viernes, 23 de agosto de 2024

¡Cómo saber cuál es tu herencia en Cristo Jesús!

 <ENGLISH>





 23 Agosto


¡Cómo saber cuál es tu herencia en Cristo Jesús!

 

¡Vida Eterna!

Por Riqui Ricón*

De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida. (Jn 5.24).

La Biblia, que es la Palabra de Dios y no miente, establece claramente que por haber aceptado el sacrificio de Amor de Cristo Jesús y por haber creído la Palabra de Dios, tú has pasado de muerte a vida y ahora tienes Vida Eterna (antes no la tenías).

Además, las Escrituras establecen que la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro (Ro 6.23), también enseñan que Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios (1 Jn 1a).

Todo esto es muy importante, pues significa que, como tú fuiste un(a) pecador(a) e hiciste de tu vida lo que la gana se te dio, entonces cuando aceptaste a Jesús como Señor y Salvador de tu vida pasaste de muerte a Vida naciendo de Nuevo a través del Espíritu Santo y por medio de la Palabra de Dios para recibir la Vida Eterna: Esto es, esa Vida indestructible, plena y abundante que solamente los Hijos de Dios Nacidos de Nuevo pueden disfrutar.

El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10.10).

Dios, el Todopoderoso, hace esto no por los méritos que hayas tú podido adquirir, pues ya hemos reconocido que éramos pecadores y estábamos destinados a la muerte eterna, así que Él lo hace por el Amor que siente por ti.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).

Es tan grande Su Amor por ti que no sólo te salvó como a una criatura sino que lo hizo para hacer de ti Su propio(a) Hijo(a).

¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre,  que se nos llame hijos de Dios!  ¡Y lo somos!  El mundo no nos conoce,  precisamente porque no lo conoció a él (1 Jn 3.1 NVI).

Jesús NO te salvo para darte otra oportunidad, Él lo hizo para darte una Vida totalmente Nueva y diferente a la que antes vivías. Jesús pagó con Su propia Vida el justo castigo de TODOS tus pecados y resucitó, venciendo al pecado y a la muerte, para una Vida que nadie jamás pensó o soñó con vivir: La Vida Legítima de un(a) Hijo(a) de Dios.

¡Exactamente igual a Jesús!

Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos (Ro 8.29 NVI).

La única diferencia entre Jesús y tú es que Él es el primero entre muchos hermanos, de los cuales ahora tú eres uno(a) de ellos.

El Espíritu que ustedes han recibido ahora no los convierte en esclavos llenos de temor. Al contrario, el Espíritu que han recibido los hace hijos. Por el Espíritu podemos gritar: "¡Padre, querido padre!" (Ro 8.15 PDT).

Por esto es que, en el versículo que encabeza esta reflexión, Jesús te asegura enfáticamente que al escuchar Su Palabra  PARA CREER (creerle a Dios, creyendo Su Palabra), no vendrás a condenación sino a Vida Eterna.

Te mando a ellos para que les abras los ojos y no caminen más en la oscuridad, sino en la luz; para que no sigan bajo el poder de Satanás, sino que sigan a Dios; y para que crean en mí y reciban así el perdón de los pecados y una herencia en el pueblo santo de Dios (Hch 26.18 DHH).

Así que, como puedes ver, al creer en Cristo Jesús, recibiste, además del perdón de tus pecados, la hermosa Bendición de ser hecho(a) un(a) heredero(a) del Todopoderoso Dios.

Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe (Efe 2.8-9).

Puesto que así lo afirma Dios, es por fe en Su Palabra (sabiendo que Él no miente), que ahora has pasado de muerte a Vida. ¡Y esto es más real que el aire que respiras!

Ahora bien, si lo analizas conmigo te darás cuenta que Vida Eterna significa vivir para siempre una sola vida. Esto quiere decir que no existe una vida aquí sobre la tierra y otra diferente allá en el cielo. Como un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo tienes una sola y continua Vida: ¡La Vida Eterna! Y ésta, ¡ya comenzó!

Y sucederá que como fuisteis maldición entre las naciones, oh casa de Judá y casa de Israel, así os salvaré y seréis bendición. No temáis, mas esfuércense vuestras manos (Zac 8.13).

