8 de Febrero
¡Realización es Identidad!
Por Riqui Ricón*
Viendo los hermanos de José
que su padre era muerto, dijeron: Quizá nos aborrecerá José, y nos dará el pago
de todo el mal que le hicimos. Y enviaron a decir a José: Tu padre
mandó antes de su muerte, diciendo: Así diréis a José: Te ruego
que perdones ahora la maldad de tus hermanos y su pecado, porque mal te
trataron; por tanto, ahora te rogamos que perdones la maldad de los siervos del
Dios de tu padre. Y José lloró mientras hablaban. Vinieron también
sus hermanos y se postraron delante de él, y dijeron: Henos aquí por siervos
tuyos. Y les respondió José: No temáis; ¿acaso estoy yo en lugar
de Dios? Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a
bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo. Ahora, pues, no tengáis miedo; yo os
sustentaré a vosotros y a vuestros hijos. Así los consoló, y les habló
al corazón (Gen 50. 15-21).
Hemos declarado, en el Nombre de Jesús, que este
año es el mejor año de tu vida. Ahora bien, la verdadera Realización en Dios no
es tener o poseer cosas ni riquezas si no que el mandato de Nuestro Señor
Jesucristo, a la letra, dice así:
Porque los gentiles (los que no creen) buscan todas estas
cosas; pero vuestro Padre celestial
sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad
primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán
añadidas (Mat 6.32-33).
Como dicen por ahí, primero lo
primero, así que, busca primeramente el reino de Dios. ¿Será que el reino de
Dios está lleno de tristeza, pobreza, amargura, temor, desesperación,
enfermedad, depresión, etc., y tú, como Hijo(a) del Reino, tienes que
sobrellevar todo esto en humildad, ofreciéndolo como un sacrificio santo y agradable
a Dios? No lo creo.
Realización es igual a identidad.
Significa creer y saber perfecta y cabalmente quien eres tú: un(a) Hijo(a) de
Dios Nacido(a) de Nuevo, y esto no de una simiente corruptible sino de la
incorruptible semilla que es la Palabra de Dios, que vive y permanece para
siempre.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito,
para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque
no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo
sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Significa creer y saber que tu
Padre te ama, y que te ama de tal manera que prefirió entregar a Su propio
Hijo, Su unigénito, para pagar el costo de TODOS tus pecados (muerte,
enfermedad, pobreza, temor angustia, etc.), antes que perderte a ti.
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite
que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo
somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende
por qué lo somos (1 Jua 3.1 BAD).
Significa CREER y RECIBIR ese
Amor para COMENZAR A SER ese(a) Hijo(a) que Él DICE EN SU PALABRA que tú ya
eres. Significa que, con esta identidad, ahora puedes realmente ESTABLECER el
reino de Dios sobre esta Tierra, un reino de JUSTICIA y de Amor, pues, al fin y
al cabo, ahora tú eres Su Hijo(a), ¿quién más, si no, lo puede hacer?
Mira la historia de José con la
que comenzamos la meditación de hoy. Dios cumplió Su Palabra y llegó el tiempo
en que José dejó de añorar sus sueños y, ahora, se encontraba viviendo el
cumplimiento de todas las cosas. Sabía perfectamente quién era Dios y quién era
él. No tenía más temor sino que estaba lleno de fe. Sus hermanos, por el
contrario, carecían de identidad y, a pesar de haber disfrutado del amor y la
protección de José durante varios años, dudaban y temían, esperando un severo
castigo. ¿Merecían castigo? ¡Claro que lo merecían! ¿José necesitaba la
satisfacción de la venganza? ¡Claro que no! Él sabía perfectamente quién era y
dónde y para qué estaba ahí.
Porque esto me será como en
los días de Noé, cuando juré que nunca más las aguas de Noé pasarían sobre la
tierra; así he jurado que no me enojaré contra ti, ni te reñiré. Porque
los montes se moverán, y los collados temblarán, pero no se apartará de ti mi
misericordia, ni el pacto de mi paz se quebrantará, dijo Jehová, el que tiene
misericordia de ti (Isa 54.9-10).
Así es la naturaleza de tu Padre, Él ya no se
enojará nunca más contra ti. ¡Lo ha jurado!
Puesto que en Cristo Jesús fue satisfecha la
justicia de Dios, Él no anda buscando venganza, ni tampoco hacer justicia. Dios
te ama tal como eres, pues Él te ha creado de Nuevo tal como soñó que tú
serías. ¡Eres Nueva Creación!
