¡Cómo recibir un milagro!
¡Sí, Señor!
Por Riqui Ricón*
Porque una mujer, cuya hija tenía un espíritu inmundo, luego que oyó de él, vino y se postró a sus pies. La mujer era griega, y sirofenicia de nación; y le rogaba que echase fuera de su hija al demonio. Pero Jesús le dijo: Deja primero que se sacien los hijos, porque no está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos. Respondió ella y le dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos, debajo de la mesa, comen de las migajas de los hijos. Entonces le dijo: Por esta palabra, ve; el demonio ha salido de tu hija. Y cuando llegó ella a su casa, halló que el demonio había salido, y a la hija acostada en la cama (Mar 7.25-30).
La Biblia, que es la Palabra de Dios y no miente, establece que si tú has hecho a Jesucristo el Señor y Salvador de tu vida, entonces has Nacido de Nuevo como un(a) Hija(o) de Dios y, de acuerdo a las Palabras de Jesús, tienes todo el derecho a comer del pan de los Hijos que incluye la sanidad divina, la prosperidad, la paz y la dicha de tu alma.
Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma (3 Jn 2).
La Biblia expresa claramente la Voluntad de tu Padre celestial. Luego entonces, ser sano(a) y tener una vida saludable es tu derecho de acuerdo a las Escrituras.
Lo interesante de esto es que muchos Hijos de Dios no lo creen así, y por tanto lo dejan caer al piso, donde alguien que sí crea (aunque no tenga derecho legítimo) lo podrá hacer suyo.
Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan (He 11.6).
La clave para recibir lo que legítimamente es tuyo, sigue siendo la fe, esto es, creerle a Dios, creyendo Su Palabra. La única forma en que puedes agradar a tu Padre celestial, la única forma en que puedes hacerle esbozar una sonrisa de placer, es cuando actúas con fe, manteniéndote constante y persistentemente creyendo que es Verdad lo que Él te dice y te promete en Su Palabra. Pues, al fin y al cabo, es más que cierto que si Dios lo dijo, entonces, Él lo va a cumplir; si Dios lo hablo, entonces, Él lo va a ejecutar.
Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree [que le cree a Dios creyendo Su Palabra]; al judío primeramente, y también al griego. Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe [por creerle a Dios creyendo Su Palabra] y para fe [para creerle a Dios creyendo Su Palabra], como está escrito: Mas el justo por la fe [por creerle a Dios creyendo Su Palabra] vivirá (Ro 1.16-17).
¡Esto es lo que hizo la mujer sirofenicia! Ella respondió: “Sí, Señor”. Le reconoció como Señor y al hacer esto, estableció que todo lo que Él dice es cierto, que Su Palabra es la Verdad. No obstante, ella no se fue triste, ni avergonzada porque la hubiesen llamado perrillo. Tampoco se hizo la ofendida, sino que la certeza de su fe le permitió ser constante y persistente para creer y obtener de Jesús la liberación de su hija.
Dios no es un hombre, por lo tanto no miente. Él no es humano, por lo tanto no cambia de parecer. ¿Acaso alguna vez habló sin actuar? ¿Alguna vez prometió sin cumplir? Escucha, yo recibí la orden de bendecir; ¡Dios ha bendecido, y yo no puedo revertirlo! (Num 23.19-20 NTV).
Recuerda que no es tu alabanza, ni tu adoración, ni tu humildad lo que agrada a Dios, sino tu fe, que es creerle a Dios, creyendo Su Palabra. Entonces, una vez que le has creído a Dios, creyendo Su Palabra, puedes depositar toda tu confianza en Él, pues sabes que sabes que Dios no miente; sabes que sabes que todo lo que Dios te ha dicho, Él lo va hacer; sabes que todo lo que Dios te ha prometido, Él lo va a cumplir. Ahora sabes que Dios te ha bendecido en Su Palabra y nada, ni nadie, podrá revertirlo.
Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí (Gal 2.20).
Cuando aceptaste a Jesucristo como Señor y Salvador de tu vida, aceptaste que pagó con su muerte en la cruz todos tus pecados, y por tanto, Él te representó en tu propia muerte. Así que, ¡tú moriste con Cristo! También aceptaste Su victoria sobre el pecado y la muerte al resucitar de entre los muertos; con esto, ¡Tú Naciste de Nuevo! Y tienes todo el derecho a vivir una Vida Plena y Abundante.