La maldición de la pobreza, enfermedad, temor, tristeza, depresión, etc., terminó con Cristo Jesús y ahora tú has sido dejado(a) en este mundo como instrumento de bendición, como embajador(a) de Jesús y depósito del Amor de Dios para establecer el Reino de tu Padre sobre esta tierra.

Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros (2 Co 5.20a).

y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado (Ro 5.5).

Por lo tanto, la vida plena y abundante a la que has sido llamado(a) a manifestar en esta tierra tiene propósito en el Amor y la representatividad de Jesucristo que te han sido dadas para bendición de los demás.

¡Gloria al Rey! Dios te necesita sobre esta tierra. Tú eres Su Hijo(a) amado(a), Su representante legal y encargado(a) de los negocios del Reino.

De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre (Jn 14.12).

Jesús te dejó en Su lugar y todos los problemas y circunstancias adversas que puedas enfrentar no son más que el intento del diablo para distraerte de dicho propósito. Su intención es desenfocarte de Jesús para que te enfoques en tus circunstancias. Satanás pretende que creas que tus problemas son más grandes e importantes que la Palabra de Dios, pues lo único que quiere es robarte tu identidad y que NO CREAS que eres ese(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, amado(a) del Padre; él intenta con todos los medios que tiene a su alcance que NO CREAS que eres ese(a) que Dios dice en Su Palabra, la Biblia, que ahora tú eres.

Hijitos, ustedes son de Dios y han vencido a esos mentirosos, porque el que está en ustedes es más poderoso que el que está en el mundo (1 Jn 4.4 DHH).

¡Nunca olvides quién ahora tú eres! ¡Dios es tu Padre y está contigo! ¡Nada ni nadie te puede derrotar en esta tierra! ¡Tú has nacido de Dios para triunfar!

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, yo sé que me has amado con tal Amor que preferiste entregar a Tu Hijo Jesús para pagar mis pecados antes que perderme a mí. Sé y declaro que, por la Sangre de Jesús, soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo para triunfar y establecer Tu Reino sobre la tierra. Señor, yo escucho y creo Tu Palabra la Biblia. La reconozco como la única Verdad y declaro, conforme a Ella, que TODO lo puedo en Cristo pues en todo problema, circunstancia o aflicción, yo saldré más que vencedor(a) por medio de Tu Amor, Señor Jesús. No voy a temer, sólo voy a creer lo que Tu Palabra, la Biblia, dice acerca de mí. En este momento quiero honrarte aceptando y recibiendo esa preciosa identidad que me has dado como Hijo(a) Tuyo(a). Creo y por lo tanto declaro que soy lo(a) más valioso(a) que Tú tienes sobre la tierra. He conocido y creído el Amor que Tú, oh Dios, tienes por mí. No voy a permitir que el espíritu de temor y duda me haga soltar lo que con tanto Amor pagaste por mí en esa cruz: el saber y creer que en verdad soy un(a) Hija(o) del único Dios vivo y verdadero. ¡Soy Eterno(a)! Por tanto, nada ni nadie me puede vencer; nada ni nadie me puede separar de Tu Amor que es en Cristo Jesús mi Señor. Contigo ya he vencido al mundo. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! Pues yo en Ti confío. Gracias Señor Jesús, te amo con todo mi corazón. Amén

Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011

 

Tres Recomendaciones:

Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas recomendaciones:

1.     Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él. Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.

2.     Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla. ¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.

3.     En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2020

 

 

Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Agosto 23                     Jn 5.19-47  /  1 Cr 20.1-22.1  /  Zac 8


Cápsula del día.





Puedes escuchar o descargar la lectura de la  Biblia en audio del día de hoy, la tenemos para ti en dos versiones: 


RV60 




NVI 



Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Agosto 23                     Jn 5.19-47  /  1 Cr 20.1-22.1   Zac 8

 

San Juan 5.19-47

La autoridad del Hijo

19Respondió entonces Jesús, y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente. 20Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace; y mayores obras que estas le mostrará, de modo que vosotros os maravilléis. 21Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los que quiere da vida. 22Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo, 23para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió.

