jueves, 25 de noviembre de 2021

¡Cómo pruebas tu FE!

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                      <ENGLISH>




 25 Noviembre     

¡Cómo pruebas tu FE!


¡Él lo sabe todo!

Por Riqui Ricón*

El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento (2 P 3.9).

Entre más leas y medites la Palabra de Dios más te darás cuenta que Él es bueno y que Su Amor y misericordia para contigo es Eterna e infinita.

De acuerdo a la Biblia, nunca ha sido la voluntad de Dios que alguien termine en el infierno, ni que padezca hambre, ni enfermedad, ni ninguna de esas otras calamidades que aquellos que no lo conocen se las atribuyen a Dios so pretexto de un raro y obscuro propósito hacia nosotros de Su parte. Como si Dios necesitara enviarte una aflicción para enseñarte algún tipo de lección.

La Verdad es que, ¡Dios está deteniendo el final de los tiempos no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento!

Sin hacer acepción de personas, Dios ama a todos los seres humanos; y Él te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).

Jesús no vino a condenarte, ni a castigarte, ni a probarte para ver si en verdad lo amas o si en verdad eres justo. ¡Él lo sabe todo! ¡Él lo conoce todo! No necesita pruebas de tu fidelidad, ni de tu amor o arrepentimiento.

Jesús te ama y no vino al mundo a condenarte sino a salvarte. Él vino a este mundo para darte una nueva oportunidad, pero ahora con una vida y personalidad totalmente nuevas.

Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios... Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? (1 Jn 5.1a, 4-5).

Así es, sin importar cuales sean las circunstancias que estás viviendo el día de hoy, si tú crees que Jesús es el Cristo, el mesías salvador de la humanidad, y si tú le has reconocido como tu Señor y Salvador, entonces ahora tú eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, y no de simiente corruptible sino de la incorruptible semilla que es la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre.

Es creer esto, es creer la Palabra de Dios, lo único que te da la victoria sobre el mundo y te coloca arriba de tus circunstancias en lugar de estar debajo de ellas.

MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos  (1 Jn 3.1 BAD).

Es por Amor que el Todopoderoso Dios te llama Hijo(a), y eso es lo que en Verdad eres: Un(a) amado(a) y legítimo(a) Hijo(a) de Dios. Por medio de Jesucristo, el Padre te ha hecho partícipe de la Vida Eterna, que es la Vida de los Hijos de Dios.

El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10.10).

Siempre encontrarás en la Biblia que la Voluntad de Dios para contigo es buena, agradable y perfecta. La Vida Eterna, que ya has recibido, es, y debe ser, una vida buena, plena y abundante. ¡Esta es tu herencia como Hijo(a) de Dios! Por esto, Jesús detiene su venida, para que los que aún no le aceptan como Señor y Salvador de sus vidas se arrepientan (cambien su forma de pensar), y reciban el regalo de la Vida Eterna como Hijos de Dios.

Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! (Ro 8.15).

Hoy, por Cristo Jesús, eres un(a) Hijo(a) amado(a) del único Dios vivo y verdadero. Puedes hablar con Él y decirle con toda confianza: Abba, Papá, Papito.

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, que hermoso es poder decirte Papá, Papito. Gracias por tanto y tan grande Amor que tienes por mí. Yo también te amo con todas mis fuerzas, mente y con todo mi corazón. Cada día estoy creyendo más lo que dices en Tu Palabra, la Biblia; por lo que hoy sé, que como Hijo(a) Tuyo(a), en cualquier problema, enfermedad o adversidad, soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús, mi Rey, Señor y Salvador. ¡Todo lo puedo en Cristo que me fortalece! Y estoy seguro(a) que, ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada me podrá separar de Tu Amor, oh Dios, que es en Cristo Jesús mi Señor. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy prospero(a)! ¡Soy dichoso(a)! En el nombre de Jesús. Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2012

 

Tres Recomendaciones:

Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas recomendaciones:

1.     Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él. Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.

2.     Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla. ¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.

3.     En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2020

 

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Noviembre 25                               2 P 3   /  Jer 45-46  /  Sal 141


Cápsula del día.