El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10.10).
Ahora, en Cristo Jesús, tienes todo el derecho a vivir la Vida de un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo: ¡La Vida Eterna!
Pues la paga que deja el pecado es la muerte, pero el regalo que Dios da es la vida eterna por medio de Cristo Jesús nuestro Señor (Ro 6.23 NTV).
Entonces, sea cual sea el problema, enfermedad o aflicción que el día de hoy estés enfrentando, puedes hacerlo con la fe del Hijo de Dios, el cual se entregó a si mismo por amor a ti.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).
¡Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti!
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo más maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos (1 Jn 3.1 BAD).
¡Eres legal y legítimamente un(a) Hijo(a) de Dios! ¡Tienes todo el derecho al pan de los Hijos! ¡Tienes derecho a la sanidad divina! ¡Tienes derecho a la prosperidad! ¡Tienes derecho a la salud de tu cuerpo! ¡Tienes derecho a vivir una Vida Plena y Abundante! ¡Tienes derecho al gozo y a la paz! ¡Tienes derecho a ser feliz!
Jehová de los ejércitos, Dichoso el hombre que en ti confía (Sal 84.12).
La mujer sirofenicia no tenía estos derechos y aun así obtuvo, por su fe, el milagro que estaba buscando.
Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios (He 12.1-2).
Así que, sin importar lo difícil de tu situación, mantente firme, constante y persistentemente creyendo la Palabra de Dios; pon tus ojos en Jesús, el autor y consumador de tu fe, pues Dios, quien te llamó para ser Hijo(a) Suyo(a), Él actuará conforme a Su Palabra (1 Tes 5.24).
Recuerda que no hay nada imposible para Dios y al que cree, todo le es posible.
Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que habéis alcanzado, por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo, una fe igualmente preciosa que la nuestra (2 P 1.1).
Lo hermoso del Evangelio, las buenas noticias, es que en Cristo Jesús no solamente fuiste justificado(a), perdonado(a), santificado(a) y regenerado(a), esto es, Nacido(a) de Nuevo para ser hecho(a) Hijo(a) de Dios, sino que, además, tu Padre te dio el regalo de la fe para que puedas recibir todo esto.
para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados (Hch 26.18).
Así es mi amado(a), tú tienes la fe de Jesucristo, que es la misma fe que tenían Pedro, Pablo y los apóstoles. Eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo lleno(a) de la fe de Jesucristo para agradar a tu Padre celestial. Y, ¿cómo le agradas? Pues, de la misma forma que lo hizo la mujer sirofenicia: ¡RECIBIENDO POR LA FE en Jesús! ¡Creyéndole a Dios, creyendo Su Palabra!
¿Tienes el día de hoy alguna necesidad? Pues encuentra en la Biblia, la Palabra de Dios, las promesas tocantes respecto a dicha necesidad y ve con tu Padre celestial dispuesto(a) a recibir tu milagro por el simple hecho de creerle a Dios, creyendo Su Palabra.
¡Así de fácil!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, en esta hora estoy dispuesto(a) a recibir y creer ese gran Amor con que me has amado. Soy Tu Hijo(a) y tengo derecho a TODO lo que es Tuyo. ¡Gracias, mi Dios! Por ti, amado Jesús, soy sano(a) y soy libre para vivir la clase de vida que Tu deseas para mí. Así que, aunque ande en valle de sombra y de muerte, no temeré mal alguno, porque Tú, Jesús, estás conmigo; declaro, con mi fe puesta en Tu Palabra, que voy a vivir una Vida Plena y Abundante. Tengo derecho a una Vida prospera y saludable, llena de gozo, paz, amor y felicidad. ¡Y la voy a Vivir! Soy un(a) Hijo(a) de Dios y tengo todo el derecho al pan de los Hijos. Así que, nada ni nadie me podrán hacer frente todos los días de mi vida pues Tú, Espíritu Santo, estás en mí y conmigo. ¡Mayor es el que está en mí que el que está en el mundo! ¡Todo lo puedo en Cristo! ¡De todo problema, enfermedad o aflicción, yo, __________ (tu nombre aquí), voy a salir más que vencedor(a) por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2011
Tres Recomendaciones:
Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas recomendaciones:
1. Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él. Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.
2. Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla. ¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.
3. En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2020
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Junio 25 Mar 7.24-37 / 2 Sam 18 / Dan 11.20-45
RV60
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Junio 25 Mar 7.24-37 / 2 Sam 18 / Dan 11.20-45
Marcos 7.24-37
La fe de la mujer sirofenicia
(Mt. 15.21–28)
24Levantándose de allí, se fue a la región de Tiro y de Sidón; y entrando en una casa, no quiso que nadie lo supiese; pero no pudo esconderse. 25Porque una mujer, cuya hija tenía un espíritu inmundo, luego que oyó de él, vino y se postró a sus pies. 26La mujer era griega, y sirofenicia de nación; y le rogaba que echase fuera de su hija al demonio. 27Pero Jesús le dijo: Deja primero que se sacien los hijos, porque no está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos. 28Respondió ella y le dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos, debajo de la mesa, comen de las migajas de los hijos. 29Entonces le dijo: Por esta palabra, ve; el demonio ha salido de tu hija. 30Y cuando llegó ella a su casa, halló que el demonio había salido, y a la hija acostada en la cama.
Jesús sana a un sordomudo
31Volviendo a salir de la región de Tiro, vino por Sidón al mar de Galilea, pasando por la región de Decápolis. 32Y le trajeron un sordo y tartamudo, y le rogaron que le pusiera la mano encima. 33Y tomándole aparte de la gente, metió los dedos en las orejas de él, y escupiendo, tocó su lengua; 34y levantando los ojos al cielo, gimió, y le dijo: Efata, es decir: Sé abierto. 35Al momento fueron abiertos sus oídos, y se desató la ligadura de su lengua, y hablaba bien. 36Y les mandó que no lo dijesen a nadie; pero cuanto más les mandaba, tanto más y más lo divulgaban. 37Y en gran manera se maravillaban, diciendo: bien lo ha hecho todo; hace a los sordos oír, y a los mudos hablar.[1]
2 Samuel 18
Muerte de Absalón
18
1David, pues, pasó revista al pueblo que tenía consigo, y puso sobre ellos jefes de millares y jefes de centenas. 2Y envió David al pueblo, una tercera parte bajo el mando de Joab, una tercera parte bajo el mando de Abisai hijo de Sarvia, hermano de Joab, y una tercera parte al mando de Itai geteo. Y dijo el rey al pueblo: Yo también saldré con vosotros. 3Mas el pueblo dijo: No saldrás; porque si nosotros huyéremos, no harán caso de nosotros; y aunque la mitad de nosotros muera, no harán caso de nosotros; mas tú ahora vales tanto como diez mil de nosotros. Será, pues, mejor que tú nos des ayuda desde la ciudad. 4Entonces el rey les dijo: Yo haré lo que bien os parezca. Y se puso el rey a la entrada de la puerta, mientras salía todo el pueblo de ciento en ciento y de mil en mil. 5Y el rey mandó a Joab, a Abisai y a Itai, diciendo: Tratad benignamente por amor de mí al joven Absalón. Y todo el pueblo oyó cuando dio el rey orden acerca de Absalón a todos los capitanes.
6Salió, pues, el pueblo al campo contra Israel, y se libró la batalla en el bosque de Efraín. 7Y allí cayó el pueblo de Israel delante de los siervos de David, y se hizo allí en aquel día una gran matanza de veinte mil hombres. 8Y la batalla se extendió por todo el país; y fueron más los que destruyó el bosque aquel día, que los que destruyó la espada.
