miércoles, 25 de enero de 2023

¿Por qué saldrás más que vencedor el día de hoy?

<ENGLISH>




 25 Enero 

¿Por qué saldrás más que vencedor el día de hoy?


¡Porque Tú, Señor, me lo has dicho!

Por Riqui Ricón*

Líbrame ahora de la mano de mi hermano, de la mano de Esaú, porque le temo; no venga acaso y me hiera la madre con los hijos. Y tú has dicho: Yo te haré bien, y tu descendencia será como la arena del mar,  que no se puede contar por la multitud (Gen 32.11-12).

Si acaso tú estás pasando por alguna dificultad en este día, te conviene prestar atención a lo que sucedió a Jacob cuando regresaba a su tierra y se enteró que su hermano Esaú venía a su encuentro con 400 hombres. Jacob se encontraba en una situación muy grave pues, aunque habían transcurrido más de veinte años sin ver a su hermano, él recordaba que Esaú había jurado darle muerte.

¿Qué hacer en circunstancias tan apremiantes? Jacob oró, pero no oró de una forma ordinaria, de hecho su oración fue tan extraordinaria que, no sólo le valió el favor de su hermano sino que además, Dios mismo decidió cambiar su nombre de Jacob (suplantador) por el de Israel.

¿Cuál fue su secreto? Su secreto fue sencillo pero a la vez extraordinario: ¡Decidió creerle a Dios!

Jacob tenía la Palabra que Dios le había dado y la utilizó para recordarle tanto a Dios como a sus circunstancias, que ésta, la Palabra de Dios, se habría de cumplir sea cual fueren las condiciones del momento: Y tú [me] has dicho: Yo te haré bien, y tu descendencia será como la arena del mar,  que no se puede contar por la multitud.

Para aplicar esto a tu vida hoy, sólo pregúntate a ti mismo(a), ¿qué Palabra tengo departe de Dios?

Ciertamente ninguno de cuantos esperan en ti será confundido; Serán avergonzados los que se rebelan sin causa… Bueno y recto es Jehová; Por tanto, él enseñará a los pecadores el camino. Encaminará a los humildes por el juicio, Y enseñará a los mansos su carrera. Todas las sendas de Jehová son misericordia y verdad, Para los que guardan su pacto y sus testimonios. Por amor de tu nombre, oh Jehová, Perdonarás también mi pecado, que es grande. ¿Quién es el hombre que teme a Jehová? El le enseñará el camino que ha de escoger. Gozará él de bienestar, Y su descendencia heredará la tierra. La comunión íntima de Jehová es con los que le temen, Y a ellos hará conocer su pacto. Mis ojos están siempre hacia Jehová, Porque él sacará mis pies de la red (Sal 25.3,8-15).

¿Te parecen pocas? ¡No serás confundido jamás! ¡Tus enemigos (que son los de Dios) serán avergonzados! ¡Él te enseñará el camino por el que debes andar! ¡Te encaminará por el juicio! ¡Te enseñará tu carrera! ¡Caminarás por sendas de misericordia y de verdad! ¡Él perdonará TODOS tus pecados! ¡Te enseñará el camino que has de escoger! ¡Gozarás de bienestar! ¡Tu descendencia heredará la tierra! ¡Te deleitarás en comunión íntima con Él! ¡Te hará conocer Su pacto! ¡Sacará tus pies de la red!

Esta, mi amado(a), es Palabra de Honor, es Palabra de Dios. Y si Dios lo dijo, entonces, Él lo va a cumplir, si Dios lo habló, entonces, Él lo va a ejecutar.

El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán (Luc 21.33).

Efectivamente, por la Palabra que Dios había dado, el encuentro de Jacob con Esaú tuvo un final feliz.

Ahora bien, ante este testimonio de la honorabilidad de Dios, medita bien cuánta más certeza tienes tú, un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, ante cualquier problema, aflicción o enfermedad.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jua 3.16-17).

Dios te ama tanto que prefirió entregar a su propio Hijo antes que perderte a ti.

El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? (Ro 8.32).

