viernes, 27 de septiembre de 2024

¡Cómo puedes, de una vez por todas, obtener la Victoria!

 <ENGLISH>




 27 Septiembre

¡Cómo puedes, de una vez por todas, obtener la Victoria!


¡Creyéndole a Dios, creyendo Su Palabra!

Por Riqui Ricón*

Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios… Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe (1 Jn 5.1a, 4).

Doy gracias a Dios por la claridad y sencillez con las que estableció en Su Palabra tu cambio de vida, esto es: tu liberación de la ley del pecado y de la muerte; la renovación total de tu existencia; ¡tu Nuevo Nacimiento!

Así es, si tú crees que Jesús es el Cristo, el Mesías Salvador de los hombres, quien pagó con Su Sangre y con Su Vida el castigo de todos tus pecados, entonces, tú, mi querido(a) hermano(a), según la Biblia, que es la Palabra de Dios, y no miente, eres Nacido(a) de Dios.

Y, puesto que la Escritura establece que tú has Nacido de Nuevo no de simiente corruptible sino de incorruptible por la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23), entonces, Dios ha establecido en Su Palabra que tú eres el que vence al mundo con tu fe, ¡creyéndole a Él, creyendo Su Palabra!

Efectivamente, Dios lo dice y es la verdad. No depende de si te sientes o te ves en victoria en este momento de tu vida o si lo sientes o no lo sientes, ni tampoco depende de si te ves a ti mismo(a) en victoria. Sólo depende de si lo crees o no lo crees. Sólo depende de si en realidad crees que la Biblia es la Palabra de Dios y que por lo tanto es la Verdad.

Dios no es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. El dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará? (Num 23.19).

Es por esto que la victoria que vence toda enfermedad, toda pobreza, toda angustia, toda soledad, toda depresión y toda aflicción es tu fe, que es creerle a Dios, creyendo Su Palabra. Así es, no sólo se trata de creer en Dios sino creerle a Dios. Creer a Su Palabra, la Biblia.

Si acaso llegas a pensar que estoy siendo demasiado reiterativo con lo de creerle a Dios, creyendo Su Palabra, quisiera decirte que no lo he sido lo suficiente, pues la única llave, la única clave, para que realices la Vida Plena y Victoriosa que tu Padre celestial anhela para ti, está en que hagas de Su Palabra, la Biblia, la norma máxima de tu existencia.

Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo (Jn 16.33).

En medio de cualquier problema, enfermedad o aflicción, tú puedes encontrar la perfecta Paz en las Palabras de Jesús y puedes confiar en Él, pues Jesús ya ha vencido al mundo.

Esta es tu victoria; esta es tu paz y tu gozo: saber que Dios no puede mentir, que Él tiene Palabra de Honor y primero el cielo y la tierra pasarán antes que deje de cumplirte una sola de Sus Palabras.

El cielo y la tierra pasarán,  pero mis palabras no pasarán (Luc 21.33).

No son tus circunstancias las que determinan tu victoria. No lo son los resultados médicos, ni los muchos o pocos recursos económicos de los que dispongas. Tampoco lo son tus habilidades o capacidades para resolver los conflictos y problemas familiares. ¡Lo que determina tu victoria es tu fe!

Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado.  Confiad en Jehová perpetuamente, porque en Jehová el Señor está la fortaleza de los siglos (Isa 26.3-4).

Dios, tu Padre, se ha comprometido a guardarte en completa paz cuando tú perseveras manteniéndote constante y persistentemente confiando en Él, creyendo Su Palabra. Al fin y al cabo, Dios tiene Palabra de Honor y si Él dice que en todas las cosas saldrás más que vencedor(a), entonces, es cosa segura, puedes confiar que, efectivamente, saldrás más que vencedor(a) por medio de Aquel que te ama, Cristo Jesús.

Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó (Ro 8.37).

Tu vida y tu victoria están garantizadas por la Palabra de Honor de tu Padre celestial. ¡Puedes tener paz!

Os he dicho todas estas cosas para que en mí encontréis vuestra paz. Siempre tendréis en el mundo pruebas que os afligirán, pero confiad en mí, porque yo he vencido al mundo (Jn 16.33 CST).