9Y se encontró Absalón con los siervos de David; e iba Absalón sobre un mulo, y el mulo entró por debajo de las ramas espesas de una gran encina, y se le enredó la cabeza en la encina, y Absalón quedó suspendido entre el cielo y la tierra; y el mulo en que iba pasó delante. 10Viéndolo uno, avisó a Joab, diciendo: He aquí que he visto a Absalón colgado de una encina. 11Y Joab respondió al hombre que le daba la nueva: Y viéndolo tú, ¿por qué no le mataste luego allí echándole a tierra? Me hubiera placido darte diez siclos de plata, y un talabarte. 12El hombre dijo a Joab: Aunque me pesaras mil siclos de plata, no extendería yo mi mano contra el hijo del rey; porque nosotros oímos cuando el rey te mandó a ti y a Abisai y a Itai, diciendo: Mirad que ninguno toque al joven Absalón. 13Por otra parte, habría yo hecho traición contra mi vida, pues que al rey nada se le esconde, y tú mismo estarías en contra. 14Y respondió Joab: No malgastaré mi tiempo contigo. Y tomando tres dardos en su mano, los clavó en el corazón de Absalón, quien estaba aún vivo en medio de la encina. 15Y diez jóvenes escuderos de Joab rodearon e hirieron a Absalón, y acabaron de matarle.
16Entonces Joab tocó la trompeta, y el pueblo se volvió de seguir a Israel, porque Joab detuvo al pueblo. 17Tomando después a Absalón, le echaron en un gran hoyo en el bosque, y levantaron sobre él un montón muy grande de piedras; y todo Israel huyó, cada uno a su tienda. 18Y en vida, Absalón había tomado y erigido una columna, la cual está en el valle del rey; porque había dicho: Yo no tengo hijo que conserve la memoria de mi nombre. Y llamó aquella columna por su nombre, y así se ha llamado Columna de Absalón, hasta hoy.
19Entonces Ahimaas hijo de Sadoc dijo: ¿Correré ahora, y daré al rey las nuevas de que Jehová ha defendido su causa de la mano de sus enemigos? 20Respondió Joab: Hoy no llevarás las nuevas; las llevarás otro día; no darás hoy la nueva, porque el hijo del rey ha muerto. 21Y Joab dijo a un etíope: Ve tú, y di al rey lo que has visto. Y el etíope hizo reverencia ante Joab, y corrió. 22Entonces Ahimaas hijo de Sadoc volvió a decir a Joab: Sea como fuere, yo correré ahora tras el etíope. Y Joab dijo: Hijo mío, ¿para qué has de correr tú, si no recibirás premio por las nuevas? 23Mas él respondió: Sea como fuere, yo correré. Entonces le dijo: Corre. Corrió, pues, Ahimaas por el camino de la llanura, y pasó delante del etíope.
24Y David estaba sentado entre las dos puertas; y el atalaya había ido al terrado sobre la puerta en el muro, y alzando sus ojos, miró, y vio a uno que corría solo. 25El atalaya dio luego voces, y lo hizo saber al rey. Y el rey dijo: Si viene solo, buenas nuevas trae. En tanto que él venía acercándose, 26vio el atalaya a otro que corría; y dio voces el atalaya al portero, diciendo: He aquí otro hombre que corre solo. Y el rey dijo: Este también es mensajero. 27Y el atalaya volvió a decir: Me parece el correr del primero como el correr de Ahimaas hijo de Sadoc. Y respondió el rey: Ese es hombre de bien, y viene con buenas nuevas.
28Entonces Ahimaas dijo en alta voz al rey: Paz. Y se inclinó a tierra delante del rey, y dijo: Bendito sea Jehová Dios tuyo, que ha entregado a los hombres que habían levantado sus manos contra mi señor el rey. 29Y el rey dijo: ¿El joven Absalón está bien? Y Ahimaas respondió: Vi yo un gran alboroto cuando envió Joab al siervo del rey y a mí tu siervo; mas no sé qué era. 30Y el rey dijo: Pasa, y ponte allí. Y él pasó, y se quedó de pie.