¡Todas las cosas! ¡Asombroso! Sin importar cuál sea tu condición actual, Dios está dispuesto a responderte y lo hará por Amor a Su Nombre, por Amor a Su Palabra y por Amor a ti. Aunque tus pecados hayan sido grandes, Él ya te ha perdonado en la Sangre del Nuevo Pacto y al creer y recibir el sacrificio que Su Hijo Jesús hizo por Amor a ti Él te eleva a la condición privilegiada de un(a) verdadero(a) y legítimo(a) Hijo(a) de Dios.

MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos  (1 Jua 3.1 BAD).

Estimado(a) amigo(a), ¡ya no estás más solo(a)! Dios, tu Padre, no te ha dejado, ni te dejará. Puedes confiar y descansar en Él, pues Dios jamás ha faltado a Su Palabra.

Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido (Luc 19.10).

El Hijo del Hombre, Jesucristo, vino a este mundo para buscarte a ti. A ti, que antes estabas muerto(a) a causa de tu desobediencia y tus muchos pecados. A ti, que vivías en pecado, igual que el resto de la gente, obedeciendo al diablo —el líder de los poderes del mundo invisible —, quien es el espíritu que actúa en el corazón de los que se niegan a obedecer a Dios. Así vivías tú en el pasado, siguiendo los deseos de tus pasiones y la inclinación de tu naturaleza pecaminosa. Y por tu propia naturaleza, eras objeto del enojo de Dios igual que todos los demás. Pero Dios es tan rico en misericordia y te amó tanto que, a pesar de que estabas muerto(a) por causa de tus pecados, Él te dio vida cuando levantó a Cristo de los muertos. (¡Es sólo por la gracia de Dios que tú has sido salvado(a)!) Pues te levantó de los muertos junto con Cristo y te sentó con él en los lugares celestiales, porque estás unido(a) a Cristo Jesús. De modo que, en estos tiempos, Dios puede ponerte como ejemplo de la increíble riqueza de la gracia y la bondad que te tuvo, como se ve en todo lo que ha hecho por ti, que estamos unido(a) a Cristo Jesús. Dios te salvó por su gracia cuando creíste. Tú no tienes ningún mérito en eso; es un regalo de Dios. La salvación no es un premio por las cosas buenas que hayas hecho, así que no puedes jactarse de ser salvo. Pues tú eres la obra maestra de Dios. Él te creó de nuevo en Cristo Jesús, a fin de que hagas las cosas buenas que preparó para ti tiempo atrás (Efe 2.1-10).

Así que, con toda certeza, oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, vengo ante Ti en este día con la plena certeza que Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti he confiado. Yo te creo, Señor; creo Tu Palabra, la Biblia. Sé perfectamente que Tu Palabra, la Biblia, es la Verdad. Y sé que aún esta certeza me la has dado Tú por el gran Amor con que me amas. Gracias, Señor Jesús, porque estando yo en tinieblas me trasladaste a Tu luz admirable; estando yo muerto(a) en delitos y pecados me has dado vida y la vida que has comprado para mí con Tu Sangre es una vida buena, plena y abundante. ¡Soy un(a) Hijo(a) del Rey de reyes y Señor de Señores! Por lo tanto, aunque hoy esté enfrentando problemas y aflicciones, yo declaró en Tu nombre Jesucristo que saldré adelante en libertad y victoria, en salud y prosperidad pues escrito está acerca de mí que en todas las cosas soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me ama, Cristo Jesús. Resisto y hecho fuera de mi vida toda enfermedad, pobreza, tristeza, depresión, soledad, temor y angustia. Cubro todo mi ser, espíritu, alma y cuerpo, con la Sangre de Jesús y llamo y recibo toda la salud, amor, paz y gozo que Tú, Jesucristo, compraste para mí al morir en la cruz. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! E insisto, ¡soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo! Gracias a Ti, Señor Jesús. Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011

 

Tres Recomendaciones:

Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas recomendaciones:

1.     Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él. Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.

2.     Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla. ¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.

3.     En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2020

 

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Enero 25                              Luc 19.1-27  /  Gen 32-33  /  Sal 25

 


Cápsula del día.




