20 de Octubre
¡Ya te ha amanecido!
Por Riqui Ricón*
¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido (Isa 8.20).
Cuando pregunto a los creyentes qué es la Biblia, la mayoría responde sin dudar, que la Biblia es la Palabra de Dios. Invariablemente, esta respuesta me lleva a cuestionar nuevamente: ¿Qué significa CREER que la Biblia es la Palabra de Dios? En este punto, casi todos mis interlocutores se me quedan mirando con expresión de asombro. Con esa expresión que se traduce como: ¡Eh! ¡Mmmh! ¿No te ofendes si te pido: Me repites la pregunta?
Decir que la Biblia es la Palabra de Dios es una gran responsabilidad pues implica, necesariamente, CREER que TODAS las palabras de la Biblia literalmente salieron de la boca de Dios y por lo tanto, SON LA VERDAD y TODAS, y cada una de ellas, se van a cumplir.
En una ocasión, el doctor Jerry Savelle, un gran predicador y hombre de fe, me puso en una situación incómoda durante una de sus conferencias cuando planteó las únicas dos razones posibles para que tú, como creyente, vivas con temor, dudas, enfermedad, pobreza, derrota y carente de poder alguno: estas dos razones, planteó él, son o que no conoces la Palabra de Dios o que no la CREES.
Piénsalo bien, ¿por qué habrías de vivir con temor y dudas sabiendo con toda certeza que Dios, el Todopoderoso, ha hablado y decretado Palabras de Amor y Victoria sobre tu vida. Palabras como: por mis heridas tú ya has sido sanado(a); en todas las cosas eres más que vencedor(a); eres mi Hijo(a) amado(a); mayor soy Yo, que vivo en ti, que el que está en el mundo; aunque tu padre y tu madre te dejaren, con todo, yo te recogeré; caerán a tu lado mil y diez mil a tu diestra mas a ti no llegará; etc., etc., etc?
Las únicas respuestas posibles a esta pregunta son: porque no sabes que todo esto lo ha decretado sobre tu vida, el único y verdadero Dios, o porque aunque sí lo sabes, no lo crees.
Lo interesante aquí es que después de esta reflexión ahora tú ya lo sabes y sólo te resta creer.
Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria, la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria (1 Co 2. 7-8).
Satanás conoce muy bien la Biblia pero NO LA CREE. Si la creyera ya se hubiese arrepentido. El muy ingenuo sigue pensando y creyendo que se va a salir con la suya y que va a ganar.
Así que, cuando estés enfrentando algún problema o circunstancia adversa en tu vida hazte siempre las siguientes dos preguntas:
1. ¿Conozco alguna Promesa que Dios me haya hecho en Su Palabra tocante a mi necesidad?
2. ¿Creo que Dios va a cumplirme la Promesa que me dio en Su Palabra tocante a esa necesidad?
Te puedo asegurar que no existe situación alguna a la que no puedas contestar afirmativamente a estas preguntas.
Si alguien les dice: "Consulten a las pitonisas y a los agoreros que susurran y musitan; ¿acaso no es deber de un pueblo consultar a sus dioses y a los muertos, en favor de los vivos?", yo les digo: "¡Aténganse a la ley y al testimonio!" Para quienes no se atengan a esto, no habrá un amanecer (Isa 8.19-20 NVI).
En el sistema de este mundo, continuamente encuentro gente que está más dispuesta y deseosa para creer en sueños y visiones, o en alguna palabra que le dé un profeta o iluminado, que en creerle a Dios, que CREERLE A SU PALABRA.
Y aunque esto es algo muy lamentable, la Buena Noticia es que tú NO eres de este mundo.
Les he dado tu palabra, y el mundo los odia, porque ellos no pertenecen al mundo, así como yo tampoco pertenezco al mundo. No te pido que los quites del mundo, sino que los protejas del maligno. Al igual que yo, ellos no pertenecen a este mundo (Jn 17.14.16 NTV).
Así lo afirma la Biblia en las Palabras del mismísimo Señor Jesús.
Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones; entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo (2 P 1.19-21).
Claramente, la Escritura te enseña que no existe palabra profética más segura que la Biblia.
Ese día en que el Señor entregó a los amorreos en manos de los israelitas, Josué le dijo al Señor en presencia de todo el pueblo: "Sol, detente en Gabaón, luna, párate sobre Ayalón." El sol se detuvo y la luna se paró, hasta que Israel se vengó de sus adversarios. Esto está escrito en el libro de Jaser. Y, en efecto, el sol se detuvo en el cenit y no se movió de allí por casi un día entero. Nunca antes ni después ha habido un día como aquél; fue el día en que el Señor obedeció la orden de un ser humano. ¡No cabe duda de que el Señor estaba peleando por Israel! (Jos 10.12-14 NVI).
En este episodio de la vida de Josué puedes ver cómo el conocer y creer lo que Dios había dicho, y prometido, lo habilitó para realizar uno de los milagros más asombrosos de los que se tengan registro. Él pudo detener, con su palabra, las poderosísimas fuerzas gravitacionales del sol, la tierra y la luna.
¿Cómo fue posible esto? Sólo recuerda que Dios previamente le había instruido:
Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien (Jos 1. 8).
Así que, ¡Ya lo sabes! Acude a la Biblia y ponla en tu boca, mente y corazón, pues si hablas, oras y declaras conforme a lo que en ella está escrito, entonces, y sólo entonces, harás prosperar tu camino y TODO te saldrá bien.
Vivirás el ESPLENDOR de un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, pues en verdad, a ti ya te habrá amanecido.
Oremos en voz audible:
Bendito Padre celestial, ¿cómo no estar agradecido(a) por Tu Palabra, la Biblia, donde has decretado Palabras de Amor y Bendición sobre mi vida? Tú no mientes y Tu Palabra ha de cumplirse plena y cabalmente en mi vida. Gracias, Señor, por tanto y tan grande Amor, que estando yo muerto(a) en delitos y pecados, me diste Vida Eterna juntamente con Cristo. Es por tu Gracia y Amor que me has hecho heredero(a) de la salvación. Ahora lo sé y lo creo: aunque ande en valle de sombra y de muerte no voy a temer mal alguno porque Tú estás conmigo; Tú me libras del lazo del cazador y de la peste destructora; no me sobrevendrá mal ni plaga tocará mi morada; Tú suplirás todo lo que me falta conforme a tus riquezas en gloria; todo lo puedo en Cristo Jesús que me fortalece. Por lo tanto, resisto al espíritu de engaño, mentira y temor. Soy un(a) Hijo(a) amado(a) del Dios vivo y verdadero. Fui comprado(a) a precio de Sangre. ¡Nada ni nadie me pueden vencer! ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy un(a) Hijo(a) del Rey! Gracias, Señor Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2011
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Octubre 20 Apo 20 / Isa 7-8/ Sal 110
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