31Luego vino el etíope, y dijo: Reciba nuevas mi señor el rey, que hoy Jehová ha defendido tu causa de la mano de todos los que se habían levantado contra ti. 32El rey entonces dijo al etíope: ¿El joven Absalón está bien? Y el etíope respondió: Como aquel joven sean los enemigos de mi señor el rey, y todos los que se levanten contra ti para mal. 33Entonces el rey se turbó, y subió a la sala de la puerta, y lloró; y yendo, decía así: ¡Hijo mío Absalón, hijo mío, hijo mío Absalón! ¡Quién me diera que muriera yo en lugar de ti, Absalón, hijo mío, hijo mío![2]
Daniel 11.20-45
20Y se levantará en su lugar uno que hará pasar un cobrador de tributos por la gloria del reino; pero en pocos días será quebrantado, aunque no en ira, ni en batalla. 21Y le sucederá en su lugar un hombre despreciable, al cual no darán la honra del reino; pero vendrá sin aviso y tomará el reino con halagos. 22Las fuerzas enemigas serán barridas delante de él como con inundación de aguas; serán del todo destruidos, junto con el príncipe del pacto. 23Y después del pacto con él, engañará y subirá, y saldrá vencedor con poca gente. 24Estando la provincia en paz y en abundancia, entrará y hará lo que no hicieron sus padres, ni los padres de sus padres; botín, despojos y riquezas repartirá a sus soldados, y contra las fortalezas formará sus designios; y esto por un tiempo. 25Y despertará sus fuerzas y su ardor contra el rey del sur con gran ejército; y el rey del sur se empeñará en la guerra con grande y muy fuerte ejército; mas no prevalecerá, porque le harán traición. 26Aun los que coman de sus manjares le quebrantarán; y su ejército será destruido, y caerán muchos muertos. 27El corazón de estos dos reyes será para hacer mal, y en una misma mesa hablarán mentira; mas no servirá de nada, porque el plazo aún no habrá llegado. 28Y volverá a su tierra con gran riqueza, y su corazón será contra el pacto santo; hará su voluntad, y volverá a su tierra.
29Al tiempo señalado volverá al sur; mas no será la postrera venida como la primera. 30Porque vendrán contra él naves de Quitim, y él se contristará, y volverá, y se enojará contra el pacto santo, y hará según su voluntad; volverá, pues, y se entenderá con los que abandonen el santo pacto. 31Y se levantarán de su parte tropas que profanarán el santuario y la fortaleza, y quitarán el continuo sacrificio, y pondrán la abominación desoladora.a 32Con lisonjas seducirá a los violadores del pacto; mas el pueblo que conoce a su Dios se esforzará y actuará. 33Y los sabios del pueblo instruirán a muchos; y por algunos días caerán a espada y a fuego, en cautividad y despojo. 34Y en su caída serán ayudados de pequeño socorro; y muchos se juntarán a ellos con lisonjas. 35También algunos de los sabios caerán para ser depurados y limpiados y emblanquecidos, hasta el tiempo determinado; porque aun para esto hay plazo.
36Y el rey hará su voluntad, y se ensoberbecerá, y se engrandecerá sobre todo dios;b y contra el Dios de los dioses hablará maravillas,c y prosperará, hasta que sea consumada la ira; porque lo determinado se cumplirá. 37Del Dios de sus padres no hará caso, ni del amor de las mujeres; ni respetará a dios alguno, porque sobre todo se engrandecerá. 38Mas honrará en su lugar al dios de las fortalezas, dios que sus padres no conocieron; lo honrará con oro y plata, con piedras preciosas y con cosas de gran precio. 39Con un dios ajeno se hará de las fortalezas más inexpugnables, y colmará de honores a los que le reconozcan, y por precio repartirá la tierra.
40Pero al cabo del tiempo el rey del sur contenderá con él; y el rey del norte se levantará contra él como una tempestad, con carros y gente de a caballo, y muchas naves; y entrará por las tierras, e inundará, y pasará. 41Entrará a la tierra gloriosa, y muchas provincias caerán; mas éstas escaparán de su mano: Edom y Moab, y la mayoría de los hijos de Amón. 42Extenderá su mano contra las tierras, y no escapará el país de Egipto. 43Y se apoderará de los tesoros de oro y plata, y de todas las cosas preciosas de Egipto; y los de Libia y de Etiopía le seguirán. 44Pero noticias del oriente y del norte lo atemorizarán, y saldrá con gran ira para destruir y matar a muchos. 45Y plantará las tiendas de su palacio entre los mares y el monte glorioso y santo; mas llegará a su fin, y no tendrá quien le ayude.[3]
[1]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (Mr 7.23-37). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.
