miércoles, 17 de julio de 2024

¡Cómo puedes tú hacer que suceda un milagro el día de hoy!

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 17 Julio

¡Cómo puedes tú hacer que suceda un milagro el día de hoy!


¡Creyéndole a Dios, creyendo Su Palabra!

Por Riqui Ricón*

Así ha dicho Jehová: Por tres pecados de Judá, y por el cuarto, no revocaré su castigo; porque menospreciaron la ley de Jehová, y no guardaron sus ordenanzas, y les hicieron errar sus mentiras, en pos de las cuales anduvieron sus padres. Prenderé, por tanto, fuego en Judá, el cual consumirá los palacios de Jerusalén (Am 2.4-5).

Las lecturas del día de hoy te hacen notar como a veces, por estar más enfocados en los aspectos materiales de la existencia, los creyentes pasan por alto las verdades más profundas de la Palabra de Dios. Esto, inevitablemente, es un impedimento para una buena relación con Dios, pues pareciera que es más importante los suplementos para la buena vida que las razones y fundamentos que nos dan derecho a ella. Es decir, parece ser más importante tener que comer y vestir que saber vivir.

Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas (Mat 6.25-33).

La enseñanza de Jesús es clara y radical al respecto: ¡No te preocupes, ni te angusties, por tu vida, que has de comer, ni por tu cuerpo, qué has de vestir! ¡Tu Padre celestial sabe que tienes necesidad de todas esas cosas! ¡Deja que Él se haga cargo! Tú sólo busca primeramente el Reino de Dios y Su Justicia y todas estas cosas te serán añadidas.

¡Qué grata simpleza hay en las Palabras de Jesús! ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?  ¿No vales tú mucho más que las aves que Dios alimenta?

Según la Biblia, que es la Palabra de Dios y no miente, así como los palacios de Jerusalén (los cuales fueron consumidos por el fuego), todas las cosas, casas, autos, alimentos, vestidos, celulares, etc., sólo son accesorios, añadiduras,  y  Dios, tu Padre, sabe que tienes necesidad de ellas.

Jehová es mi pastor; nada me faltará (Sal 23.1).

Sin embargo, hoy tienes que saber y creer de una vez por todas que tu vida, que tú mismo(a) vales para Dios mucho más que cualquiera o todas esas cosas juntas.

De acuerdo al libro de Amos, Dios tuvo que consumir esas vidas materiales que son producto de menospreciar Su Palabra y caer en el error de vivir en base a la mentira. Lo importante a destacar aquí, lo que tenemos que aprender, no es el haber perdido los palacios de Jerusalén, como usualmente se podría pensar o sentir, sino el hecho de vivir en el error de la mentira en lugar del acierto de la Verdad.

Pero yo te declararé lo que está escrito en el libro de la verdad; y ninguno me ayuda contra ellos, sino Miguel vuestro príncipe (Dan 10.21).

Tu justicia es justicia eterna, Y tu ley la verdad… Cercano estás tú, oh Jehová, Y todos tus mandamientos son verdad… La suma de tu palabra es verdad, Y eterno es todo juicio de tu justicia (Sal 119.142, 151, 160).

La ley de verdad estuvo en su boca, e iniquidad no fue hallada en sus labios; en paz y en justicia anduvo conmigo, y a muchos hizo apartar de la iniquidad (Mal 2.6).

Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace (Sgo 1.22-25).

Ahora pues, Jehová Dios, tú eres Dios, y tus palabras son verdad, y tú has prometido este bien a tu siervo (2 S 7.28).

Una y otra vez encontrarás a Dios, Tu Padre, haciéndote énfasis en que Su Palabra es Verdad.

¿Por qué es tan importante esto? ¿Por qué Dios se molesta tanto con las mentiras? Porque todas las fuerzas del infierno están obrando en tu contra para que tú no te enteres (y mucho menos lo creas), que la Biblia realmente es la Palabra de Dios y por lo tanto es la Verdad.

La serpiente era el más astuto de todos los animales salvajes que el SEÑOR Dios había hecho. Cierto día le preguntó a la mujer: —¿De veras Dios les dijo que no deben comer del fruto de ninguno de los árboles del huerto? —Claro que podemos comer del fruto de los árboles del huerto —contestó la mujer—. Es sólo del fruto del árbol que está en medio del huerto del que no se nos permite comer. Dios dijo: “No deben comerlo, ni siquiera tocarlo; si lo hacen, morirán”. —¡No morirán! —respondió la serpiente a la mujer—. Dios sabe que, en cuanto coman del fruto, se les abrirán los ojos y serán como Dios, con el conocimiento del bien y del mal (Gen 3.1-5 NTV).