24De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida. 25De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán. 26Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo; 27y también le dio autoridad de hacer juicio, por cuanto es el Hijo del Hombre. 28No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; 29y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación.b

Testigos de Cristo

30No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre. 31Si yo doy testimonio acerca de mí mismo, mi testimonio no es verdadero. 32Otro es el que da testimonio acerca de mí, y sé que el testimonio que da de mí es verdadero. 33Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él dio testimonio de la verdad.c 34Pero yo no recibo testimonio de hombre alguno; mas digo esto, para que vosotros seáis salvos. 35El era antorcha que ardía y alumbraba; y vosotros quisisteis regocijaros por un tiempo en su luz. 36Mas yo tengo mayor testimonio que el de Juan; porque las obras que el Padre me dio para que cumpliese, las mismas obras que yo hago, dan testimonio de mí, que el Padre me ha enviado. 37También el Padre que me envió ha dado testimonio de mí.d Nunca habéis oído su voz, ni habéis visto su aspecto, 38ni tenéis su palabra morando en vosotros; porque a quien él envió, vosotros no creéis. 39Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; 40y no queréis venir a mí para que tengáis vida. 41Gloria de los hombres no recibo. 42Mas yo os conozco, que no tenéis amor de Dios en vosotros. 43Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viniere en su propio nombre, a ése recibiréis. 44¿Cómo podéis vosotros creer, pues recibís gloria los unos de los otros, y no buscáis la gloria que viene del Dios único? 45No penséis que yo voy a acusaros delante del Padre; hay quien os acusa, Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza. 46Porque si creyeseis a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. 47Pero si no creéis a sus escritos, ¿cómo creeréis a mis palabras?[1]

 

1 Cro 20.1-22.1

David captura a Rabá

(2 S. 12.26–31)

20

1Aconteció a la vuelta del año, en el tiempo que suelen los reyes salir a la guerra, que Joab sacó las fuerzas del ejército, y destruyó la tierra de los hijos de Amón, y vino y sitió a Rabá. Mas David estaba en Jerusalén;a y Joab batió a Rabá, y la destruyó. 2Y tomó David la corona de encima de la cabeza del rey de Rabá, y la halló de peso de un talento de oro, y había en ella piedras preciosas; y fue puesta sobre la cabeza de David. Además de esto sacó de la ciudad muy grande botín. 3Sacó también al pueblo que estaba en ella, y lo puso a trabajar con sierras, con trillos de hierro y con hachas. Lo mismo hizo David a todas las ciudades de los hijos de Amón. Y volvió David con todo el pueblo a Jerusalén.

Los hombres de David matan a los gigantes

(2 S. 21.18–22)

4Después de esto aconteció que se levantó guerra en Gezer contra los filisteos; y Sibecai husatita mató a Sipai, de los descendientes de los gigantes; y fueron humillados. 5Volvió a levantarse guerra contra los filisteos; y Elhanán hijo de Jair mató a Lahmi, hermano de Goliat geteo, el asta de cuya lanza era como un rodillo de telar.b 6Y volvió a haber guerra en Gat, donde había un hombre de grande estatura, el cual tenía seis dedos en pies y manos, veinticuatro por todos; y era descendiente de los gigantes. 7Este hombre injurió a Israel, pero lo mató Jonatán, hijo de Simea hermano de David. 8Estos eran descendientes de los gigantes en Gat, los cuales cayeron por mano de David y de sus siervos.

David censa al pueblo

(2 S. 24.1–25)

21

1Pero Satanás se levantó contra Israel, e incitó a David a que hiciese censo de Israel. 2Y dijo David a Joab y a los príncipes del pueblo: Id, haced censo de Israel desde Beerseba hasta Dan, e informadme sobre el número de ellos para que yo lo sepa. 3Y dijo Joab: Añada Jehová a su pueblo cien veces más, rey señor mío; ¿no son todos éstos siervos de mi señor? ¿Para qué procura mi señor esto, que será para pecado a Israel? 4Mas la orden del rey pudo más que Joab. Salió, por tanto, Joab, y recorrió todo Israel, y volvió a Jerusalén y dio la cuenta del número del pueblo a David. 5Y había en todo Israel un millón cien mil que sacaban espada, y de Judá cuatrocientos setenta mil hombres que sacaban espada. 6Entre éstos no fueron contados los levitas, ni los hijos de Benjamín, porque la orden del rey era abominable a Joab.