[2]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (2 Sm 17.29-18.33). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.
a a 11.31: Dn. 9.27; 12.11; Mt. 24.15; Mr. 13.14.
b b 11.36: 2 Ts. 2.3–4.
c c 11.36: Ap. 13.5–6.
[3]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (Dn 11.20-45). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Junio 25 Mar 7.24-37 / 2 Sam 18 / Dan 11.20-45
Marcos 7.24-37
La fe de la mujer sirofenicia
(Mt. 15.21–28)
24Levantándose de allí, se fue a la región de Tiro y de Sidón; y entrando en una casa, no quiso que nadie lo supiese; pero no pudo esconderse. 25Porque una mujer, cuya hija tenía un espíritu inmundo, luego que oyó de él, vino y se postró a sus pies. 26La mujer era griega, y sirofenicia de nación; y le rogaba que echase fuera de su hija al demonio. 27Pero Jesús le dijo: Deja primero que se sacien los hijos, porque no está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos. 28Respondió ella y le dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos, debajo de la mesa, comen de las migajas de los hijos. 29Entonces le dijo: Por esta palabra, ve; el demonio ha salido de tu hija. 30Y cuando llegó ella a su casa, halló que el demonio había salido, y a la hija acostada en la cama.
Jesús sana a un sordomudo
31Volviendo a salir de la región de Tiro, vino por Sidón al mar de Galilea, pasando por la región de Decápolis. 32Y le trajeron un sordo y tartamudo, y le rogaron que le pusiera la mano encima. 33Y tomándole aparte de la gente, metió los dedos en las orejas de él, y escupiendo, tocó su lengua; 34y levantando los ojos al cielo, gimió, y le dijo: Efata, es decir: Sé abierto. 35Al momento fueron abiertos sus oídos, y se desató la ligadura de su lengua, y hablaba bien. 36Y les mandó que no lo dijesen a nadie; pero cuanto más les mandaba, tanto más y más lo divulgaban. 37Y en gran manera se maravillaban, diciendo: bien lo ha hecho todo; hace a los sordos oír, y a los mudos hablar.[1]
2 Samuel 18
Muerte de Absalón
18
1David, pues, pasó revista al pueblo que tenía consigo, y puso sobre ellos jefes de millares y jefes de centenas. 2Y envió David al pueblo, una tercera parte bajo el mando de Joab, una tercera parte bajo el mando de Abisai hijo de Sarvia, hermano de Joab, y una tercera parte al mando de Itai geteo. Y dijo el rey al pueblo: Yo también saldré con vosotros. 3Mas el pueblo dijo: No saldrás; porque si nosotros huyéremos, no harán caso de nosotros; y aunque la mitad de nosotros muera, no harán caso de nosotros; mas tú ahora vales tanto como diez mil de nosotros. Será, pues, mejor que tú nos des ayuda desde la ciudad. 4Entonces el rey les dijo: Yo haré lo que bien os parezca. Y se puso el rey a la entrada de la puerta, mientras salía todo el pueblo de ciento en ciento y de mil en mil. 5Y el rey mandó a Joab, a Abisai y a Itai, diciendo: Tratad benignamente por amor de mí al joven Absalón. Y todo el pueblo oyó cuando dio el rey orden acerca de Absalón a todos los capitanes.
6Salió, pues, el pueblo al campo contra Israel, y se libró la batalla en el bosque de Efraín. 7Y allí cayó el pueblo de Israel delante de los siervos de David, y se hizo allí en aquel día una gran matanza de veinte mil hombres. 8Y la batalla se extendió por todo el país; y fueron más los que destruyó el bosque aquel día, que los que destruyó la espada.
9Y se encontró Absalón con los siervos de David; e iba Absalón sobre un mulo, y el mulo entró por debajo de las ramas espesas de una gran encina, y se le enredó la cabeza en la encina, y Absalón quedó suspendido entre el cielo y la tierra; y el mulo en que iba pasó delante. 10Viéndolo uno, avisó a Joab, diciendo: He aquí que he visto a Absalón colgado de una encina. 11Y Joab respondió al hombre que le daba la nueva: Y viéndolo tú, ¿por qué no le mataste luego allí echándole a tierra? Me hubiera placido darte diez siclos de plata, y un talabarte. 12El hombre dijo a Joab: Aunque me pesaras mil siclos de plata, no extendería yo mi mano contra el hijo del rey; porque nosotros oímos cuando el rey te mandó a ti y a Abisai y a Itai, diciendo: Mirad que ninguno toque al joven Absalón. 13Por otra parte, habría yo hecho traición contra mi vida, pues que al rey nada se le esconde, y tú mismo estarías en contra. 14Y respondió Joab: No malgastaré mi tiempo contigo. Y tomando tres dardos en su mano, los clavó en el corazón de Absalón, quien estaba aún vivo en medio de la encina. 15Y diez jóvenes escuderos de Joab rodearon e hirieron a Absalón, y acabaron de matarle.