Puedes escuchar o descargar la lectura de la  Biblia en audio del día de hoy, la tenemos para ti en dos versiones: 


RV60 



NVI 



Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Enero 25                              Luc 19.1-27  /  Gen 32-33  /  Sal 25

 

San Lucas 19.1-27

Jesús y Zaqueo

19

1Habiendo entrado Jesús en Jericó, iba pasando por la ciudad. 2Y sucedió que un varón llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos, y rico, 3procuraba ver quién era Jesús; pero no podía a causa de la multitud, pues era pequeño de estatura. 4Y corriendo delante, subió a un árbol sicómoro para verle; porque había de pasar por allí. 5Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa. 6Entonces él descendió aprisa, y le recibió gozoso. 7Al ver esto, todos murmuraban, diciendo que había entrado a posar con un hombre pecador. 8Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado. 9Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham. 10Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.a

Parábola de las diez minas

11Oyendo ellos estas cosas, prosiguió Jesús y dijo una parábola, por cuanto estaba cerca de Jerusalén, y ellos pensaban que el reino de Dios se manifestaría inmediatamente. 12Dijo, pues: Un hombre noble se fue a un país lejano, para recibir un reino y volver. 13Y llamando a diez siervos suyos, les dio diez minas,2 y les dijo: Negociad entre tanto que vengo. 14Pero sus conciudadanos le aborrecían, y enviaron tras él una embajada, diciendo: No queremos que éste reine sobre nosotros. 15Aconteció que vuelto él, después de recibir el reino, mandó llamar ante él a aquellos siervos a los cuales había dado el dinero, para saber lo que había negociado cada uno. 16Vino el primero, diciendo: Señor, tu mina ha ganado diez minas. 17Él le dijo: Está bien, buen siervo; por cuanto en lo poco has sido fiel, tendrás autoridad sobre diez ciudades. 18Vino otro, diciendo: Señor, tu mina ha producido cinco minas. 19Y también a éste dijo: Tú también sé sobre cinco ciudades. 20Vino otro, diciendo: Señor, aquí está tu mina, la cual he tenido guardada en un pañuelo; 21porque tuve miedo de ti, por cuanto eres hombre severo, que tomas lo que no pusiste, y siegas lo que no sembraste. 22Entonces él le dijo: Mal siervo, por tu propia boca te juzgo. Sabías que yo era hombre severo, que tomo lo que no puse, y que siego lo que no sembré; 23¿por qué, pues, no pusiste mi dinero en el banco, para que al volver yo, lo hubiera recibido con los intereses? 24Y dijo a los que estaban presentes: Quitadle la mina, y dadla al que tiene las diez minas. 25Ellos le dijeron: Señor, tiene diez minas. 26Pues yo os digo que a todo el que tiene, se le dará; mas al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.b 27Y también a aquellos mis enemigos que no querían que yo reinase sobre ellos, traedlos acá, y decapitadlos delante de mí.c[1]

 

Génesis 32-33

Jacob se prepara para el encuentro con Esaú

32

1Jacob siguió su camino, y le salieron al encuentro ángeles de Dios. 2Y dijo Jacob cuando los vio: Campamento de Dios es este; y llamó el nombre de aquel lugar Mahanaim.41 3Y envió Jacob mensajeros delante de sí a Esaú su hermano, a la tierra de Seir, campo de Edom. 4Y les mandó diciendo: Así diréis a mi señor Esaú: Así dice tu siervo Jacob: Con Labán he morado, y me he detenido hasta ahora; 5y tengo vacas, asnos, ovejas, y siervos y siervas; y envío a decirlo a mi señor, para hallar gracia en tus ojos.

6Y los mensajeros volvieron a Jacob, diciendo: Vinimos a tu hermano Esaú, y él también viene a recibirte, y cuatrocientos hombres con él. 7Entonces Jacob tuvo gran temor, y se angustió; y distribuyó el pueblo que tenía consigo, y las ovejas y las vacas y los camellos, en dos campamentos. 8Y dijo: Si viene Esaú contra un campamento y lo ataca, el otro campamento escapará.

