mesulam hijo de Besodías; ellos la enmaderaron, y levantaron sus puertas, con sus cerraduras y cerrojos. 7Junto a ellos restauró Melatías gabaonita, y Jadón meronotita, varones de Gabaón y de Mizpa, que estaban bajo el dominio del gobernador del otro lado del río. 8Junto a ellos restauró Uziel hijo de Harhaía, de los plateros; junto al cual restauró también Hananías, hijo de un perfumero. Así dejaron reparada a Jerusalén hasta el muro ancho. 9Junto a ellos restauró también Refaías hijo de Hur, gobernador de la mitad de la región de Jerusalén. 10Asimismo restauró junto a ellos, y frente a su casa, Jedaías hijo de Harumaf; y junto a él restauró Hatús hijo de Hasabnías. 11Malquías hijo de Harim y Hasub hijo de Pahat-moab restauraron otro tramo, y la torre de los Hornos. 12Junto a ellos restauró Salum hijo de Halohes, gobernador de la mitad de la región de Jerusalén, él con sus hijas.

13La puerta del Valle la restauró Hanún con los moradores de Zanoa; ellos la reedificaron, y levantaron sus puertas, con sus cerraduras y sus cerrojos, y mil codos del muro, hasta la puerta del Muladar. 14Reedificó la puerta del Muladar Malquías hijo de Recab, gobernador de la provincia de Bet-haquerem; él la reedificó, y levantó sus puertas, sus cerraduras y sus cerrojos. 15Salum hijo de Colhoze, gobernador de la región de Mizpa, restauró la puerta de la Fuente; él la reedificó, la enmaderó y levantó sus puertas, sus cerraduras y sus cerrojos, y el muro del estanque de Siloé hacia el huerto del rey, y hasta las gradas que descienden de la ciudad de David. 16Después de él restauró Nehemías hijo de Azbuc, gobernador de la mitad de la región de Bet-sur, hasta delante de los sepulcros de David, y hasta el estanque labrado, y hasta la casa de los Valientes. 17Tras él restauraron los levitas; Rehum hijo de Bani, y junto a él restauró Hasabías, gobernador de la mitad de la región de Keila, por su región. 18Después de él restauraron sus hermanos, Bavai hijo de Henadad, gobernador de la mitad de la región de Keila. 19Junto a él restauró Ezer hijo de Jesúa, gobernador de Mizpa, otro tramo frente a la subida de la armería de la esquina. 20Después de él Baruc hijo de Zabai con todo fervor restauró otro tramo, desde la esquina hasta la puerta de la casa de Eliasib sumo sacerdote. 21Tras él restauró Meremot hijo de Urías hijo de Cos otro tramo, desde la entrada de la casa de Eliasib hasta el extremo de la casa de Eliasib. 22Después de él restauraron los sacerdotes, los varones de la llanura. 23Después de ellos restauraron Benjamín y Hasub, frente a su casa; y después de éstos restauró Azarías hijo de Maasías, hijo de Ananías, cerca de su casa. 24Después de él restauró Binúi hijo de Henadad otro tramo, desde la casa de Azarías hasta el ángulo entrante del muro, y hasta la esquina. 25Palal hijo de Uzai, enfrente de la esquina y la torre alta que sale de la casa del rey, que está en el patio de la cárcel. Después de él, Pedaías hijo de Faros. 26Y los sirvientes del templo que habitaban en Ofel restauraron hasta enfrente de la puerta de las Aguas al oriente, y la torre que sobresalía. 27Después de ellos restauraron los tecoítas otro tramo, enfrente de la gran torre que sobresale, hasta el muro de Ofel.

28Desde la puerta de los Caballos restauraron los sacerdotes, cada uno enfrente de su casa. 29Después de ellos restauró Sadoc hijo de Imer, enfrente de su casa; y después de él restauró Semaías hijo de Secanías, guarda de la puerta Oriental. 30Tras él, Hananías hijo de Selemías y Hanún hijo sexto de Salaf restauraron otro tramo. Después de ellos restauró Mesulam hijo de Berequías, enfrente de su cámara. 31Después de él restauró Malquías hijo del platero, hasta la casa de los sirvientes del templo y de los comerciantes, enfrente de la puerta del Juicio, y hasta la sala de la esquina. 32Y entre la sala de la esquina y la puerta de las Ovejas, restauraron los plateros y los comerciantes.[2]

 

SALMO 97

El dominio y el poder de Jehová

     1     Jehová reina; regocíjese la tierra,

Alégrense las muchas costas.

     2     Nubes y oscuridad alrededor de él;

Justicia y juicio son el cimiento de su trono.

     3     Fuego irá delante de él,

Y abrasará a sus enemigos alrededor.

     4     Sus relámpagos alumbraron el mundo;

La tierra vio y se estremeció.

     5     Los montes se derritieron como cera delante de Jehová,

Delante del Señor de toda la tierra.

     6     Los cielos anunciaron su justicia,

Y todos los pueblos vieron su gloria.

     7     Avergüéncense todos los que sirven a las imágenes de talla,

Los que se glorían en los ídolos.

Póstrense a él todos los dioses.

     8     Oyó Sion, y se alegró;

Y las hijas de Judá,

Oh Jehová, se gozaron por tus juicios.

     9     Porque tú, Jehová, eres excelso sobre toda la tierra;

Eres muy exaltado sobre todos los dioses.

     10     Los que amáis a Jehová, aborreced el mal;

El guarda las almas de sus santos;

De mano de los impíos los libra.

     11     Luz está sembrada para el justo,

Y alegría para los rectos de corazón.

     12     Alegraos, justos, en Jehová,

Y alabad la memoria de su santidad.[3]

 

 

 

 

 

 

 

 



a a 2.7: Gn. 2.9; Ap. 22.2.

b b 2.8: Is. 44.6; 48.12; Ap. 1.17; 22.13.

c c 2.11: Ap. 20.14; 21.8.

d d 2.14: Nm. 25.1–3; 31.16.

e e 2.17: Ex. 16.14–15.

f f 2.20: 1 R. 16.31; 2 R. 9.22, 30.

g g 2.23: Sal. 7.9; Jer. 17.10.

h h 2.23: Sal. 62.12.

i i 2.26–27: Sal. 2.8–9.

[1] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Ap 1.20-2.29

[2] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Neh 2.20-3.32

[3] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Sal 96.13-97.12


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