Puedes escuchar o descargar la lectura de la  Biblia en audio del día de hoy, la tenemos para ti en dos versiones: 


RV60 




NVI 



Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Noviembre 25                               2 P 3   /  Jer 45-46  /  Sal 141

 

2 Pedro 3

El día del Señor vendrá

3

1Amados, esta es la segunda carta que os escribo, y en ambas despierto con exhortación vuestro limpio entendimiento, 2para que tengáis memoria de las palabras que antes han sido dichas por los santos profetas, y del mandamiento del Señor y Salvador dado por vuestros apóstoles; 3sabiendo primero esto, que en los postreros días vendrán burladores, andando según sus propias concupiscencias,a 4y diciendo: ¿Dónde está la promesa de su advenimiento? Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación. 5Estos ignoran voluntariamente, que en el tiempo antiguo fueron hechos por la palabra de Dios los cielos, y también la tierra, que proviene del agua y por el agua subsiste,b 6por lo cual el mundo de entonces pereció anegado en agua;c 7pero los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos. 8Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día.d 9El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. 10Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche;e en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas.

11Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, 12esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán! 13Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia.f

14Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz. 15Y tened entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación; como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito, 16casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición. 17Así que vosotros, oh amados, sabiéndolo de antemano, guardaos, no sea que arrastrados por el error de los inicuos, caigáis de vuestra firmeza. 18Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén. [1]

 

   

Jeremías 45-46

Mensaje a Baruc

45

1Palabra que habló el profeta Jeremías a Baruc hijo de Nerías, cuando escribía en el libro estas palabras de boca de Jeremías, en el año cuarto de Joacima hijo de Josías rey de Judá, diciendo: 2Así ha dicho Jehová Dios de Israel a ti, oh Baruc: 3Tú dijiste: ¡Ay de mí ahora! porque ha añadido Jehová tristeza a mi dolor; fatigado estoy de gemir, y no he hallado descanso. 4Así le dirás: Ha dicho Jehová: He aquí que yo destruyo a los que edifiqué, y arranco a los que planté, y a toda esta tierra. 5¿Y tú buscas para ti grandezas? No las busques; porque he aquí que yo traigo mal sobre toda carne, ha dicho Jehová; pero a ti te daré tu vida por botín en todos los lugares adonde fueres.

Profecías acerca de Egipto

46

1Palabra de Jehová que vino al profeta Jeremías, contra las naciones.

2Con respecto a Egipto:a contra el ejército de Faraón Necao rey de Egipto, que estaba cerca del río Eufrates en Carquemis, a quien destruyó Nabucodonosor rey de Babilonia, en el año cuarto de Joacim hijo de Josías, rey de Judá.

3Preparad escudo y pavés, y venid a la guerra. 4Uncid caballos y subid, vosotros los jinetes, y poneos con yelmos; limpiad las lanzas, vestíos las corazas. 5¿Por qué los vi medrosos, retrocediendo? Sus valientes fueron deshechos, y huyeron sin volver a mirar atrás; miedo de todas partes, dice Jehová. 6No huya el ligero, ni el valiente escape; al norte junto a la ribera del Eufrates tropezaron y cayeron.

7¿Quién es éste que sube como río, y cuyas aguas se mueven como ríos? 8Egipto como río se ensancha, y las aguas se mueven como ríos, y dijo: Subiré, cubriré la tierra, destruiré a la ciudad y a los que en ella moran. 9Subid, caballos, y alborotaos, carros, y salgan los valientes; los etíopes y los de Put que toman escudo, y los de Lud que toman y entesan arco. 10Mas ese día será para Jehová Dios de los ejércitos día de retribución, para vengarse de sus enemigos; y la espada devorará y se saciará, y se embriagará de la sangre de ellos; porque sacrificio será para Jehová Dios de los ejércitos, en tierra del norte junto al río Eufrates. 11Sube a Galaad, y toma bálsamo, virgen hija de Egipto; por demás multiplicarás las medicinas; no hay curación para ti. 12Las naciones oyeron tu afrenta, y tu clamor llenó la tierra; porque valiente tropezó contra valiente, y cayeron ambos juntos.