9Y dijo Jacob: Dios de mi padre Abraham, y Dios de mi padre Isaac, Jehová, que me dijiste: Vuélvete a tu tierra y a tu parentela, y yo te haré bien; 10menor soy que todas las misericordias y que toda la verdad que has usado para con tu siervo; pues con mi cayado pasé este Jordán, y ahora estoy sobre dos campamentos. 11Líbrame ahora de la mano de mi hermano, de la mano de Esaú, porque le temo; no venga acaso y me hiera la madre con los hijos. 12Y tú has dicho: Yo te haré bien, y tu descendencia será como la arena del mar,a que no se puede contar por la multitud. 13Y durmió allí aquella noche, y tomó de lo que le vino a la mano un presente para su hermano Esaú: 14doscientas cabras y veinte machos cabríos, doscientas ovejas y veinte carneros, 15treinta camellas paridas con sus crías, cuarenta vacas y diez novillos, veinte asnas y diez borricos. 16Y lo entregó a sus siervos, cada manada de por sí; y dijo a sus siervos: Pasad delante de mí, y poned espacio entre manada y manada. 17Y mandó al primero, diciendo: Si Esaú mi hermano te encontrare, y te preguntare, diciendo: ¿De quién eres? ¿y adónde vas? ¿y para quién es esto que llevas delante de ti? 18entonces dirás: Es un presente de tu siervo Jacob, que envía a mi señor Esaú; y he aquí también él viene tras nosotros. 19Mandó también al segundo, y al tercero, y a todos los que iban tras aquellas manadas, diciendo: Conforme a esto hablaréis a Esaú, cuando le hallareis. 20Y diréis también: He aquí tu siervo Jacob viene tras nosotros. Porque dijo: Apaciguaré su ira con el presente que va delante de mí, y después veré su rostro; quizá le seré acepto. 21Pasó, pues, el presente delante de él; y él durmió aquella noche en el campamento.

Jacob lucha con el ángel en Peniel

22Y se levantó aquella noche, y tomó sus dos mujeres, y sus dos siervas, y sus once hijos, y pasó el vado de Jaboc. 23Los tomó, pues, e hizo pasar el arroyo a ellos y a todo lo que tenía. 24Así se quedó Jacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba. 25Y cuando el varón vio que no podía con él, tocó en el sitio del encaje de su muslo, y se descoyuntó el muslo de Jacob mientras con él luchaba. 26Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices. 27Y el varón le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Jacob. 28Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob,b sino Israel;42 porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido. 29Entonces Jacob le preguntó, y dijo: Declárame ahora tu nombre. Y el varón respondió: ¿Por qué me preguntas por mi nombre? Y lo bendijo allí. 30Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar, Peniel;43 porque dijo: Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma. 31Y cuando había pasado Peniel, le salió el sol; y cojeaba de su cadera. 32Por esto no comen los hijos de Israel, hasta hoy día, del tendón que se contrajo, el cual está en el encaje del muslo; porque tocó a Jacob este sitio de su muslo en el tendón que se contrajo.

Reconciliación entre Jacob y Esaú

33

1Alzando Jacob sus ojos, miró, y he aquí venía Esaú, y los cuatrocientos hombres con él; entonces repartió él los niños entre Lea y Raquel y las dos siervas. 2Y puso las siervas y sus niños delante, luego a Lea y sus niños, y a Raquel y a José los últimos. 3Y él pasó delante de ellos y se inclinó a tierra siete veces, hasta que llegó a su hermano. 4Pero Esaú corrió a su encuentro y le abrazó, y se echó sobre su cuello, y le besó; y lloraron. 5Y alzó sus ojos y vio a las mujeres y los niños, y dijo: ¿Quiénes son éstos? Y él respondió: Son los niños que Dios ha dado a tu siervo. 6Luego vinieron las siervas, ellas y sus niños, y se inclinaron. 7Y vino Lea con sus niños, y se inclinaron; y después llegó José y Raquel, y también se inclinaron. 8Y Esaú dijo: ¿Qué te propones con todos estos grupos que he encontrado? Y Jacob respondió: El hallar gracia en los ojos de mi señor. 9Y dijo Esaú: Suficiente tengo yo, hermano mío; sea para ti lo que es tuyo. 10Y dijo Jacob: No, yo te ruego; si he hallado ahora gracia en tus ojos, acepta mi presente, porque he visto tu rostro, como si hubiera visto el rostro de Dios, pues que con tanto favor me has recibido. 11Acepta, te ruego, mi presente que te he traído, porque Dios me ha hecho merced, y todo lo que hay aquí es mío. E insistió con él, y Esaú lo tomó. 12Y Esaú dijo: Anda, vamos; y yo iré delante de ti. 13Y Jacob le dijo: Mi señor sabe que los niños son tiernos, y que tengo ovejas y vacas paridas; y si las fatigan, en un día morirán todas las ovejas. 14Pase ahora mi señor delante de su siervo, y yo me iré poco a poco al paso del ganado que va delante de mí, y al paso de los niños, hasta que llegue a mi señor a Seir. 15Y Esaú dijo: Dejaré ahora contigo de la gente que viene conmigo. Y Jacob dijo: ¿Para qué esto? Halle yo gracia en los ojos de mi señor. 16Así volvió Esaú aquel día por su camino a Seir. 17Y Jacob fue a Sucot, y edificó allí casa para sí, e hizo cabañas para su ganado; por tanto, llamó el nombre de aquel lugar Sucot.44