Nunca olvides que en el Paraíso, en el huerto de Edén, Dios le enseñó a Adán y Eva que no comieran del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal porque si lo hacían ciertamente morirían (lo cual resultó ser la Verdad). Sin embargo, Satanás (en forma de serpiente), contradijo la Palabra de Dios con sus mentiras y planteó un dilema para Adán y Eva: Dios mi creador DICE una cosa y este animalito DICE otra, ¿quién de los dos dirá la VERDAD? ¿A cuál de los dos le voy a CREER?

Este es el mismo dilema que vivían los israelitas en los días de Amos y en los días de Elías.

Y acercándose Elías a todo el pueblo, dijo: ¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él. Y el pueblo no respondió palabra (1 R 18.21).

Vemos así, que en los tiempos de Elías el pueblo de Israel vivía una vida de constante fracaso y derrota debido a sus constantes dudas e incredulidad a la Palabra de Dios. A pesar de que Baal y sus sacerdotes habían fracasado en responder con fuego para el sacrificio, Israel calló y no respondió palabra. Como Tomás con Jesús resucitado, ellos necesitaban ver para creer.

Cuando llegó la hora de ofrecerse el holocausto, se acercó el profeta Elías y dijo: Jehová Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo, y que por mandato tuyo he hecho todas estas cosas. Respóndeme, Jehová, respóndeme, para que conozca este pueblo que tú, oh Jehová, eres el Dios, y que tú vuelves a ti el corazón de ellos. Entonces cayó fuego de Jehová, y consumió el holocausto, la leña, las piedras y el polvo, y aun lamió el agua que estaba en la zanja (1 R 18.36-38).

Dado que fe es creerle a Dios creyendo Su Palabra, podemos ver aquí que el problema es que los milagros no producen fe. Esto es evidente pues desde que Moisés sacó al pueblo de Egipto hasta Elías pasaron más de 600 años llenos de milagros y de la intervención sobre natural de Dios a favor de Israel, ¡y ellos continuaban sin creerle a Dios!

De hecho, fuego descendió del cielo y todos clamaron que Jehová era Dios, pero ni el rey Acab, ni el pueblo de Israel se volvieron hacia Dios de todo corazón. ¡Asombroso! Hoy en día muchos dirían que si vieran caer fuego de Dios como respuesta a sus oraciones, entonces en verdad creerían en Dios. Pero, ¿le creerían a Dios? ¿Creerían a Su Palabra la Biblia?

Entonces todos los discípulos, dejándole, huyeron. Pero cierto joven le seguía, cubierto el cuerpo con una sábana; y le prendieron; mas él, dejando la sábana, huyó desnudo (Mar 14.50-52).

Lo mismo sucedió con Jesucristo quien hizo gran cantidad de señales y milagros y aun así hasta sus discípulos lo abandonaron.

¡Los milagros no producen fe!

En su sabiduría, Dios comprendió que el mundo jamás lo encontraría por medio de la inteligencia humana, y determinó salvar precisamente a los que creen de corazón este mensaje que el mundo tilda de tonto e insensato. Es insensato para los judíos porque piden señales en el cielo que confirmen la veracidad de lo que se les anuncia; y es insensato para los griegos porque sólo confían en lo que concuerda con sus filosofías y en lo que consideran sabio. Por eso, cuando les predicamos que Cristo que murió puede salvarlos, los judíos se ofuscan y los griegos dicen que es tontería. Mas para los llamados, ya sean judíos o griegos, Cristo es el gran poder de Dios que los salva, el centro mismo del sabio plan de salvación divina (1 Co 1.21-24 BAD).

Muy probablemente tú necesites un milagro el día de hoy. Es muy probable que este día necesites la intervención divina en algún asunto o problema que estés enfrentando. Si este es tu caso, te tengo buenas noticias, lo único que necesitas hacer es resolver el dilema de la Vida: ¿Quién dirá la Verdad, tus circunstancias o Dios, tu Padre? ¿A quién le vas a creer, a tus circunstancias o Dios, tu Padre?

¿Vas a creerle al pecado y a la condenación y a la certeza de la muerte eterna? ¿O vas a creerle a Dios, tu Padre, que te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti y ha decretado en Su Palabra que, Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17)?