13Palabra que habló Jehová al profeta Jeremías acerca de la venida de Nabucodonosor rey de Babilonia, para asolar la tierra de Egipto:b 14Anunciad en Egipto, y haced saber en Migdol; haced saber también en Menfis y en Tafnes; decid: Ponte en pie y prepárate, porque espada devorará tu comarca. 15¿Por qué ha sido derribada tu fortaleza? No pudo mantenerse firme, porque Jehová la empujó. 16Multiplicó los caídos, y cada uno cayó sobre su compañero; y dijeron: Levántate y volvámonos a nuestro pueblo, y a la tierra de nuestro nacimiento, huyamos ante la espada vencedora. 17Allí gritaron: Faraón rey de Egipto es destruido; dejó pasar el tiempo señalado. 18Vivo yo, dice el Rey, cuyo nombre es Jehová de los ejércitos, que como Tabor entre los montes, y como Carmelo junto al mar, así vendrá. 19Hazte enseres de cautiverio, moradora hija de Egipto; porque Menfis será desierto, y será asolada hasta no quedar morador.

20Becerra hermosa es Egipto; mas viene destrucción, del norte viene. 21Sus soldados mercenarios también en medio de ella como becerros engordados; porque también ellos volvieron atrás, huyeron todos sin pararse, porque vino sobre ellos el día de su quebrantamiento, el tiempo de su castigo.

22Su voz saldrá como de serpiente; porque vendrán los enemigos, y con hachas vendrán a ella como cortadores de leña. 23Cortarán sus bosques, dice Jehová, aunque sean impenetrables; porque serán más numerosos que langostas, no tendrán número. 24Se avergonzará la hija de Egipto; entregada será en manos del pueblo del norte.

25Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, ha dicho: He aquí que yo castigo a Amón dios de Tebas, a Faraón, a Egipto, y a sus dioses y a sus reyes; así a Faraón como a los que en él confían. 26Y los entregaré en mano de los que buscan su vida, en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia y en mano de sus siervos; pero después será habitado como en los días pasados, dice Jehová.

27Y tú no temas, siervo mío Jacob, ni desmayes, Israel; porque he aquí yo te salvaré de lejos, y a tu descendencia de la tierra de su cautividad. Y volverá Jacob, y descansará y será prosperado, y no habrá quién lo atemorice. 28Tú, siervo mío Jacob, no temas, dice Jehová, porque yo estoy contigo; porque destruiré a todas las naciones entre las cuales te he dispersado; pero a ti no te destruiré del todo, sino que te castigaré con justicia; de ninguna manera te dejaré sin castigo.c[2]

 

       

SALMO 141

 

Oración a fin de ser guardado del mal

Salmo de David.

     1     Jehová, a ti he clamado; apresúrate a mí;

Escucha mi voz cuando te invocare.

     2     Suba mi oración delante de ti como el incienso,a

El don de mis manos como la ofrenda de la tarde.

     3     Pon guarda a mi boca, oh Jehová;

Guarda la puerta de mis labios.

 

 

 

 

 

     4     No dejes que se incline mi corazón a cosa mala,

A hacer obras impías

Con los que hacen iniquidad;

Y no coma yo de sus deleites.

     5     Que el justo me castigue, será un favor,

Y que me reprenda será un excelente bálsamo

Que no me herirá la cabeza;

Pero mi oración será continuamente contra las maldades de aquéllos.

     6     Serán despeñados sus jueces,

Y oirán mis palabras, que son verdaderas.

     7     Como quien hiende y rompe la tierra,

Son esparcidos nuestros huesos a la boca del Seol.

     8     Por tanto, a ti, oh Jehová, Señor, miran mis ojos;

En ti he confiado; no desampares mi alma.

     9     Guárdame de los lazos que me han tendido,

Y de las trampas de los que hacen iniquidad.

     10     Caigan los impíos a una en sus redes,

Mientras yo pasaré adelante.[3]

 



a a 3.3: Jud. 18.

b b 3.5: Gn. 1.6–8.

c c 3.6: Gn. 7.11.

d d 3.8: Sal. 90.4.

e e 3.10: Mt. 24.43; Lc. 12.39; 1 Ts. 5.2; Ap. 16.15.

f f 3.13: Is. 65.17; 66.22; Ap. 21.1.

[1] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. 2 P 2.22-3.18

a a 45.1: 2 R. 24.1; 2 Cr. 36.5–7; Dn. 1.1–2.

a a 46.2–26: Is. 19.1–25; Ez. 29.1—32.32.

b b 46.13: Jer. 43.10–13.

c c 46.27–28: Jer. 30.10–11.

[2] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Jr 44.30-46.28

a a 141.2: Ap. 5.8.

[3] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Sal 140.13-141.10


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