7Asimismo esto desagradó a Dios, e hirió a Israel. 8Entonces dijo David a Dios: He pecado gravemente al hacer esto; te ruego que quites la iniquidad de tu siervo, porque he hecho muy locamente. 9Y habló Jehová a Gad, vidente de David, diciendo: 10Ve y habla a David, y dile: Así ha dicho Jehová: Tres cosas te propongo; escoge de ellas una que yo haga contigo. 11Y viniendo Gad a David, le dijo: Así ha dicho Jehová: 12Escoge para ti: o tres años de hambre, o por tres meses ser derrotado delante de tus enemigos con la espada de tus adversarios, o por tres días la espada de Jehová, esto es, la peste en la tierra, y que el ángel de Jehová haga destrucción en todos los términos de Israel. Mira, pues, qué responderé al que me ha enviado. 13Entonces David dijo a Gad: Estoy en grande angustia. Ruego que yo caiga en la mano de Jehová, porque sus misericordias son muchas en extremo; pero que no caiga en manos de hombres.

14Así Jehová envió una peste en Israel, y murieron de Israel setenta mil hombres. 15Y envió Jehová el ángel a Jerusalén para destruirla; pero cuando él estaba destruyendo, miró Jehová y se arrepintió de aquel mal, y dijo al ángel que destruía: Basta ya; detén tu mano. El ángel de Jehová estaba junto a la era de Ornán jebuseo. 16Y alzando David sus ojos, vio al ángel de Jehová, que estaba entre el cielo y la tierra, con una espada desnuda en su mano, extendida contra Jerusalén. Entonces David y los ancianos se postraron sobre sus rostros, cubiertos de cilicio. 17Y dijo David a Dios: ¿No soy yo el que hizo contar el pueblo? Yo mismo soy el que pequé, y ciertamente he hecho mal; pero estas ovejas, ¿qué han hecho? Jehová Dios mío, sea ahora tu mano contra mí, y contra la casa de mi padre, y no venga la peste sobre tu pueblo.

18Y el ángel de Jehová ordenó a Gad que dijese a David que subiese y construyese un altar a Jehová en la era de Ornán jebuseo. 19Entonces David subió, conforme a la palabra que Gad le había dicho en nombre de Jehová. 20Y volviéndose Ornán, vio al ángel, por lo que se escondieron cuatro hijos suyos que con él estaban. Y Ornán trillaba el trigo. 21Y viniendo David a Ornán, miró Ornán, y vio a David; y saliendo de la era, se postró en tierra ante David. 22Entonces dijo David a Ornán: Dame este lugar de la era, para que edifique un altar a Jehová; dámelo por su cabal precio, para que cese la mortandad en el pueblo. 23Y Ornán respondió a David: Tómala para ti, y haga mi señor el rey lo que bien le parezca; y aun los bueyes daré para el holocausto, y los trillos para leña, y trigo para la ofrenda; yo lo doy todo. 24Entonces el rey David dijo a Ornán: No, sino que efectivamente la compraré por su justo precio; porque no tomaré para Jehová lo que es tuyo, ni sacrificaré holocausto que nada me cueste. 25Y dio David a Ornán por aquel lugar el peso de seiscientos siclos de oro. 26Y edificó allí David un altar a Jehová, en el que ofreció holocaustos y ofrendas de paz, e invocó a Jehová, quien le respondió por fuego desde los cielos en el altar del holocausto. 27Entonces Jehová habló al ángel, y éste volvió su espada a la vaina.

El lugar para el templo

28Viendo David que Jehová le había oído en la era de Ornán jebuseo, ofreció sacrificios allí. 29Y el tabernáculo de Jehová que Moisés había hecho en el desierto, y el altar del holocausto, estaban entonces en el lugar alto de Gabaón; 30pero David no pudo ir allá a consultar a Dios, porque estaba atemorizado a causa de la espada del ángel de Jehová.