¿Vas a creer a la tristeza, la depresión, la soledad y la falta de significado de tu existencia? ¿O vas a creerle a Dios, tu Padre, que te ama tanto que ha hecho de ti Su propio(a) Hijo(a) decretando en Su Palabra que, MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! (1 Jn 3.1a BAD)?

¿Vas a creer en el dolor, los diagnósticos, el malestar y la enfermedad que tienes que sobrellevar con resignación por tu suerte? ¿O vas a creerle a Dios, tu Padre, quien te dice en Su Palabra que, Ciertamente llevó él nuestras [tus] enfermedades, y sufrió nuestros [tus] dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras [tus] rebeliones, molido por nuestros [tus] pecados; el castigo de nuestra [tu] paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros [tu] curados (Isa 53.4-5)?

¿Vas a creer en la pobreza y la escasez de la vida miserable que te tocó vivir? ¿O vas a creerle a Dios, tu Padre,  quien te dice en Su Palabra que, Mi Dios [tu Padre]pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús (Fil 4.19)?

¿Vas a creer en las circunstancias y lo malo de los tiempos que te han arrebatado el corazón de tus hijos para llevarlos a la perdición? ¿O vas a creerle a Dios, tu Padre,  quien te jura en Su Palabra que, Y este será mi pacto con ellos [contigo],  dijo Jehová:  El Espíritu mío que está sobre ti [el Espíritu Santo],  y mis palabras que puse en tu boca [la Biblia],  no faltarán de tu boca,  ni de la boca de tus hijos,  ni de la boca de los hijos de tus hijos,  dijo Jehová,  desde ahora y para siempre (Isa 59.21)?

¡Sólo creyéndole a Dios, creyendo Su Palabra, dejarás de ser derrotado(a) entre dos pensamientos y sólo así podrás vivir la Vida Victoriosa que Cristo Jesús compró para ti!

¡Sólo la Fe produce los milagros!

Así pues, la fe nace al oír el mensaje, y el mensaje viene de la palabra de Cristo (Ro 10.17 DHH).

¡Sólo la Palabra de Dios produce Fe!

Regocijémonos en El, crezcamos en la vida cristiana y dejemos atrás nuestra vieja y cancerosa vida con sus malicias y perversidades. Celebrémoslo con el purísimo pan del honor, la sinceridad y la verdad (1 Co 5.8 BAD).

Así que, alégrate y crece en tu vida cristiana. Deja atrás la vieja naturaleza pues Tú no eres más un(a) viejo(a) pecador(a) salvo(a) por gracia. En honor a la Verdad, que es la Palabra de Dios,  tú eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y no de una simiente que se pueda corromper sino de la incorruptible semilla que es la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre.

¡Tú eres el (la) amado(a) Hijo(a) de tu Padre!

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, en esta hora quiero agradecer Tu Gran Amor para conmigo, que estando yo muerto(a) en delitos y pecados me diste Vida juntamente con Cristo. Señor Jesús, gracias por la Vida Nueva que compraste para mí. Gracias porque no es una vida común y corriente. Por ti, Señor Jesús, ahora puedo gozar la Vida Eterna de un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. ¡Tengo Vida de Reino! ¡Tengo Vida de Poder! Por Ti, mi amado Jesús, he Nacido de Nuevo y ahora Dios, el Todopoderoso, es Abba, Padre, mi Papá. Leer de esto en Tu Palabra, la Biblia, me hace conocer la Verdad y la Verdad me hace libre. ¡Tengo entendimiento y resplandezco como el resplandor del firmamento! Soy libre para recibir, por medio de la fe en Ti, Jesucristo, esta Nueva Vida. Soy libre para recibir, por medio de la fe en Tu Palabra, esta identidad de Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, siendo renacido(a), no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre. Por lo tanto, amado Padre celestial, todas y cada una de las Promesas que están en Tu Palabra son mías y para mí. Hoy puedo orar a Ti con la certeza de que me escuchas y me respondes. Tengo gozo y paz en mi corazón pues puedo pedir y recibir. Por lo tanto, en el nombre poderoso de Cristo Jesús, declaró que soy sano(a) y libre de toda enfermedad o dolencia; creo y recibo la voluntad expresa de mi Padre, Dios Todopoderoso, para ser y vivir prosperado(a) en todas las cosas. Echo fuera de mi vida todo pensamiento de temor y duda resistiendo todo engaño y mentira acerca de mí. Yo soy lo que la Biblia dice que soy. Un(a) Hijo(a) amado(a) de Dios; especial tesoro de mi Padre; todo lo puedo en Cristo que me fortalece y en todas las cosas, absolutamente todas las cosas, soy más que vencedor(a) por medio del Amor de Cristo Jesús, mi Rey, Señor y Salvador. Señor Jesús, hoy me alegro en el gozo y la paz que brindan el ser la persona que Tú dices que soy. Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011

 

Tres Recomendaciones:

Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas recomendaciones:

1.     Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él. Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.