16Entonces Joab tocó la trompeta, y el pueblo se volvió de seguir a Israel, porque Joab detuvo al pueblo. 17Tomando después a Absalón, le echaron en un gran hoyo en el bosque, y levantaron sobre él un montón muy grande de piedras; y todo Israel huyó, cada uno a su tienda. 18Y en vida, Absalón había tomado y erigido una columna, la cual está en el valle del rey; porque había dicho: Yo no tengo hijo que conserve la memoria de mi nombre. Y llamó aquella columna por su nombre, y así se ha llamado Columna de Absalón, hasta hoy.
19Entonces Ahimaas hijo de Sadoc dijo: ¿Correré ahora, y daré al rey las nuevas de que Jehová ha defendido su causa de la mano de sus enemigos? 20Respondió Joab: Hoy no llevarás las nuevas; las llevarás otro día; no darás hoy la nueva, porque el hijo del rey ha muerto. 21Y Joab dijo a un etíope: Ve tú, y di al rey lo que has visto. Y el etíope hizo reverencia ante Joab, y corrió. 22Entonces Ahimaas hijo de Sadoc volvió a decir a Joab: Sea como fuere, yo correré ahora tras el etíope. Y Joab dijo: Hijo mío, ¿para qué has de correr tú, si no recibirás premio por las nuevas? 23Mas él respondió: Sea como fuere, yo correré. Entonces le dijo: Corre. Corrió, pues, Ahimaas por el camino de la llanura, y pasó delante del etíope.
24Y David estaba sentado entre las dos puertas; y el atalaya había ido al terrado sobre la puerta en el muro, y alzando sus ojos, miró, y vio a uno que corría solo. 25El atalaya dio luego voces, y lo hizo saber al rey. Y el rey dijo: Si viene solo, buenas nuevas trae. En tanto que él venía acercándose, 26vio el atalaya a otro que corría; y dio voces el atalaya al portero, diciendo: He aquí otro hombre que corre solo. Y el rey dijo: Este también es mensajero. 27Y el atalaya volvió a decir: Me parece el correr del primero como el correr de Ahimaas hijo de Sadoc. Y respondió el rey: Ese es hombre de bien, y viene con buenas nuevas.
28Entonces Ahimaas dijo en alta voz al rey: Paz. Y se inclinó a tierra delante del rey, y dijo: Bendito sea Jehová Dios tuyo, que ha entregado a los hombres que habían levantado sus manos contra mi señor el rey. 29Y el rey dijo: ¿El joven Absalón está bien? Y Ahimaas respondió: Vi yo un gran alboroto cuando envió Joab al siervo del rey y a mí tu siervo; mas no sé qué era. 30Y el rey dijo: Pasa, y ponte allí. Y él pasó, y se quedó de pie.
