miércoles, 22 de enero de 2020

¡Cómo levantarte de una posición de fracaso y derrota a una posición de triunfo y victoria!


13 de Enero
¡Contundente victoria!

Por Riqui Ricón*

¿Hasta cuándo, Jehová? ¿Me olvidarás para siempre? ¿Hasta cuándo esconderás tu rostro de mí? ¿Hasta cuándo pondré consejos en mi alma, Con tristezas en mi corazón cada día? ¿Hasta cuándo será enaltecido mi enemigo sobre mí? (Sal 13.1-2).

Me gusta el Salmo 13 porque me recuerda la forma en como antes me acercaba al Señor en oración: con la actitud de víctima, apegado a la vieja naturaleza. No me malinterpretes, yo acudía a Él de forma sincera, con el corazón en la mano, para preguntarle, hasta cuándo o por qué a mí, y hasta llegué a pensar o exclamar que no era justo lo que estaba viviendo.

Me gusta el Salmo 13 porque me recuerda que estoy en medio de una batalla y me ayuda a darme cuenta que cuando me pongo en la posición de víctima, estoy cediendo terreno al enemigo, pues mi derrota comenzará cuando empiece a creer que yo no soy importante para Dios, que no merezco tener éxito y que, al contrario, sí merezco todas las cosas malas que me suceden.

Comenzarás a caminar hacia la derrota en el momento que Satanás te convenza que Dios no te ama tanto como dice, o que tú no mereces ese Amor.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).

¡Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti!

MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos (1 Jn 3.1 BAD).

Y sí, antes tú no merecías el Amor de Dios, pero aun así Él decidió Amarte y ahora no eres más ese(a) viejo(a) pecador(a) que antes eras sino que ahora tú eres un(a) Hijo(a) Amado(a).

Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos (1 Tim 6.12).

La Biblia, que es la Palabra de Dios y no puede mentir, te enseña que debes pelear la buena batalla de la fe, que eches mano a la vida eterna, a la cual has sido llamado(a), declarando como ciertas las buenas cosas que Dios te ha prometido.

Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan (Mt 7.13-14).

Pelear la buena batalla de la fe significa creer ciegamente a Dios, creerle a Su Palabra, y dejar de prestar atención a los problemas y circunstancias que te rodean. Significa creerle de tal manera a Dios y a Su Palabra que ni aún permitas a tus emociones y sentimientos dictar tu estado de ánimo, porque, al fin y al cabo, si todo lo puedes en Cristo que te fortalece; si mayor es el que está en ti que el que está en el mundo; si en todas las cosas eres más que vencedor(a) por medio de Aquel que te amó; si todas las cosas ayudan a bien a los que aman a Dios, entonces, en verdad que no tienes razón alguna para temer, ni angustiarte, ni sentirte víctima de nada, ni de nadie. A menos que creas que Él no va a cumplir Su Palabra.

Ancho y espacioso es el camino donde miras las circunstancias; sopesas tus opciones; escuchas las noticias y diversas opiniones; haces balance de tus ingresos y egresos. Ancho y espacioso es el camino donde permites al espíritu de temor y duda robarte tu identidad de Hijo(a) del Dios Vivo y Verdadero. Ancho y espacioso es el camino que te conduce a SENTIR que eres una víctima para comenzar a clamar, ¡hasta cuándo! ¡Por qué a mí!

Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! (Ro 8.15).

Recuerda que Dios no es hombre para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta, si Él lo dijo, entonces, lo va a cumplir, si Él lo habló, entonces, lo va a ejecutar.

Tú no eres más una víctima y no debes permitir que las circunstancias, problemas, enfermedades u otras personas te coloquen en esa posición. Tú eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, comprado(a) y redimido(a) al precio de la Sangre del Unigénito Hijo de Dios, para ser hecho(a) libre y conforme a Su imagen.

»Pues Dios amó tanto al mundo que dio a su único Hijo, para que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él  (Jn 3.16-17 NTV).

Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti. Ahora tú eres lo que Dios dice en Su Palabra que eres: sano(a), libre, más que vencedor(a) y quién todo lo puede.

Miren con cuánto amor nos ama nuestro Padre que nos llama sus hijos, ¡y eso es lo que somos! Pero la gente de este mundo no reconoce que somos hijos de Dios, porque no lo conocen a él  (1 Jn 3.1 NTV).

Tú eres un(a) Hijo(a) amado(a) de tu Padre celestial, con quien puedes hablar en confianza y con toda familiaridad decirle: Abba, Papá, Papito.

Si tú de mañana buscares a Dios, Y rogares al Todopoderoso; Si fueres limpio y recto, Ciertamente luego se despertará por ti, Y hará próspera la morada de tu justicia. Y aunque tu principio haya sido pequeño, Tu postrer estado será muy grande (Job 8.5-7).

Ojalá te guste mucho el salmo 13 porque se parece mucho a tu vida que, aunque tu principio haya sido pequeño, tu postrer estado será muy grande.

Mas yo en tu misericordia he confiado; Mi corazón se alegrará en tu salvación. Cantaré a Jehová, Porque me ha hecho bien (Sal 13.5-6).

Ojalá te guste mucho el salmo 13 porque se parece mucho a tu vida que, a pesar de haber comenzado en aparente fracaso, ahora ha de manifestarse en contundente victoria.

¡Si puedes creer, al que cree TODO le es posible!

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, muchas gracias porque el día de hoy me has dado la respuesta y señalado el camino para levantarme de cualquier tipo de derrota o fracaso. Yo he creído y recibido Tu gran Amor con que me has amado. Gracias, Señor Jesús, pues con Tu Sangre me has hecho libre y puedo levantarme a vivir esa vida que compraste para mí. El ladrón no viene sino a hurtar, matar y destruir, pero Tú, Jesús, has llegado a mí, para darme vida y vida abundante. ¡Esta es la Verdad! Gracias, Padre, por haberme levantado del polvo y la miseria, me has hecho apto(a) para participar de la herencia de los santos en luz; me has librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de Tu amado Hijo, Jesús, en quien tengo redención por Su sangre, el perdón de todos mis pecados. ¡No soy una víctima! ¡Ya no estoy más abajo, sino arriba! ¡Ahora soy cabeza y no cola! Con toda la autoridad que me da Tu Palabra, Dios Todopoderoso, me declaro sano(a) de toda enfermedad, libre de toda opresión. ¡Recibo el gozo, la paz y el Amor que Tú me das, para hacer de mi vida una contundente victoria! En el nombre de Jesús. Amén.

Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

 *Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011



Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Enero 13                              Luc 11.29-54  /  Gen 20   Sal 13



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