Confiar en Dios (creer que la Biblia es en verdad la Palabra de Dios), es la clave para que comiences a vivir, de una vez por todas, una vida plena y dichosa.

Jehová de los ejércitos, Dichoso el hombre que en ti confía (Sal 84.12).

Todas las cosas que la Biblia asegura acerca de ti fueron declaradas por Dios en Su Palabra para que tú tengas la certeza que Él te ama y que tuya es la Victoria:

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).

Recuerda siempre que Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo, Jesús, para que pagara todos tus pecados, antes que perderte a ti.

Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él (2 Co 5.21).

Has sido declarado(a) justo(a) por Dios, y eso es exactamente lo que tú eres, ¡Justo(a)!

Mirad qué grande es el amor del Padre, que nos llamamos hijos de Dios, ¡y lo somos! Sin embargo, el mundo no nos reconoce porque no conoce a Dios (1 Jn 3.1 CST).

Literal y legítimamente, ahora eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacida(o) de Nuevo.

porque en vosotros se ha operado un nuevo nacimiento, que ya no es debido a una simiente corruptible, sino a la incorruptible y permanente palabra de Dios (1 P 1.23 CST).

A pesar de todo lo que el diablo pretende hacerte creer, la Verdad es que tú YA NO ERES la misma persona que solías ser. Ese (esa) pecador(a) vendido(a) al pecado y destinado(a) a la muerte eterna YA NO EXISTE MÁS. ¡Murió en la cruz!

¿Qué otra cosa podemos decir? ¿Seguiremos pecando, para que Dios pueda manifestar más ampliamente su gracia salvadora?  ¡De ninguna manera! No podemos seguir viviendo bajo el dominio del pecado después de haber muerto en lo que al pecado respecta. Entended esto: todos los que hemos sido bautizados en el nombre de Cristo Jesús, por el hecho mismo del bautismo estamos unidos a él en su muerte. Simbólicamente, nuestra vieja naturaleza amante del pecado quedó muerta y sepultada con Cristo en el bautismo, para que podamos andar en una maravillosa vida nueva, de acuerdo con la nueva vida que él recibió al ser resucitado de entre los muertos por el glorioso poder de Dios Padre. De este modo pasamos a formar parte de él mismo. Por así decirlo, cuando él murió, nosotros morimos con él, pero ahora compartimos su nueva vida porque también resucitamos con él en su resurrección (Ro 6.1-5 CST).

¡Literal y legítimamente TÚ ERES un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo!

No en vano la Escritura dice: De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas (2 Co 5.17).

Satanás siempre tratará, una y otra vez, de convencerte que esto no es verdad, pero recuerda:

Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo;  y esta es la victoria que ha vencido al mundo,  nuestra fe [creerle a Dios, creyendo Su Palabra] (1 Jn 5.4).

Pues todo hijo de Dios vence este mundo de maldad, y logramos esa victoria por medio de nuestra fe [creyéndole a Dios, creyendo Su Palabra] (1 Jn 5.4 NTV).

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, dichoso(a), mil veces feliz y pleno(a) el hombre y la mujer que en Ti confían. Gracias porque puedo confiar en Ti. Yo confío en Ti, Señor Jesús. Tú me guardas en completa paz. Tú eres mi luz y mi salvación, eres mi sanador y libertador, me sostienes con Tu diestra de Justicia y me has dado la victoria. Yo te creo Señor, creo Tu Palabra y no voy a temer. Desecho de mi vida la duda, el temor y la incredulidad. Yo soy Tu Hijo(a) y puedo declarar con toda certeza: Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme? Cuando se juntaron contra mí los malignos, mis angustiadores y mis enemigos, Para comer mis carnes, ellos tropezaron y cayeron. Aunque un ejército acampe contra mí, No temerá mi corazón; Aunque contra mí se levante guerra, Yo estaré confiado (Sal 27.1-3). Ante cualquier circunstancia adversa, yo, ____________ (tu nombre aquí), creo y declaro que Tú, Señor, aumentarás mis fuerzas como las del búfalo; Seré ungido con aceite fresco. Y mirarán mis ojos sobre mis enemigos; Oirán mis oídos de los que se levantaron contra mí, de los malignos. Yo soy justo(a) y floreceré como la palmera; Creceré como cedro en el Líbano. Estoy Plantado(a) en la casa de Jehová, En los atrios de mi Dios floreceré. Aun en la vejez fructificaré; Estaré vigoroso(a) y verde, Para anunciar que Tú, Jehová,  mi fortaleza eres recto, Y que en Ti no hay injusticia. Así que, ¡Abba! ¡Padre! Yo soy Tuyo(a), y en Cristo Jesús ya he vencido, pues mayor eres Tú, Espíritu Santo, que vives en mí y conmigo, que el que está en el mundo. Padre, ¡Todas y cada una de Tus Promesas son en mí, sí y amén! Me someto a Ti, mi Dios y Padre, me someto a Tu Palabra, resisto a Satanás y éste tiene que huir de mi vida. No recibo ni la duda, ni el temor, ni la enfermedad, ni la pobreza, ni la angustia, ni la depresión. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! En el nombre de Jesús. Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011