31Luego vino el etíope, y dijo: Reciba nuevas mi señor el rey, que hoy Jehová ha defendido tu causa de la mano de todos los que se habían levantado contra ti. 32El rey entonces dijo al etíope: ¿El joven Absalón está bien? Y el etíope respondió: Como aquel joven sean los enemigos de mi señor el rey, y todos los que se levanten contra ti para mal. 33Entonces el rey se turbó, y subió a la sala de la puerta, y lloró; y yendo, decía así: ¡Hijo mío Absalón, hijo mío, hijo mío Absalón! ¡Quién me diera que muriera yo en lugar de ti, Absalón, hijo mío, hijo mío![2]
Daniel 11.20-45
20Y se levantará en su lugar uno que hará pasar un cobrador de tributos por la gloria del reino; pero en pocos días será quebrantado, aunque no en ira, ni en batalla. 21Y le sucederá en su lugar un hombre despreciable, al cual no darán la honra del reino; pero vendrá sin aviso y tomará el reino con halagos. 22Las fuerzas enemigas serán barridas delante de él como con inundación de aguas; serán del todo destruidos, junto con el príncipe del pacto. 23Y después del pacto con él, engañará y subirá, y saldrá vencedor con poca gente. 24Estando la provincia en paz y en abundancia, entrará y hará lo que no hicieron sus padres, ni los padres de sus padres; botín, despojos y riquezas repartirá a sus soldados, y contra las fortalezas formará sus designios; y esto por un tiempo. 25Y despertará sus fuerzas y su ardor contra el rey del sur con gran ejército; y el rey del sur se empeñará en la guerra con grande y muy fuerte ejército; mas no prevalecerá, porque le harán traición. 26Aun los que coman de sus manjares le quebrantarán; y su ejército será destruido, y caerán muchos muertos. 27El corazón de estos dos reyes será para hacer mal, y en una misma mesa hablarán mentira; mas no servirá de nada, porque el plazo aún no habrá llegado. 28Y volverá a su tierra con gran riqueza, y su corazón será contra el pacto santo; hará su voluntad, y volverá a su tierra.
29Al tiempo señalado volverá al sur; mas no será la postrera venida como la primera. 30Porque vendrán contra él naves de Quitim, y él se contristará, y volverá, y se enojará contra el pacto santo, y hará según su voluntad; volverá, pues, y se entenderá con los que abandonen el santo pacto. 31Y se levantarán de su parte tropas que profanarán el santuario y la fortaleza, y quitarán el continuo sacrificio, y pondrán la abominación desoladora.a 32Con lisonjas seducirá a los violadores del pacto; mas el pueblo que conoce a su Dios se esforzará y actuará. 33Y los sabios del pueblo instruirán a muchos; y por algunos días caerán a espada y a fuego, en cautividad y despojo. 34Y en su caída serán ayudados de pequeño socorro; y muchos se juntarán a ellos con lisonjas. 35También algunos de los sabios caerán para ser depurados y limpiados y emblanquecidos, hasta el tiempo determinado; porque aun para esto hay plazo.
36Y el rey hará su voluntad, y se ensoberbecerá, y se engrandecerá sobre todo dios;b y contra el Dios de los dioses hablará maravillas,c y prosperará, hasta que sea consumada la ira; porque lo determinado se cumplirá. 37Del Dios de sus padres no hará caso, ni del amor de las mujeres; ni respetará a dios alguno, porque sobre todo se engrandecerá. 38Mas honrará en su lugar al dios de las fortalezas, dios que sus padres no conocieron; lo honrará con oro y plata, con piedras preciosas y con cosas de gran precio. 39Con un dios ajeno se hará de las fortalezas más inexpugnables, y colmará de honores a los que le reconozcan, y por precio repartirá la tierra.
40Pero al cabo del tiempo el rey del sur contenderá con él; y el rey del norte se levantará contra él como una tempestad, con carros y gente de a caballo, y muchas naves; y entrará por las tierras, e inundará, y pasará. 41Entrará a la tierra gloriosa, y muchas provincias caerán; mas éstas escaparán de su mano: Edom y Moab, y la mayoría de los hijos de Amón. 42Extenderá su mano contra las tierras, y no escapará el país de Egipto. 43Y se apoderará de los tesoros de oro y plata, y de todas las cosas preciosas de Egipto; y los de Libia y de Etiopía le seguirán. 44Pero noticias del oriente y del norte lo atemorizarán, y saldrá con gran ira para destruir y matar a muchos. 45Y plantará las tiendas de su palacio entre los mares y el monte glorioso y santo; mas llegará a su fin, y no tendrá quien le ayude.[3]
[1]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (Mr 7.23-37). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.
[2]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (2 Sm 17.29-18.33). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.
a a 11.31: Dn. 9.27; 12.11; Mt. 24.15; Mr. 13.14.
b b 11.36: 2 Ts. 2.3–4.
c c 11.36: Ap. 13.5–6.
[3]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (Dn 11.20-45). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.
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