sábado, 25 de enero de 2020

¿Por qué saldrás más que vencedor el día de hoy?







25 de Enero


  
¿Por qué saldrás más que vencedor el día de hoy?



¡Porque Tú, Señor, me lo has dicho!
Por Riqui Ricón*
Líbrame ahora de la mano de mi hermano, de la mano de Esaú, porque le temo; no venga acaso y me hiera la madre con los hijos. Y tú has dicho: Yo te haré bien, y tu descendencia será como la arena del mar,  que no se puede contar por la multitud (Gen 32.11-12).
Si acaso tú estás pasando por alguna dificultad en este día, te conviene prestar atención a lo que sucedió a Jacob cuando regresaba a su tierra y se enteró que su hermano Esaú venía a su encuentro con 400 hombres. Jacob se encontraba en una situación muy grave pues, aunque habían transcurrido más de veinte años sin ver a su hermano, él recordaba que Esaú había jurado darle muerte.
¿Qué hacer en circunstancias tan apremiantes? Jacob oró, pero no oró de una forma ordinaria, de hecho su oración fue tan extraordinaria que, no sólo le valió el favor de su hermano sino que además, Dios mismo decidió cambiar su nombre de Jacob (suplantador) por el de Israel.
¿Cuál fue su secreto? Su secreto fue sencillo pero a la vez extraordinario: ¡Decidió creerle a Dios!
Jacob tenía la Palabra que Dios le había dado y la utilizó para recordarle tanto a Dios como a sus circunstancias, que ésta, la Palabra de Dios, se habría de cumplir sea cual fueren las condiciones del momento: Y tú [me] has dicho: Yo te haré bien, y tu descendencia será como la arena del mar,  que no se puede contar por la multitud.
Para aplicar esto a tu vida hoy, sólo pregúntate a ti mismo(a), ¿qué Palabra tengo departe de Dios?
Ciertamente ninguno de cuantos esperan en ti será confundido; Serán avergonzados los que se rebelan sin causa… Bueno y recto es Jehová; Por tanto, él enseñará a los pecadores el camino. Encaminará a los humildes por el juicio, Y enseñará a los mansos su carrera. Todas las sendas de Jehová son misericordia y verdad, Para los que guardan su pacto y sus testimonios. Por amor de tu nombre, oh Jehová, Perdonarás también mi pecado, que es grande. ¿Quién es el hombre que teme a Jehová? El le enseñará el camino que ha de escoger. Gozará él de bienestar, Y su descendencia heredará la tierra. La comunión íntima de Jehová es con los que le temen, Y a ellos hará conocer su pacto. Mis ojos están siempre hacia Jehová, Porque él sacará mis pies de la red (Sal 25.3,8-15).
¿Te parecen pocas? ¡No serás confundido jamás! ¡Tus enemigos (que son los de Dios) serán avergonzados! ¡Él te enseñará el camino por el que debes andar! ¡Te encaminará por el juicio! ¡Te enseñará tu carrera! ¡Caminarás por sendas de misericordia y de verdad! ¡Él perdonará TODOS tus pecados! ¡Te enseñará el camino que has de escoger! ¡Gozarás de bienestar! ¡Tu descendencia heredará la tierra! ¡Te deleitarás en comunión íntima con Él! ¡Te hará conocer Su pacto! ¡Sacará tus pies de la red!
Esta, mi amado(a), es Palabra de Honor, es Palabra de Dios. Y si Dios lo dijo, entonces, Él lo va a cumplir, si Dios lo habló, entonces, Él lo va a ejecutar.
El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán (Luc 21.33).
Efectivamente, por la Palabra que Dios había dado, el encuentro de Jacob con Esaú tuvo un final feliz.
Ahora bien, ante este testimonio de la honorabilidad de Dios, medita bien cuánta más certeza tienes tú, un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, ante cualquier problema, aflicción o enfermedad.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jua 3.16-17).
Dios te ama tanto que prefirió entregar a su propio Hijo antes que perderte a ti.
El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? (Ro 8.32).