2.     Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla. ¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.

3.     En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2020

 

 

Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Julio           17                         1 Co 5  /  1 R 18  /  Am 2


Cápsula del día.





Puedes escuchar o descargar la lectura de la  Biblia en audio del día de hoy, la tenemos para ti en dos versiones: 


RV60 




NVI 




Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Julio           17                         1 Co 5  /  1 R 18  /  Am 2

 

1 Corintios 5

Un caso de inmoralidad juzgado

5

1De cierto se oye que hay entre vosotros fornicación, y tal fornicación cual ni aun se nombra entre los gentiles; tanto que alguno tiene la mujer de su padre.a 2Y vosotros estáis envanecidos. ¿No debierais más bien haberos lamentado, para que fuese quitado de en medio de vosotros el que cometió tal acción?

3Ciertamente yo, como ausente en cuerpo, pero presente en espíritu, ya como presente he juzgado al que tal cosa ha hecho. 4En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, reunidos vosotros y mi espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesucristo, 5el tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús.

6No es buena vuestra jactancia. ¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa?b 7Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestra pascua,c que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros. 8Así que celebremos la fiesta, no con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura,d de sinceridad y de verdad.

9Os he escrito por carta, que no os juntéis con los fornicarios; 10no absolutamente con los fornicarios de este mundo, o con los avaros, o con los ladrones, o con los idólatras; pues en tal caso os sería necesario salir del mundo. 11Más bien os escribí que no os juntéis con ninguno que, llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis. 12Porque ¿qué razón tendría yo para juzgar a los que están fuera? ¿No juzgáis vosotros a los que están dentro? 13Porque a los que están fuera, Dios juzgará. Quitad, pues, a ese perverso de entre vosotros. [1]

 

1 Reyes 18

Elías regresa a ver a Acab

18

1Pasados muchos días, vino palabra de Jehová a Elías en el tercer año, diciendo: Ve, muéstrate a Acab, y yo haré llover sobre la faz de la tierra. 2Fue, pues, Elías a mostrarse a Acab. Y el hambre era grave en Samaria. 3Y Acab llamó a Abdías su mayordomo. Abdías era en gran manera temeroso de Jehová. 4Porque cuando Jezabel destruía a los profetas de Jehová, Abdías tomó a cien profetas y los escondió de cincuenta en cincuenta en cuevas, y los sustentó con pan y agua. 5Dijo, pues, Acab a Abdías: Ve por el país a todas las fuentes de aguas, y a todos los arroyos, a ver si acaso hallaremos hierba con que conservemos la vida a los caballos y a las mulas, para que no nos quedemos sin bestias. 6Y dividieron entre sí el país para recorrerlo; Acab fue por un camino, y Abdías fue separadamente por otro.

7Y yendo Abdías por el camino, se encontró con Elías; y cuando lo reconoció, se postró sobre su rostro y dijo: ¿No eres tú mi señor Elías? 8Y él respondió: Yo soy; ve, di a tu amo: Aquí está Elías. 9Pero él dijo: ¿En qué he pecado, para que entregues a tu siervo en mano de Acab para que me mate? 10Vive Jehová tu Dios, que no ha habido nación ni reino adonde mi señor no haya enviado a buscarte, y todos han respondido: No está aquí; y a reinos y a naciones él ha hecho jurar que no te han hallado. 11¿Y ahora tú dices: Ve, di a tu amo: Aquí está Elías? 12Acontecerá que luego que yo me haya ido, el Espíritu de Jehová te llevará adonde yo no sepa, y al venir yo y dar las nuevas a Acab, al no hallarte él, me matará; y tu siervo teme a Jehová desde su juventud. 13¿No ha sido dicho a mi señor lo que hice, cuando Jezabel mataba a los profetas de Jehová; que escondí a cien varones de los profetas de Jehová de cincuenta en cincuenta en cuevas, y los mantuve con pan y agua? 14¿Y ahora dices tú: Ve, di a tu amo: Aquí está Elías; para que él me mate? 15Y le dijo Elías: Vive Jehová de los ejércitos, en cuya presencia estoy, que hoy me mostraré a él. 16Entonces Abdías fue a encontrarse con Acab, y le dio el aviso; y Acab vino a encontrarse con Elías.