 

Tres Recomendaciones:

Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas recomendaciones:

1.     Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él. Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.

2.     Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla. ¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.

3.     En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2020

 

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Septiembre 27                       1 Jn 5  /  Es 3-4  /  Sal 92

 

Cápsula del día.





Puedes escuchar o descargar la lectura de la  Biblia en audio del día de hoy, la tenemos para ti en dos versiones: 


RV60 




NVI 



Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Septiembre 27                       1 Jn 5  /  Es 3-4  /  Sal 92

 

1 Juan 5

La fe que vence al mundo

5

1Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama al que engendró, ama también al que ha sido engendrado por él. 2En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios, y guardamos sus mandamientos. 3Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos;a y sus mandamientos no son gravosos. 4Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. 5¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?

El testimonio del Espíritu

6Este es Jesucristo, que vino mediante agua y sangre; no mediante agua solamente, sino mediante agua y sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio; porque el Espíritu es la verdad. 7Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno. 8Y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan. 9Si recibimos el testimonio de los hombres, mayor es el testimonio de Dios; porque este es el testimonio con que Dios ha testificado acerca de su Hijo. 10El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo. 11Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo.b 12El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.

El conocimiento de la vida eterna

13Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios. 14Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. 15Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho. 16Si alguno viere a su hermano cometer pecado que no sea de muerte, pedirá, y Dios le dará vida; esto es para los que cometen pecado que no sea de muerte. Hay pecado de muerte, por el cual yo no digo que se pida. 17Toda injusticia es pecado; pero hay pecado no de muerte.

18Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca.

19Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno.

20Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna. 21Hijitos, guardaos de los ídolos. Amén.  [1]

 

Esdras 3-4

Restauración del altar y del culto

3

1Cuando llegó el mes séptimo, y estando los hijos de Israel ya establecidos en las ciudades, se juntó el pueblo como un solo hombre en Jerusalén. 2Entonces se levantaron Jesúa hijo de Josadac y sus hermanos los sacerdotes, y Zorobabel hijo de Salatiel y sus hermanos, y edificaron el altar del Dios de Israel, para ofrecer sobre él holocaustos, como está escrito en la ley de Moisés varón de Dios.a 3Y colocaron el altar sobre su base, porque tenían miedo de los pueblos de las tierras, y ofrecieron sobre él holocaustos a Jehová, holocaustos por la mañana y por la tarde.b 4Celebraron asimismo la fiesta solemne de los tabernáculos, como está escrito, y holocaustos cada día por orden conforme al rito, cada cosa en su día;c 5además de esto, el holocausto continuo, las nuevas lunas, y todas las fiestas solemnes de Jehová,d y todo sacrificio espontáneo, toda ofrenda voluntaria a Jehová. 6Desde el primer día del mes séptimo comenzaron a ofrecer holocaustos a Jehová; pero los cimientos del templo de Jehová no se habían echado todavía. 7Y dieron dinero a los albañiles y carpinteros; asimismo comida, bebida y aceite a los sidonios y tirios para que trajesen madera de cedro desde el Líbano por mar a Jope, conforme a la voluntad de Ciro rey de Persia acerca de esto.