22

1Y dijo David: Aquí estará la casa de Jehová Dios, y aquí el altar del holocausto para Israel.[2]

 

Zacarías 8

 

Promesa de la restauración de Jerusalén

8

1Vino a mí palabra de Jehová de los ejércitos, diciendo: 2Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Celé a Sion con gran celo, y con gran ira la celé. 3Así dice Jehová: Yo he restaurado a Sion, y moraré en medio de Jerusalén; y Jerusalén se llamará Ciudad de la Verdad, y el monte de Jehová de los ejércitos, Monte de Santidad. 4Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Aún han de morar ancianos y ancianas en las calles de Jerusalén, cada cual con bordón en su mano por la multitud de los días. 5Y las calles de la ciudad estarán llenas de muchachos y muchachas que jugarán en ellas. 6Así dice Jehová de los ejércitos: Si esto parecerá maravilloso a los ojos del remanente de este pueblo en aquellos días, ¿también será maravilloso delante de mis ojos? dice Jehová de los ejércitos. 7Así ha dicho Jehová de los ejércitos: He aquí, yo salvo a mi pueblo de la tierra del oriente, y de la tierra donde se pone el sol; 8y los traeré, y habitarán en medio de Jerusalén; y me serán por pueblo, y yo seré a ellos por Dios en verdad y en justicia.

9Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Esfuércense vuestras manos, los que oís en estos días estas palabras de la boca de los profetas, desde el día que se echó el cimiento a la casa de Jehová de los ejércitos, para edificar el templo. 10Porque antes de estos días no ha habido paga de hombre ni paga de bestia, ni hubo paz para el que salía ni para el que entraba, a causa del enemigo; y yo dejé a todos los hombres cada cual contra su compañero. 11Mas ahora no lo haré con el remanente de este pueblo como en aquellos días pasados, dice Jehová de los ejércitos. 12Porque habrá simiente de paz; la vid dará su fruto, y dará su producto la tierra, y los cielos darán su rocío; y haré que el remanente de este pueblo posea todo esto. 13Y sucederá que como fuisteis maldición entre las naciones, oh casa de Judá y casa de Israel, así os salvaré y seréis bendición. No temáis, mas esfuércense vuestras manos.

14Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos: Como pensé haceros mal cuando vuestros padres me provocaron a ira, dice Jehová de los ejércitos, y no me arrepentí, 15así al contrario he pensado hacer bien a Jerusalén y a la casa de Judá en estos días; no temáis. 16Estas son las cosas que habéis de hacer: Hablad verdad cada cual con su prójimo;a juzgad según la verdad y lo conducente a la paz en vuestras puertas. 17Y ninguno de vosotros piense mal en su corazón contra su prójimo, ni améis el juramento falso; porque todas estas son cosas que aborrezco, dice Jehová.

18Vino a mí palabra de Jehová de los ejércitos, diciendo: 19Así ha dicho Jehová de los ejércitos: El ayuno del cuarto mes, el ayuno del quinto, el ayuno del séptimo, y el ayuno del décimo, se convertirán para la casa de Judá en gozo y alegría, y en festivas solemnidades. Amad, pues, la verdad y la paz.

20Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Aún vendrán pueblos, y habitantes de muchas ciudades; 21y vendrán los habitantes de una ciudad a otra, y dirán: Vamos a implorar el favor de Jehová, y a buscar a Jehová de los ejércitos. Yo también iré. 22Y vendrán muchos pueblos y fuertes naciones a buscar a Jehová de los ejércitos en Jerusalén, y a implorar el favor de Jehová. 23Así ha dicho Jehová de los ejércitos: En aquellos días acontecerá que diez hombres de las naciones de toda lengua tomarán del manto a un judío, diciendo: Iremos con vosotros, porque hemos oído que Dios está con vosotros.[3]

 



b 5.29: Dn. 12.2.

c 5.33: Jn. 1.19–27; 3.27–30.

d 5.37: Mt. 3.17; Mr. 1.11; Lc. 3.22.

[1]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (Jn 5.18-47). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.

a 20.1: 2 S. 11.1.

b 20.5: 1 S. 17.4–7.

[2]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (1 Cr 19.19-22.1). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.

a 8.16: Ef. 4.25.

[3]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (Zac 7.14-8.23). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Qué piensas al respecto?