17Cuando Acab vio a Elías, le dijo: ¿Eres tú el que turbas a Israel? 18Y él respondió: Yo no he turbado a Israel, sino tú y la casa de tu padre, dejando los mandamientos de Jehová, y siguiendo a los baales. 19Envía, pues, ahora y congrégame a todo Israel en el monte Carmelo, y los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal, y los cuatrocientos profetas de Asera, que comen de la mesa de Jezabel.

Elías y los profetas de Baal

20Entonces Acab convocó a todos los hijos de Israel, y reunió a los profetas en el monte Carmelo. 21Y acercándose Elías a todo el pueblo, dijo: ¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él. Y el pueblo no respondió palabra. 22Y Elías volvió a decir al pueblo: Sólo yo he quedado profeta de Jehová; mas de los profetas de Baal hay cuatrocientos cincuenta hombres. 23Dénsenos, pues, dos bueyes, y escojan ellos uno, y córtenlo en pedazos, y pónganlo sobre leña, pero no pongan fuego debajo; y yo prepararé el otro buey, y lo pondré sobre leña, y ningún fuego pondré debajo. 24Invocad luego vosotros el nombre de vuestros dioses, y yo invocaré el nombre de Jehová; y el Dios que respondiere por medio de fuego, ése sea Dios. Y todo el pueblo respondió, diciendo: Bien dicho. 25Entonces Elías dijo a los profetas de Baal: Escogeos un buey, y preparadlo vosotros primero, pues que sois los más; e invocad el nombre de vuestros dioses, mas no pongáis fuego debajo. 26Y ellos tomaron el buey que les fue dado y lo prepararon, e invocaron el nombre de Baal desde la mañana hasta el mediodía, diciendo: ¡Baal, respóndenos! Pero no había voz, ni quien respondiese; entre tanto, ellos andaban saltando cerca del altar que habían hecho. 27Y aconteció al mediodía, que Elías se burlaba de ellos, diciendo: Gritad en alta voz, porque dios es; quizá está meditando, o tiene algún trabajo, o va de camino; tal vez duerme, y hay que despertarle. 28Y ellos clamaban a grandes voces, y se sajaban con cuchillos y con lancetas conforme a su costumbre, hasta chorrear la sangre sobre ellos. 29Pasó el mediodía, y ellos siguieron gritando frenéticamente hasta la hora de ofrecerse el sacrificio, pero no hubo ninguna voz, ni quien respondiese ni escuchase.

30Entonces dijo Elías a todo el pueblo: Acercaos a mí. Y todo el pueblo se le acercó; y él arregló el altar de Jehová que estaba arruinado. 31Y tomando Elías doce piedras, conforme al número de las tribus de los hijos de Jacob, al cual había sido dada palabra de Jehová diciendo, Israel será tu nombre,a 32edificó con las piedras un altar en el nombre de Jehová; después hizo una zanja alrededor del altar, en que cupieran dos medidas de grano. 33Preparó luego la leña, y cortó el buey en pedazos, y lo puso sobre la leña. 34Y dijo: Llenad cuatro cántaros de agua, y derramadla sobre el holocausto y sobre la leña. Y dijo: Hacedlo otra vez; y otra vez lo hicieron. Dijo aún: Hacedlo la tercera vez; y lo hicieron la tercera vez, 35de manera que el agua corría alrededor del altar, y también se había llenado de agua la zanja.

36Cuando llegó la hora de ofrecerse el holocausto, se acercó el profeta Elías y dijo: Jehová Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo, y que por mandato tuyo he hecho todas estas cosas. 37Respóndeme, Jehová, respóndeme, para que conozca este pueblo que tú, oh Jehová, eres el Dios, y que tú vuelves a ti el corazón de ellos. 38Entonces cayó fuego de Jehová, y consumió el holocausto, la leña, las piedras y el polvo, y aun lamió el agua que estaba en la zanja. 39Viéndolo todo el pueblo, se postraron y dijeron: ¡Jehová es el Dios, Jehová es el Dios! 40Entonces Elías les dijo: Prended a los profetas de Baal, para que no escape ninguno. Y ellos los prendieron; y los llevó Elías al arroyo de Cisón, y allí los degolló.