Colocación de los cimientos del templo

8En el año segundo de su venida a la casa de Dios en Jerusalén, en el mes segundo, comenzaron Zorobabel hijo de Salatiel, Jesúa hijo de Josadac y los otros sus hermanos, los sacerdotes y los levitas, y todos los que habían venido de la cautividad a Jerusalén; y pusieron a los levitas de veinte años arriba para que activasen la obra de la casa de Jehová. 9Jesúa también, sus hijos y sus hermanos, Cadmiel y sus hijos, hijos de Judá, como un solo hombre asistían para activar a los que hacían la obra en la casa de Dios, junto con los hijos de Henadad, sus hijos y sus hermanos, levitas.

10Y cuando los albañiles del templo de Jehová echaban los cimientos, pusieron a los sacerdotes vestidos de sus ropas y con trompetas, y a los levitas hijos de Asaf con címbalos, para que alabasen a Jehová, según la ordenanza de David rey de Israel.e 11Y cantaban, alabando y dando gracias a Jehová, y diciendo: Porque él es bueno, porque para siempre es su misericordia sobre Israel.f Y todo el pueblo aclamaba con gran júbilo, alabando a Jehová porque se echaban los cimientos de la casa de Jehová. 12Y muchos de los sacerdotes, de los levitas y de los jefes de casas paternas, ancianos que habían visto la casa primera, viendo echar los cimientos de esta casa, lloraban en alta voz, mientras muchos otros daban grandes gritos de alegría. 13Y no podía distinguir el pueblo el clamor de los gritos de alegría, de la voz del lloro; porque clamaba el pueblo con gran júbilo, y se oía el ruido hasta de lejos.

Los adversarios detienen la obra

4

1Oyendo los enemigos de Judá y de Benjamín que los venidos de la cautividad edificaban el templo de Jehová Dios de Israel, 2vinieron a Zorobabel y a los jefes de casas paternas, y les dijeron: Edificaremos con vosotros, porque como vosotros buscamos a vuestro Dios, y a él ofrecemos sacrificios desde los días de Esar-hadón rey de Asiria, que nos hizo venir aquí.a 3Zorobabel, Jesúa, y los demás jefes de casas paternas de Israel dijeron: No nos conviene edificar con vosotros casa a nuestro Dios, sino que nosotros solos la edificaremos a Jehová Dios de Israel, como nos mandó el rey Ciro, rey de Persia.

4Pero el pueblo de la tierra intimidó al pueblo de Judá, y lo atemorizó para que no edificara. 5Sobornaron además contra ellos a los consejeros para frustrar sus propósitos, todo el tiempo de Ciro rey de Persia y hasta el reinado de Darío rey de Persia.

6Y en el reinado de Asuero,b en el principio de su reinado, escribieron acusaciones contra los habitantes de Judá y de Jerusalén.

7También en días de Artajerjes escribieron Bislam, Mitrídates, Tabeel y los demás compañeros suyos, a Artajerjes rey de Persia; y la escritura y el lenguaje de la carta eran en arameo. 8Rehum canciller y Simsai secretario escribieron una carta contra Jerusalén al rey Artajerjes. 9En tal fecha escribieron Rehum canciller y Simsai secretario, y los demás compañeros suyos los jueces, gobernadores y oficiales, y los de Persia, de Erec, de Babilonia, de Susa, esto es, los elamitas, 10y los demás pueblos que el grande y glorioso Asnapar transportó e hizo habitar en las ciudades de Samaria y las demás provincias del otro lado del río. 11Y esta es la copia de la carta que enviaron: Al rey Artajerjes: Tus siervos del otro lado del río te saludan. 12Sea notorio al rey, que los judíos que subieron de ti a nosotros vinieron a Jerusalén; y edifican la ciudad rebelde y mala, y levantan los muros y reparan los fundamentos. 13Ahora sea notorio al rey, que si aquella ciudad fuere reedificada, y los muros fueren levantados, no pagarán tributo, impuesto y rentas, y el erario de los reyes será menoscabado. 14Siendo que nos mantienen del palacio, no nos es justo ver el menosprecio del rey, por lo cual hemos enviado a hacerlo saber al rey, 15para que se busque en el libro de las memorias de tus padres. Hallarás en el libro de las memorias, y sabrás que esta ciudad es ciudad rebelde, y perjudicial a los reyes y a las provincias, y que de tiempo antiguo forman en medio de ella rebeliones, por lo que esta ciudad fue destruida. 16Hacemos saber al rey que si esta ciudad fuere reedificada, y levantados sus muros, la región de más allá del río no será tuya.