¡Todas las cosas! ¡Asombroso! Sin importar cuál sea tu condición actual, Dios está dispuesto a responderte y lo hará por Amor a Su Nombre, por Amor a Su Palabra y por Amor a ti. Aunque tus pecados hayan sido grandes, Él ya te ha perdonado en la Sangre del Nuevo Pacto y al creer y recibir el sacrificio que Su Hijo Jesús hizo por Amor a ti Él te eleva a la condición privilegiada de un(a) verdadero(a) y legítimo(a) Hijo(a) de Dios.
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos  (1 Jua 3.1 BAD).
Estimado(a) amigo(a), ¡ya no estás más solo(a)! Dios, tu Padre, no te ha dejado, ni te dejará. Puedes confiar y descansar en Él, pues Dios jamás ha faltado a Su Palabra.
Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido (Luc 19.10).
El Hijo del Hombre, Jesucristo, vino a este mundo para buscarte a ti. A ti, que antes estabas muerto(a) a causa de tu desobediencia y tus muchos pecados. A ti, que vivías en pecado, igual que el resto de la gente, obedeciendo al diablo —el líder de los poderes del mundo invisible —, quien es el espíritu que actúa en el corazón de los que se niegan a obedecer a Dios. Así vivías tú en el pasado, siguiendo los deseos de tus pasiones y la inclinación de tu naturaleza pecaminosa. Y por tu propia naturaleza, eras objeto del enojo de Dios igual que todos los demás. Pero Dios es tan rico en misericordia y te amó tanto que, a pesar de que estabas muerto(a) por causa de tus pecados, Él te dio vida cuando levantó a Cristo de los muertos. (¡Es sólo por la gracia de Dios que tú has sido salvado(a)!) Pues te levantó de los muertos junto con Cristo y te sentó con él en los lugares celestiales, porque estás unido(a) a Cristo Jesús. De modo que, en estos tiempos, Dios puede ponerte como ejemplo de la increíble riqueza de la gracia y la bondad que te tuvo, como se ve en todo lo que ha hecho por ti, que estamos unido(a) a Cristo Jesús. Dios te salvó por su gracia cuando creíste. Tú no tienes ningún mérito en eso; es un regalo de Dios. La salvación no es un premio por las cosas buenas que hayas hecho, así que no puedes jactarse de ser salvo. Pues tú eres la obra maestra de Dios. Él te creó de nuevo en Cristo Jesús, a fin de que hagas las cosas buenas que preparó para ti tiempo atrás (Efe 2.1-10).
Así que, con toda certeza, oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, vengo ante Ti en este día con la plena certeza que Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti he confiado. Yo te creo, Señor; creo Tu Palabra, la Biblia. Sé perfectamente que Tu Palabra, la Biblia, es la Verdad. Y sé que aún esta certeza me la has dado Tú por el gran Amor con que me amas. Gracias, Señor Jesús, porque estando yo en tinieblas me trasladaste a Tu luz admirable; estando yo muerto(a) en delitos y pecados me has dado vida y la vida que has comprado para mí con Tu Sangre es una vida buena, plena y abundante. ¡Soy un(a) Hijo(a) del Rey de reyes y Señor de Señores! Por lo tanto, aunque hoy esté enfrentando problemas y aflicciones, yo declaró en Tu nombre Jesucristo que saldré adelante en libertad y victoria, en salud y prosperidad pues escrito está acerca de mí que en todas las cosas soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me ama, Cristo Jesús. Resisto y hecho fuera de mi vida toda enfermedad, pobreza, tristeza, depresión, soledad, temor y angustia. Cubro todo mi ser, espíritu, alma y cuerpo, con la Sangre de Jesús y llamo y recibo toda la salud, amor, paz y gozo que Tú, Jesucristo, compraste para mí al morir en la cruz. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! E insisto, ¡soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo! Gracias a Ti, Señor Jesús. Amén.
 Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011



Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Enero 25                              Luc 19.1-27  /  Gen 32-33  /  Sal 25





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