Elías ora por lluvia

41Entonces Elías dijo a Acab: Sube, come y bebe; porque una lluvia grande se oye. 42Acab subió a comer y a beber. Y Elías subió a la cumbre del Carmelo, y postrándose en tierra, puso su rostro entre las rodillas. 43Y dijo a su criado: Sube ahora, y mira hacia el mar. Y él subió, y miró, y dijo: No hay nada. Y él le volvió a decir: Vuelve siete veces. 44A la séptima vez dijo: Yo veo una pequeña nube como la palma de la mano de un hombre, que sube del mar. Y él dijo: Ve, y di a Acab: Unce tu carro y desciende, para que la lluvia no te ataje. 45Y aconteció, estando en esto, que los cielos se oscurecieron con nubes y viento, y hubo una gran lluvia.b Y subiendo Acab, vino a Jezreel. 46Y la mano de Jehová estuvo sobre Elías, el cual ciñó sus lomos, y corrió delante de Acab hasta llegar a Jezreel. [2]

 

Amos 2

 

2

1Así ha dicho Jehová: Por tres pecados de Moab,a y por el cuarto, no revocaré su castigo; porque quemó los huesos del rey de Edom hasta calcinarlos. 2Prenderé fuego en Moab, y consumirá los palacios de Queriot; y morirá Moab con tumulto, con estrépito y sonido de trompeta. 3Y quitaré el juez de en medio de él, y mataré con él a todos sus príncipes, dice Jehová.

4Así ha dicho Jehová: Por tres pecados de Judá, y por el cuarto, no revocaré su castigo; porque menospreciaron la ley de Jehová, y no guardaron sus ordenanzas, y les hicieron errar sus mentiras, en pos de las cuales anduvieron sus padres. 5Prenderé, por tanto, fuego en Judá, el cual consumirá los palacios de Jerusalén.

Juicio contra Israel

6Así ha dicho Jehová: Por tres pecados de Israel, y por el cuarto, no revocaré su castigo; porque vendieron por dinero al justo, y al pobre por un par de zapatos. 7Pisotean en el polvo de la tierra las cabezas de los desvalidos, y tuercen el camino de los humildes; y el hijo y su padre se llegan a la misma joven, profanando mi santo nombre. 8Sobre las ropas empeñadas se acuestan junto a cualquier altar; y el vino de los multados beben en la casa de sus dioses.

9Yo destruí delante de ellos al amorreo,b cuya altura era como la altura de los cedros, y fuerte como una encina; y destruí su fruto arriba y sus raíces abajo. 10Y a vosotros os hice subir de la tierra de Egipto, y os conduje por el desierto cuarenta años, para que entraseis en posesión de la tierra del amorreo. 11Y levanté de vuestros hijos para profetas, y de vuestros jóvenes para que fuesen nazareos.c ¿No es esto así, dice Jehová, hijos de Israel?

12Mas vosotros disteis de beber vino a los nazareos, y a los profetas mandasteis diciendo: No profeticéis. 13Pues he aquí, yo os apretaré en vuestro lugar, como se aprieta el carro lleno de gavillas; 14y el ligero no podrá huir, y al fuerte no le ayudará su fuerza, ni el valiente librará su vida. 15El que maneja el arco no resistirá, ni escapará el ligero de pies, ni el que cabalga en caballo salvará su vida. 16El esforzado de entre los valientes huirá desnudo aquel día, dice Jehová. [3]

 



a
                    a a 5.1: Dt. 22.30.

b
                    b b 5.6: Gá. 5.9.

c
                    c c 5.7: Ex. 12.5.

d
                    d d 5.8: Ex. 13.7; Dt. 16.3.

[1]
               Reina Valera Revisada (1960). 1998 (1 Co 4.21-5.13). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.

a
                    a a 18.31: Gn. 32.28; 35.10.

b
                    b b 18.42–45: Stg. 5.18.

[2]
               Reina Valera Revisada (1960). 1998 (1 Re 17.24-18.46). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.

a
                    a a 2.1–3: Is. 15.1—16.14; 25.10–12; Jer. 48.1–47; Ez. 25.8–11; Sof. 2.8–11.

b
                    b b 2.9: Dt. 3.8–11.

c
                    c c 2.11: Nm. 6.1–8.

[3]
               Reina Valera Revisada (1960). 1998 (Am 1.15-2.16). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.

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