17El rey envió esta respuesta: A Rehum canciller, a Simsai secretario, a los demás compañeros suyos que habitan en Samaria, y a los demás del otro lado del río: Salud y paz. 18La carta que nos enviasteis fue leída claramente delante de mí. 19Y por mí fue dada orden y buscaron; y hallaron que aquella ciudad de tiempo antiguo se levanta contra los reyes y se rebela, y se forma en ella sedición; 20y que hubo en Jerusalén reyes fuertes que dominaron en todo lo que hay más allá del río, y que se les pagaba tributo, impuesto y rentas. 21Ahora, pues, dad orden que cesen aquellos hombres, y no sea esa ciudad reedificada hasta que por mí sea dada nueva orden. 22Y mirad que no seáis negligentes en esto; ¿por qué habrá de crecer el daño en perjuicio de los reyes?

23Entonces, cuando la copia de la carta del rey Artajerjes fue leída delante de Rehum, y de Simsai secretario y sus compañeros, fueron apresuradamente a Jerusalén a los judíos, y les hicieron cesar con poder y violencia. 24Entonces cesó la obra de la casa de Dios que estaba en Jerusalén, y quedó suspendida hasta el año segundo del reinado de Darío rey de Persia. [2]

 

Salmo 92

 

Alabanza por la bondad de Dios

Salmo. Cántico para el día de reposo.*

     1     Bueno es alabarte, oh Jehová,

Y cantar salmos a tu nombre, oh Altísimo;

     2     Anunciar por la mañana tu misericordia,

Y tu fidelidad cada noche,

     3     En el decacordio y en el salterio,

En tono suave con el arpa.

     4     Por cuanto me has alegrado, oh Jehová, con tus obras;

En las obras de tus manos me gozo.

     5     ¡Cuán grandes son tus obras, oh Jehová!

Muy profundos son tus pensamientos.

     6     El hombre necio no sabe,

Y el insensato no entiende esto.

     7     Cuando brotan los impíos como la hierba,

Y florecen todos los que hacen iniquidad,

Es para ser destruidos eternamente.

     8     Mas tú, Jehová, para siempre eres Altísimo.

     9     Porque he aquí tus enemigos, oh Jehová,

Porque he aquí, perecerán tus enemigos;

Serán esparcidos todos los que hacen maldad.

     10     Pero tú aumentarás mis fuerzas como las del búfalo;

Seré ungido con aceite fresco.

     11     Y mirarán mis ojos sobre mis enemigos;

Oirán mis oídos de los que se levantaron contra mí, de los malignos.

     12     El justo florecerá como la palmera;

Crecerá como cedro en el Líbano.

     13     Plantados en la casa de Jehová,

En los atrios de nuestro Dios florecerán.

     14     Aun en la vejez fructificarán;

Estarán vigorosos y verdes,

     15     Para anunciar que Jehová mi fortaleza es recto,

Y que en él no hay injusticia.[3]

 



a 5.3: Jn. 14.15.

b 5.11: Jn. 3.36.

[1]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (1 Jn 4.21-5.21). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.

a 3.2: Ex. 27.1.

b 3.3: Nm. 28.1–8.

c 3.4: Nm. 29.12–38.

d 3.5: Nm. 28.11—29.39.

e 3.10: 1 Cr. 25.1.

f 3.11: 1 Cr. 16.34; 2 Cr. 5.13; 7.3; Sal. 100.5; 106.1; 107.1; 118.1; 136.1; Jer. 33.11.

a 4.2: 2 R. 17.24–41.

b 4.6: Est. 1.1.

[2]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (Esd 2.70-4.24). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.

Aquí equivale a sábado.

[3]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (Sal 91.16-92.15). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.


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