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas
viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas (2 Co 5.17).
¿Recuerdas al hermano del hijo prodigo? NO PODÍA
CREER que su padre estuviera alegre e hiciera fiesta por su hermano perdido. Él
necesitaba ver justicia y no misericordia. ¿Por qué? Envidia o celos dirán
algunos, pero, más bien, fue a causa de su falta de identidad. No saberse NI
CREERSE, hijo de su padre, fue lo que lo orilló a actuar así. Su padre termino
por salir y rogarle que entrara y disfrutara DE LO QUE ERA SUYO, DE LO QUE YA
LE PERTENECIA, diciéndole:
Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas. Mas
era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y
ha revivido; se había perdido, y es hallado (Luc 15.31).
El evangelio de Jesucristo (las
nuevas noticias), no se sustenta en una relación entre el todopoderoso Dios y
Sus criaturas, por más espirituales que éstas sean, sino en la relación de Amor
que Él, el Todopoderoso Dios, tiene ahora como Padre hacia Sus Hijos, o sea, tú
y yo.
Escucho constantemente decir cosas
como:
- sí, es cierto, Dios lo dice en
Su Palabra, PERO en esta vida
tenemos que pagar las consecuencias; - ese es el camino angosto y la puerta
estrecha;
- Dios sana al que quiere y al
que no, pues no, así es Él;
- tenemos que aceptar Su Voluntad
con humildad y con la esperanza de la vida eterna;
- Sus promesas se cumplirán allá,
cuando estemos con Él, si es que demostramos ser dignos de llegar a Su
Presencia.
La cuestión es que,
TODO AQUEL que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera
en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace (Stgo 1.25).
Y la
perfecta ley de justicia y libertad, la Biblia, te enseña que Jesucristo ya
pagó el precio; que Su sacrificio fue completo, perfecto y acabado; que cuando
le recibiste como Señor y Salvador de tu vida, NACISTE DE NUEVO, fuiste hecho(a)
espíritu nuevo,
creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad (Efe 4.24).
Te enseña que
la Vida Eterna, vida plena y abundante, comenzó en ese instante y no tienes un
“allá” y un “acá” sino un aquí y ahora para buscar y establecer el reino de
Dios, tu Padre. NO POR LO QUE PUEDAS TENER, ADQUIRIR DE ÉL O POR ÉL, sino
porque ERES SU HIJO(A) y eso te basta, pues, lógicamente, incluye todo lo demás
que te será añadido.
¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra
nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo
entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? (Ro 8.31-32).
Así que,
como Hijo(a) Suyo(a) tienes toda la facultad para dejar de ver tus problemas y
aflicciones y mirar a Tu Padre y a Su Palabra, pues, sin lugar a duda, saldrás
más que vencedor(a) de toda circunstancia.
¡Tienes
identidad! ¡Conoces la Verdad y sabes quién eres tú!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, vengo
delante de Ti agradecido(a) porque en verdad, yo no era digno(a), pero Tu Hijo,
Jesús, al pagar todos mis pecados en esa cruz, me hizo digno(a); yo no era justo(a),
pero Él me hizo justo(a); yo no era santo(a), pero Él me hizo santo(a); yo era
un(a) pecador(a) y Él me hizo salvo(a) y no sólo me salvó sino que me
predestinó para que fuese hecho(a) conforme a la imagen de Tu Hijo, Jesús, para
que Él fuese el primogénito, el primero, entre muchos hermanos. ¡Gracias, Señor
Jesús! Por tu Sangre he sido adoptado(a) como Hijo(a) de Dios, Tú Padre (y el
mío también). Por esto, ahora sé, que sé, que en todas las cosas he de salir
más que vencedor(a), pues todo lo puedo en Cristo que me fortalece. ¡Ya he
vencido al mundo! Pues mayor eres Tú, Espíritu Santo, que estás en mí, y
conmigo, que el que está en el mundo. Hoy tomo mi Identidad y con toda certeza
y autoridad, resisto y hecho fuera de mi vida toda enfermedad,
pobreza, tristeza, depresión, soledad, temor y angustia. Cubro todo mi ser,
espíritu, alma y cuerpo, con la Sangre de Jesús y llamo y recibo toda la salud,
amor, paz y gozo que Tú, Jesucristo, compraste para mí al morir en la cruz y
resucitar venciendo a la muerte. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy
un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo! Gracias a Ti, Señor Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2012
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Febrero
8 Heb
4.14-6.12 / Gen 49-50
/ Sal 39
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