18Después Jacob llegó sano y salvo a la ciudad de Siquem, que está en la tierra de Canaán, cuando venía de Padan-aram; y acampó delante de la ciudad. 19Y compró una parte del campo,a donde plantó su tienda, de mano de los hijos de Hamor padre de Siquem, por cien monedas.45 20Y erigió allí un altar, y lo llamó El-Elohe-Israel.46[2]

 

       

Salmo 25

 

David implora dirección, perdón y protección

Salmo de David.

     1     A ti, oh Jehová, levantaré mi alma.

     2     Dios mío, en ti confío;

No sea yo avergonzado,

No se alegren de mí mis enemigos.

     3     Ciertamente ninguno de cuantos esperan en ti será confundido;

Serán avergonzados los que se rebelan sin causa.

     4     Muéstrame, oh Jehová, tus caminos;

Enséñame tus sendas.

     5     Encamíname en tu verdad, y enséñame,

Porque tú eres el Dios de mi salvación;

En ti he esperado todo el día.

     6     Acuérdate, oh Jehová, de tus piedades y de tus misericordias,

Que son perpetuas.

     7     De los pecados de mi juventud, y de mis rebeliones, no te acuerdes;

Conforme a tu misericordia acuérdate de mí,

Por tu bondad, oh Jehová.

     8     Bueno y recto es Jehová;

Por tanto, él enseñará a los pecadores el camino.

     9     Encaminará a los humildes por el juicio,

Y enseñará a los mansos su carrera.

     10     Todas las sendas de Jehová son misericordia y verdad,

Para los que guardan su pacto y sus testimonios.

     11     Por amor de tu nombre, oh Jehová,

Perdonarás también mi pecado, que es grande.

     12     ¿Quién es el hombre que teme a Jehová?

El le enseñará el camino que ha de escoger.

     13     Gozará él de bienestar,

Y su descendencia heredará la tierra.

     14     La comunión íntima de Jehová es con los que le temen,

Y a ellos hará conocer su pacto.

     15     Mis ojos están siempre hacia Jehová,

Porque él sacará mis pies de la red.

     16     Mírame, y ten misericordia de mí,

Porque estoy solo y afligido.

     17     Las angustias de mi corazón se han aumentado;

Sácame de mis congojas.

     18     Mira mi aflicción y mi trabajo,

Y perdona todos mis pecados.

     19     Mira mis enemigos, cómo se han multiplicado,

Y con odio violento me aborrecen.

     20     Guarda mi alma, y líbrame;

No sea yo avergonzado, porque en ti confié.

     21     Integridad y rectitud me guarden,

Porque en ti he esperado.

     22     Redime, oh Dios, a Israel

De todas sus angustias.[3]

 



a 19.10: Mt. 18.11.

Moneda que correspondía a 100 dracmas.

b 19.26: Mt. 13.12; Mr. 4.25; Lc. 8.18.

c 19.11–27: Mt. 25.14–30.

[1] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Lc 18.43-19.27

41 Entendido aquí, Dos campamentos.

a 32.12: Gn. 22.17.

b 32.28: Gn. 35.10.

42 Esto es, El que lucha con Dios, o Dios lucha.

43 Esto es, El rostro de Dios.

44 Esto es, Cabañas.

a 33.19: Jos. 24.32; Jn. 4.5.

45 Heb. cien kesitas.

46 Esto es, Dios, el Dios de Israel.

[2] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Gn 31.55-33.20

[3] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Sal 24.10-25.22

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